Capítulo 12
—Cuesta un poco creer todo lo que me estás contando, Ochaco.
—El muy idiota mostró su verdadero rostro —acotó la castaña aún enfada por lo sucedido el día anterior—. Cero gramos de empatía en su cuerpo. Su tonificado, trabajado y, um...
Notó a Tsuyu enarcando una ceja mientras bebía de su vaso mirando a su amiga fijamente.
—Olvídalo. Es un idiota y eso le resta puntos y descalifica de inmediato.
Se dejó caer en su sillón al lado de su amiga, soltando un sonoro y cansado suspiro. Asui sonrió levemente, extendiendo un brazo para que Ochaco se acurrucara junto a ella, para luego acariciar su cabello despacio.
—Así que ¿no más citas?
—No por un tiempo al menos —alzó ambas cejas mirando un punto fijo—. Lo que tenía de guapo lo tenía de imbécil.
—¿No te ha llamado?
Ochaco se removió un poco para sacar su teléfono y extendérselo a su amiga, quien de inmediato vio las decenas de mensajes que Shindou le había dejado desde esa tarde.
—Wow.
—Sip —suspiró, dándole un vistazo al aparato—. Es que, ¿qué es esta estupidez? "Lo siento, no sabía que te lo tomarías tan personal" —dijo imitando absurdamente su voz—. ¡Obvio que lo haría!
Asui se mantuvo en silencio, esperando que su amiga continuara.
—Solo era cuestión de ser un poco más empático. Estamos hablando de un niño perdido, y no cualquier niño, ¡era el hijo de mi jefe! Y no, no lo hice porque quisiera quedar bien ante Bakugo o algo así —añadió, levantando el dedo índice. Suspiró—. Es que... Hasta yo me asusté. Ver la carita de Kenta todo asustado me rompió el corazón, y luego ver la desesperación en Bakugo fue... fue...
—¿Fue?
Hubo unos segundos de silencio en los que parecía que Ochaco meditaba qué decir.
—Fue como si algo aquí —dijo, llevando un puño a su pecho— se rompiera en cuanto su mirada llena de desesperación dio con nosotros. Y luego, cuando me agradeció, mi corazón se aceleró y... No lo sé, Tsu. No sé como explicarlo.
La chica de cabello largo sonrió levemente, sin decirle nada por lo pronto. Apretó un poco el abrazo que tenían y acarició despacio su cabello, esperando que de esa forma se relajara.
—Hay veces que no podemos explicar lo que sentimos. Y eso está bien. Los sentimientos a veces pueden ser algo difíciles de poder decir con palabras.
Ochaco se separó un poco de su amiga para mirarla algo confusa.
—¿Estás insinuando algo, Tsu?
—Nada que tú no hayas dicho antes —contestó simple, alzando sus manos como en gesto de defensa.
Ochaco entrecerró sus ojos, gesto que no duró mucho antes de soltar una carcajada.
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—¡¿Qué pasó qué?!
Bakugo tuvo que alejar un poco su teléfono de su oído al escuchar el grito de su exesposa. Suspiró, dejándose caer sobre el sofá en la sala de su casa y tirando su cabeza hacia atrás.
—Hubo un incidente con Kenta, pero él está bien. Y preferí decírtelo yo antes de que él te lo contara, para que no te alteraras.
—Pero cómo demonios pierdes a mi hijo en un parque lleno de gente, Katsuki —Setsuna se oía legítimamente furiosa—. ¡¿Cómo pudiste ser tan jodidamente irresponsable?! ¡¿Y si le sucedía algo?! ¡Y si lo secuestraban, Bakugo Katsuki!
Katsuki cerró sus ojos cansado. Sabía que había sido su descuido, y hasta él mismo se lo recriminaba, pero oír a su exmujer culparlo de todo lo que afortunadamente no pasó lo estaba hastiando.
—Pero nada de eso pasó, Setsuna. No estaría hablando del tema como si nada si así fuera. Kenta está bien, no tiene ningún rasguño, Ochaco lo encontró y-
—¿Ochaco? —interrumpió—. ¿Te refieres a esa secretaria que decidiste sacar de tu oficina y llevarla a nuestra casa? ¿Qué hacía ahí? ¿Fue con ustedes? ¿No se supone que no trabaja los fines de semana?
