capitulo 7: nuestro primer amigo
El sol de la mañana iluminaba la entrada de la cueva, pero dentro de nosotras todavía persistía la oscuridad del descubrimiento que habíamos hecho el día anterior. Sabíamos que algo grande estaba cerca, pero también que quedarnos inmóviles no era una opción. La supervivencia en Valguero dependía de adaptarnos, y rápido. Si íbamos a explorar más lejos y enfrentarnos a cualquier amenaza que estuviera acechando en el horizonte, necesitaríamos un medio más eficiente de movernos.
Esa mañana, mientras las demás descansaban tras la tensa exploración, comencé a leer uno de los diarios viejos que había encontrado tirado en la playa. A simple vista parecía irrelevante, una especie de guía básica sobre criaturas locales, pero una entrada en particular llamó mi atención: los *Parasaurios*. Eran herbívoros, pacíficos y, según el diario, relativamente fáciles de domesticar si se usaba el enfoque correcto. Tenía sentido. Si conseguíamos domar un par de ellos, podríamos movernos más rápido y cargar con más suministros, lo que nos daría una ventaja significativa.
Me acerqué al grupo mientras terminaban de comer un desayuno ligero.
--Chicas, he estado leyendo el diario que encontré... Creo que deberíamos intentar domar unos parasaurios-- anuncié, observando sus reacciones. --No son peligrosos y podrían ayudarnos a transportarnos más rápido. Podríamos explorar más terreno sin agotarnos tanto y llevar más recursos a la base.--
Nina levantó una ceja mientras terminaba de limpiar su lanza.
--¿Y cómo planeas hacerlo? No es como si pudiéramos simplemente acercarnos y pedirles que nos lleven a pasear-- dijo con un tono sarcástico, pero había interés en su voz.
Sonreí, ya anticipando esa pregunta.
--No. Según el diario, hay una forma de tanteo pasiva. Si nos acercamos con cuidado, alimentándolos con las bayas correctas sin asustarlos, podríamos ganarnos su confianza. Es lento, pero mucho más seguro que tratar de atraparlos por la fuerza.
--¿Funcionará?-- preguntó Lana, algo escéptica pero intrigada.
--Solo hay una forma de saberlo-- respondí, recogiendo algunas de las bayas amarillas dulces que sabíamos que los parasaurios comían. --Vamos a intentarlo. Si no funciona, siempre podemos volver al plan de las lanzas, pero prefiero no asustar a la única opción de transporte que tenemos en este momento.--
Sam se levantó rápidamente, claramente interesada en la idea.
--Yo me apunto-- dijo, recogiendo algunas bayas adicionales. --No perderemos nada intentando, ¿verdad?--
El resto del grupo, aunque todavía algo nervioso por los eventos del día anterior, finalmente aceptó. Nos dividimos en pequeños equipos de dos, con la esperanza de encontrar al menos un parasaurio en los alrededores. Nos mantuvimos cerca de la cueva, ya que no queríamos arriesgarnos a alejarnos demasiado sin una montura segura.
Sam y yo caminamos hacia una pequeña arboleda que habíamos visto antes, donde los parasaurios solían alimentarse. El paisaje seguía siendo impresionante, pero a cada paso sentía una tensión latente en el aire, como si algo invisible nos estuviera observando desde las sombras.
Finalmente, lo vimos: un parasaurio solitario, de color marrón claro con manchas verdes. Estaba pastando tranquilamente entre unos arbustos, su largo cuello moviéndose de un lado a otro mientras arrancaba pequeñas ramas y hojas. Era una criatura hermosa en su simplicidad, y verlo tan cerca me recordó lo vasto y diverso que era este lugar.
--Ahí está-- susurré, señalando a Sam para que se quedara atrás mientras me acercaba lentamente.
El diario decía que debíamos mantener la calma y movernos con lentitud. Saqué unas bayas amarillas de mi bolsa y me acerqué en cuclillas, tratando de no hacer ningún ruido que pudiera asustar al animal. Mi corazón latía con fuerza mientras me acercaba más y más, el parasaurio completamente ajeno a mi presencia.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, extendí mi mano con las bayas. El parasaurio levantó la cabeza y me miró fijamente por un segundo que se sintió eterno. Temí que saliera corriendo, pero en lugar de eso, bajó la cabeza y olfateó las bayas con curiosidad.
