Capítulo 18
El pasillo fue un total caos por un momento hasta que Matt se hizo cargo de la situación. Los mirones fueron silenciados con dinero y los dos hombres que le dieron permiso a Kassia de aparecer frente a Kylian, serían castigados. Kassia fue llevada a donde pertenecía y tenía estricta orden de permanecer ahí a menos de que quisiera una bala en su frente.
Los chicos del Sacerdocio tenían la costumbre de arreglar las cosas de dos maneras. Sufrías para hacerle un mal a alguien e imponer tu autoridad, o, morías con un balazo en la cabeza. Esa última opción era la que todos preferían. Se imponían frente a los demás y evitaba hacer un trabajo extra innecesario.
Kylian se sentó nuevamente en la sillita y empezó a hablarle a Nicole sobre cualquier cosa random que se le ocurría. Nada ligado con la mafia y mucho menos sobre su vida. Solo contaba las partes divertidas. Como conoció a los chicos. Que pasó de ser el segundo al mando del Sacerdocio y ahora ese lugar le pertenecía a Sasha. Que estaba orgulloso de su familia y tenía muchos sobrinos.
—Realmente espero que logres convivir con todos. No será diferente a como ya los conoces, solo que ahora no tendrán que ocultarte más nada. Haré las cosas bien para ti. Yo fui criado por una familia amorosa. Conozco el amor, solo que me negué a darlo por alguien que me hirió. Zeus y tú se merecen todo lo correcto. Soy leal a lo que siento y jamás te traicionaré. Puedes estar segura de eso, Nicole —acarició su frente—. Voy a cuidarte siempre. Haré que vayas aceptando poco a poco mis sentimientos. No querías que me obsesionara contigo, pero ya lo estoy. Es el mal del mafioso. Eres mi mujer, Nicole. Algo sagrado en nosotros. Mi mafia es tuya. Eres la dueña de Irlanda. No mereces menos.
Suspiró y volvió a besar su frágil mano. Los chicos entraron y Nikolas le entregó una bandeja llena de comida.
—Selene la envió para ti —le comentó—. Come, nos ha obligado a todos.
—Matt se encargó del pequeño inconveniente en el pasillo. Kassia también regresó a donde pertenece —le habló Fabrizio.
Se levantó y se sentó en la sala que había en la habitación junto a ellos. Vió como Sasha se acercaba a Nicole para revisarla. Kylian empezó a comer mientras hablaban sobre cualquier cosa que le mantuviera la mente alejada sobre la situación actual. Se estaban riendo y él dejando el arroz con carne en la mesita cuando escucharon a Sasha.
—¡Mierda, toquen el botón! —les pidió—. Nicole, cálmate. Todo va a estar bien.
Kylian se levantó del sofá y fue hacia ellos. Nicole estaba llorando y rasguñándose el cuello.
—Nicole... —murmuró, llegando a su cama.
—Está en shock. Tiene las pupilas dilatadas y no está consciente en su totalidad de la situación —le explicó, viendo como Nicole rasguñaba a Sasha para quitárselo de encima. Le sostuvo las manos con fuerza—. No la estoy lastimando, pero es necesario calmarla.
Llegó una enfermera y le puso algún tipo de calmante. Un momento después, Nicole estaba empezando a relajarse. Le pusieron una mascarilla porque hacía sonidos como si le faltara aire.
—Tuvo una crisis de ansiedad —Sasha revisó los rasguños del cuello de la pelirroja—. Puedo darte las cosas para que la limpies. Pronto volverá a dormir.
Kylian, que había visto todo en cámara lenta, asintió y fue como robot a donde Sasha. Nicole todavía estaba llorando, pero también se estaba durmiendo. Esos preciosos ojos que había extrañado mirar, ahora estaban observando toda la habitación con miedo.
—Estás a salvo. Nada te va a pasar, bonita. Ya estoy aquí —acarició su rostro, ella giró su cabeza para verlo. El alivio inundó su cara y le dió una leve sonrisa—. Fui por ti, pero te encontré dormida. Bienvenida al mundo de los despiertos —limpió con delicadeza su cuello—. No tienes que lastimarte, ninguno de nosotros te quiere hacer daño. Lo prometo.
—No... podía... respirar... —susurró ronca—. Tengo... sueño —Kylian sonrió porque todo se escuchaba raro con la mascarilla que ella tenía.
—Descansa. Estaré aquí cuando despiertes —besó su frente y la vió cerrar sus ojos—. Mierda, Nicole... no sabes como me duele verte así.
Kylian sintió como todo su pecho dolía al verla llorar cuando se rasguñaba. Sentía impotencia al no poderla ayudar o evitarle ese sufrimiento. No sabía ni como podía decirle que sus amigos habían muerto y las únicas sobrevivientes eran ella y la otra mujer, pero estaba en muy mal estado.
