Tuyo

Yuri suspiro antes de entrar a la habitación de Otabek quien se encontraba acostado en la cama con los audífonos puestos.

—Te tardaste una eternidad en venir ¿acaso pensabas traer todas tus cosas a la habitación hoy? —preguntó Otabek.

—No, no pensaba eso fueron mis damas las que me entretuvieron antes de venir —respondió Yuri quien se acercó a su pareja.

—Ah, ya veo, fue por todo ese ritual de belleza que te hicieron —respondió Otabek riendo mientras observaba la fina bata que traía Yuri y olía un poco su cabello.

—Lo sé, es ridículo huelo a chica esencia de rosas por favor, no soy tan delicado como para ese tipo de cosas.

—Yura, eso ya lo veremos, ¿sabes para qué te prepararon tus damas o no?

—Beka, ya hablamos sobre esto, no quiero hacer cosas raras contigo.

—Yura, mira muy bien ese calendario y dime, ¿que ves? —le preguntó Otabek, quien señalaba un calendario que marcaba toda una semana de color rojo.

—Pues, no lo sé, solo veo que el día de hoy y... los seis días de la semana que le siguen están de rojos, pero, ¿qué hay con eso? —cuestionó Yuri restándole importancia.

—Significa que hoy empieza mi celo y, que continuará hasta el domingo, por eso es que prefiero hacerte la marca hoy y no otro día, ¿sabes porque la reina dijo todas esas cosas sobre acercarte a Yuuri o sobre la marca?

—Beka, ahora soy tu esposo, porque te pondrías celoso si estuviera con Yuuri, si él y yo solo somos amigos ahora.

—Eso no era lo que decías antes de la boda. Además, no quiero que el olor de otro omega, que no seas tú me tiente, me pondría celoso si fueras por ahí caminando hablándole a Víktor, por ejemplo, o a otras nobles alfas

Yuri suspiro y recordó que la reina le había dicho que tenía que aceptar si Otabek lo quería marcar como suyo, así que sin más se rindió y bajo la bata para dejar al descubierto su hombro izquierdo.

—Vaya Yura, que obediente eres —dijo Otabek al mismo tiempo que dejaba los audífonos a un lado y se quitaba la camisa dejando a la vista de Yuri su marcado cuerpo.

Yuri volteo para otro lado avergonzado nunca había visto a alguien desnudarse frente a él, aparte de Yuuri, sin duda que todo eso era algo nuevo para él.

Otabek quitó lentamente él listón de la bata de Yuri, quien no llevaba más que eso y comenzó a recorrer su cuerpo llenándolo de besos.

—Beka, podrías de una vez por todas morder mi hombro y dejar de hacer estas cosas —dijo Yuri quien se tapó el rostro con ambas manos, para que Otabek no viera su cara completamente roja.

—Yura, si no te pones caliente ni te excita, te va a doler más la mordida que si lo estuvieras. Además, haré que esa boca tuya solo diga mi nombre de ahora en adelante.

Yuri quitó ambas manos de su rostro y las llevó al cuello de Otabek, quien sonrió satisfecho de su respuesta.

—Más te vale que no me duela nada de lo que me hagas, o me las vas a pagar —dijo Yuri mientras se acercaba a los labios del contrario y los besaba.

Otabek terminó de desvestirse, ya no aguantaba más tener aquella erección dentro de sus pantalones, pues como estaba en celo, aquello había sucedido de manera demasiado rápida, Yuri termino el beso y lo miró de manera seria para luego decir.

—Beka, sabes muy bien que aun soy menor de edad y que no quiero tener cachorros aun, ¿verdad?

—Claro que lo sé, gatito, no me he olvidado de eso, lo traigo puesto si eso quieres saber.

Yuri respiró aliviado y trato de callar el gemido que salió de su boca cuando Otabek introdujo uno de sus dedos, previamente lubricados en su entrada.

—Oh vamos, Yura, no tienes que contenerte, quiero escucharte —dijo Otabek mientras introducía un segundo dedo.

Yuri se quitó la mano de la boca y dejo salir todos aquellos sonidos que indicaban placer.