—¿Qué es ese maldito interrogatorio, mujer? —ahora él estaba molesto—. Creo que debería importarte más que te diga que nuestro hijo está bien que si alguien más nos acompañó o no. Y si así fuera el puto caso, ¡¿qué mierda te importa?!
Se formó un silencio algo tenso entre ambos. Katsuki escuchó suspirar a la mujer del otro lado de la línea, signo de que ella estaba molesta, pero probablemente no insistiría.
—Como sea. ¿Me pasas a Kenta, mejor? Creo que tú y yo ya no tenemos nada más que hablar.
Sin decirle nada más, se dirigió hacia el cuarto de su hijo, quien se encontraba dibujando en su escritorio tranquilamente. Se acercó a él, y con una sonrisa le indicó que su madre esperaba hablar con él por teléfono, cosa que iluminó por completo el rostro del menor. En menos de dos segundos, tomó el aparato y se sentó en su cama a hablar con su mamá felizmente.
Katsuki, en tanto, salió del cuarto para darle su espacio y se dirigió al suyo, aunque seguía sumamente molesto con Setsuna por sus ridiculeces. ¿Qué demonios había sido todo eso? ¿En serio tuvo la osadía de hacer una escena? Sinceramente, ya no conocía tan bien a esa mujer como lo hacía años atrás.
Él debía simplemente ignorar lo que Setsuna había dicho y ya. No darle vuelta porque eso solo conseguiría mantenerlo molesto y estresado, y hasta esa altura, ya tenía suficiente de eso. En verdad, ¿qué carajo importaba? Si él quisiera invitar a alguien más a sus "paseos familiares" puede hacerlo y ya, sin darle explicaciones a nadie, mucho menos a su exmujer. Solo fue una "coincidencia" y ya, pero estaba agradecido de que así fuera.
Eso lo llevó a pensar, que de algún modo, debe recompensar a la niñera de su hijo. Esa chica, literalmente fue un ángel tanto para él como para Kenta, y eso también le sirvió para darse cuenta de que en verdad estaba confiando en la persona correcta. Ochaco había interrumpido su propia cita para auxiliarlos y estaría eternamente agradecido por ello.
Por la ayuda, no por interrumpir su cita, claro. O sea, el tipo le seguía pareciendo un payaso de primera, y más con la flor de comentario que se mandó con respecto a su paternidad, pero eso no significaba que se alegraba de que la castaña haya dejado de lado de salida por ellos.
O tal vez sí.
Bueno, sí. Lo tenía merecido, ese idiota de verdad que era tan poca cosa y Ochaco merecía alguien mucho mejor. Alguien que la pudiera apreciar, y sobre todo apoyar en caso de alguna emergencia como lo fue ese día. A veces, no podía evitar pensar que Uraraka era demasiado buena, pero ahí lo demostraba cada día. Y sin embargo, ella elegía a un imbécil bueno para nada, pero quién era Bakugo para juzgar. Al final, él solo formaba parte de su vida de lunes a viernes, de siete treinta de la mañana a cinco de la tarde, y apenas era así, ya que solo la veía en la mañana al irse a la oficina y un corto rato a su regreso del trabajo.
Un pensamiento rápido cruzó por su mente: ¿y si fuera más tiempo que ese? No le molestaba la idea en querer conocerla un poco más, en intentar ver más allá de la chica que partió siendo su asistente para luego ser la cuidadora de su hijo. ¿Qué le gustaba? ¿Cuál era su color favorito? ¿Su comida y bebida preferida? ¿Qué le gustaba hacer en su tiempo libre? Tantas interrogantes que le hacían darse cuenta que él realmente no hacía mucho por intentar conocer a sus trabajadores. Pero ella sí que sabía cosas de él, y no por el solo hecho de que manejaba su agenda o cosas así: por ejemplo, Uraraka sabía que él no es fan de lo dulce cuando llevó ese pastel, sin embargo, se animó a darle un poco para ver si eso le animaba.
