capitulo 16: ¿Zona aberrante?
El sol apenas comenzaba a asomarse sobre el horizonte cuando Elizabeth montó en Amber, su Pteranodon, lista para emprender su viaje en solitario hacia la meseta que había identificado como un posible lugar para su nueva base. El aire fresco de la mañana era revitalizante, y el batir de las alas de Amber hacía eco en el silencioso cielo mientras se elevaban sobre las copas de los árboles. Desde el aire, el paisaje parecía vasto e infinito, pero Elizabeth tenía un claro objetivo en mente: explorar a fondo la meseta y asegurarse de que sería un buen lugar para establecerse.
Después de varias horas de vuelo, finalmente llegó a la zona de la meseta. Desde las alturas, podía ver el terreno montañoso, rodeado de acantilados abruptos y con una exuberante vegetación que prometía abundantes recursos. A lo lejos, un río serpenteaba por el valle, brindando acceso al agua, y las laderas parecían lo suficientemente seguras para construir estructuras más resistentes. Era un lugar perfecto para protegerse de los depredadores más grandes y, al mismo tiempo, tener acceso a materiales esenciales.
Decidió aterrizar en una de las áreas más abiertas para comenzar su exploración a pie. Desmontando de Amber, Elizabeth acarició suavemente la cabeza de su compañera, agradecida por el viaje seguro.
—Buen trabajo, Amber —susurró, mientras ajustaba su mochila y preparaba su equipo para explorar la zona.
Comenzó a caminar por la meseta, tomando notas en su diario y marcando mentalmente los lugares que parecían más adecuados para construir. Caminó durante horas, analizando la flora y fauna local, observando cualquier peligro potencial y evaluando los recursos disponibles. El terreno parecía prometedor, pero había algo en el ambiente que la inquietaba. A pesar de lo ideal que parecía el lugar, Elizabeth no podía sacudirse una extraña sensación de opresión, como si hubiera algo más que no estaba viendo.
Tras un rato, decidió descansar cerca de una formación rocosa, donde las piedras formaban una pequeña sombra. Mientras bebía agua y recuperaba el aliento, algo llamó su atención. No muy lejos de donde estaba, había una grieta en el suelo, apenas visible entre las rocas y la vegetación que la cubría parcialmente. Intrigada, se acercó.
La grieta era más profunda de lo que había pensado inicialmente, y cuanto más se acercaba, más sentía una especie de tirón inexplicable, como si algo la atrajera hacia abajo. Se inclinó para examinarla mejor, notando que la grieta se expandía en una especie de entrada subterránea, como una ranura oscura que parecía adentrarse en lo profundo de la tierra.
—¿Qué es esto? —murmuró, inclinándose aún más para tratar de ver hacia el interior. La oscuridad era impenetrable, pero sentía una corriente de aire frío que emergía desde dentro, lo que indicaba que el lugar no solo era profundo, sino también vasto.
Sin pensarlo dos veces, Elizabeth se preparó para descender. Encendió su antorcha, ajustó su equipo y se dispuso a explorar aquella misteriosa ranura. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de dar el primer paso hacia la oscuridad, un dolor agudo le atravesó la muñeca. Se detuvo de golpe, soltando un pequeño gemido y llevando instintivamente la mano a su implante.
El dolor no cedía. Era como si el implante estuviera ardiendo, y pronto, una serie de pulsos eléctricos comenzaron a emanar de él, obligándola a retroceder de la grieta. Elizabeth miró su brazo, desconcertada, mientras el dolor se intensificaba.
De repente, una notificación emergió en su visión, proyectada directamente desde su implante. Las letras rojas parpadeaban con una advertencia que no podía ignorar:
"PELIGRO: ZONA ABERRANTE"
Elizabeth frunció el ceño, leyendo y releyendo las palabras. No había oído hablar de una "zona aberrante" antes. Decidió revisar más a fondo la información que su implante estaba proporcionando, tratando de ignorar el dolor que seguía pulsando en su muñeca. Las palabras comenzaron a desplegarse en su visor, explicando lo que significaba esa advertencia.
