40. Edición limitada

Últimamente estaba más nerviosa que de costumbre, entre que se acercaba la final y que, el viaje estudiantil era hoy... estaba muy estresada, tanto que no podía dormir ni comer bien.

—¿Tienes todo? —preguntó mi madre intranquila.

A lo que asentí con calma, aún faltaban unas cuantas horas para el viaje. Aunque claro que el viaje solo era ir al hotel, en donde prestaban su gran sala para hacer las convocatorias. Al ser todas campañas importantes y que, posiblemente afecte a la mayoría de las escuelas, los diferentes alumnos de diferentes escuelas, se reúnen en el hotel. Donde pasan dos días y una noche. Ni más ni menos.

No era un viaje largo, pero sí uno intenso. Ya que, bueno, sí tenías la presión que yo misma me ponía, la campaña sería tu todo.

—¿Irás con Oliver al médico? ¿No? —indagó con los labios apretados.

—Sí, almorzaremos allí.

—Vale. Sé que esto no te gustará... pero... Oliver y tú... ya hicieron...

Abrí los ojos sorpresiva cuando me di cuenta a qué se refería.

—No, no hemos hecho nada. Ni lo haremos, bueno, no por ahora. No me siento lista.

Mi madre asintió suspirando, como si le hubieran sacado un gran peso de encima.

—¿Y él entiende eso?

—Sí, no es alguien que me obligará a hacer algo que no quiera —aseguré.

—Vale, me agrada ese chico —comentó relajada—. Pero están en la edad y no puedo prohibirte que hagas algo, porque sé que lo terminan haciendo de igual manera. Ya aprendí la lección. Así que, si necesitas saber algo. Me dices.

Asentí, agradecida y ambas dejamos mi habitación. No estaba acostumbrada a que mi madre sea...comprensiva, pero me gustaba que sea así.

—Sabes una cosa... desde que me preguntaste sobre si alguna vez me habían acosado, realmente me dejaste pensando.

Fruncí el ceño sin saber my bien cómo interpretar aquello.

—Como mujer adulta me han acosado mucho por la calle, me han manoseado y dicho cosas muy perturbadoras. Pero fue gracias a ti que dejé de naturalizarlo, al parecer uno también aprende de sus hijos.

Le sonreí, orgullosa.

—Nadie tiene derecho a incomodarnos —le aseguré.

—No, no lo tienen.

Tras decir aquello, me dio un fuerte abrazo. Realmente me hacía sentir bien que incluso mi madre pudiese abrir los ojos, porque no había edad para volver a empezar.

Y si ella estaba dispuesta a adaptarse a nuestra generación y manera de vivirla, me alegraba muchísimo. Nadie querría una madre machista o incluso misógina. Así que ella quisiera abrir la mente, me alegraba. Muchísimo.

Al separarnos un golpecito en la puerta me dejó en claro que ya habían venido por mí. Bueno, mi novio lo había hecho.

Tras ir a la puerta y abrirle, me saludó con un beso en la mejilla. Para luego saludar a mi madre, quien se encontraba detrás de mí.

—¿Vamos? —inquirió.

Asentí, para luego tomar una de mis chaquetas y salir de casa, tras despedirme de mi madre. Ni bien subimos al coche, Oliver se puso en marcha mientras tarareaba la nueva canción de Louis Tomlinson.

—Estás muy callada, ¿sucede algo? —preguntó frenando en el semáforo.

—Solo estoy un poco nerviosa.

—Vale, entiendo que te sientas así —intentó apoyar una de sus manos en mi rodilla, pero frenó antes de tocarme—. ¿Puedo? —preguntó tímido, a lo que respondí con una mueca de tristeza, pero asentí varias veces con la cabeza. Y él, poco a poco dejó caer su mano en mi pierna, moviéndola despacio, haciéndome caricias—. Lo que decía... que es normal que te sientas preocupada. Especialmente porque sueles estresarte el doble que una persona promedio.

Vale... era innegable lo que dijo, yo misma podía auto sabotearme al exigirme tanto. Pero ya era algo impregnado en mí que, quería que todo salga a la perfección.

Pocos segundos después, Oliver quitó su mano de mi pierna y la colocó en la palanca, volviendo a conducir. No tardamos en llegar al médico, ni tampoco a su consulta.

***

—Sabía que iba a gustarte la comida de aquí, no es tan mala como parece —comentó Oliver, al ver cómo me devoraba el sándwich vegetariano.