Sabía que su café en la mañana debía estar hirviendo y amargo, de otro modo él no despertaría. Recordaba esas veces que luego a mediodía entraba a su despacho a dejar unos informes y luego dejar sobre su escritorio otra taza de café, esta vez algo más tibia y con una cucharada de endulzante y un poco de crema.
Ochaco sabía que lo mejor era darle su espacio cuando algo malo pasaba, por lo que solo entraba a lo justo y preciso a su oficina, pero siempre con una amable sonrisa en su rostro. No palabras de aliento, ni preguntas de qué había pasado. Una sonrisa que le decía que lo malo no dura para siempre. Y en sus ojos marrones podía ver esa seguridad que de algún modo se la transmitía.
Y él... él sabía poco y nada de ella. Tenía conocimiento de que era un par de años menor, que cumplía años en diciembre y que le gustaban los gatos. Y eso solo lo sabía porque lo había visto en su registro cuando ingresó a su oficina a trabajar, y lo de los gatos porque su escritorio tenía varios lápices con esa forma.
De algún modo, Bakugo se comenzaba a sentir intrigado con respecto a Uraraka. Querer conocerla mejor, intentar mantener alguna conversación casual, quizás, descifrar porqué carajo sintió algo removerse en su pecho cuando ella se sonrojó frente a él, y porque eso de algún modo... le gustó.
—¿Papá? —los leves golpecitos en su puerta interrumpieron su tren de pensamientos. De inmediato, Kenta se asomó un poco—. Ya terminé de hablar con mamá.
El pequeño se acercó a él, extendiendo su teléfono.
—Estaba enojada —lo escuchó murmurar. De inmediato se incorporó, indicándole a su hijo que se sentara a su lado, quien obedeció de inmediato.
—Tuve que decirle, campeón —dijo, llevando una mano a su cabello.
—Lo sé —frunció un poco su entrecejo—. Pero estaba muy enojada contigo. No me gusta cuando se enojan entre ustedes.
—Solo estaba preocupada, Kenta. Como ella no está aquí, se imagina muchas cosas. Pero le dije que estabas bien, y hablaste de lo más feliz con ella, eso debió calmarla.
El menor se encogió de hombros.
—Me preguntó por Ochaco —acotó, mirando a su padre—. No entendí porque, pero me preguntó si ella era buena, si la veía siempre y cosas así.
Ante eso, Katsuki no pudo evitar cambiar su expresión a una de molestia, pero debía disimular ante Kenta.
—Debe ser porque, como te dije, está preocupada por ti.
—Sí, pero me preguntó si acaso los veía a ti y a ella juntos siempre —ladeó levemente su cabeza, mirando a su padre—. No sé que se refería. ¿A lo mejor no quiere que tú pelees con ella como lo haces con todos? La abuela una vez me dijo que siempre pasas peleando en tu trabajo.
Esa vieja bruja metiche, pensó. Definitivamente su nivel de estrés estaba por encima de las nubes. Cerró sus ojos e inspiró profundo, antes de volver a mirar a su retoño, cuyos ojos reflejaban esa curiosidad.
—No lo sé, campeón. Mejor olvídalo, ¿sí? Ahora a dormir, mañana tienes clases.
Tras un par de rezongos, Kenta terminó acatando la instrucción de su padre, yendo primero a lavar sus dientes para luego despedirse de él antes de ir a su cuarto. Katsuki no tardó en imitarle, pero sin poder pegar un ojo en varias horas.
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Si algo agradecía esa mañana, era que Shindou tuvo la decencia de no aparecerse fuera de su edificio para ir a dejarla a su trabajo como se le estaba haciendo costumbre, a pesar de sus insistentes mensajes.
Al menos se pudo alistar tranquila y partir hacia la residencia Bakugo, esperando que fuera un buen día y una buena semana, aunque no podía evitar sentirse algo inquieta.
La conversación con su amiga el día anterior seguía rondando su cabeza: eso de no saber describir lo que uno siente... Es que, ella no sentía nada por su jefe, ¿verdad? No. No podía, porque era precisamente su jefe, y aunque esos pequeños gestos hacia ella (como esa sonrisa que le dio) la dejaron con su corazón profundamente alborotado, seguramente había sido debido a todo el estrés de la situación en sí. Claro, eso debía ser. Su ritmo cardiaco estaba alterado ese día porque pasaron muchas cosas en poco tiempo, y no tenía que ver con lo increíblemente guapo y atento que Bakugo se veía esa vez, a pesar de una notoria preocupación en su rostro.