Otabek sacó sus dedos de la entrada de Yuri y esperó la aprobación del contrario.

La excitación se había apoderado de Yuri quien no dejaba de jadear y gemir lamió los labios de Otabek y dijo:

—Oh, vamos Beka deja de pensarlo tanto y hazme tuyo de una buena vez.

Otabek separó un poco más las piernas del contrario y lo penetró, haciendo que la espalda de Yuri se arqueara y que este, lo empezara a besar salvajemente.

Después de un rato tanto Yuri como Otabek, se habían perdido en el placer y cada vez querían más.

—Creo que es hora, le susurro Otabek al oído.

Yuri asintió y abrazó la espalda del contrario, mientas este acercaba su boca a su hombro derecho y lo mordía.

—K-y—se quejó Yuri al sentir como los dientes de Otabek desgarraban su piel.

Otabek terminó de morderlo y dejo de embestirlo, luego miró a Yuri quien lo había dejado de abrazar y le dijo:

—Beka, cuando sea mi celo, ¿me dejaras hacértelo?

—Claro, Yura, dejaré que me hagas tuyo cuantas veces quieras.

—Entonces yo igual dejare que me hagas tuyo todas las veces que quieras sin importar si estás en tu periodo de celo o no.

—Vaya Yura, ¿qué te hizo cambiar de opinión tan rápido? —preguntó Otabek sorprendido.

—Tú, Beka, jamás me había sentido tan excitado y caliente como ahora, además esos besos tuyos me enloquecen.

—No dijiste eso cuando me arrastraste fuera del salón del banquete.

—Oh... cállate Beka, deja eso en el pasado, ahora quiero que me beses como solo tú sabes hacerlo.

—Bueno, si quieres más no hay problema, pero no me culpes si esta noche no duermes —respondió Otabek volviéndolo a besar entrelazando sus lenguas y fundiéndose de nuevo en el placer.

A la mañana siguiente Mariett llevaba el desayuno a la habitación de la pareja, la puerta estaba cerrada con seguro y Leslye, quien llevaba el conjunto de ropa que ambos príncipes usarían no pudo evitar soltar una risita.

—Creo que los príncipes aún siguen dormidos todo se oye tan silencioso
—dijo Mariett.

—Dejémoslos dormir Mariett tal vez ellos dos ya sabes...tuvieron una noche...

—Creo que tienes razón Leslye, no debemos molestarlos seguro que ambos están cansados —dijo Mariett quien hizo ademán de retirarse.

—Crees que su alteza Yuri, tenga una linda marca del príncipe heredero —dijo Leslye suspirando.

—Leslye, deja de emocionarte con esas cosas recuerda cuál es tu lugar —la regañó Mariett.

—Que amargada eres Mariett, a ti no te hubiera gustado tener a un alfa así.

—No Leslye, por eso estoy aquí desde niña quise servir a la casa real y escapar de las reglas de las razas, no quería ser propiedad de nadie y tener que someterme a un alfa.

—Pero Mariett, de una manera u otra obedeces a un alfa —exclamó Leslye, quien sostenía los platos y las tazas de fina porcelana donde los príncipes tomarían el té una vez que despertaran.

—Lo sé, pero también obedezco a omegas y betas por eso me siento agradecida con este trabajo.

—Sabes, si lo dices de esa manera creo que me empiezo a sentir mal por el segundo príncipe heredero, él es un omega, un excelente patinador y además un chico bastante guapo, no me parece justo que pierda su libertad, siendo propiedad del príncipe Otabek, como tú lo dices.

—Leslye, olvida lo que dije, podríamos ser condenadas por hablar así de las razas, solo somos unas simples damas del palacio y tenemos que darle buenos ejemplos al segundo príncipe.

—Tienes razón Mariett, además, ¿no crees que hacen buena pareja los dos príncipes?

—Ahí vas de nuevo con tu romanticismo, Leslye.

—Vamos Mariett, preparémosle a los príncipes una cena deliciosa —dijo Leslye quien tomó la mano de Mariett y la condujo a la cocina, mientras que en la habitación de los príncipes Otabek despertaba a Yuri, con un beso en la frente.

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