capítulo 3: Despertando en el arca
El tiempo había pasado de forma extraña desde que Elizabeth había despertado sola en el vasto y misterioso mundo de Valguero. Tras encontrar el extraño módulo que le había dado las primeras pistas sobre dónde estaba, y su encuentro con Sam, una sobreviviente que parecía tan desconcertada como ella, Elizabeth comenzaba a adaptarse a esta nueva realidad. Las preguntas aún revoloteaban en su mente: ¿Qué era exactamente este lugar? ¿Por qué habían sido llevadas allí? ¿Y quién más podría estar vagando por esas tierras?
El sol empezaba a descender cuando ambas decidieron establecer un campamento cerca de la entrada de la cueva. El aire estaba cargado con el olor de la vegetación y el sonido distante de dinosaurios que, a lo largo de los días, Elizabeth había empezado a reconocer. Desde el imponente bramido de un Brontosaurio hasta los gritos agudos de los Pteranodones surcando los cielos, cada rincón de Valguero estaba vivo.
-Aún me cuesta creer que estamos aquí- dijo Sam mientras avivaba el fuego.-He estado tratando de descifrar el propósito de todo esto. Es como si alguien nos hubiera elegido específicamente.-
Elizabeth asintió en silencio, observando el fuego danzar frente a ellas.-El Arca-murmuró, sus pensamientos volviendo al módulo que había encontrado entre las rocas.-Esto es lo que nos ha traído aquí, lo que ha creado este lugar. Pero no entiendo... ¿por qué a nosotras?-
Sam se inclinó hacia adelante, su rostro iluminado por las llamas.-Puede que nunca lo sepamos. Pero lo que sí sabemos es que tenemos que sobrevivir. Y para eso, necesitamos conocer mejor este mundo, estas criaturas...- señaló hacia la densa jungla a su alrededor, donde podían escucharse los crujidos y gemidos de la fauna local.
El día siguiente amaneció con un cielo despejado, aunque el aire tenía un toque de humedad que indicaba que pronto llovería. Tras alimentarse con algo de fruta silvestre y pequeños animales cazados, las dos decidieron que su primera misión sería explorar más a fondo el territorio circundante. Si Valguero era una vasta reserva de vida, necesitarían conocer cada rincón para planificar su supervivencia a largo plazo.
-Lo primero que necesitamos es un refugio más sólido-dijo Elizabeth, trazando mentalmente una estrategia. -Algo que no solo nos proteja de los depredadores, sino que también nos sirva para almacenar suministros.-
Sam asintió, recogiendo su arco improvisado.-También necesitamos más armas. Esa lanza apenas funciona contra las criaturas más pequeñas. Si nos enfrentamos a algo más grande, estamos perdidas.-
Comenzaron a adentrarse en los bosques, siguiendo el curso de un río que serpenteaba entre las montañas. El paisaje de Valguero seguía siendo imponente: montañas altísimas cubiertas de vegetación, enormes planicies que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y en la distancia, la silueta de criaturas que parecían sacadas de un sueño.
A medida que avanzaban, notaron algo curioso en el suelo: rastros de otras personas. Pequeñas marcas de botas que claramente no pertenecían ni a ellas ni a los dinosaurios. Esto significaba que no estaban solas. Elizabeth y Sam intercambiaron una mirada tensa. Podría ser peligroso, pero también podría ser una oportunidad.
-Tenemos que encontrar a quien haya dejado esas huellas-dijo Elizabeth en un susurro, agachándose para observar mejor las marcas.
-O tal vez mantenernos alejadas- replicó Sam, con una ceja levantada.-No sabemos si serán amigables.-
-No podemos sobrevivir solas para siempre,- respondió Elizabeth. -Necesitamos más manos, más información.-
Las huellas las llevaron a una pequeña colina que daba a un valle cubierto de árboles. Desde allí, Elizabeth pudo ver algo inesperado: una estructura rudimentaria construida entre los árboles, como una especie de campamento. Las personas que habían dejado las huellas no eran amateurs. Parecían haber estado en Valguero mucho más tiempo que ellas.
