Capítulo 7
No sé cómo llegué ahí, pero el aire estaba cargado de algo que no podía identificar. Era como si la atmósfera misma conspirara para mantenerme atrapado en ese lugar entre la realidad y el sueño. Todo estaba envuelto en una neblina espesa que, de alguna forma, no resultaba opresiva. Más bien, tenía un peso extraño, como si cada inhalación llenara mis pulmones con algo más que aire.
Entonces lo vi. Elijah.
Estaba de pie a unos metros de mí, su figura rodeada por una luz que no entendía. No provenía de ninguna parte y, sin embargo, lo iluminaba perfectamente. Su cabello negro parecía absorber la luz, mientras sus ojos verdes brillaban como dos llamas que no podían apagarse. Quise hablar, decir algo, pero mi voz no existía. Mi garganta estaba seca, como si el peso de su mirada hubiera robado todas mis palabras.
-Siempre estás huyendo -dijo, su voz flotando entre nosotros como una caricia y un desafío al mismo tiempo.
Quise negar lo que dijo, gritarle que no era verdad, pero mis pies no se movían, y mi cuerpo se sentía pesado, anclado al suelo. Él dio un paso hacia mí, lento, deliberado, como si supiera que yo no iba a resistirme.
-¿Qué es lo que temes, Edds? -preguntó, su tono bajo, pero con una intensidad que me desarmó.
El lugar cambió de repente, como si los lugares estuvieran vivos y respondieran a su presencia. Ya no era un vacío cubierto de neblina; ahora estábamos en el estudio, pero no como lo conocía. Las paredes estaban bañadas en sombras, y la única luz parecía venir de algún lugar indeterminado, un reflejo suave que iluminaba solo a Elijah.
Él estaba cerca, demasiado cerca. Podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo, el aroma inconfundible que siempre asociaba con él: una mezcla sutil de madera y algo dulce, como un recuerdo. Mis manos temblaban, pero estaban clavadas a mis costados, como si algo invisible me mantuviera inmóvil.
-Edds... -murmuró, y la forma en que dijo mi nombre me hizo cerrar los ojos. Su voz era un susurro cargado de promesas y despedidas, todo a la vez.
Cuando volví a abrirlos, estaba tan cerca que podía ver cada detalle de su rostro: la curva de su mandíbula, el arco sutil de sus labios, la sombra de las pestañas que se proyectaban sobre sus mejillas. Pero sus ojos... Sus ojos parecían atravesarme, como si estuvieran viendo partes de mí que ni yo entendía.
-Siempre vuelvo a ti, ¿sabes? -dijo, su voz rompiendo el silencio, suave pero inquebrantable.
Sus dedos rozaron mi rostro, y fue como si cada nervio de mi piel despertara. Cerré los ojos de nuevo, incapaz de sostener su mirada, pero no me alejé. No podía. No quería.
-No importa cuánto intentes esconderte de esto. Yo lo veo. Lo siento.
Cuando sus labios tocaron los míos, fue como si el suelo desapareciera bajo mis pies. Todo lo demás se desvaneció: el estudio, las sombras, incluso la luz. Solo existíamos él y yo, flotando en ese espacio suspendido entre la duda y la certeza.
El beso comenzó suave, como un susurro, pero pronto se volvió algo más. Era urgente, lleno de una intensidad que no podía controlar, como si todo lo que nunca habíamos dicho se derramara en ese momento. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que podría romperse, pero no me importó.
Mis manos, antes inmóviles, encontraron su rostro, sosteniéndolo como si temiera que desapareciera. Sentí el calor de su piel bajo mis dedos, el movimiento de su respiración contra mí. Elijah se inclinó más cerca, y por un instante, fue como si nuestras almas estuvieran entrelazadas.
Y luego todo comenzó a desmoronarse. El beso se desvaneció como un eco, el calor desapareció, y la luz se volvió cegadora. Traté de aferrarme a él, pero mis manos no encontraron nada. Solo vacío.
