CAPÍTULO 06

Larissa no estaba precisamente habituada a viajar por el mundo cada pocas semanas, así que mucho maquillaje no hacía demasiado por disimular su cansancio (provocado por la resistencia de su cuerpo a los cambios de husos horarios), y cuando salió a ver a Charles, su atuendo era más bien casual. No era el atuendo impresionante que habría escogido en otras circunstancias, pero trabajaba con los recursos a su alcance.

Se encontró con él en una pequeña cafetería a pocas cuadras de su hotel, era el tipo de sitio que se esperaría que frecuentara una celebridad que quería pasar desapercibida, así que era ideal para ellos, que deseaban con ferviente necesidad no cruzarse con nadie que pudiera reconocerlos como el piloto dorado de Ferrari y la hija del director de Mercedes.

Cuando él entró, ella ya estaba acomodada en un pequeño y mullido sofá en una esquina, con una taza de café en la mano.

—Hola —sonrió Larissa.

Él se sentó en la silla frente a ella. Para desgracia de Charles, solo había un sillón y ella se había apropiado felizmente de él, y no estaba dispuesta a renunciar a él ni siquiera por el piloto con el que se había obsesionado hacía dos semanas.

—Hola —dijo Charles—. ¿Esperas hace mucho?

—No, hace unos minutos. Pero pedí mi café en el segundo en que llegué, no puedo evitarlo, perdón, soy adicta —dijo ella, alzando su taza—. Pero no he ordenado comida.

Charles se apresuró a ordenar una malteada de vainilla, lo que le resultó encantador y curioso al mismo tiempo a Larissa. El primer encuentro de ambos había fluido fácilmente y con una dinámica impresionante, pero en aquella segunda ocasión se sentía más como si estuviera yendo a su primer día en la escuela primaria sin conocer a nadie. Era incómodo, dolorosamente incómodo.

De algún modo, ella habría creído que sucedería mejor, pero había errado. Y debió haber sabido que eso iba a pasar cuando ambos no se conocían en absoluto y en realidad las intenciones de ambos no habían sido establecidas previamente.

Larissa se esforzó por respirar y comportarse, no como en una cita, y preferentemente no como una fan enloquecida que conocía finalmente a su ídolo.

— ¿Desde cuándo viajas con los equipos? —preguntó Charles, inclinándose al frente en su rígida silla.

—Desde que comenzó la temporada. Ahora trabajo en publicidad —dijo ella—. Mi inexperiencia en materia de lo relacionado no me ayuda mucho, pero me esfuerzo.

— ¿Y te llevas bien con los pilotos?

—No he conocido oficialmente a Lewis todavía, pero paso bastante tiempo con George. ¿Ya escuchaste ese audio donde un niño grita tu nombre y luego empieza a toser? Vamos a grabar un video con ese audio —dijo Larissa—. Espero que le des 'me gusta' y no me dejes como una mala creadora de contenido, es un trabajo nuevo.

—Envíamelo cuando lo publiques y me encargaré de compartirlo —aseguró él—. A menos que creas que compartirlo sería demasiado.

—Considerando que yo no apareceré en el video, no creo que vaya a ser un escándalo demasiado grande. De todos modos, creo que un like tuyo es todo lo que se necesita para que tus fanáticas lo encuentren por su cuenta.

La mesera se acercó a entregarle su malteada a Charles y él la aceptó con una sonrisa que hizo que la mujer se ruborizara. Larissa aprovechó el momento para mirarlo con más atención, desde su cabello desordenado y a medio camino entre ser lacio y ondulado, y los hoyuelos que se le formaban cuando sonreía.

Era curiosa la forma en que podía ser insoportablemente guapo, pero al mismo tiempo casi adorable.

— ¿Eres muy cercana a tu papá? —preguntó Charles.

—A veces. Funciona un poco por rachas. No solía verlo demasiado durante el año, ya sabes, por sus viajes. En mi infancia tampoco me gustaba la cantidad de veces que tuve que mudarme. Nací en Austria, luego viví en Suiza y finalmente toda la familia terminó en Mónaco —dijo Larissa—. En general, crecí un poco enemistada de la Fórmula 1 por eso, solo recientemente me molesté en ver una carrera y descubrir que quizá es mejor de lo que esperaba. Soy una fanática nueva, todavía no me he leído tu página de Wikipedia así que lamento tener que preguntarlo, pero ¿qué es lo que te trajo a ti a la Fórmula 1?

—Mi papá. Él era piloto de Fórmula 3 y me inició en el karting cuando era niño. Solo necesité algunas vueltas para ver que eso era lo que quería en mi vida.

—Si hubiera sido menos caprichosa cuando era una niña y hubiera dejado que mi papá me llevara al karting, quizá estaría en la F1 Academy ahora. Sin embargo, eso no sucedió y ahora es casi un milagro que sepa conducir un auto común.

