Capítulo 26
Mansión de Kylian.
Seis meses después...
Nicole estuvo viviendo con el mafioso durante los siguientes seis meses. La recuperación de su pierna fue lenta, pero siguiendo las instrucciones de los mejores médicos que Kylian le pudo conseguir a la chica, estaba casi perfecto. La llevaron a Rusia para que la revisara Sasha y no encontraron ningún tipo de problema neurológico. Un psicólogo fue puesto a su disposición para tratar sus traumas y fue saliendo de ese agujero negro que le había dejado la caída del avión. Volvería a volar en enero del siguiente año, pero se había dedicado a dar clase a la siguiente generación de auxiliares de vuelo.
Sus padres estuvieron un mes en Irlanda y luego volvieron a casa con la promesa de regresar para Navidad. Ella se enteró de que Kylian y su padre tuvieron una conversación, pero nunca supo de qué trataba. Era difícil imaginar a su padre siendo un poco agresivo, ya que era el hombre más dulce del universo.
Selene estaba intermitente en muchas partes. Su amiga no lograba quedarse quieta porque tenía a Nikolas detrás de ella para que volviera a Grecia. La quería como su chef personal y le pagaría lo que ella pidiera, pero su amiga quería más experiencia en la cocina. Era excusa, pero no iba a entrar en detalle con ella.
Zeus, el cumpleaños del cachorro era esa tarde y ella estaba terminando de preparar algunas comidas para los invitados. Obviamente, su Ezequiel era uno de ellos y debía prepararle su buena comida. Nicole utilizaba bastón, así que no era muy difícil moverse para ella ahora. Todos en la organización se habían acostumbrado a la escocesa. Ella era muy amable y dulce, en comparación a como se comportaba con Kylian. Ellos eran perfectamente gallos de pelea y era divertido de ver.
—Zeus, viví engañada durante todo este tiempo —le hablaba mientras picaba pedazos de un pollo—. Tienes cuatro años, hace rato dejaste de ser un cachorro. Ya eres un adulto joven.
—¿Le estás diciendo viejo a mi cachorro? —Kylian se sentó en la silla vacía de la isla.
—Obvio. Nadie le manda a ocultar su edad a las mujeres. Las mentiras tienen patas cortas.
—Dile así otra vez y verás como le ordeno a que se coma a Ezequiel —le advirtió jugando.
—¿Quién es el bebé consentido de la pelirroja? ¿Dónde está mi cachorrito que finge ser viejo? —le habló en forma de bebé a Zeus.
Y como si fuera poco, el Cane Corso de 50 kilos, fue hasta a ella moviendo su cola. Prácticamente se derritió entre las caricias de Nicole mientras ignoraba a su verdadero dueño.
—Me siento completamente traicionado. Yo lo rescaté de las calles y se muere por ti —se quejó.
—Bueno, por lo menos uno de los dos perros me obedece. Sabe que debe ser educado y aprende rápido —lo miró con picardía.
—Nicole, no me tientes... he estado esperando hasta que te den el alta para hacerte mía aquí en mi mansión. Quiero reclamar todo eso que tienes ahí —señaló su cuerpo—, en mi territorio y si sigues tentando a la suerte, me voy a buscar un problema con los bata blanca.
—Cobarde —besó la frente de Zeus—. Me dieron el alta ayer. Debo seguir utilizando el bastón hasta que termine mis terapias, pero estoy perfectamente con mi salud. Pierdo un poco el equilibrio y debo tener cuidado con eso, pero ya flexiono y me puedo sostener con mi pierna por unos minutos —le informó.
Los ojos de Kylian oscurecieron, se levantó de la silla y fue hacia ella.
—Dame cinco minutos...
—La fiesta de Zeus empezó, cariño —señaló hacia afuera, él se giró y observó que llegaban los invitados.
—Esta noche, entonces. No hagas planes de nada. Porque esta noche te haré mía —pensó unos segundos—. ¿Qué somos, Nicole?
Ella sonrió con malicia.
—Seres humanos —ambos soltaron una carcajada.
—Graciosa —le dió una sonora nalgada y se alejó—. Esta noche te daré una respuesta a lo que somos...
—Kylian, eres mío. Estamos en una relación —le sonrió, él lo sabía, pero quería escucharla decirlo.
—Lo sé, pero te lo dejaré claro esta noche. Lo gritarás.
Se fue de la cocina y fue a atender a la gente. Nicole sonrió y vió a Zeus que la miraba fijamente.
—No se lo digas a Kylian, pero tú también eres mío.
Zeus ladró y siguió acompañando a su segundo humano favorito.
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