Descripción de la Zona Aberrante:
> La Zona Aberrante es una región subterránea del Arca, marcada por la presencia de criaturas mutadas y peligrosas, así como por la alteración de las condiciones naturales. Los recursos pueden ser valiosos, pero los riesgos son extremadamente altos. La radiación constante en la zona puede afectar tanto a los humanos como a los animales, provocando mutaciones o daños irreversibles. Las luces brillantes y la bioluminiscencia son comunes, y las criaturas que habitan este lugar son más agresivas y letales de lo habitual.
> Precaución extrema: solo los aventureros más preparados deben adentrarse en esta zona. Se recomienda equipo especializado y medidas de protección contra la radiación.
La respiración de Elizabeth se aceleró mientras leía la información. La "zona aberrante" no era algo para tomarse a la ligera. El implante estaba reaccionando de forma tan violenta porque estaba a punto de adentrarse en un lugar completamente diferente, uno que al parecer, ni siquiera debería existir dentro del Arca.
Guardó su equipo y se alejó de la grieta, sabiendo que no podría explorarlo sola, y menos sin el equipo necesario. Aunque su curiosidad seguía despierta, también sabía que debía priorizar su seguridad y la de su equipo. Si realmente iban a explorar esa zona, tendrían que hacerlo con la preparación adecuada y con la ayuda de las demás chicas.
Elizabeth montó nuevamente en Amber, mirando una vez más la grieta desde el aire mientras se elevaban en el cielo. Esa ranura subterránea podría contener secretos valiosos, pero también estaba llena de peligros impredecibles.
Mientras regresaba al campamento, el viento fresco y el vuelo suave de Amber le ayudaron a organizar sus pensamientos. Sabía que tendrían que discutir el hallazgo con el resto del grupo. La posibilidad de establecer su base en esa meseta seguía siendo viable, pero la presencia de la zona aberrante justo debajo de ellas complicaba las cosas.
Una vez que aterrizó en el campamento, Elizabeth fue recibida por las chicas, quienes ya estaban ansiosas por escuchar sobre su exploración. Se reunió con ellas alrededor de la hoguera y, con el fuego crepitando suavemente, comenzó a relatar lo que había encontrado.
—La meseta es perfecta para nuestra nueva base —dijo, mirando a todas con seriedad—. Tiene recursos, está elevada, y nos dará ventaja contra cualquier depredador. Pero... —hizo una pausa, dándole peso a sus próximas palabras—. Encontré una grieta, una entrada subterránea. Y lo que descubrí no es algo que pueda ignorarse. Justo debajo de nosotros está lo que mi implante llama una "zona aberrante".
Las chicas la miraron, confundidas. Emily fue la primera en hablar.
—¿Zona aberrante? ¿Qué significa eso?
Elizabeth explicó todo lo que había leído en su implante, desde las criaturas mutadas hasta la radiación y los peligros que implicaba. Lana y Iris fruncieron el ceño, mientras Nina cruzaba los brazos, claramente preocupada.
—¿Crees que es seguro estar tan cerca de esa zona? —preguntó Lana—. Si es tan peligrosa como parece, ¿no corremos el riesgo de que algo salga de ahí?
—Eso es lo que debemos evaluar —respondió Elizabeth, cruzando los brazos mientras pensaba—. El lugar es ideal para nuestra base, pero no podemos ignorar lo que hay debajo. Tendremos que prepararnos y decidir si realmente queremos establecer nuestro campamento allí, o si deberíamos buscar otra opción.
Hubo un silencio momentáneo mientras todas procesaban la información. Sabían que este descubrimiento cambiaba las reglas del juego, pero también entendían que no podían quedarse en su ubicación actual para siempre. Estaban en una encrucijada, y cada decisión que tomaran en ese momento podría determinar su supervivencia en el futuro.
—Lo que está claro —dijo Iris finalmente— es que no podemos explorar esa zona sin el equipo adecuado. Si decidimos ir, tendremos que estar completamente preparadas.