Abrí los ojos con un sobresalto, jadeando como si hubiera estado conteniendo la respiración. Mi habitación estaba en calma, bañada por la luz tenue de la mañana, pero dentro de mí, todo era caos. Mi pecho subía y bajaba rápidamente, y mi corazón golpeaba contra mis costillas con una fuerza casi dolorosa.
Toqué mis labios con dedos temblorosos. Aún podía sentirlo.
Me tomó varios minutos recuperar la compostura. Aún sentado en la cama, traté de calmar mi respiración y convencerme de que solo había sido un sueño. Nada más que un sueño. Pero la sensación seguía ahí, grabada en mi piel, en mis labios, en el caos que latía dentro de mi pecho.
Elijah.
Su nombre resonó en mi mente como un eco persistente. No podía deshacerme de él. Incluso cuando traté de convencerme de que no significaba nada, algo dentro de mí sabía que no era cierto. Me pasé una mano por el cabello, despeinándolo aún más, y suspiré con frustración.
El reloj junto a mi cama marcaba las 6:42 a.m. Era temprano, pero ya sabía que no podría volver a dormir. Me levanté, tambaleándome un poco, y me dirigí al baño. El agua fría contra mi rostro no ayudó tanto como esperaba. La imagen de Elijah seguía ahí, tan vívida que casi podía escuchar su voz.
Me vestí rápidamente y salí de la habitación, esperando que el movimiento me ayudara a despejar mi mente. Pero a medida que pasaban las horas, me di cuenta de que era inútil. No podía sacarlo de mi cabeza.
Archie fue la primera en notarlo.
-¿Qué pasa contigo hoy? -preguntó mientras ajustaba unas notas en su libreta. Estábamos en el estudio, pero mi mente estaba en cualquier otro lugar.
-¿Eh? Nada, estoy bien -mentí, evitando su mirada.
Ella levantó una ceja, claramente incrédula. Archie siempre había sido buena para leerme, algo que a veces me irritaba.
-Edds, por favor. Pareces un fantasma. ¿Te sientes mal?
Vacilé, pensando en cómo responder. Podría haberla ignorado, pero la forma en que me miraba, con una mezcla de preocupación y curiosidad, me hizo ceder.
-Tuve un sueño raro, eso es todo. No es nada importante.
Archie dejó de escribir y me miró con interés renovado.
-¿Raro cómo?
Negué con la cabeza, esperando que eso fuera suficiente para disuadirla, pero ella cruzó los brazos, claramente decidida a no dejarlo pasar.
-Edds, sabes que no voy a soltar esto, ¿verdad?
Solté un suspiro de resignación.
-Tuve un sueño, con Elijah.- Admití finalmente, mi voz apenas un susurro.
Archie abrió mucho los ojos y una sonrisa maliciosa comenzó a formarse en sus labios.
-¿Sobre Elijah? ¡Oh, esto se pone interesante!
-Baja la voz -le advertí, mirando a mi alrededor con nerviosismo. Pero era demasiado tarde.
-¿Por qué? -preguntó, riéndose entre dientes-. ¿Qué soñaste con él?
Pero antes de que pudiera decir algo, escuché un ruido detrás de nosotros. Me giré rápidamente y lo vi: Elijah, apoyado casualmente en una pared cercana, sus ojos verdes fijos en mí.
-Sí, Edds. ¿Qué soñaste conmigo?
Mi cuerpo se tensó al instante, y el color desapareció de mi rostro. Lentamente, me giré para encontrar a Elijah de pie junto a la puerta, con una expresión que mezclaba curiosidad y algo más que no pude identificar.
-No es... nada -dije rápidamente, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.
-¿Nada? -repitió Elijah, dando un paso más cerca.
Archie, por supuesto, no ayudó en nada. Se encogió de hombros con una sonrisa traviesa y dijo:
-Si es "nada", entonces no te importará contarle.
Le lancé una mirada de advertencia, pero Elijah ya estaba demasiado cerca. Su presencia llenaba el espacio de una forma que hacía que fuera imposible pensar con claridad.
