Capitulo 3: Miercoles
—Sanemi quiere tener sexo conmigo.
Contemplando la mancha que ahora arruina sus apuntes como reacción a la fuerte declaración hecha por su amigo, Shinobu Kocho posa su mirada en Giyuu Tomioka.
—¿Qué?, no estábamos hace un día discutiendo que este no tenía interés y que por eso te ignoraba, y ahora de la nada sales con que si. —Susurrando, Kocho se inclinó ligeramente hacia el de ojos azules.
—Algo pasó, y ahora lo sé
—¿Que exactamente?
—...Por el bien de Sanemi, no puedo decirte
Kocho rodó los ojos, para que le decía si no soltaría toda la información.
Ambos miraron al frente, aparentando prestar atención a la clase del día, la cual de hecho era la tercera cátedra de educación sexual. Esta vez se enfocaba en las enfermedades de transmisión sexual y en métodos de limpieza para las relaciones de todo tipo.
—¿Hablaste con el? —Shinobu retomó la plática con su amigo.
—¡Kocho y Tomioka, no crean que no me doy cuenta que estás cuchicheando entre ustedes!
Ambos agacharon las cabezas, avergonzados. El profesor Haganezuka se dio la vuelta, dándole la espalda a los más jóvenes y continuando con su explicación, de la que Giyuu había sacado varios apuntes.
Inesperadamente, Shinobu le pasó un papelito con algo escrito.
¿Y bien?
¿Hablaste con el al menos?
No
¿No que?
No hablé con el,
solo lo descubrí como te dije
Bueno, bueno, guárdate tus secretos
Sin embargo, dime que piensas hacer ahora.
Voy a tener sexo con el
—¿¡QUÉ?!
El grito se hizo escuchar por todo el aula de clase, haciendo que Kocho se ganara la mirada chismosa de todos sus compañeros, y en especial la furiosa de su profesor. El hombre la señaló a manera de advertencia, pero dejándolo pasar, seguramente debido a que era buena alumna. Una vez todos desviaron su atención de ella, la chica recibió nuevamente el papelito.
Gritaste
El comentario tan obvio de su amigo hizo que se ganara una buena mirada fulminante. Rodando los ojos, decidió seguir escribiéndole.
¿Como que piensas acostarte con el?,
te volviste loco, tenemos catorce años,
ni siquiera te has desarrollado del todo,
Sanemi tampoco.
Tener sexo es parte de
estar en una relación.
No me digas que el estupido
de Sanemi te lo pidió con ese
argumento, porque le cortaré
las bolas de ser así.
No hagas eso nunca ._.
Y te dije que no hablé
con el sobre esto,
lo descubrí de otra forma
Lo haré si es necesario ◠‿◠
._.
Aveces enserio me asustas
Te estás desviando
Si dices que Sanemi no te esta obligando
entonces te creo, pero de todos modos,
siento que quieres hacerlo solo porque el quiere.
También quiero,
es parte de las relaciones
Tal vez lo sea Giyuu, pero
También es parte de la relación
hacer las cosas cuando ambas partes
se sienten cómodas, y estoy segura
de que no es tu caso.
...
Que Sanemi quiera, no significa que tu
tengas que hacerlo. No es tu obligación
complacerlo.
Vale, gracias Kocho
Pero yo quiero hacerlo con el .
Después de esa nota, Shinobu miró a su amigo de lindo rostro, analizándolo y tratando de buscar algún indicio que comprobara su punto, pero como siempre, el rostro de Giyuu estaba imperturbable y muy serio al respecto.
Demostrando lo decidido que estaba, aunque fuera una fachada.
POV Giyuu Tomioka.
Sanemi no había venido el día de hoy, y aunque moría por las ganas de verlo, como siempre desde que me había enamorado de él, esta vez agradecí que se ausentara. De todos modos habíamos hablado en la mañana, dándonos los buenos días como de costumbre y el me había explicado porque faltaría el día de hoy. Al parecer había amanecido con fuertes dolores en el estómago, lo que claramente era una patética mentira.
Aunque nuestra conversación había sido normal, era obvio que ambos estábamos evitando tocar el tema de lo qué pasó en la clase de educación física.