Elizabeth asintió.
—Exactamente. No pienso volver ahí hasta que tengamos todo lo necesario para enfrentar lo que sea que esté escondido en esa zona aberrante.
La noche avanzaba, y aunque las llamas de la hoguera iluminaban el campamento, las sombras de la incertidumbre se cernían sobre las chicas. Sabían que el camino por delante sería peligroso, pero si algo las había mantenido a salvo hasta ahora, era su capacidad para adaptarse y enfrentarse juntas a lo desconocido.
La decisión sobre su nuevo hogar aún estaba en el aire, pero una cosa era segura: el Arca nunca dejaría de sorprenderlas con sus secretos, y ellas tendrían que estar listas para todo lo que viniera.
Elizabeth había estado reflexionando durante días sobre lo que sería mejor para ella y su grupo. La idea de separarse del grupo de Ragnar seguía rondando su cabeza, y finalmente, había tomado una decisión. Después de explorar el valle oculto, sabía que el lugar sería perfecto para establecerse, lejos de los peligros y de la incertidumbre que representaba permanecer con Ragnar y los suyos.
Acompañada de Amber, su fiel Pteranodon, Elizabeth voló hacia el campamento de Matthew para hablar con él primero. Sabía que él entendería su postura y, más que nada, quería asegurarse de que no hubiera malos entendidos entre ellos.
—Matthew —empezó Elizabeth, respirando hondo—, las chicas y yo hemos decidido irnos. Hemos encontrado un lugar que creemos que será más seguro para nosotras, un lugar donde podamos asentarnos y construir algo propio.
Matthew asintió, sin sorpresa alguna en su rostro. Parecía haberlo esperado desde hace tiempo.
—Elizabeth, no te preocupes —dijo con voz tranquila—. Siempre he respetado tus decisiones, y sé que haces lo que es mejor para ti y para las chicas. Nosotros nos quedaremos con Ragnar, y estoy seguro de que ustedes estarán bien por su cuenta. Aquí siempre tendrán amigos, pero entiendo que quieran seguir su propio camino.
Elizabeth sonrió, agradecida por la comprensión de Matthew. Aunque se había preparado para una despedida más emotiva, la calma de Matthew la reconfortó. Sabía que, aunque estuvieran separados, seguirían siendo aliados y amigos.
—Gracias, Matthew. Eso significa mucho para mí. No es un adiós definitivo, solo necesitamos un espacio donde podamos prosperar sin depender de nadie más.
Se abrazaron brevemente antes de que Elizabeth montara de nuevo a Amber para volar hacia el campamento de Ragnar. Sabía que la conversación con él sería más directa, pero igualmente importante.
Al llegar, Ragnar estaba supervisando algunos trabajos, pero al verla, dejó lo que estaba haciendo y se acercó.
—Ya te has decidido, ¿verdad? —dijo Ragnar, sin necesidad de que Elizabeth explicara nada.
—Sí —respondió Elizabeth, con firmeza—. Hemos encontrado un lugar, lejos de aquí, donde queremos asentarnos. Creo que es lo mejor para nosotras.
Ragnar asintió, con la misma calma que había mostrado Matthew.
—Como ya te dije, es tu decisión irte. No voy a detenerlas. Ustedes son fuertes y saben cuidarse. Solo espero que si alguna vez necesitan ayuda, no duden en buscarme.
—Gracias, Ragnar. Lo aprecio —respondió Elizabeth—. Pero creo que estaremos bien. Tenemos un buen plan y un lugar seguro.
Con las cosas claras, Elizabeth volvió al campamento de su grupo. Las chicas estaban listas para los preparativos, y la emoción por el cambio era palpable. Habían vivido muchas aventuras juntas, pero sabían que este era un nuevo comienzo, una oportunidad para crecer y ser más independientes.
