Capítulo 3
Cuando llegó a su casa esa tarde, apenas sí se despidió de Uraraka. En cuanto cruzó la puerta principal, Kenta se lanzó a sus brazos y lo acaparó totalmente, contándole de su día en el dojo, sus clases, la comida del tío Kiri, entre otras cosas. Ochaco había aprovechado esa instancia para salir rauda de ahí, sin despedirse correctamente.
Cenó con su hijo, revisaron un poco de tarea, jugó un poco de videojuegos con él y ya para las nueve, Kenta estaba rendido en su cuarto. Katsuki lo observaba desde la entrada de su cuarto, brazos cruzados y una expresión de cansancio notoria en su rostro. Y como no, si todo le estaba resultando cada vez más pesado.
Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, y no pudo evitar fruncir su ceño molesto al ver quien llamaba.
—¿Qué quieres, Setsuna?
—Estoy bien, gracias, ¿qué tal tú? —Katsuki gruñó por lo bajo por el tono usado—. Por más que me encantaría ponerme al corriente contigo, no tengo mucho tiempo, así que pásame a Kenta, por favor.
—Parece que el cambio de aire te afectó, porque recordarías que a esta hora está dormido.
Hubo un breve silencio que fue interrumpido por un suspiro de la mujer al otro lado de la línea.
—Cierto... No me fijé.
—Yo le diré mañana que llamaste. Seguro que te marcará de vuelta de inmediato.
Katsuki sabía que perfectamente podía cortar la llamada y dejar la conversación hasta ahí. Pero no podía, menos cuando escuchaba esas pequeñas carcajadas que ella soltaba cuando sonreía. Como sabía que lo estaba haciendo en ese momento.
—Gracias, Kats. —pareció titubear un poco—. ¿Han... han estado bien? ¿Los dos?
—No nos podemos quejar —miró hacia el cuarto de su hijo desde el suyo. El pequeño dormía con la puerta abierta y una pequeña luz encendida.
—Me deja tranquila oír eso —murmuró—. Debo irme ahora. Estaré atenta a la llamada de Kenta...
—Lo hará —contestó de inmediato—. No te preocupes.
Katsuki alcanzó a oír un 'gracias' antes de que ella cortara la llamada. Suspiró dejando su teléfono sobre su mesa de noche, encendió su televisor a un volumen bajo para no despertar a su hijo, y se recostó sobre su cama.
Trataba de concentrarse en el noticiero, pero no le era posible: siempre terminaba pensando en ella demás. No podía evitarlo a decir verdad, después de todo, fueron casi doce años juntos; dos de noviazgo y diez de matrimonio. Si se ponía a pensar qué fue lo que pasó, no tendría una respuesta clara del todo: tenían discusiones como todas las parejas, sus trabajos eran demandantes, cuidar de su pequeño también requería bastante... Quizás, solo fue la misma rutina que los llevó a decir un día "hasta aquí llega todo".
Porque esas fueron las palabras de Setsuna. Un día, luego de dejar a Kenta en sus clases, y mientras ambos desayunaban antes de ir a sus respectivos trabajos, ella se sinceró con él. Que ya no sentía que las cosas entre ellos estuvieran mejorando, que se sentía atrapada en una relación que había caído en lo mismo día a día. Mirándolo a los ojos, le dijo que creía que lo mejor era separarse un tiempo y probar si eso les ayudaría. Katsuki aceptó sin convencerse del todo: buscaba siempre darle en el gusto a su mujer, y si ella creía que eso les ayudaría, pues confiaría en su criterio.
Tras estar unos meses viviendo separados, con Kenta al alero de ella, se dieron cuenta que realmente no había vuelta atrás. Estaban mejor cada uno por su lado, o eso se dijeron cuando hicieron la solicitud de divorcio bajo común acuerdo. Fue un trámite un poco más rápido, tratando de explicarle a Kenta lo que eso significaba: que mamá y papá ya no estarían juntos, pero que ambos cuidarían de él cada uno en su casa, y que principalmente, nada de eso era su culpa. Para el pequeño Bakugo le era confuso en un inicio, pero terminó entendiendo todo cuando vio que su mamá lo llevaba a un lugar un poco más pequeño a su casa, pero donde tenía igual su propia habitación y sus juguetes.
Esa dinámica donde Katsuki veía a su hijo cada fin de semana se vio abruptamente cambiada cuando Setsuna llegó a su oficina un día cuando él estaba a punto de retirarse. Le explicó a su exesposo que le habían salido unos negocios en Alemania referidos a su naciente línea de joyería y que no podía permitirse perder esa oportunidad, y que llevar a Kenta le sería imposible dado que su agenda estaría copada durante el tiempo que estuviera fuera.
