(15)
—¡Entrenadora! —dije tratando de sonar alegre—. Que sorpresa verla aquí...en el campus...
Penny reprimió una risa y Calvin me observaba curioso.
—¿Por qué no está calentando? —preguntó seria—. En unos minutos son las prácticas.
—Es que... mi madre no me firmó los papeles —me excusé.
La entrenadora ladeó la cabeza.
—Me trajo los papeles hoy temprano —comentó sonriente—. ¡Ve a calentar! ¡Te quiero en mi equipo!
¿Mamá llevó los papeles?
«Vaya, eso es nuevo»
—¡A entrenar! —gritó en tono de orden.
Y sin más remedio, me dirigí a los vestidores. Me coloqué mi ropa y calzado deportivo. Para luego volver al campus. Comencé a calentar, todo sea por no sufrir alguna lesión. A la hora de entrenar, no fue tan duro como había imaginado.
La entrenadora nos hizo dar varias vueltas a la cancha, algunas caminando, otras trotando y otras corriendo a la máxima velocidad posible. Fue cansador, pero disfruté la adrenalina que sentía cada parte de mi cuerpo.
Al terminar, la entrenadora me felicitó y me aseguró un lugar en el equipo. Cosa que me puso realmente feliz.
Por primera vez hacía algo que yo decidí. ¡Y se sentía fabuloso!
—¡Te luciste, nena! —chilló Penny, abrazándome. Acto que me puso un poco nerviosa, pero intenté tranquilizarme. Solo era un abrazo de amigas, además creí que se mantendría alejada debido a mi sudor, pero no fue así. Ni siquiera le importó mi sudor. En cambio Calvin —quien había creído que ya se había ido—, me felicitó y besó mi mejilla cuando Penny me soltó.
Había olvidado lo bien que se sentía ser un trío, a pesar de todo, seguíamos llevándonos bien.
—Gracias, chicos. Es importante tenerlos aquí —admití.
Penny volvió a abrazarme y me susurró al oído:
—Siempre, nena, siempre.
Sonreí.
—Extrañaba tenerlas —agregó Calvin, uniéndose al abrazo.
Nuevamente me costó devolverles el abrazo, pero era un momento normal, como cualquier día. Solo que ahora comenzaba a afectarme que me quieran abrazar. Pero aún así, el hecho de tenerlos junto a mí. Me hacía feliz.
Venía pasando días malos y con todo lo de Alex estaba pasando por varias crisis. Sin embargo, que ellos estén aquí, me hacía realmente bien.
Por primera vez, había decido hacer algo por mi cuenta y contar con su apoyo, era magnífico. Fue en ese momento cuando lo entendí, de eso se trataba la amistad, de que estén en los momentos difíciles y en los buenos.
Al separarnos, Penny fue la primera en hablar.
—Por cierto, le dije a tu madre que iríamos a cenar a Mundo Pizza y que te quedarías a dormir.
Solté una risa, era normal en Penny hacer planes y luego por último, contarme.
—¿Y yo qué? —refunfuñó Calvin.
—Ay, cállate. Recién llegas y ya quieres unirte en todo —masculló Penny.
Calvin se cruzó de brazos y puso puchero.
—Prometo comprar helado —propuso—. De vainilla y frutilla.
Junto con Penny compartimos miradas cómplices.
—Medio kilo para cada una —dijimos a la vez.
Calvin soltó un bufido y asintió.
Era hora de irnos, comenzamos a caminar hacía el coche de Penny. Pero me detuve al ver a Matthew junto con sus amigos. Les dijo algo y luego se encaminó hacia mí.
Cuando lo tuve en frente, comencé a temblar. Nuevamente ese efecto.
—Felicitaciones —dijo con una sonrisa, para luego mirar incómodo a Calvin.
—Gracias —Penny le hizo señas a Calvin, y ambos se adentraron a su coche.
—Lamento que estés obligada a darme tutoría —comentó nervioso.
Fruncí los labios.
—De todas formas te iba a ayudar —afirmé.
Matt asintió, parecía incómodo.
—¿Estás bien? —pregunté.
Si algo le sucedía, sin duda podría ayudarlo.
—Creo que...—murmuró—. Olvídalo, debo irme —dijo comenzando a alejarse.
Algo le sucedía, pero yo, no era adivina.
Matthew resultó ser bastante diferente a lo que imaginé. Pero sin duda él no será como Alex o al menos eso quería imaginar.
—¡Ten una cita conmigo! —exclamé, mientras él seguía alejándose. Se detuvo en seco y se giró en mi dirección, para luego venir hacía mí. Otra vez.
—¿Qué? —indagó confuso.
El miedo volvió a incorporarse dentro de mí.
Tragué saliva, nerviosa.
—Jueves a las cuatro —dijo serio.
Asentí.
—Bien —logré decir.
—Bien —sonrió.
¿Y ahora qué?
—Nos vemos mañana, Amber —dijo, para luego besar mi mejilla. Aunque se acercó demasiado a la comisura de mis labios y me estremecí al sentirlo, sonreí un poco y lo vi alejarse hasta llegar con sus amigos. Quienes observaban todo atentamente.
En cambio, Penny y Calvin fingían no haber visto nada. Me adentré a la parte trasera del coche y suspiré.
—Eso fue... —murmuró Calvin.
—Increíble —continuó Penny—. Acabas de gritarle que tenga una cita contigo, aunque considerando lo que dijiste la primera vez que le hablaste. Esto no es nada.
—¿Qué hizo? —indagó Calvin.
—¡Ni se te ocurra decirle! —exclamé.
Penny carcajeó.
—Le dijo...—Penny se acercó al oído de Calvin y le susurró algo.
—¡¿Qué?! —chilló Calvin—. ¡¿Cómo se te ocurre?!
Rodeé los ojos.
—Tranquilo, viejo mente cerrada —dijo Penny—. No llegaron a nada, porque Amber se asustó.
—Ya cállate —mascullé.
—¡Es cierto! —exclamó.
Bufé, cruzándome de brazos.
—Oye, debes hacerlo con quien te sientas lista —dijo Calvin en tono serio—. Si el desgraciado te insiste demasiado, dime porque le daré una buena paliza. ¿Entendido, Winnie?
Asentí de mala gana, pero a la vez agradecida.
—Nunca me dijo nada al respecto, de hecho no volvió a tocar el tema —opiné, generándome ciertas dudas.
Era cierto, no volvió a hablar sobre ello.
¿Será que no le parezco tan atractiva como me hizo creer?
—Quizá no le interesas de esa forma —puntualizó Penny—. Y no tiene nada malo.
¿Por qué accedería a tener eso conmigo, si realmente no quería?
¿Debía preguntárselo?
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