Mientras organizaban sus pertenencias y preparaban a los dinosaurios, Elizabeth comenzó a revisar su implante en busca de información adicional que pudiera serles útil en el proceso de mudanza. Fue entonces cuando descubrió algo nuevo: las criopots. Se trataba de unas esferas, muy parecidas a pokebolas, que permitían transportar a los dinosaurios de manera segura, congelándolos en una especie de estasis.
Intrigada y emocionada por esta posibilidad, Elizabeth compartió su descubrimiento con las chicas.
—Chicas, he encontrado algo increíble —dijo Elizabeth, mostrando el implante—. Son criopots, unas esferas que pueden congelar a nuestros dinosaurios y transportarlos sin peligro. Esto podría hacernos el traslado mucho más fácil y seguro.
Los ojos de Nina se abrieron de par en par al escuchar esto.
—¿Es en serio? —preguntó, asombrada—. ¿Eso significa que no tendremos que preocuparnos por llevar a todos nuestros dinos de forma tradicional?
Elizabeth asintió, sonriendo.
—Exactamente. Con estas criopots, podemos guardar a nuestros dinos más grandes y transportarlos fácilmente. Será mucho más seguro y rápido.
Decidida a probar esta nueva tecnología, Elizabeth sabía que necesitaría cristales para fabricarlas. Sin perder tiempo, se subió a Amber y voló hacia las montañas donde sabía que podría encontrar los cristales necesarios. El vuelo fue rápido, y una vez en las montañas, se dispuso a recolectar la mayor cantidad de cristales posible.
De vuelta en el campamento, Elizabeth fabricó su primera criopot y, llena de emoción, decidió probarla con Toro, su fiel Carnotauro. Con cuidado, activó el dispositivo, y ante los ojos sorprendidos de todas, Toro desapareció en una pequeña esfera, seguro y listo para ser transportado.
—Esto va a cambiarlo todo —dijo Lana, mirando la criopot con asombro—. Podremos movernos con mucha más facilidad y sin poner en riesgo a nuestros dinos.
Elizabeth asintió, satisfecha con el resultado.
—Así es. Ahora solo necesitamos crear suficientes para todos nuestros dinos. Luego, estaremos listas para partir.
Con las criopots listas y el plan en marcha, el grupo se preparó para su nueva vida en el valle oculto que Elizabeth había descubierto. Aunque aún quedaban desafíos por delante, sabían que estaban listas para enfrentarlos juntas. Y con la tecnología de las criopots de su lado, se sentían más fuertes y capaces que nunca.
Después de la emocionante prueba de las criopots, el campamento estaba lleno de una energía nueva. Las chicas se movían de un lado a otro, organizando sus cosas, asegurándose de que cada dinosaurio importante estuviera en las esferas seguras y que los suministros estuvieran listos para el viaje hacia el valle oculto que Elizabeth había descubierto.
Iris y Nina estaban ocupadas cargando los últimos recursos en sus mochilas, mientras que Emily y Lana aseguraban que cada criopot estuviera correctamente almacenada en los compartimientos especiales que habían improvisado para llevarlas. El plan de mudanza estaba claro y todas sabían que este era un paso importante para el futuro del grupo.
—Todo está listo —anunció Iris, limpiándose el sudor de la frente—. Los dinos que no llevamos en criopots están preparados para el viaje. ¿Tienes todo bajo control, Elizabeth?
Elizabeth estaba cerca de Amber, su Pteranodon, revisando una última vez el mapa de la zona. Sentía que estaba tomando la decisión correcta, pero la inquietud de dejar atrás todo lo que conocían aún flotaba en el aire.
—Sí, Iris, creo que estamos listas —respondió Elizabeth mientras guardaba el mapa—. El valle oculto será un lugar seguro para nosotras. Allí podremos construir nuestra propia base sin depender de nadie más. Pero aún así, tenemos que estar alertas. No sabemos qué peligros podrían haber en el camino.
Las palabras de Elizabeth resonaron entre las chicas. Aunque el entusiasmo por un nuevo hogar era palpable, todas sabían que la vida en el arca estaba llena de sorpresas, algunas más peligrosas que otras.
