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30 Junio 1990

Cuando por fin aquella peli roja había logrado conciliar el sueño, el ruido del celular sobre su tocador sonó por toda la habitación haciéndole despertar. Con pereza lo alcanzo desde la cama, y divisó una llamada entrante.

—Eufemia...—escuchó tal susurro.

—Amelie—habló tratando de despertar totalmente—¿Qué sucede? ¿Sabes que son las benditas 3:00 de la madrugada?

—¿Estabas dormida?—se escuchó al otro lado de la línea.

—Algo así.

—Perdona Effie, pero...es que—repentinamente se quedó callada. En ese momento, la peli roja reaccionó y de un brinco se incorporó en la cama.

Es increíble la cantidad de cosas terribles que se te pueden venir a la cabeza en cuestión de microsegundos.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?—se apresuró a preguntar, mientras comenzaba a cambiarse con el teléfono siendo sujetado entre su oreja y hombro.

—Uf, a ver...—incluso por la bocina, Effie podía leer la expresión de preocupación que su amiga sentía en ese instante—Antes que todo, prométeme que no le vas a decir nada a mis papás, ni siquiera a mi hermana.

—Okay—aceptó desconfiada—Te juro que no abriré la boca, pero por favor dime al menos si te encuentras bien, me estás asustando mujer.

—No sé cómo ha pasado. Bueno, si sé cómo ha pasado. Creo que fue el día en que fuimos al antro y conocí a ese tipo de los encantadores hoyuelos...joder.

—¿El idiota que te dejo plantada? ¿Qué hay con ese? ¿Te volvió a buscar? Porque si tuvo la agallas para hacerlo, juro que lo voy a castrar para dejarlo sin here...

—Tengo un retraso—le interrumpió dejándola callada al instante.

—¿Q-qué?

—Qué, creo que estoy embarazada.

—Voy para allá. Yo compro la prueba de embarazo.

Aquello era algo que no se lo podía imaginar. Era tan sorprendente que Effie había quedado en completo shock. No quería preocuparse tanto, porque su amiga no estaba cien por ciento segura aún, su retraso era apenas de unos cuantos días. La vida te podía cambiar en un minuto. Hacía un par de años sólo eran dos chicas de intercambio, hacía unas cuantas semanas eran dos mejores amigas celebrando en un antro por haber terminado un semestre más, ¿Y ahora? ¿Cómo podría enfrentar tener un hijo si tan sólo era una chica de veintidós años? No se trataba de la única, o última, pero...¡Era Amelie! Su mejor amiga.

Caminando hasta la casa de la rubia con esa cajita de color rosa en mano, no podía pensar en otra cosa que no fuera en qué había una gran posibilidad de volverse tía, ¿Qué dirían sus padres? ¿Qué haría el chico del bar? Ni siquiera lo habían visto desde esa noche. Todo el trayecto se la paso pensando en muchas posibilidades y escenarios, y cuando por fin llegó, Amelie simplemente se lanzó a sus brazos con desespero.

—Tranquila Melie, ya verás que sólo es una falsa alarma—trato de tranquilizar.

—No puedo. ¿Qué hago si sale positivo?

—Pues...

—No sabría cómo continuar, cambiaría mi vida por completo. Porque, claro está en que definitivamente lo voy a tener—hablaba muy deprisa y de una forma desordenada y confusa—Seré madre en menos de nueve meses. ¡Carajo! ¿Tú sabes lo que significa? ¡Una criatura va crecer en mi bendito estómago, Eufemia!

—Cálmate, no adelantes acontecimientos. Podríamos estar hablando de solo un simple retraso.

—¿Sabes cuantas veces me lo he repetido para tratar de calmarme? ¡Millones de veces! Pero...luego pensaba en que, qué tal si no era si. ¡Ya hasta he pensado en nombres y posibles escuelas! ¡Debo ahorrar para su universidad!

—Okay. Basta—soltó tomándola por los hombros para obligarla a sentar—Toma la prueba y ármate de valor para entrar al baño. Es la única manera de saberlo, yo esperaré aquí.

Amelie asintió tratando de regular su respiración, realmente le hacía sentir mejor ver a Effie tranquila. Entró al cuarto de baño mientras su amiga se hallaba esperanzada desde afuera pegada a la puerta.

—¡No puedo Eufemia!—expreso desde adentro—¡La pipí no me sale, joder!

—Concéntrate Melie—dijo pegada a la puerta—Piensa en, cascadas, o ríos, en lagos, en el mar y en los peces nadando en esa extensa masa de agua salada.

Las dos estaban histéricas, la tensión era tanta que no sabían ni qué decir para aligerarla. Luego de unos minutos, la rubia logró llenar el frasquito, mojo el test de embarazo en él aún sentada en la taza.

—¿Qué pasa ahí dentro, Amelie?—hablo la peli roja luego de tanto silencio.

Pero al sólo escuchar el llanto que iba en aumento de la contraria. Decidió no esperar más, y simplemente entró al baño topándose con una rubia llorando como magdalena.

—Melie...

—Estoy embarazada, Eufemia—hablo la chica sonriendo ligeramente—Salió positivo. Voy a ser mamá.

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