Sí, eso era.
Suspiró ya más tranquila, tocando el timbre puntualmente como cada mañana, pero no obtuvo respuesta. Volvió a tocar un par de veces, cuando notó a Kenta abrir la puerta despacio y algo dormido, pero sonrió de inmediato al verla.
—¡Ochaco! —saludó alegremente.
—Hey, Kenta —le sonrió al pequeño, acariciando su cabello despacio—. ¿Qué haces levantado tan temprano?
—Escuché el timbre —bostezó, dándole una soñolienta mirada—. Eso me despertó.
La castaña arrugó su entrecejo.
—¿Y tu padre?
—Creo que sigue durmiendo —se encogió de hombros, avanzando hacia la escalera—. Su puerta está cerrada. Tal vez no quiera ir a trabajar hoy.
Eso llamó la atención de la chica inmediatamente.
Conocía a su jefe. Y no era de "no querer ir a trabajar" así como así. Además, si así fuera, le habría avisado antes, ¿no?
¿Y si le había pasado algo? Ese solo pensamiento la hizo entrar en pánico, pero debía aparentar calma porque Kenta estaba ahí. No podía darle a entender al menor que quizás su padre podría estar enfermo o algo peor, por lo que poniendo su natural gesto, se acercó al pequeño.
—¿Puedes ir a despertarlo? Prepararé el desayuno en tanto —y tendré la llamada a la ambulancia lista en caso de, pensó—. Pero si no te responde, me avisas, ¿vale?
Kenta asintió, subiendo a la habitación de Katsuki y golpeando algo fuerte para el gusto de la castaña, quien estaba atenta a todo. El Bakugo menor esperó unos segundos antes de volver a golpear, sin obtener respuesta.
—No me dice nada, Ochaco —avisó desde el barandal.
—De acuerdo, de acuerdo —subió la escalera de dos en dos, apartando con cuidado al niño. Golpeó dos veces—. ¿Señor Bakugo? ¿Está ahí?
Nada. Insistió nuevamente con el mismo resultado.
Mordió su labio inferior algo nerviosa. ¿Qué debía hacer? ¿Solo entrar? ¿Llamar una ambulancia antes? Notó a Kenta mirarla atentamente.
Debía decidir rápido.
—V-Voy a entrar —avisó, girando el pomo lentamente. La habitación estaba oscura debido a que las cortinas seguían cerradas, y frente a ella en la cama matrimonial, se veía su figura. Se acercó despacio, intentando ignorar el frenético latido de su corazón—. ¿S-Señor Bakugo?
Acercó su mano hacia lo que debía ser su hombro, moviéndolo despacio, logrando escuchar un tenue gruñido por parte del rubio.
—Señor Bakugo —insistió, esta vez sacudiendo un poco más fuerte—. Oiga, despierte. Ya es tarde.
La chica notó al hombre levantar un poco su cabeza, sus ojos aun medio cerrados, pero que iban hacia su dirección.
—Carajo, ahora ya te veo hasta en mis sueños —murmuró, volviendo a dejar su cabeza en la almohada—. Tú... Cara de Ángel...
Y volvió a dormirse.
Y Ochaco quedó petrificada al oírlo.
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Nota de Autora: ¡Holaaaa! Muchas gracias por su paciencia en la espera de actualización 💖
No entraré en detalle, pero estuve mal... Ahora estoy un poquito mejor, y con ganas de poner manos a la obra. Estoy igual planificando la KacchakoWeek de este año y espero poder participar a tiempo 😅
Oigan, estoy pero ¡woosh! con su cariño. A mis nuevos seguidores: ¡gracias! Y a los de siempre también, no saben lo feliz que me hace ver que de algún modo mis historias les parecen interesantes 🤭
Espero poder estar más seguido por aquí, pero ante cualquier cosa, dejaré avisos.
Les quiero un montonazo!!
Nos leemos!
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