—Es cierto —intervino Lana mientras ajustaba su equipo—, pero ya hemos pasado por muchas cosas. Esto no será diferente. Solo es cuestión de estar preparadas y trabajar juntas.
Emily, que siempre parecía mantener el ánimo del grupo alto, sonrió mientras terminaba de colocar la criopot que contenía a Rappy, su raptor, dentro de su mochila.
—¡Ya verán! —dijo Emily, con una sonrisa confiada—. Una vez que lleguemos allí, será nuestro paraíso personal. Estoy segura de que nos adaptaremos rápido.
Elizabeth sonrió ante las palabras de Emily, pero su mente estaba en otra cosa. Recordaba el pequeño módulo que había encontrado cuando llegó al arca, aquel que había activado su implante por primera vez. Era allí donde había descubierto parte del misterio detrás de su llegada y del arca en sí. Y ahora, después de todo este tiempo, sentía que ese pequeño módulo podría tener más respuestas.
—Chicas, antes de irnos, quiero hacer una última cosa —dijo Elizabeth, llamando la atención de todas.
—¿Qué cosa? —preguntó Nina, intrigada.
—Voy a volver al módulo donde activé mi implante por primera vez —explicó Elizabeth—. Creo que hay más cosas ocultas allí que no vimos en su momento. Y con todo lo que hemos descubierto sobre el arca y los criopots, tal vez encontremos algo más que nos ayude a entender mejor este lugar.
Las chicas se miraron entre sí, un poco sorprendidas pero también curiosas. Ninguna de ellas había pensado en regresar a ese módulo, pero confiaban en el instinto de Elizabeth.
—Está bien —dijo Iris—. No tenemos prisa. Si crees que es importante, vamos contigo.
Elizabeth negó con la cabeza.
—No, quiero ir sola esta vez. Es algo que necesito hacer. No tardaré mucho y luego nos reuniremos para comenzar el viaje hacia el valle. Mientras tanto, pueden revisar todo una última vez.
Aunque las chicas no parecían completamente convencidas, aceptaron su decisión.
—Solo ten cuidado —dijo Lana, con un toque de preocupación en su voz.
Elizabeth asintió, montó a Amber y despegó hacia el lugar donde todo había comenzado.
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El viaje al módulo fue rápido. A pesar del tiempo que había pasado desde su primera exploración, Elizabeth todavía recordaba exactamente dónde estaba. Una vez aterrizó, el lugar le pareció aún más misterioso de lo que recordaba. Con el paso del tiempo y el avance de sus conocimientos sobre el arca, sentía que cada rincón ocultaba un secreto esperando ser revelado.
Entró con cuidado en la estructura de metal. Allí estaba la consola donde había activado su implante. Al principio, no parecía haber nada nuevo, pero su instinto le decía que no había explorado lo suficiente la primera vez. Se agachó, revisando cada rincón hasta que, detrás de un panel suelto, encontró algo.
Era una pequeña caja oculta, cuidadosamente colocada entre los paneles. La sacó con cuidado y, al abrirla, encontró algo sorprendente: un libro de recetas antiguo y unas pequeñas semillas dentro de un frasco de vidrio.
Elizabeth se quedó mirando el contenido de la caja, tratando de entender qué significaba. El libro parecía ser muy antiguo, con recetas que nunca había visto antes. Y las semillas, con su brillo especial, parecían aún más misteriosas.
—¿Qué es esto? —murmuró para sí misma mientras ojeaba el libro. En sus páginas, había recetas que explicaban cómo usar los recursos del arca de maneras que nunca había imaginado. También hablaban de algo llamado "Semillas de Vida del Ark", que parecían tener el poder de restaurar áreas destruidas o de potenciar el crecimiento de nuevas plantas y animales.
Mientras procesaba la información, algo en su implante emitió un leve destello. Miró su brazo y, para su sorpresa, el implante mostraba una nueva serie de instrucciones sobre cómo usar las semillas y otras tecnologías del arca. Era como si el arca misma le estuviera dando las respuestas que había estado buscando todo este tiempo.
