(09)

Matthew me seguía observando y yo comenzaba a temblar del frío.

—Debes cambiarte o enfermarás —dijo sereno, para luego apuntar a aquella puerta que se encontraba en la habitación de Oliver, donde él había salido con aquella chica. Tomé el abrigo y me adentre allí y al mirar, noté que era un baño.

¿Qué hacía Matthew en un baño con la chica morena? Posiblemente, nada bueno.

Comencé a quitarme el top mientras el agua escurría por mi cuerpo y siendo sincera me costó demasiado quitarme las prendas.

Me sequé como pude y me coloqué el buzo gris. A mi suerte, me llegaba hasta las rodillas. Así que, mi trasero no estaría tan al descubierto como había imaginado. Tomé mi ropa, junto los zapatos y salí de aquel baño.

Esperaba que Matthew se haya ido, pero no fue así.

—¿En serio no volverás a hablarme? —indagó molesto.

Su ceño estaba fruncido y se mantuvo de brazos cruzados. Como si mi ausencia de voz realmente le molestase.

¿En serio no le volvería a hablar? Eso era algo un poco infantil, pero vamos. Ya estoy harta de ser insultada y agredida y que él lo naturalice no me agradaba en absoluto.

—Sé que no debí dar por hecho que te afecta y que no, pero es que siempre vi que te dejas agredir por el friki. Creí que no te molestaría los insultos de los demás —dijo acercándose, lentamente. Sus palabras se oían como si estuviera pensando detenidamente qué decir y qué no.

Al notarlo demasiado cerca retrocedí y choqué contra una cama. Me senté, tratando de razonar un poco.

—No tienen derecho a menospreciarme —comenté cruzando mis brazos. Aún seguía molesta con él y con todos los que se sentían con el poder de etiquetarme.

—Ni a empujarte, ni a besarte si no quieres —argumentó—. Pero, hay chicos lo demasiado idiotas para no entenderlo.

Lo miré a los ojos, quería descifrarlo de una vez por todas. Pero no pude, era como si el verdadero Matthew se encontrara detrás de un muro y que cada cosa que decía dependía del día o del momento. Un día asimila que tengo naturalizado que me traten mal y otro me dice que no tienen derecho hacerlo. ¿Cuál es su verdadero pensamiento?

Y fue ahí cuando me di cuenta que lo he estado vigilando hace tiempo, pero solo sabía lo guapo que era. En realidad, no sabía más de lo superficial o de lo qué aparentaba.

—¿Tienes cómo volver a casa? —preguntó de golpe, cortando el silencio incómodo.

—Vine con Penny.

Matt asintió y se dirigió a la puerta. Para luego hacerme señas de que lo acompañara.

Tomé todas mis cosas y lo seguí, por lo menos me ayudaría a encontrar a mi amiga. Bajamos las escaleras, para luego pasar por la sala. Y allí estaba Penny, bebiendo de un vaso rojo mientras bailaba con Max, muy pegados.

—Joder, está ebria —mascullé, se la notaba desde kilómetros lo ebria que estaba. Especialmente porque no le gusta bailar, a no ser que esté a solar en su dormitorio con la música a todo volumen.

Matthew ladeó la cabeza de mala gana, para luego acercarse a Penny y traerla hacia mí.

—¡Amber! —chilló Penny con una sonrisa—. ¡Max me besó!

Rayos, estaba demasiado ebria.

—Debemos volver —dije en tono fuerte, para que entendiera bien.

—Hmm...bebí un poquito. Pero, podemos ver qué pasa si conduzco.

Abrí los ojos exageradamente al ver lo que se atrevía a decir.

¡Ni en sueños me subía al coche con ella de conductora en ese estado!

—Yo las llevo —dijo Matt, tecleando algo en su celular.

Dudé unos segundos, pero no quedaba de otra. Llamar a mi madre no era una opción.

Tomé a Penny de la cintura y pase su brazo por mis hombros. Estar ebria y tener tacones, no era una buena combinación.

Pasar entre los adolescentes hormonales, fue bastante molesto. En especial, porque empujaban y nos golpeaban con sus codos. Pero logramos llegar al coche de Penny a salvo, esta le tendió las llaves a Matt y se recostó en los asientos traseros.

Matthew se sentó en el asiento de conductor y yo en el de acompañante.

La escena de nosotros juntos se había vuelto a repetir, claro que, en un coche distinto y con mi amiga ebria detrás de nosotros durmiendo plácidamente.

El recorrido fue silencioso, pero no tan largo como esperaba. Una vez que llegamos a la casa de Penny, ella comenzó a vomitar y gracias a la ayuda de Matthew, pude trasladarla a un baño.

Al rato, todo lo que comió y bebió se fue por el retrete.

Matthew estaba apoyado en el marco de la puerta, mientras que Penny dormía en la bañera. Me levanté del suelo de un salto y le hice señas para que saliéramos del baño.

—Mañana tendrá mucha resaca, así que consíguele algo para el dolor de cabeza —dijo con una sonrisa de boca cerrada.

Asentí.

—Gracias —dije nerviosa.

—Oliver vendrá por mí en un rato —comentó—. ¿Puedo esperar aquí o debo esperar afuera?

Reí ante su pregunta y le señalé el sofá de la sala.

Acto seguido, se sentó sobre él.

—Es una pena que te hayas caído a la piscina, te veías muy bien —dijo, mirando la pantalla de su móvil.

¿Cómo que me veía bien?

Además... ¿Cómo sabe él cómo me veía si no me vio? ¿O sí?

—¿Estabas acosándome a lo lejos? —bromeé.

Matthew dejó de mirar su teléfono y me observó con diversión.

—Ups —fue lo único que salió de su boca.

—Acosador —volví a bromear, sentándome en frente de él.

Su rostro de diversión, pasó a uno serio. Su mirada me causó el efecto de no poder respirar muy bien.

—Tú eres la acosadora aquí ¿o crees que no sé qué ibas a mis entrenamientos?

Oh mierda.

De pronto comenzó a faltarme el aire, más de lo normal.

—¿Cómo dices? ¿Qué? —murmuré con la respiración entre cortada.

Matthew sonrió maliciosamente.

Una bocina retumbó en mis oídos.

—Vinieron por mí —dijo levantándose de golpe.

Imité su acción, aún con la respiración entre cortada y lo dirigí a la puerta en silencio. Al abrirla, le cedí el paso.

—¿Estarás ocupada el lunes después de clases? —preguntó, colocándose en frente de mí.

¿El lunes?

Traté de calmar mi pecho que subía y bajaba con rapidez antes de responder.

—¿Para qué? —indagué.

—Una cita, después de clases —dijo sin más, para luego desaparecer e irse hacia el coche de Oliver.

Cuando caí en cuenta sobre lo sucedido empecé a chillar.

¡Una cita con Matthew Lee! ¡Eso no se ve todos los días!

Cerré la puerta y me dirigí hasta el cuarto de baño. Donde Penny estaba sentada, refregándose los ojos.

—No puedo creer que me puse ebria con dos vasos de vodka —murmuró.

Ladeé la cabeza en desaprobación, pero no me aguardé para soltarte el chisme.

—Matt acaba de invitarme a una cita —conté.

Los ojos de Penny se abrieron exageradamente e hizo un intento para incorporarse, pero falló.

—Sacando el baboso que te besó, la noche no fue tan mala —dijo asqueada.

Y era cierto, la noche fue horrible, pero Matthew pudo ponerle un poco de color.

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