—¿Cuánto tiempo?
—En principio, cuatro meses. Luego... Luego, si todo resulta, puede que se extienda unos dos meses más. Si no, regreso de inmediato.
Le explicó. A Katsuki le parecía increíble que eso estuviera pasando: era prácticamente cambiar los planes de pies a cabeza, y ni tiempo le daba a él para poder organizarse. Pero tampoco podía negarle a Setsuna ir y hacer su carrera en el extranjero, porque cada uno estaba tomando su camino.
Pero Kenta... ¿cómo lo tomaría él? Adoraba a su madre, siempre leían alguna historia juntos antes de dormir y ella se encargaba de revisar sus tareas, llevarlo al parque y hasta practicar algo de judo cuando el pequeño quería repasar lo de sus clases. Sin duda, sería un cambio gigante para él, pero Katsuki era su padre y perfectamente podía hacer todo eso, ¿verdad?
La primera noche que Kenta pasó en casa sin su madre para leer una historia fue por lo bajo horrible. Katsuki lo llevó a dormir con él, le leyó una historia, pero no era lo mismo. El pequeño prácticamente no durmió y sollozaba pidiéndole a su padre traer a su mamá de regreso.
Bien, quizás lo que necesitaba era una imagen femenina, por lo que contrató una niñera: una mujer de mediana edad, bastante amable pero firme. Solo fueron unas semanas que estuvo trabajando cuando renunció, alegando que el joven Bakugo tenía una actitud desafiante y a ratos se colocaba bastante grosero, y aunque el rubio hablaba con él, no notó cambios.
Estuvo sin apoyo más que el de Yaoyorozu, quien pudo hacer un espacio en su tiempo para apoyarle con Kenta más allá de sus clases. Kirishima y su esposa Mina, lo vigilaban cada vez que podían, pero debido a que también estaban en pleno proceso de inauguración de un nuevo restaurant y con reuniones y entrevistas con la agencia de adopción, ya no podían hacerlo tanto. Sus padres, por otro lado, se habían mudado de ciudad hacía no mucho, por lo que la posibilidad de su ayuda era nula.
Así que, en una de esas noches de insomnio, su asistente cruzó por su mente. La mujer castaña, cara redonda, ojos marrones y una jodida sonrisa amable parecía ser una buena candidata. Y ni siquiera tendría que preguntarle por favor, podía simplemente delegar el cargo ya que era su jefe.
"Katsuki, eres un jodido genio", pensó. Sin dudarlo, tomó su teléfono, le envió un detallado mensaje a su abogado y disque amigo, ordenándole que tuviera los documentos del despido y del nuevo contrato listos lo más pronto posible. Midoriya respondió que en un par de días podría tenerlo, y con eso, Bakugo pudo dormir tranquilo por primera vez en semanas.
Cuatro días después, Uraraka Ochaco se convertiría en la nueva cuidadora de su mayor tesoro, y tenía el presentimiento que al menos de en ese momento en adelante, todo marcharía sobre ruedas.
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—¿Qué? ¿Cómo que ya tienes trabajo?
Ochaco arrugó su nariz mientras hablaba por teléfono con su mejor amiga. Apenas había vuelto a su apartamento, llamó a Asui Tsuyu para proponerle una oferta de trabajo que tacharía como "increíble", pero la muchacha se le adelantó al darle su buena noticia.
—Suenas como si fuera una tragedia, Ochaco —contestó—. Sí, tuve una entrevista hoy y me fue bastante bien. Empezaré el lunes.
—No me malinterpretes, Tsu, me alegro por ti, pero... —suspiró— es una larga historia, ¿tienes tiempo?
—En veinte minutos estoy ahí. ¿Tinto?
—Por favor —sonrió, antes de despedirse y cortar.
Se cambió por su cómoda pijama, ordenó rápidamente la sala de estar y llevó algunos bocadillos a su mesa de centro para poder tener una tranquila noche de chicas con su amiga. En el tiempo establecido, sintió el timbre resonar por el lugar. Se apresuró a abrirle a la chica y una vez que ambas se tumbaron en el sillón cada una copa en mano, la charla inició.
Ochaco le contó con detalle lo maratónico que había sido ese día. Como le gritó a su jefe, su nuevo trabajo, las personas que conoció y especialmente la actitud de Kenta hacia ella. Sentía que el niño ni siquiera le estaba dando oportunidad alguna de conocerla y eso la estaba ya frustrando demasiado.
