CAPÍTULO 04

Engancharte con un piloto de Fórmula 1 tenía muchísimas desventajas, demasiadas para enumerarlas todas, pero, por mencionar algunas (que aplicaban al menos al caso de Larissa) son: 1) que si no es un piloto de Mercedes (como era la situación siendo Leclerc de Ferrari) su papá iba a matarla, 2) que no podía acercarse a hablarles bajo el riesgo de que Toto Wolff pudiera enterarse, y 3) que incluso si ella pudiera acercarse, la mayoría de pilotos simplemente la evitarían por miedo a comprometer un futuro e hipotético contrato con Mercedes.

La situación, sin embargo, no era completamente desafortunada, ya que como celebridad que era, Charles Leclerc tenía una cuenta de Instagram perfectamente pública en la que ella podía husmear en momentos de extremo aburrimiento hasta la siguiente carrera.

No era que trasladarse de un país a otro fuera aburrido como tal, no, de hecho, era todo un proceso increíblemente complejo y según su papá, muy estresante, pero la mínima participación de ella en todo la orillaba a pasar mucho tiempo en Instagram y grabando promocionales absurdos con George Russell.

Esa mañana, por ejemplo, había estado en sus asuntos, observando videos de comida en Instagram hasta que le diera hambre para poder bajar a desayunar, cuando deslizó el dedo para ver una de las historias de Instagram de Charles. La regla número uno de husmear en el perfil de Instagram de alguien, al menos para Larissa, era no ver las historias recientes, solo las destacadas, porque siempre quedaba la espantosa posibilidad de que él revisara quiénes habían visto sus historias y la viera allí.

Aquella ocasión, sin embargo, un error de dedo la había llevado a ver la fotografía de una torre muy particular, una que estaba en Yeda, lo que tenía sentido porque todos los pilotos ya estaban en Yeda, pero, y eso era lo importante, también era una torre que ella podía ver en ese mismo momento, desde ese mismo ángulo, desde la ventana de su habitación de hotel.

Aparentemente, su padre había omitido el detalle de que se hospedaban en el mismo hotel que los chicos de Ferrari. Detalles.

Observó la historia. Publicada hace 1 minuto. Y luego miró el texto en la imagen: "listo para desayunar y empezar el día", junto con un emoji de una cara sonriente que en opinión de Larissa se veía sarcástica. Él iba a desayunar. Bueno. Pues de repente ella ya tenía hambre.

Rápidamente tomó su bolsa y saltó de la silla donde había estado sentada. Salió de su habitación rumbo al ascensor. De acuerdo, allí estaba otra ocasión en la que claramente no había considerado suficientemente bien su decisión porque si bien sus probabilidades no eran malas, existía una gran posibilidad de que él ya se dirigiera a algún restaurante fuera del hotel o que incluso fuera una mentira que saldría a desayunar y él tuviera la intención de quedarse en su habitación jugando videojuegos o leyendo algo.

La fortuna estaba de su lado, sin embargo, porque cuando las puertas del elevador se abrieron para ella, él estaba ahí.

Por un segundo, Larissa se detuvo a considerar que se suponía que ella era inmune a los pilotos famosos. Vivió toda su infancia con un ex-piloto, muchos de ellos pisaron su casa de la infancia en algún momento. ¡Grabó videos ridículos para TikTok e Instagram con uno!

Su entusiasmo no era normal. Su intensidad no era normal. Y de verdad, por un momento realmente deseó que Charles Leclerc olvidara su existencia tan pronto como ella saliera de su rango de visión, deseó no ser memorable, porque si él le prestaba algo de atención... Entonces esa caída tenía el potencial de ser la más dolorosa en la vida de Larissa.

Eso no significaba que no intentaría ser memorable, claro.

En ese momento, él era una especie de ídolo para ella. Y todos saben que uno no debe conocer a sus ídolos, para desgracia de Larissa, el suyo no estaba suficientemente lejos; no para ella, al menos.

Y ya estaban en el mismo ascensor, también, así que ella debió haber pensado todo eso antes. Antes de subir al elevador, antes de ver su imagen por primera vez en el teléfono de Russell. Antes ir al paddock con la esperanza de verlo.

Como siempre, la prudencia de Larissa brillaba por su ausencia.

En ese momento ya era tarde. En ese momento, Charles Leclerc estaba a su lado, usando un pantalón holgado y una sudadera enorme, y ella se estaba derritiendo un poco.

De acuerdo, sí, ella tenía un crush. Pero ella podía comportarse.

-Eres Charles Leclerc -comentó Larissa, y quiso felicitarse a sí misma porque no sonaba como una lunática.

Él la miró y le sonrió.

-Hola, mucho gusto -dijo él, su acento estaba muy marcado hacia el final de las palabras y era uno de los más curiosos que ella había escuchado, uno de sus favoritos, también.

Y porque Larissa no podía callarse...

- ¿Me firmarías un autógrafo? -preguntó ella, sacando de su bolsa la gorra de Mercedes que le había dado la escudería y un marcador que traía consigo desde que había empezado a pasar tiempo con George, la experiencia le había indicado que él jamás traía marcador consigo y era un momento ligeramente incómodo cuando se acercaban los fanáticos.

Bueno, tendría que conseguir una gorra nueva, pero valdría la pena mientras su papá no la viera.

Charles titubeó ligeramente al mirar la gorra con el emblema de Mercedes antes de aceptarla. Dibujó rápidamente su firma.

- ¿Cuál es tu nombre? -preguntó él, sonriéndole antes de agregar: -Para la gorra.

-Soy Larissa -respondió ella-. Puedes poner mi apellido también. Larissa Wolff.

- ¿Como...?

-Como Toto Wolff. El de Mercedes, sí.

Charles observó la gorra de Mercedes, y luego la miró a ella. Después miró el marcador que indicaba en qué piso estaban, y quedaban todavía cinco antes de llegar a la planta baja.

- ¿Eres...?

-Soy su hija.

-Bueno, no creo que la firma vaya a poder borrarse -señaló Charles, devolviendo el marcador y la gorra, ya firmados y con el nombre de Larissa en dedicatoria.

-Bueno, ojalá que no se borre -dijo Larissa, consternada-, este es un marcador permanente. Toda fan tiene derecho a un autógrafo de su piloto favorito, ¿o no?

Y ella le guiñó un ojo. Él pareció atónito un par de segundos antes de recuperarse.

-No creo que escuchar eso le encante a tu papá.

-Sí, bueno, él no está aquí, y yo no voy a ir a decírselo. ¿Tú?

-No en esta vida, no.

-En ese caso, me parece que tenemos un secreto compartido. Que encantador, casi tanto como tu acento francés -dijo Larissa, con dulzura.

Y si ella no estuviera segura de que eso no era posible, habría creído que él se ruborizó ligeramente.

-No es francés -replicó Charles.

- ¿No es tu idioma natal? ¿El francés?

-Bueno, sí, pero yo no soy francés -dijo él, encantadoramente exasperado.

El ascensor se detuvo y ambos se apresuraron a salir, pero antes de que él se alejara, la expresión de ella se volvió súbitamente seria.

-Oye, Charles -llamó Larissa, y él se giró para observarla-. Buen trabajo en la carrera de Baréin, realmente soy tu fan. Eres la razón por la que me he enamorado de la Fórmula 1. Mucha suerte en el Circuito este fin de semana, sé que eres bueno, solo te falta una mejor oportunidad para demostrarlo. En realidad, en serio creo que podrías ser el mejor de todos.

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