-Hablaremos después, Edds -dijo, su tono calmado pero cargado de una intensidad que me hizo tragar saliva.
Elijah no tardó mucho en buscarme. Apenas un par de horas después, lo vi acercarse con paso decidido mientras yo revisaba unos guiones en una esquina del estudio. Traté de concentrarme en las palabras frente a mí, pero su figura dominaba mi campo de visión, y mis manos comenzaron a temblar.
-¿Puedo hablar contigo? -preguntó, aunque su tono dejaba claro que no aceptaría un "no" como respuesta.
Sin esperar mi aprobación, hizo un gesto para que lo siguiera. Caminamos en silencio hacia una sala vacía, lejos del bullicio de los demás. Mi mente no paraba de correr, inventando excusas o explicaciones que pudiera darle. Pero nada sonaba convincente, ni siquiera para mí.
Cuando cerró la puerta detrás de nosotros, se quedó quieto, mirándome fijamente. El silencio era abrumador, y sentía que mi corazón iba a salirse de mi pecho.
-Entonces... -empezó, cruzando los brazos mientras apoyaba un hombro contra la pared-. ¿Vas a decirme qué soñaste conmigo o tengo que sacártelo palabra por palabra?
Su tono era casual, pero había algo en sus ojos, en su postura, que traicionaba su aparente calma. No estaba bromeando; realmente quería saber.
-No es importante -dije, tratando de sonar firme, aunque mi voz temblaba levemente.
Elijah frunció el ceño, sus ojos verdes fijándose en mí como si estuviera tratando de descifrar cada rincón de mi alma. Dio un paso hacia adelante, acortando la distancia entre nosotros.
-Edds, por favor. No me hagas esto. Lo escuché todo, pero necesito saber más.
Su tono cambió, de demandante a casi suplicante, y eso me desarmó por completo. Quise apartar la mirada, pero la intensidad de sus ojos me mantenía atrapado.
-No es algo que importe, Elijah. Solo fue un sueño... algo sin sentido.
-¿Sin sentido? -repitió, alzando una ceja, como si mis palabras lo hubieran irritado. Dio otro paso hacia mí, y su proximidad hizo que el aire se volviera más denso, más difícil de respirar.
-Edds, no me mientas. -Su voz se volvió más baja, cargada de una intensidad que hizo que un escalofrío recorriera mi espalda-. Lo que soñaste conmigo... ¿fue algo que querías, o algo que temías?
Mis labios se movieron, pero no salió ningún sonido. Era como si mi cuerpo se negara a cooperar, dejándome atrapado en ese momento. Finalmente, logré susurrar:
-No lo sé.
Elijah suspiró, pasando una mano por su cabello en un gesto frustrado. Pero en lugar de alejarse, se acercó aún más, hasta que apenas había un suspiro de distancia entre nosotros.
-No importa cuánto intentes esconderte, Edds. Te conozco lo suficiente para saber que esto no es solo un sueño para ti.
Quise negarlo, pero las palabras murieron en mi garganta. Mis manos temblaban a mis costados, y todo lo que podía hacer era mirar sus ojos, esa mezcla de desafío y vulnerabilidad que siempre me desconcertaba.
-Elijah, yo... -Intenté hablar, pero él alzó una mano, deteniéndome.
-Déjame ayudarte -murmuró, y antes de que pudiera entender lo que estaba haciendo, su mano rozó mi mejilla.
El contacto fue suave, casi imperceptible, pero el impacto fue inmediato. Cerré los ojos, sintiendo cómo su tacto derribaba las barreras que había construido.
-Edds, ¿por qué sigues huyendo de esto? -Su voz era un susurro, y pude sentir su aliento contra mi piel.
Abrí los ojos y lo miré, encontrando algo en su expresión que nunca antes había visto. Era más que deseo o curiosidad; era una vulnerabilidad que me hacía querer acercarme más a él, aunque parte de mí seguía aterrorizada.