—... entonces, si quiero volver a mi viejo, tranquilo y seguro trabajo detrás de mi escritorio, debo encontrar un reemplazo —suspiró, acabando la que ya era su tercera copa—. Y había pensado en ti, Tsu.
La chica de cabello largo y verdoso sonrió levemente.
—Agradezco la consideración, Ochaco, pero apenas fue tu primer día. Seguro que durante la semana, todo irá mejorando.
—Ay, vamos, Tsu —la castaña hizo un puchero—. No es mala paga, es un solo niño y no los veinte que tendrás que ver en el jardín de infantes.
Asui rio despacio, negando con su cabeza.
—Créeme, si tomara tu trabajo, te arrepentirías después porque vivirías con el "¿y si...?" Dale una oportunidad, es un niño que está pasando por un proceso bastante pesado como lo es el divorcio de sus padres. Tú mejor que nadie sabe cómo es eso.
Ochaco suspiró. Sabía que su amiga tenía razón, Uraraka vivió todo aquello cuando tenía nueve años. Sus padres discutían día a día, tenía muchos recuerdos de ver a su madre llorando en la cocina y de su padre saliendo de la casa para no volver sino hasta el día siguiente. Sí, era un proceso tormentoso y traumático, pero ella no recordaba haber tomado la actitud que Kenta tenía.
Quizás, es algo que estuviera reprimido en su memoria.
—Puede que tengas razón —murmuró luego de un rato—. Pero... No lo sé, Kenta es bastante distinto a mí, y son situaciones distintas.
—Pero necesita apoyo, sea cual sea el motivo —agregó rápidamente—. Y tú no eres una chica de rendirse fácilmente, me sorprende que ya quieras tirar la toalla.
La castaña frunció el ceño ante lo último dicho, algo molesta porque sabía que, como casi siempre, Tsuyu tenía razón. La odiaba y la adoraba a la vez por eso.
—Bien. Probaré el resto de la semana —rellenó nuevamente su copa ante la atenta mirada de su amiga. Dio un sorbo, mirando al vacío como si estuviera pensando algo—. Oye, ¿crees que Hagakure esté disponible?
Asui no pudo evitar reír ante ello. No le contestó, simplemente alzó su copa a la vez que brindaba con Ochaco por un nuevo inicio, y que los dioses le acompañaran en él.
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La mañana siguiente en la casa Bakugo, Uraraka se presentaba puntualmente a las siete treinta, alcanzando a ver a su tirano jefe antes de que se marchara a la oficina.
—No tiene judo hoy y Yaoyorozu no llegará sino hasta las diez. Vigila que desayune y repase antes de sus lecciones.
Fue todo lo que le dijo apenas la vio sin siquiera saludarla. Se acercó rápidamente a la puerta para marcharse, pero Ochaco carraspeó llamando su atención. Bakugo volteó a verla con su ceño fruncido, molesto de lo que sea que quisiera la muchacha en ese momento. Iba algo retrasado a su oficina y necesitaba todavía darle las instrucciones a su nuevo asistente.
—¿Qué?
—Buen día, señor Bakugo, que tenga una buena jornada —sonrió ampliamente como solía hacerlo cuando él entraba a la oficina apresurado cada mañana.
Katsuki se mantuvo con su expresión molesta en su rostro. Soltó un 'tch, como sea', antes de salir de ahí. En cuanto escuchó la puerta cerrarse, suspiró.
—¿Qué fue eso?
Se sobresaltó un poco al oír la voz de Kenta desde la planta de arriba. Su cabeza se asomaba por el barandal, algunos mechones de su cabello cayendo sobre su frente.
—¿Qué cosa?
—"Buen día señor Bakugo, ña, ña, ña" —se mofó.
—Se llama saludo, Kenta. Por cierto, buen día para ti también —le sonrió de la misma forma que a su padre—. Ven, baja para que desayunes. Si te comportas bien, quizás deje que juegues algo antes de que tu tutora llegue.
El joven Bakugo rodó sus ojos y comenzó a bajar despacio, pasando de Uraraka cuando llegó al primer piso directo a la cocina.
Era apenas el inicio del segundo día.
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Nota de autora: Hola hola! Tercer capítulo de esta loca historia listo para su deleite! Ahora pudimos conocer un poco más la historia de Katsuki y algo más de la vida de nuestra nueva niñera favorita.
Espero que les esté gustando! Les mando un abrazote reparador y un chocomilk ☕💖
Nos leemos pronto!
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