—Esto puede cambiarlo todo —pensó Elizabeth, asombrada.
Con el libro y las semillas en su poder, Elizabeth salió del módulo, montó a Amber y voló de regreso. Sin embargo, durante el vuelo, algo más llamó su atención. Cerca de una cadena montañosa, vio una gran entrada que no recordaba haber visto antes. Su curiosidad la empujó a investigar.
Amber descendió suavemente y Elizabeth se adentró en la montaña. La entrada era lo suficientemente grande como para permitir el paso de dinosaurios de gran tamaño, y mientras avanzaba, descubrió que no se trataba solo de una cueva. Las paredes se estrechaban, pero de repente, el techo desaparecía, abriéndose hacia el cielo y revelando un valle oculto.
Era un lugar increíble, un verdadero santuario. Las paredes de la montaña protegían el valle del exterior, pero en el centro, había una gran explanada con luz solar directa. Un río de aguas cristalinas fluía por el centro, alimentado por fuentes subterráneas. La tierra era fértil, con un equilibrio perfecto entre sombra y luz.
—Este lugar... —susurró Elizabeth, maravillada—. Es perfecto.
Sabía que el valle oculto que había encontrado antes era un buen lugar para establecerse, pero este lugar... Este era un verdadero refugio. Un santuario que las protegería de cualquier peligro exterior. Mientras caminaba por el valle, la idea de trasladarse allí se volvió cada vez más fuerte en su mente. Sin embargo, antes de tomar cualquier decisión, tendría que discutirlo con las chicas.
—Este lugar podría ser nuestro hogar —pensó Elizabeth, mientras montaba de nuevo en Amber y volaba de regreso al campamento.
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Cuando llegó, las chicas estaban terminando de empaquetar las últimas cosas. Elizabeth aterrizó con una sonrisa en su rostro, sabiendo que tenía noticias importantes para compartir.
—¿Y? —preguntó Emily, al ver su expresión—. ¿Qué descubriste?
Elizabeth les contó todo. Sobre la caja que había encontrado en el módulo, el libro de recetas, las semillas de vida del Ark, y finalmente, sobre el increíble valle oculto que había descubierto en las montañas.
—Es el lugar perfecto para nosotras —concluyó Elizabeth—. Mucho mejor que el valle que había encontrado antes. Está protegido, tiene agua y sol suficientes, y lo mejor de todo es que es espacioso. Podemos construir nuestro hogar allí sin miedo a los peligros exteriores.
Las chicas escuchaban en silencio, procesando toda la información.
—Suena perfecto —dijo Iris finalmente—. Tal vez este es el lugar que hemos estado buscando todo este tiempo.
—Estoy de acuerdo —dijo Nina—. Si es tan bueno como dices, deberíamos mudarnos allí cuanto antes.
Elizabeth asintió, sintiendo que estaban tomando la decisión correcta.
—Entonces, hagámoslo. Este será nuestro nuevo hogar.
El aire estaba cargado de emoción mientras Elizabeth y las chicas se preparaban para el traslado definitivo al valle oculto. Habían pasado meses en el campamento actual, enfrentándose a todo tipo de desafíos, pero ahora, con la promesa de un lugar más seguro y fértil, el entusiasmo de comenzar una nueva etapa era palpable.
Emily estaba organizando los últimos recursos, verificando que cada criopot estuviera cargada con los dinosaurios más importantes. Había un aire de anticipación mientras ella, Iris, Lana, y Nina revisaban sus pertenencias una vez más, asegurándose de no dejar nada atrás.
—Todo está listo —anunció Lana, con su voz siempre tranquila pero decidida—. Solo falta cargar los últimos suministros.
Emily, sosteniendo a Rappy en su criopot, sonrió emocionada.
—No puedo esperar a llegar —dijo, con su energía contagiosa—. Este lugar suena increíble. Será nuestro pequeño paraíso.