-Porque no sé cómo enfrentar lo que siento por ti -admití finalmente, mi voz apenas un murmullo.
Su rostro se suavizó, y una leve sonrisa apareció en sus labios.
-Entonces déjame ayudarte a enfrentarlo.
Se inclinó aún más, mis labios rozando los suyos, como si pidieran permiso, como si dudaran si era lo correcto. Sentí el calor de su respiración, un escalofrío recorrió mi espalda.
No sé quién corto el espacio, pero de repente sus labios estaban bailando sobre los míos, y todo lo demás desapareció. Fue como si el mundo se detuviera, dejando solo el calor de su cuerpo contra el mío, el suave roce de su boca, y el latido frenético de mi corazón.
El beso comenzó lento, exploratorio, como si ambos estuviéramos probando las aguas. Pero pronto se volvió algo más profundo, más urgente, como si todo lo que habíamos guardado durante tanto tiempo finalmente saliera a la superficie.
Mis manos se movieron por instinto, encontrando su rostro, atrayéndolo más cerca. Sus manos se deslizaron hasta mi cintura, anclándome a él mientras el resto del mundo se desvanecía por completo.
Cuando el beso terminó, ambos estábamos respirando con dificultad. Elijah apoyó su frente contra la mía, y por un momento, no hubo palabras. Solo el latido de nuestros corazones, sincronizados en el silencio.
-No vuelvas a huir de mí -murmuró, su tono una mezcla de súplica y determinación.
No podía prometerlo. Pero en ese instante, sabía que no quería volver a huir.
Elijah no dijo nada más después de esas palabras. Simplemente se quedó ahí, mirándome, como si esperara que yo fuera capaz de decir algo que pudiera igualar lo que acababa de suceder. Pero no podía. Mis pensamientos eran un caos, una maraña de emociones que no sabía cómo desenredar.
Finalmente, él dio un paso atrás, su expresión relajándose apenas, aunque sus ojos seguían fijos en los míos.
-Hablaremos más tarde -dijo, su voz baja pero firme.
-Eli..-Como pude tome su muñeca -por favor, no te alejes de nuevo. -Mi voz sonaba apenas en susurro. -No me dejes como la última vez.
-Edds, cuando dije que no me rendiría contigo, lo dije enserió. -acariciando mis mejillas aún sonrojadas. -No voy a dejarte ir. No de nuevo.
Yo no pude responder, simplemente lo miré a los ojos, sentían que ahora sus palabras eran ciertas.
Y, con eso, se dio la vuelta y salió de la sala, dejándome solo.
Me quedé ahí, como si mi cuerpo aún estuviera procesando lo que acababa de suceder. Mis labios todavía sentían el calor de los suyos, y mi mente giraba, tratando de encontrar sentido.
-¿Qué demonios fue eso? -susurré, pasando una mano por mi cabello en un gesto automático.
Intenté racionalizarlo, pero era inútil. Cada vez que pensaba en Elijah, en el beso, en cómo me había sostenido como si no quisiera dejarme ir, mi corazón comenzaba a latir con fuerza de nuevo.
Con un suspiro, me dejé caer en una silla cercana, apoyando los codos en mis rodillas y enterrando el rostro en mis manos. Sabía que debería estar trabajando, que el proyecto requería toda mi atención, pero en ese momento, todo lo que podía hacer era pensar en él.
El lugar, normalmente lleno de ruido y actividad, estaba en un extraño silencio. Pero no era el tipo de silencio que daba paz; era uno cargado de promesas, como si el aire mismo supiera que algo había cambiado.
No estaba seguro de cuánto tiempo me quedé ahí, pero finalmente me obligué a levantarme. Tenía que hacer algo, cualquier cosa, para distraerme. Pero incluso mientras intentaba enfocarme en las notas del proyecto, una sola idea seguía regresando a mi mente:
Elijah.
Había cruzado una línea, y yo también. Ya no había vuelta atrás..
___________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top