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20. Friki


El entrenamiento fue más duro de lo que hubiera imaginado, pero por alguna razón. Me sentía bien.

Por otro lado, no tenía idea en donde se encontraban Calvin ni Penny. Me habían dicho que vendrían a los entrenamientos, pero no aparecieron. Así que, mi salvación fue Oliver. Otra vez.

Al finalizar de sudar como puerco, Oliver se encontraba con una media sonrisa, cruzados de brazos. Fue cuando me percaté lo guapo que era, pero me sentía mal por sentir cierta atracción hacia él.

¿No se suponía que me gustaba Matthew?

«¿Realmente te gustaba Matt? ¿O solo era un crush del momento?»

Suspiré y al llegar a donde se encontraba Oliver, Hunter apareció junto a nosotros.

—¡Hey, friki! —me saludó, a lo que yo, respondí rodeando los ojos—. ¿La llevarás a casa? —se dirigió a Oliver, quien asintió—. Íbamos a ir a la casa de Tom. ¿Seguro no quieres ir?

Oliver dudó.

—Puedo ir caminando —dije, sintiendo que mi opinión no valía.

—No. Si te pasa algo, será mi culpa —comentó Oliver, ladeando la cabeza.

—Si me pasa algo, será culpa del agresor —aseguré. No permitiría que nadie creyera que si algo malo me pasaba, sería culpa de ellos. Aunque a veces dudaba quién tendría la culpa, siempre volvía al mismo pensamiento.

«La víctima, es la víctima y no ha hecho nada para merecer que la dañen»

—Sigue apenado por lo que pasó en su fiesta, se traumó más que ti —opinó Hunter.

Tragué en seco, aquella noche no era algo que quisiera recordar. Así que no respondí. Aún el rostro de Alex me seguía atormentando.

—Lo siento, no debí decir eso —murmuró Hunter.

Asentí.

Por otro lado, Oliver estaba leyendo algo en su móvil con expresión seria.

—Bueno... Amber deberás venir a mi casa —dijo serio.

Fruncí el ceño.

—No me dejan ir a casas de extraños.

—No soy un extraño. De hecho, tu madre confía más en mí, que en ti. Deberás quedarte para cenar, creo que la lesión de tu hermana es más grave de lo previsto. Así que, volvieron al médico.

—¿Por qué sabes todo eso?

—Porque tengo móvil.

—Bueno...—balbuceó Hunter—. Te llamaré luego.

Y sin más, se fue con el resto de los chicos.

—Andando —ordenó Oliver, y sin otra opción lo seguí.

Sin móvil, sin amigos y sin dinero, mucho no podía hacer. ¿Cierto?

El trayecto hasta su casa, no fue tan incómodo como esperaba. De hecho, hasta lo escuché cantar las canciones de Harry Styles —cosa que me sorprendió y gustó al mismo tiempo—.

Al llegar, su madre aún no se encontraba allí. Así que, me hizo quitar mi calzado y dejar mi bolso en un sofá.

—El entrenamiento ha sido dura, eh, creo que hasta puedo olerte. Será mejor que te bañes —dijo frunciendo la nariz.

—Vale, no llevo ropa para cambiarme. Por lo general, me baño en casa —dije de mala gana.

Oliver rodó los ojos y me hizo señas para que lo siguiera al subir las escaleras. Por un momento me pareció extraño conocer aquella casa, hasta que recordé que había estado allí. Por ende, ya la había recorrido. Así que, más o menos conocía su decoración y como llegar a su habitación. Aunque el patio trasero me traía malos recuerdos.

Al llegar a su habitación, me senté en su cama. Mientras él rebuscaba entre sus cosas.

—No sé si sea buena idea que me duche, en especial si no es mi casa —comenté, insegura.

—No voy a soportar tu olor a mugre —bromeó sonriente—. Además, mamá me mataría si no te trato bien o al menos como ella dice; como nos gustaría que nos traten.

—¿Cómo nos gustaría que nos traten? —cuestioné.

—Sí, ya sabes. Dice que a las mujeres hay que tratarlas como reinas. Ya que eso son.

—Claro —ironicé—. Y tú eres todo un príncipe encantador. ¿no?

—Bueno...—murmuró—. Esa es una excelente conclusión.

Reí, causando que Oliver también suelte una carcajada.

—Me caes bien, Scott —dijo, tendiéndome una camiseta y unos pantalones cortos.

—Y tú a mí, Carson.

Ambos nos habíamos quedado mirándonos mutuamente. Como si quisiéramos decir algo más; pero ninguno se atrevía. Oliver fue el primero en apartar la mirada.

—Ya conoces donde está el baño.

Asentí, mientras observaba como me dejaba sola en aquella habitación. De las paredes colgaban varias fotografías de él y su familia. Parecían realmente unidos. No como mi familia rota y disfuncional.

Sin más, me adentré al baño y comencé a desvestirme. Jamás hubiera imaginado estar en estas circunstancias, pero la vida suele ser extraña.

Me di una ducha rápida y me coloqué su ropa, dándome un breve permiso para olerla. Su perfume era demasiado rico. Jamás me cansaría de olerlo. Cuando salí del baño, me encontré a Oliver con el móvil pegado en el oído. Al parecer estaba en llamada con alguien.

—¿Y yo qué te dije de enviar ese tipo de fotos? —cuestionó molesto—. No, Paula. Eso te pasa por no escucharme. Te dije que aquí son todos unos idiotas...

¿De qué rayos hablaba? No tenía idea, pero se calló cuando me vio presente. Justo en frente de él.

Se frotó la sien, impaciente.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué le dé una paliza?

Fruncí el ceño.

Fotos, idiotas, golpes.

Ya entendía. O al menos me hacia una idea de lo sucedido.

Así que sin pensarlo, le quité el teléfono de las manos a Oliver.

—Paula, soy yo. Amber.

—¿Qué quieres? ¿Burlarte? —sollozó.

—No, claro que no. Solo escúchame. Nadie tiene derecho de decirte absolutamente nada, ¿vale?

—No eres tú la que recibe comentarios de zorra por todos lados.

—Ya. Aún así, sé que se siente que te etiqueten y crean que solo eres eso. Mientras que tienes un montón de cualidades. Solo... solo son idiotas que se creen mejor por humillarnos, no dejes que eso influya en cómo eres. No vales menos porque unos idiotas vieron fotografías tuyas.

Paula sollozó con más fuerza.

—Yo confiaba en él.

—A veces confiamos en quienes más daño nos hacen. Pero es algo de lo cual hay que aprender, no lamentarse.

Escuché como se sonaba los mocos, para luego reír un poco.

—Quien diría que la friki era tan sabia.

—¿Acabas de llamarme friki? —cuestioné, fingiendo molestia.

Paula soltó una carcajada.

—Eres increíble, ya entiendo porque los torpes de Matt y Oliver andan detrás de ti.

Aquellas palabras, me cayeron como un balde de agua fría. Por alguna razón, no me agradó que dos amigos intentaran ligar conmigo. Pero no pude evitar sentir algo al escuchar el nombre de Oliver.

—Iré a insultar a todos los que me escribieron, adiós.

Y sin más, colgó.

«Vaya que se recompone rápido»

Oliver me observaba con el ceño fruncido.

—Dijo que insultará a todos.

—Sí, así es ella —sonrió—. Mamá ya llegó, así que... está preparando la cena.

Asentí, no sabía qué más decir.

—Mientras tanto... ¿Quieres jugar a los videojuegos? Hunter me está esperando.

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