--Vamos... tranquilo...-- susurré mientras el parasaurio se acercaba un poco más.
Finalmente, el parasaurio tomó las bayas con un movimiento suave de su lengua, comiéndolas sin aparente preocupación. Sonreí de alivio, pero no me moví ni un centímetro más. Sabía que cualquier movimiento brusco podía arruinarlo todo.
Después de varios minutos, repetí el proceso, acercándole más bayas y permitiendo que se alimentara. El tiempo pasaba lentamente, pero el parasaurio no parecía nervioso. Poco a poco, el animal comenzó a aceptar mi presencia, y tras un par de horas de paciencia y dedicación, logré acariciar su cuello.
--¡Lo logré!-- exclamé en un susurro emocionado, girándome hacia Sam, que nos observaba con una sonrisa desde la distancia.
--¡Eso fue increíble, Elizabeth!-- respondió ella, acercándose con cuidado para no asustar al parasaurio.
El resto del grupo también había tenido éxito. Para el mediodía, teníamos tres parasaurios domados y listos para llevarnos a explorar los alrededores de manera más eficiente. Era una sensación de triunfo, pero también de humildad. A pesar de lo que habíamos visto y enfrentado hasta ahora, estábamos aprendiendo a convivir con las criaturas de Valguero en lugar de luchar contra ellas.
--Esto hará que las cosas sean mucho más fáciles-- dijo Nina mientras subía a uno de los parasaurios, acariciando su lomo con una mezcla de asombro y agradecimiento.
--Sí, pero todavía tenemos un largo camino por delante-- respondí, observando el horizonte. --Este es solo el comienzo. Si queremos sobrevivir aquí, necesitaremos hacer más alianzas como esta. Valguero es vasto y peligroso, pero hoy hemos dado un paso importante para entenderlo.--
Con nuestros nuevos aliados, nos dirigimos a explorar más lejos de la cueva, sabiendo que aunque el peligro seguía acechando en las sombras, ahora teníamos una ventaja que nos permitiría enfrentarlo mejor.
Mientras montábamos nuestros parasaurios domados, el resto de las chicas se dispersaron en pequeños grupos, decididas a domar algunos más para completar nuestro equipo de transporte. Había una emoción palpable en el aire, un resurgimiento de esperanza después de los días tensos que habíamos pasado. Las criaturas no solo eran útiles, sino que se sentían casi como compañeros en esta extraña aventura.
Lana y Sam se habían adentrado un poco más en la arboleda y, tras unos minutos de observación cuidadosa, lograron acercarse a otro parasaurio de un color grisáceo con líneas negras. Utilizando el mismo método pasivo, lo alimentaron con bayas amarillas y, con paciencia, lograron domarlo. Nina, siempre la más inquieta y atrevida, había encontrado un parasaurio más lejos del grupo, uno con un hermoso tono azul turquesa en sus escamas. A pesar de su personalidad impaciente, logró mantener la calma el tiempo suficiente para ganarse la confianza del animal.
Con el paso de las horas, nuestro grupo ahora tenía cinco parasaurios listos para explorar. Nos reunimos cerca de la cueva, sonriendo al ver el progreso que habíamos hecho. Las criaturas, grandes y tranquilas, parecían aceptarnos como parte de su entorno, una sensación extraña en un mundo tan hostil.
Fue entonces cuando noté algo inusual. Mientras estaba sentada sobre mi parasaurio, sentí una ligera vibración en mi muñeca. Mi implante, esa marca misteriosa que había estado en mi brazo desde que desperté en Valguero, comenzó a brillar tenuemente. Al principio, pensé que era solo una reacción a la luz del sol, pero cuando me incliné hacia el parasaurio, el resplandor se intensificó.
--¿Qué diablos...?-- murmuré, levantando el brazo para inspeccionar el implante más de cerca.