— ¿Y serías mi fan si tu papá te hubiera introducido al mundo de las carreras? —preguntó Charles.

—Soy tu fan a pesar de que él es el director de Mercedes. No creo que haya algo que hubiera podido alterar eso. No soy del todo una partidaria del destino, pero creo que sin importar las circunstancias, una carrera habría bastado para que reconociera tu potencial. Creo en ti, y creo que eventualmente serás el campeón.

Cuando terminó de hablar, Larissa carraspeó, ligeramente ruborizada. Charles le sonreía, sin embargo, y eso le provocó a ella una pequeña risa nerviosa.

No era una adolescente. Era una mujer veinteañera, con un trabajo y un largo pero terrible historial amoroso. Aún así, se sentía como una chica de dieciséis años con él.

—Ya no hay tanta gente que esté tan convencida como tú —señaló él, encogiéndose de hombros.

—No puedo evitar que existan los idiotas —dijo Larissa, y Charles soltó una carcajada.

Se remoción nuevamente en su silla, y Larissa prestó nuevamente atención a la rígida madera, que incluso se veía afilada en los bordes. Suspiró profunda y escandalosamente.

—Ven. Te doy una oportunidad antes de cambiar de opinión —dijo ella—, te daré espacio en mi sillón.

El sillón era individual. Sí. Pero Larissa era pequeña y delgada, y el sillón era amplio, así que ambos cabían perfectamente. Y el piloto ya le daba lástima con la incómoda postura que mantenía. Se había ganado un asiento un poco mejor.

Charles no se hizo demasiado del rogar, tomó su malteada de la mesa y se colocó al lado de Larissa, empujándola juguetonamente. Ella soltó una risa.

—Baréin no fue mi mejor carrera, pero tampoco la peor. Tuve una muy mala racha hace poco. Ferrari está muchísimo más fuerte esta temporada. Creo que podrías convertirte en nuestro amuleto de la suerte —dijo Charles.

—Si soy un amuleto de la suerte, soy un amuleto terrible que aparentemente no garantiza la victoria.

—Es que tu poder de amuleto de la suerte se ve disminuido porque usas merch de Mercedes —argumentó él, poco dispuesto a abandonar la idea.

—Es una lástima para ti, entonces, que mi padre me mandaría directamente de regreso a casa si me viera con una gorra de Ferrari —dijo Larissa.

—Tendré que conformarme con un rendimiento constante. Al menos por ahora.

—No creo que mi presencia en Mercedes vaya a cambiar —replicó Larissa, pasándose la mano por el cabello.

Si fuera una persona normal, no la hija de Toto Wolff, entonces podría apoyar libremente al equipo que quisiera. Aunque, claro, si no fuera su hija, quizá nunca habría conocido la Fórmula 1 para empezar. Ella no cambiaría a su padre por nada, pero le gustaría no haber tenido que verse a escondidas con Charles solo porque él era un piloto del equipo rival.

Parecía un poco estúpido, si se lo preguntaban, que las riñas y rivalidades en la pista se trasladaran al exterior, y lo que debería ser un deporte como cualquier otro, resultara poco más que un hervidero de escándalos.

—Creo que eso dijo Lewis hace un par de temporadas —dijo Charles.

Larissa se ahogó y comenzó a toser, llevándose la mano al pecho, al mismo tiempo que soltaba una risotada.

Se giró ligeramente para poder observarlo, con completa incredulidad. Ella había visto a su padre enloquecer por el fichaje de Hamilton por Ferrari, e iba Charles y se burlaba al respecto con una simplicidad y cinismo que no podían sino hacerla carcajear.

A él aparentemente no le quitaba el sueño la identidad de su futuro compañero considerando su propio contrato multianual con la escudería italiana, pero justamente eso era divertido porque todo el público, las demás escuderías y particularmente el padre de Larissa sí habían pasado al menos una noche en vela analizando sus implicaciones para la temporada 2025.

—No puedo creer que en realidad dijiste eso —dijo ella, casi el borde del llanto debido a la risa.

—No dije ninguna mentira —insistió él, con los ojos brillantes, habiéndola acompañado en su risa.

—Supongo que no. Pero es poco probable que tu amuleto de la suerte cambie de equipo esta temporada, lo lamento. Créeme que nada me gustaría más que poder ponerme una camiseta de Ferrari con el número 16.

Él se encogió de hombros.

—Tendré que conformarme con verte usarla en privado alguna vez.

A Larissa casi no le tembló la voz cuando le respondió, y eso para ella era un motivo de orgullo, siendo que la mitad de las mujeres en el mundo se habrían quedado sin voz ante la insinuación y la mirada fija de Charles.

—Sigue soñando, Leclerc.

Él suspiró, tan sonoramente como ella cuando le había ofrecido asiento a su lado.

—No asegures cosas tan rápido, Wolff, muchas cosas pueden pasar en una temporada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top