-Mira,- dijo Sam señalando hacia el campamento.-Parece que están mejor preparados de lo que esperábamos.-
Ambas se escondieron entre los arbustos, observando con cautela. Un grupo de tres personas se movía en el campamento, hablando en susurros y preparando lo que parecía ser una comida. No parecían estar armados, al menos no a simple vista.
-Podríamos acercarnos y hablar con ellos,-sugirió Elizabeth.-Tal vez puedan decirnos más sobre este lugar.-
-O nos podrían matar- dijo Sam con un tono sarcástico, pero su expresión se suavizó cuando vio la mirada decidida de su compañera. -Está bien, pero nos acercamos con cuidado.-
Ambas comenzaron a avanzar lentamente, manteniéndose en las sombras de los árboles hasta que estuvieron a una distancia razonable. Elizabeth levantó una mano y dijo en voz alta: -No queremos problemas, solo respuestas-
Los tres en el campamento se giraron bruscamente, con sorpresa en sus rostros. Una de ellas, una mujer de complexión fuerte y cabello oscuro, se levantó, observándolas con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
-¿Quiénes son ustedes?-preguntó con voz firme.
Elizabeth dio un paso adelante.-Somos como ustedes. Acabamos de despertar aquí y no tenemos idea de dónde estamos o por qué. Solo queremos entender lo que está pasando.
La mujer pareció relajarse un poco, aunque mantenía su postura firme. -Nosotras también llegamos aquí hace un tiempo. Este lugar... es todo un misterio. Pero no es seguro. Las criaturas aquí fuera son peligrosas, y no solo los dinosaurios.-
Sam, que hasta entonces había permanecido en silencio, preguntó: -¿Qué quieres decir con 'no solo los dinosaurios'?-
La mujer entrecerró los ojos, mirando a su alrededor como si temiera que algo las estuviera observando.-Hay otras cosas en este lugar, cosas que no deberían existir. Criaturas que parecen ser de pesadillas... Y no todas son animales.-
El silencio que siguió a sus palabras fue pesado. Elizabeth sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Si lo que decía esa mujer era cierto, entonces Valguero era mucho más que un simple arca de vida. Algo más oscuro acechaba en las sombras.
Decidiendo que lo mejor era colaborar, Elizabeth y Sam se unieron a las tres mujeres del campamento. Juntas, intercambiaron información sobre lo que cada una había descubierto hasta ahora. Aunque todavía quedaban muchas preguntas sin respuesta, había algo claro: Valguero no era simplemente un paraíso de vida salvaje. Algo más acechaba en los rincones de ese mundo.
Esa noche, mientras el fuego crepitaba y el sonido de los dinosaurios resonaba a lo lejos, Elizabeth sacó el diario que había encontrado días antes. Al pasar las páginas, notó que muchas estaban arrancadas, pero las que quedaban tenían fragmentos de información valiosa. Describían algunas de las criaturas que habían visto, como el Tyrannosaurus rex, una bestia temible que dominaba los valles, y los Raptors, pequeños pero letales cazadores en grupo.
También había un párrafo que llamó su atención, escrito con prisa y en letras temblorosas:
_Este lugar no es lo que parece. No es solo una reserva. Algo está experimentando con nosotros, y las criaturas no son lo peor que podemos encontrar aquí..._
Elizabeth cerró el diario y miró a las demás, quienes estaban en silencio, cada una sumida en sus propios pensamientos. Sabía que su supervivencia dependía de la rapidez con la que aprendieran a vivir en este mundo... y de lo preparadas que estuvieran para enfrentarse a lo desconocido.
El siguiente día traería nuevos desafíos, y Elizabeth estaba decidida a estar lista para lo que sea que Valguero les lanzara.
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