Eso jamás había ocurrido en nuestra relación.
Las cosas ahora se sentían tan diferentes. En menos de una semana, nuestra relación había abierto una nueva puerta por la cual no sabíamos si era correcto pasar. En especial yo.
Verán, después del "incidente" en clase con Sanemi, ambos actuamos como si nada hubiera pasado, aún cuando nuestros rostros estaban ridículamente rojos y nuestras miradas no eran capaces de encontrarse. Luego de dejarme en casa, terminando la tortura que había sido el, por primera vez, silencio incómodo entre nosotros mientras caminábamos, no podía dejar de pensar en lo que esa reacción significaba.
Era evidente y yo, como siempre, había sido lento para darme cuenta.
Sanemi pensaba en sexo y quería tenerlo.
¿Por qué no me lo ha pedido?, ¿desde cuando se está sintiendo así?, ¿debería dar yo el paso?Esas preguntas no dejaron de cruzarse por mi cabeza durante toda la noche. En especial, el pensamiento de que pasaría si el y yo no lo hacíamos ahora que el tanto lo deseaba.
¡Sanemi seguramente no sabía como decírmelo porque yo nunca he mostrado interés en eso!, lo más lógico sería que si todo sigue en ese rumbo, el me termine dejando porque no lo complemento en esa parte.
Así que, sin estar del todo seguro, me había decidido a que Sanemi y yo tendríamos nuestra primera vez juntos y que ocurriría lo más pronto posible.
Es por esa misma razón que ahora Kocho y yo nos encontrábamos en esta vergonzosa tienda.
—¿Segura de que tienes 18 años?
Una de las chicas que atienden en la tienda nos miraba de pies a cabeza con sus brazos cruzados, no muy convencida de lo que le decíamos. Y lógicamente pues Kocho y yo éramos extremadamente bajitos como para aparentar mas edad, sin embargo, teníamos que intentarlo.
No podía terminar el día sin que yo no consiguiera una caja de condones, lubricante y esa cosa rara para limpiarse el trasero.
—¡Por supuesto!, no ve, ¡soy yo! —Respondió mi amiga con una falsa seguridad y una sonrisa igual de falsa.
–Kanae Kocho —Leyó la mujer en la identificación.
—La misma.
Kocho hacia su mejor actuación interpretando a su hermana mayor con tal de ayudarme a llevarme esas...cositas.
—Ajá, ¿y el?
Incapaz de responderle, Kocho agarro mi brazo y me jalo hacia ella.
—¡Oh este torpe! ¡Olvidó su identificación!, discúlpelo, lo cierto es que es algo retrasado para la edad que tiene, pero son problemas de nacimiento, nada de que preocuparse.
La miré ofendido, definitivamente no había situación en la que ella no aprovechara para burlase de mi.
La señora, la cual estaba empezando a darme ansiedad, sorprendentemente pareció creerle la mentira a Kocho, entregándole la identificación después de tanto que la analizo, y finalmente dejándonos pasar.
Kocho y yo inmediatamente empezamos a buscar lo que necesitaba. A pesar de todo, agradecía enormemente su ayuda pues era imposible que entrara a buscar cosas tan vergonzosas yo solo. De hecho, le debo una grande a partir de ahora, y deberle a Kocho no es precisamente lo más favorable.
Pero el caso lo valía.
Es por Sanemi.
—Quiero desmayarme por un mes entero
—Jaja tesoro, ya faltó poco para el fin de semana, ¡fuerza!
Tsukaso Tomioka estaba agotada. La vida laboral era un infierno en estos días donde debían entregar reportes y muestras de su trabajo durante el año. Realmente quería un suspiro de cuatro años sabáticos.
Sin embargo, los beneficios de tener una jornada laboral asfixiante era la satisfacción que se sentía al llegar a su hogar y poder desahogarse con su hermoso hermanito mientras este, muy amorosamente, le preparaba la cena.
Sin embargo, esta vez las luces de la cocina estaban apagadas, y no había como de costumbre un pequeño adolescente recibiéndola cálidamente.
—Te marco luego cielo.
