CAPÍTULO 1












  Según dicen la curiosidad mata al gato. Adentrarse en su mundo,
era peligroso, te costaba la vida.

                              






No quería ir, estaba nerviosa.
¿Y si nadie me habla? ¿Si no hago amigos? ¿Qué pasaría si se me dificulta a la hora de presentarme?
Eso es algo que todos nos hacemos al ser nuevos en un colegio donde no conocemos a nadie, estaba con una ansiedad encima que no daba más.

Iba a comenzar una nueva etapa, me arrepiento mucho de haberme cambiado de colegio, en estos momentos deseo seguir allá por más que la siga pasando mal.

Fui a despertarla, como cada día de todos los años, siempre era yo quien iba a despertarla. Me gustaría que algún día sea ella quién lo haga, con un desayuno a la cama pero eso únicamente existen en películas donde las madres y padres son perfectos.

Gritos.

Ya empezar el primer día de clases con sus gritos, quejándose por cada cosa, la entiendo, es difícil pero no tiene derecho, pero no hay remedio, así es mi madre, a pesar de sus cambios de humor, golpes o lo que pueda hacerme, yo la voy a seguir amando por todo lo que tuvo que pasar.



Digamos que a la entrada recibí bastante empujones, miradas feas y   tropezones. Fui la primera en llegar a el salón, muchos se conocen entre ellos, obviamente, ahora tengo frente mío a la adscripta presentándose y lamentablemente llego lo que menos quería que pasara.

Manejando un montón de emociones llegó mi turno — Mi nombre es Freya, es un gusto conocerlos — digamos que me fue bien presentándome frente a todos, esperaba poder hacer amistades, cueste lo que cueste.

  16 DÍAS DESPUÉS — VIERNES

En estos días he podido entablar nuevas amistades con mis compañeras de curso, obviamente aún sigo reservándome, no hay bastante confianza aún.

— Frey, ¿vienes? — me preguntó Ruth, es pelirroja tiene un cabello bastante lindo, ondulado y bastante cuidado, el color de sus ojos me hacía acordar mucho al cielo con lo celestes que eran. Fue con la que más me he hablado últimamente, me recibió muy bien.

— No, no, me quedo acá, voy a pedirle la llave a la preceptora para ir a buscar dinero a la clase. — No mentía, necesitaba irme a comprar algo para comer porque si no me desmayaba. Mientras las demás junto Ruth se alejaban yo me iba acercando a la preceptora, habían algún que otro compañero de clase conversando con ella.

— Mal... — apenas pude pronunciar el nombre de ella porque me vi interrumpida por esa voz, recuerdos en mi mente aparecían mientras me estremecía al roce de su brazo contra el mío.

— Malvina, ¿puede darme las llaves de la biblioteca? — Nunca pensé volverla a escuchar, era su voz, lo sentía, pero algo en el fondo me decía que no era así, que estaba equivocada, muchos pueden tener la misma tonalidad... me auto convencí de que estaba equivocada y no me di vuelta para mirarlo mientras se alejaba.

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