Limpió con cuidado y se dió cuenta de que le ardería. Tampoco quería que ella siguiera teniendo más cosas en su cuerpo. Iba a encontrar a un psicólogo para que ayude a Nicole. Si para él era demasiado, no se podía imaginar como sería para ella.
A Kylian, sinceramente le dolía verla así.
☆☆☆
Así pasaron algunas horas hasta que ella volvió a despertar. Nicole abrió los ojos con cuidado y temor a todo lo que se le pudiera ver frente a ella. Tenía miedo de que los destrozos del avión aparecieran. No quería escuchar los gritos y llantos de sus pasajeros. Lo primero que vió al abrir los ojos por primera vez en esa montaña, fue a América, la azafata recién graduada. Era su primer vuelo internacional y culminó de una manera trágica. Lucía, la hermana menor del novio de mentiras de Selene y ella, fueron lanzadas lejos del avión. Daniel, el piloto, fue a buscarlas y cayó desmayado cuando las encontró.
Sabía a la perfección que era probable que nadie estuviese vivo. Lucía del dolor perdió el conocimiento, era probable que perdiera la vida y Daniel, él estaba lleno de sangre. Nicole intentó ayudarlo, pero también era doloroso para ella moverse. Nunca quiso cerrar los ojos en ese momento... estaba agotada y adolorida. Quería mantenerse despierta hasta ser encontrada, pero estaban lejos del avión y perdió la esperanza con facilidad.
—No... no sigas llorando. Estás a salvo —escuchó la voz de Kylian.
—Me encontraste... —dijo, con un nudo en la garganta—. Tengo sed.
Kylian le dió agua con cuidado, tenía miedo de seguir lastimándola. Ella estaba confundida mirando hacia todos lados tratando de reconocer en donde estaba.
—Hola, Zeus —saludó al perro con voz ronca. El pequeño Cane Corso ladró con emoción y por fin, pudo echarse a dormir—. Creo que está cansado.
—Le dije que te cuidara. Él te encontró —le confesó—. ¿Te duele en algún lugar?
—Sigo bajo los efectos de los analgésicos. No soportaría sentir tanto dolor una vez más —contestó, Kylian se tensó y dejó el vaso de agua en la mesita—. ¿En dónde estoy?
—Ojalá pudiese haber evitado lo que tuviste que pasar —admitió, Nicole le dió una leve sonrisa y acarició el rostro de Kylian.
—Pareces un vagabundo. ¿Si te bañaste? Creo que hueles a perro mojado —bromeó, tratando de hacerlo sentir mejor—. Los aviones son muy seguros, pero también es propenso a caerse. Es una advertencia que nos dan al iniciar y depende de nosotros continuar nuestra labor. Amo el cielo, Kylian. Amo volar y ver de cerca las nubes. Las fallas no fueron por los pilotos o por problemas técnicos internos.
Y era cierto. Había comprobado con sus propios ojos toda la información del vuelo. Fue algo natural. Algo que de verdad no pudo controlar.
—Estamos en Tailandia. No lograron llegar a Singapur —ella bajó su mano, parecía que le costaba tenerla alzada—. ¿Te duele?
—No tengo suficiente energía para mover mi cuerpo.
—Llamaré a los doctores —él se levantó de la silla—. Volveré en un minuto.
—Kylian... ¿cuántas personas quedamos vivas? —le preguntó, con los ojos llenos de lágrimas.
—No, Nicole... —casi le rogó.
—Por favor... prometo no llorar —dijo con voz temblorosa.
Suspiró, acarició su rostro y sintió que ella iba a desaparecer en cualquier momento.
—Cuatro —respondió, ella hizo pucheros y asintió.
—Gracias a Dios... ahora ve por el médico. No me iré de aquí —se agachó y besó su frente—. Puedes... —estaban cerca, se miraron a los ojos y entendió lo que le pidió.
Kylian besó sus labios sintiendo como su cuerpo recibía chispas y volvía a la vida.
—Estarás bien —dijo, cuando dejó de besarla—. Volveré rápido.
Ella lo vió partir y rompió a llorar.
Era una sobreviviente, pero eso quería decir que solo el 1% de las personas que viajaron ese día a Singapur, había muerto. Nadie está preparado para eso y dolía demasiado. Gente amable, personas felices que estuvieron con ella. Sus compañeros de trabajo.
—No debo estar triste... tengo una segunda oportunidad para vivir y lo haré bien por ellos —murmuró—. Kylian debe haberla pasado muy mal... mi familia... todos.
Zeus se había levantado y la estaba viendo. Su cara estaba apoyada en la cama lista para recibir mimos. Esa era la manera en la que él pedía amor. Nicole sonrió sinceramente y como pudo, le dió unos cuantos cariñitos.
—Con razón te ama tanto tu dueño. Eres igual de suavecito que Ezequiel —admitió.
Olvidó lo que pasaba por un segundo y su mente se centró en el perro que estaba frente a ella.
Era una bendición estar viva.
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