Me recuerdo repleta de sueños,
era un futuro que pujaba.
Y aunque a veces me siento
como estrella en su esplendor
que observa un cielo de posibilidades,
otras me convierto en una vela sin llama,
sin mecha ni propósito.

Me pregunto dónde habrá ido
ese empuje firme
que, sin cesar, alguna vez me llenó;
y obtengo parte de la respuesta
cuando te siento venir,
y te recibo sin aire, intruso despiadado,
con mi mente que corre lejos
y el corazón apretujado
en un rincón colmado de penumbras
y pánico.

Es por tu culpa, cruel entrometido,
que se ha desordenado mi conciencia,
y con ataques invisibles,
reales como la mismísima existencia,
te llevas parte de mis fuerzas,
convirtiéndome solo en cenizas
del fuego que soy.

¡Pero no vas a ganarme la vida!
¡No vas a llevarme
por mucho más tiempo!
Voy a escarbar dentro de mí
hasta que de vos no quede cimiento,
haré un cóctel de introspección y terapia
que beberé cual remedio
que purgue mi inconsciente
de tus cadenas de hierro.