Me gustaría ver tu sonrisa, tu boca y tus ojos. Algo me dice que estaré encantado de conocerte.

¿Tú quisieras conocerme a mí?

Quizás, entraste por curiosidad, o tal vez, por obligación. No lo sé, pero ahora qué estás aquí admito que me siento conectado contigo. Aún cuando no pueda ver qué uses, o la manera en que delineas tus labios, sé que te ves exquisita.

Joder, no puedo con esto. Después de todo, el único cielo al que seré enviado será cuando esté a solas contigo, no importa que luego deba ser juzgado y regrese al infierno.

¿Quieres saber la razón?

Me gusta estar enfermo, y sé que a ti te gusta que lo esté.

¿Exigirás que me cure?

Porque, yo no quiero otra cura que no seas tú. Ni quiero que te olvides de mí.
Ahora formas parte de mis deseos más profundos, aquellos que me llevaron a la locura antes de caer en la perfección, al fin y al cabo, eres tú quién incendio el paraíso.

Así que, sí debo quedarme entre éstas letras y líneas, permíteme quedarme en una parte de ti. Seamos los reyes de este maldito jardín. Tranquila, no te espantes, te confesaré mis pecados y podrás afilar tu cuchillo. Convierte mis palabras en otra perfecta mentira.

No te asustes, yo nací así.

Por siempre tuyo,
Edén.