El brillo azul se hacía más fuerte a medida que me acercaba al parasaurio, y por un impulso, decidí presionar suavemente el implante, curiosa por lo que estaba ocurriendo. Inmediatamente, una especie de interfaz holográfica apareció ante mis ojos. Era como si mi implante estuviera proyectando información en el aire.
--¡Chicas, miren esto!-- exclamé, sorprendida.
El holograma mostraba detalles sobre el parasaurio que estaba montando: una representación tridimensional de la criatura, con datos que se desplazaban a su alrededor. Lo primero que noté fue su género: **Macho**. También aparecían otras características, como su nivel de energía, velocidad y capacidad de carga.
Sam se acercó rápidamente a mí, sus ojos abiertos de par en par al ver el holograma.
--¿Qué es eso?-- preguntó, asombrada.
--Parece que mi implante puede mostrar información sobre los parasaurios-- respondí, aún en shock. --Nunca había visto algo así antes, pero parece que puedo saber detalles sobre ellos... como su género, energía... incluso cuánta carga pueden llevar.--
Intenté mover la mano para ver si podía interactuar con la interfaz y, para mi sorpresa, funcionó. Al deslizar mis dedos, el holograma me permitía explorar más detalles: la salud del parasaurio, su nivel de hambre y hasta su temperamento. Era como tener una enciclopedia viviente sobre las criaturas de Valguero, y todo estaba conectado a mi implante.
Nina, que siempre había sido más escéptica con todo lo relacionado con los implantes, se acercó con curiosidad, mirando el holograma desde su posición.
--Eso es... increíble. ¿Sabes si tu implante puede hacer lo mismo con otras criaturas?-- preguntó, claramente interesada en el potencial de lo que habíamos descubierto.
--No lo sé-- admití. --Esto es nuevo para mí también. Solo pasó cuando me acerqué al parasaurio. Tal vez podamos probar con otros animales, pero si este implante puede darnos información sobre las criaturas que domesticamos, podríamos tener una ventaja enorme.--
Lana, que había estado escuchando en silencio, se unió a la conversación.
--Si puedes ver su energía y capacidad de carga, eso significa que podríamos planificar mejor nuestras expediciones. Sabremos cuándo un parasaurio está demasiado cansado o cuándo debemos darle más comida para mantenerlo en pie.--
Asentí, dándome cuenta del alcance de esta nueva habilidad.
--Exactamente. No solo es útil para la exploración, sino también para nuestra supervivencia. Este implante podría ser mucho más que una simple marca.--
Pasamos el resto del día explorando esta nueva característica del implante, probando en cada uno de los parasaurios. Todos los implantes de las chicas parecían tener la misma capacidad, mostrando detalles precisos sobre los animales que montábamos. Nos sorprendió lo detallada que era la información, desde su estado de salud hasta su tolerancia al frío o calor.
--Esto cambia todo-- dijo Sam, con una sonrisa. --Podemos planificar nuestras rutas mejor, sabiendo cuánto tiempo podemos montar sin detenernos. Además, podríamos saber si hay algo mal con las criaturas antes de que sea un problema.--
Mientras las chicas discutían emocionadas, yo no podía dejar de mirar mi implante. Si tenía esta capacidad con los parasaurios, ¿qué más podría hacer? ¿Tendría más habilidades ocultas que aún no había descubierto? Valguero parecía estar lleno de secretos, y cada día aprendíamos algo nuevo sobre este misterioso lugar.
Al final del día, montadas sobre nuestros nuevos aliados y con la información del implante al alcance de la mano, nos sentimos más preparadas para lo que fuera que viniera después. Aunque seguíamos siendo un pequeño grupo de adolescentes en un mundo extraño y peligroso, ahora teníamos una herramienta poderosa a nuestro lado. Pero una sensación persistía en el fondo de mi mente: si nuestros implantes podían darnos tanta información, ¿qué más estaban ocultando?
Mientras el sol se ponía y nos dirigíamos de vuelta a la cueva, supe que este era solo el comienzo de lo que nuestros implantes y este mundo tenían para ofrecernos. Y, como siempre, la incertidumbre y el peligro no estaban muy lejos.
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