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CAPÍTULO 3: MENSAJES CONFUSOS
—¡Amber Scott! ¡¿Dónde estabas?! —exclamó mi madre enojada.
Bueno, el mejor día de mi vida se vería afectado por los gritos de mi madre.
—Dando clases de matemáticas —respondí quitándome los zapatos.
—¡¿Y por qué no avisas?! —gritó.
—Déjala madre, las malas juntas la están desviando. ¿O acaso no viste que la trajeron en un jeep? —inquirió Eleanor con una expresión de desaprobación en el rostro.
Agh, arpía.
Se queja de un jeep y ella ha hecho cosas peores.
—Iré a cambiarme, no me junto con nadie que sea «malo» —dije haciendo énfasis en malo—. Quieres lo mejor de mí —miré con ojos de cachorro mojado a mi madre—. Es por eso que doy cinco clases distintas. Es normal que me olvide de avisar, trataré de ser más cuidadosa.
Mi madre asintió y subí a mi habitación. Me había librado de un buen castigo.
Me di una ducha y me coloqué el pijama. Para luego terminar algunas tareas y, al verificar instagram; tenía tres notificaciones.
«Matt_lee comenzó a seguirte»
«Matt_lee le gustó tu foto»
«Matt_lee envió un mensaje:
No sé porque piensas que sabía cuál era tu instagram, pero de todas formas lo conseguí. ¿Te parece el sábado a las tres en mi casa?»
Sonreí como tonta ilusionada y asentí con la cabeza por la emoción.
¿Qué le respondo? No quiero quedar como una pesada, pero tampoco como si no estuviera interesada.
«Ok, allí estaré» tecleé y solté el móvil.
No quería ceder ante la tentación de hablarle y ver como me ignora.
Y como no recibí respuesta, bajé a la sala. Para encontrarme con mi hermana y mi madre cocinando, se veían contentas.
—¡Estamos haciendo lasaña de vegetales! —exclamó mi madre con una amplía sonrisa en su rostro.
Lasaña de vegetales, el favorito de Eleanor.
Sonreí falsamente y tomé una botella de agua del refrigerador.
Joder, el permiso para atletismo. Debía pedírselo, era fundamental su autorización.
—Eh, mamá —dije tratando de captar su atención—. Me inscribí en atletismo, necesitaré que firmes unos papeles más tarde.
—Más tarde, cariño —dijo sin prestarme atención.
Bueno, al menos dijo «más tarde». Prefería eso, a nada.
Durante la cena, Eleanor no tuvo mejor idea que hablar nuevamente sobre Matthew.
—¿Y cómo se llama el muchacho que te trajo? —inquirió con una sonrisa maliciosa.
Tragué en seco.
—Matthew...Matthew Lee.
Mi madre estaba concentrada en su comida, como si no quisiera escuchar hablar sobre Matthew.
—¿Y qué edad tiene? Porque si te trajo él, debe ser mayor ¿no? —volvió a preguntar.
«Respira, respira»
No le arranques las extensiones, es familia.
—No lo sé, supongo que dieciséis —dije encogiendome de hombros.
Aunque sabía bien que Matthew iba para los dieciocho.
—¿Y comparten clases? —indagó.
—Algunas.
—Interesante ¿no, madre?—opinó Eleanor mirando a nuestra madre—. Amber crece tan rápido que ya se junta con chicos más grandes, dios sabe qué pueden llegar a hacer.
Hasta aquí llegué.
«Dale con todo»
—Solo le doy clases, ¿tienes algún problema con eso? ¿O es que sigues molesta porque me esfuerzo más que tú para asistir a una buena universidad? —indagué molesta.
—¡Amber!—gritó mi madre molesta—. Esa no es manera de hablarle a tu hermana, si no entró a la universidad que quería fue porque algo mejor le espera.
Rodeé los ojos, siempre la defendía.
—Descuida madre, estoy feliz en la universidad a la que asisto —comentó Eleanor a regañadientes.
Sabía que le molestaba que yo planificara entrar a la universidad que a ella, le dijeron que no era suficiente.
Al terminar de cenar, junté la mesa y subí a mi dormitorio.
Me recosté en mi cama y tomé mi móvil, encontrándome con la sorpresa de tener tres mensajes nuevos.
El primer mensaje que leí fue el de mi mejor amiga.
Penny: CUÉNTAME QUE PASÓ
Yo: Solo nos besamos, pero estuvo bien.
Vale, me había gustado mucho. Pero no debía ir exagerar. Tampoco hacerme muchas ilusiones.
El segundo mensaje era de un número desconocido:
«Todos dicen que te acostaste con Matthew Lee, si que le haces honor a tu apodo»
¿A caso era Chuck? Simplemente lo ignoré.
Pero el tercer mensaje, que también era de un número desconocido me dejó boquiabierta:
«Hey, soy Matt. ¿Estás ahí?»
¿Por qué Matt acaba de hablarme nuevamente? Pero está vez por whatsapp.
¿Cómo consiguió mi número?
Tomé aire y tecleé: Sí.
Lo agendé como Matt y a los segundos recibí su respuesta.
Matt: Genial, ¿crees que podrías ayudarme con un ejercicio? Hace dos horas intento resolverlo, pero no hay caso
Yo: Claro, envíalo.
Estaba un poco decepcionada por la verdadera razón de su mensaje, pero al menos tenía su número y estábamos hablando.
Cuando me envió el ejercicio, no era tan difícil de resolver. Pero entendía su confusión, mezclar letras en matemáticas no fue muy buena idea.
Al resolverlo le envié una fotografía y este me agradeció. Creí que allí terminaría la conversación, pero no fue así.
Matt: Me dijeron que te inscribiste en atletismo, es genial
Yo: ¿Cómo sabes eso?
Matt: Mis amigos te vieron con la entrenadora y su hijo es amigo mio
Yo: ¿Hablas de mí con tus amigos?
Matt: Eh, no.
Matt: Bueno si, debía saber bien quién eras.
Yo: Vale.
Ya no sabía de qué hablar con él, no quería decir algo que me hiciera ver ridícula. Hasta que mi móvil vibró:
Matt: Sabes, besas bien para a ver sido tu primer beso.
¿Qué? ¿Eso era un halago o un insulto?
¿Y por qué creía que era mi primer beso?
Que yo supiera, no lo era.
No sabía cómo tomar su comentario.
Al parecer mi crisis tardó demasiado porque Matt volvió a escribir: Debo ir a dormir, adiós.
No respondí, no quería enviarle un mensaje y despertarlo, por haber tardado en responder.
Aún seguía sin saber muy bien qué significaban sus palabras. Pero aún seguía emocionada porque lo había besado.
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