Sí... nos habíamos quedado a comer en la cafetería del hospital mientras esperábamos el resultado de uno de sus análisis. Lo cual, me tenía un poco preocupada, pero Oliver estaba de lo más tranquilo. Al parecer, solo era un análisis de rutina.

—Nuevamente, tienes razón —le aseguré—. De hecho, creo que me gusta más que el de carne.

Oliver sonrió.

—Ese sándwich lo vengo pidiendo desde la primera vez que me quedé a comer aquí, era lo más sano que encontré. Y desde ese día, no he pedido otra cosa —contó alegre—. Así que, bienvenida a los almuerzos del hospital.

—Es un placer, agradezco este banquete —bromeé.

—El postre es la mejor parte —rió.

—Hmm... ya me gusta con tal de que sea dulce.

Al terminar de almorzar juntamos las mesa y tiramos lo correspondiente al tacho de basura, que haya gente que trabaje de limpieza no significa que debas dejar todo sucio. No como las personas del resto de las mesas, que no fueron capaces ni de tirar el pañuelo con el que se sonaron la nariz.

Nos despedimos del lugar, para luego ir en marcha de los resultados. El médico no tardó en aparecer y darle un sobre grande con su nombre e información personal. Pero Oliver no lo abrió hasta que nos adentramos a su coche, una vez allí, se dispuso a leerlo. Y tras terminar solo dijo:

—Está todo en orden, por suerte, hay mejora. De hecho, realmente se cree que para el año que viene ya estaré curado. Y espero que sea la última vez que tenga Temia, si no ya sería un cruel juego contra mí.

Le sonreí, contenta. Para luego tomarlo del cuello y darle un pequeño beso en los labios.

—Un beso de celebración debería ser más duradero —se quejó, para luego tomar una de mis manos y besarla—. Me hace bien que vengas conmigo, me hace sentir más tranquilo.

—Me alegra saber eso. ¿Ya podemos ir por el helado?

Oliver asintió, sonriente.

—Como la señorita ordene —dijo poniéndose en marcha.

Como era de esperar, el transcurso no fue largo, además escuchamos el resto de canciones de Louis, ya que habían quedado pendientes.

Al llegar a la heladería, Oliver me dejó elegir los sabores, quiso probar algo nuevo y lo sorprendí con helado de vainilla y chocolate. Sí... no solía tener gustos muy extravagantes, aún así, él comió del helado.

—En una de las revistas de mi madre, dice que puedes definir a una persona con tan solo tres palabras —contó divertido, cortando el silencio tranquilo que habíamos dejado—. ¿Con qué palabras me definirías?

¿Por qué me estaba preguntando aquello? No lo sabía con exactitud, pero preferí seguirle el juego.

—Hmm... Probablemente con... amable —dije, recordando todas las veces que lo fue conmigo—, respetuoso... y encantador.

—Me gusta, me gusta —admitió en tono orgulloso—. Yo podría definirte con dos.

Arqueé una ceja.

—¿Con cuáles?

Oliver sonrió ampliamente mientras pasaba uno de sus brazos por encima de mis hombros, para luego acariciarme lentamente. Mientras me miraba fijamente, noté que tragó saliva gracias a su nuez de Adán. Pero parecía muy tranquilo.

—Eres como una edición limitada —dijo al fin, pero no entendí muy bien a qué se refería. Así que fruncí el ceño en respuesta, pensativa.

Desconocía el término cuando se trataba para definir a una persona.

—Vale, veo que no has entendido. Eres única, algo que no te toca dos veces. Algo que deseas y haces lo imposible por conseguir. Eres una bonita y encantadora edición limitada.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al oír aquello, jamás alguien me había dicho algo tan bonito. Así que solo pude hacer una cosa, besarlo. Porque, además de ser algo que me gustaba hacer con él. Me encantaba plantarle un beso en momentos como ese.

¿Cómo espera decirme cosas tan bonitas y que no me enamore cada día más?

Porque sí, Oliver podía lograr que cada día me gustase mucho más que antes.

*****

Hello <3 Aquí Eclipsa, solo quiero decirles que espero haber cumplido con las expectativas del por qué la novela se llama así y... que todavía falta un poquitín para el final :) 

¿Les gustó la razón del título? ¿Lograron entender bien? Cualquier cosa pueden hablarme, me encuentran en Instagram como: eclipsafernandez y en Twitter como: Eclipsafer

Eso es todo por hoy, besitos limitados :*