Sin dejar que su novio terminara, Tsukaso cortó la llamada y se fue directo a la habitación de su hermanito.
Como hermana mayor y única tutora legal de Giyuu Tomioka, Tsukaso quería pensar que no era sobreprotectora y que en cambio era una hermana cool con la que había facilidad para dialogar, pues se prometió tener un buen vínculo basado en la confianza con Giyuu.
Pero algo en esta semana le olía muy mal.
Caminando lentamente hasta su habitación, Tsukaso pudo observar cómo tenía la luz prendida. Delicadamente, tocó la puerta del cuarto de su hermano, y dibujó una sonrisa amable para saludarlo.
Pero no hubo respuesta.
Nuevamente decidió tocar, esta vez no tan delicadamente como lo hizo en un principio.
Tampoco hubo respuesta.
—Suspira Tsukaso, es un adolescente, suspira. —Se susurró así misma. —¡Giyuu soy yo, ya llegue!, ¿puedo pasar?
De repente, la puerta se abrió fuertemente, pero no completamente. De hecho, solo se abrió lo suficiente como para que Giyuu se asomará, tapando el fondo de su habitación.
—Ho-hola hermana. —Tartamudeo el joven de ojos azules, para la sospecha de su hermana.
Tartamudeo. Clara señal de que algo oculta.
No. Tsukaso, no desconfíes de tu hermanito.
—¿Te pasa algo?
¡Que haces! ¡No le preguntes directamente! ¡Tenías que preguntar sin que se diera cuenta!
—...No
Tukaso y Giyuu se quedaron mirando fijamente, la primera buscando algún indicio que lo delatara en el rostro inexpresivo del azabache, pero como era de esperarse cuando se trata de Giyuu, no obtuvo nada.
—Vale, ¿quieres que yo haga la cena?
En clara respuesta los ojos de Giyuu se iluminaron, y Tsukaso no pudo evitar pensar en lo adorable que se veía.
Como me ocultaría algo este pequeño.
—¿No estás cansada? —Pregunto el joven.
—Bueno puedes ayudarme entonces
—Trató, ¡bajó en un rato!
Y antes de que Tsukaso pudiera agregar algo más, Giyuu cerro fuertemente la puerta, en toda su cara, algo que nunca antes había ocurrido. La mujer evidentemente se quedó pasmada, pero decidió no sobrepensar, repitiéndose así misma que Giyuu era un adolescente, que estaba pasando por cambios y que..
"Los jóvenes a esa edad sólo saben pensar en una cosa..."
De manera intrusiva, y muy en su contra, la mente de Tsukaso decidió recordarle lo mencionado por una de sus amigas en la reunión de hace tan sólo unos días. Cuestionándose, Tsukaso soltó una ligera risa nerviosa mientras caminaba rumbo a la sala, alejándose lo más posible de su deseo impulsivo de volver donde Giyuu.
—No hay manera jaja, ¡es Giyuu de quien hablamos!, eso sería lo último en lo que pensaría. —Hablo sola, tratando de convencerse así misma.
Pero la duda fue mas fuerte.
Regresando en sus pasos, Tsukaso nuevamente estaba enfrente de la habitación de Giyuu. Estaba a un solo movimiento de tocar la puerta e interrogar a su hermano de una manera nada disimulada, cuando de repente escucho murmullos salir de su habitación. Resultó ser que Giyuu no había cerrado bien la puerta, dejándola entreabierta y con su voz filtrándose muy convenientemente para Tsukaso.
Un debate entre escuchar o irse empezó a desarrollarse en su mente.
Los pro: descubrir si en verdad algo le pasa a su hermano.
Los contra: estaría violando su privacidad.
No obstante, todo se fue al carajo en cuanto escucho la voz nerviosa de su hermanito, quien al parecer, hablaba por llamada con quien sabe quien.
—¿Entonces debo comprar lencería para eso? que horror, ¿y si crees que a él le guste?
Sin poder escuchar más, Tsukaso tapo su boca que se había abierto enormemente en sorpresa y rápidamente salió huyendo del lugar.
Al final del día, Giyuu no resultó ser tan inocente como creía.
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