Lo que tengo VS Lo que amo
Yuri despertó sin ganas y vio a Otabek quien lo miraba con una sonrisa.
—Buenos días, cariño —dijo él sonando como todo un esposo romántico.
—Tsk, no porque lo hayamos hecho y ahora te pertenezca me vas a tratar con tanta ternura que hasta empalaga —dijo Yuri con un claro sonrojo en sus mejillas.
Otabek rio ante tal comentario.
—Lo sé Yura, tanta cursilería no va con un gatito salvaje como tú, sabes anoche dejaste mi espalda totalmente llena de rasguños como toda una fiera —dijo Otabek mientras mordía su dedo pulgar y su voz cambiaba a un gruñido.
Yuri escondió su cara roja debajo de las cobijas, sin querer tocó el hombro de Otabek y éste se quejó del dolor.
—Y tú fuiste muy salvaje anoche también —dijo Yuri mirando fijamente a Otabek quien solo rio.
—Eso es algo normal, te va a doler hasta que cicatrice, vamos Yura vístete y vayamos a comer algo.
Yuri miró el reloj que marcaba la una de la tarde y se alarmó.
—La reina seguro que nos castigara no hicimos el saludo matutino y no tome mis lecciones de las once de la mañana.
—Yura, calma no es para tanto, las damas ya deben haberle informado a la reina sobre nuestra situación. Además, hoy vendrá alguien muy importante, para ti será como un día de descanso.
—¿De verdad? —preguntó Yuri con ojos brillosos.
—Si Yura, entonces que te parece darnos un baño juntos —propuso Otabek.
—Ni lo sueñes Beka—respondió Yuri tomando su toalla—. Crees que soy tonto, estas en pleno celo y seguramente terminaremos haciéndolo de nuevo.
—Vaya, tienes razón Yura —dijo Otabek desanimado.
—Confórmate con esto —respondió Yura mientras se acercaba y le daba un beso rápido en los labios antes de meterse al cuarto del baño.
Las demás llegaron en cuanto Otabek llamó para dejarle las pertenencias de Yuri y la ropa que usaría ese día, luego de que ambos se bañaran y vistieran abrieron la puerta de su habitación para ir directamente al comedor.
—Buenos días altezas —dijo Penny la chef quien amablemente les sirvió una chuleta ahumada a cada uno y una taza de té.
—Buenos días o quizá debería decir tardes, Yuri-Kun —dijo Yuuri quien se sentó a un lado de él para comer también.
—El príncipe ruso insistió en comer con ustedes —dijo Penny aclarando las dudas de Yuri.
—Vaya Yurio no me digas que t-tú...
—Oh sí—dijo Yurio interrumpiendo a Yuuri a quien le mostró la marca de la mordida.
—Yuri-Kun podemos hablar más tarde en privado —susurró Yuuri.
—Claro, Beka, no te dije que volvería al patinaje, no te preocupes volveré no muy noche además llevare guardias conmigo no será nada peligroso —dijo Yurio quien le estaba dando una señal a Yuuri para verse en él entrenamiento.
—Oh, claro no estará solo Viktor y yo también iremos cuidaremos muy bien de él, alteza —dijo Yuuri tratando de sonar convincente.
—No sé porque siento que esto se trata de algo más, pero, ya que Yura tiene mi marca debe saber qué pasa si me traiciona o se aleja demasiado tiempo de mí.
—Yurio asintió, terminó su chuleta y luego su dama Mariett apareció para decirle a ambos príncipes kazajos que solicitaban su presencia en la sala real.
Una vez ahí, Yuri se olvidó de la etiqueta y todo lo que le enseñaron sobre recibir invitados pues quien estaba parado en medio de la sala era su amado abuelo y corrió a abrazarlo.
—Yuratchka, me alegra tanto verte bien y sonriente.
—Y a mí me da tanta felicidad verte bien y curado de tu enfermedad.
—Dime Yuratchka, ¿te estas portando bien?, ¿cómo te trata la familia real? y sobre su alteza.
—No hay problema señor —dijo Otabek quien estaba detrás de ellos durante todo aquel tiempo—. Yura hace su mejor esfuerzo para comportarse como un príncipe y es un buen esposo.
—Me alegra escuchar eso su alteza —respondió él viejo Nikolái mientras hacía una pequeña reverencia.
—Dime abuelito, ¿te quedaras en el palacio? —pregunto Yuri quien esperaba que su respuesta fuera un sí.
—Lo siento mi Yuratchka, pero no será así regresare a nuestro departamento, pero te vendré a visitar a menudo lo prometo, también iré a todas tus competencias de patinaje futuras.
—O ya veo si así son las reglas no queda de otra —respondió Yuri desanimado.
Nikolái beso la frente de su nieto, dejo una caja con Piroshkis en sus manos.
—Estoy orgulloso de ti nos veremos pronto.
Y el viejo cruzó la puerta de salida.
Yuri sonrió y despidió con la mano a su abuelo, encargó sus amados Piroshkis a Penny y se preparó para ir a su entrenamiento de patinaje.
Una vez en la pista de patinaje pidió a los guardias que esperaran fuera, obviamente Viktor no estaba ya que todo había sido una mentira de Yuuri para estar con Yurio y hablar a solas con él, Yurio realizó su calentamiento habitual y practico un par de veces los saltos más difíciles de su nueva rutina, lo mismo hizo Yuuri y al final ambos permanecieron recargados en él borde de la pista.
—Así que... Ya tienes tu marca he Yurio.
—Así es —respondió el suspirando.
—No creí que la obtuvieras tan rápido mírame a mi aun me aterra ser tocado por Viktor.
—Yuuri debes encontrar algo de Viktor que te guste y no seguir refugiándote en nuestros recuerdos del pasado, por ejemplo, para mí los besos de Beka son como una droga que recorre cada parte de mi cuerpo y me enloquecen.
Él azabache se quedó sorprendido al escuchar tal comentario y bajó la cabeza, desanimado.
—Tal vez tú ya te estés enamorando de tu esposo, pero sabes yo aún no siento eso como tal.
—Tranquilo Yuuri pronto te acostumbraras y si no mientras aun seas libre podrás escapar.
Yuuri no aguantó la tentación de besar los labios de Yurio al verlo con aquella expresión tan seria en su rostro, Yurio no se apartó en lo absoluto y siguió aquel ritmo característico de los labios de Yuuri, hasta que una punzada en su hombro lo detuvo, era la señal de que tenía que parar, que los únicos labios que tenía que besar eran los de su Alfa y no los del Omega que tenía aun rodeando su cintura.
Yurio lo apartó avergonzado y dijo nervioso:
—Mejor terminemos la práctica de hoy y mantengamos nuestra distancia por un tiempo.
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