Elizabeth estaba ocupada revisando su mapa una vez más. Aunque ya había volado sobre el valle oculto varias veces, quería asegurarse de que conocían la mejor ruta para llegar allí de manera segura. Con el mapa plegado y guardado, miró a sus amigas.
—Será un viaje largo, pero estoy segura de que valdrá la pena. Ese valle no es solo seguro, es prácticamente invisible para cualquier amenaza exterior —dijo Elizabeth, con determinación en la mirada—. Si todo sale bien, hoy comenzaremos una nueva vida allí.
Nina, que siempre había sido la más práctica del grupo, cruzó los brazos mientras revisaba las mochilas.
—Bueno, ya sabemos lo que dicen: "Lo que es seguro, es mejor". Pero aún así, hay que estar atentas durante el viaje. Sabemos que la fauna del Ark puede ser impredecible.
Todas asintieron ante las palabras de Nina. Con la experiencia que habían acumulado en la isla, sabían que ningún traslado estaba exento de riesgos. Incluso con la protección de las criopots, los recursos y suministros seguían siendo vitales.
—Nos moveremos en dos grupos —dijo Elizabeth, trazando el plan de viaje—. Emily y Lana volarán con los Pteranodones por encima para vigilar desde el aire. Nina, Iris y yo llevaremos los suministros y el resto de los dinosaurios que no puedan ir en criopots. De esa forma cubrimos todas las posibilidades.
—¿Estás segura de que no necesitas ayuda con Amber? —preguntó Iris, preocupada por la carga de Elizabeth.
Elizabeth sonrió y negó con la cabeza.
—Amber es fuerte, no te preocupes. Además, tengo a Toro en su criopot por si necesitamos protección.
Con todo preparado, las chicas montaron a sus Pteranodones y comenzaron el viaje hacia su nuevo hogar.
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El vuelo fue tranquilo durante las primeras horas. Elizabeth lideraba el grupo desde el aire, con Emily y Lana volando a su lado, observando el horizonte y cualquier posible peligro. Desde arriba, la isla se extendía como un vasto paisaje de montañas, ríos y densos bosques.
A medida que se acercaban a las montañas donde se encontraba el valle oculto, el aire se hacía más frío y el viento soplaba con mayor fuerza, pero Amber, el Pteranodon de Elizabeth, volaba con una gracia increíble, adaptándose a las corrientes de aire con facilidad.
—Ahí está —dijo Elizabeth cuando las montañas empezaron a alzarse ante ellas—. El valle oculto.
El grupo comenzó a descender lentamente hacia la entrada, la gran abertura entre las rocas que Elizabeth había descubierto en su primer vuelo de exploración. Desde arriba, la entrada apenas era visible, camuflada entre la vegetación y la sombra de las montañas.
Cuando finalmente aterrizaron, Elizabeth bajó de Amber y miró a su alrededor, sintiendo el aire fresco y limpio. Las paredes del valle ofrecían una protección natural, y la apertura en el techo de la cueva permitía que el sol bañara el terreno con luz, iluminando el río cristalino que fluía suavemente por el centro.
—¡Wow! —exclamó Emily mientras miraba a su alrededor con asombro—. ¡Es aún mejor de lo que describiste!
—Esto es perfecto —añadió Lana, caminando por el borde del río y tocando el agua—. No solo está protegido, sino que tiene todo lo que necesitamos: agua, espacio, y recursos.
Nina e Iris, que habían llegado con los suministros y el resto de los dinosaurios, también estaban impresionadas.
—Un lugar como este es raro en el Ark —dijo Nina, mirando alrededor—. Es como si estuviera diseñado para protegernos.
Elizabeth asintió. Sentía lo mismo desde la primera vez que lo había visto. Este valle era más que un refugio. Era un lugar donde podían prosperar, donde podían construir algo grande sin la constante amenaza de los depredadores y las inclemencias del Ark.
—Tenemos mucho trabajo por delante —dijo Elizabeth mientras observaba la amplitud del valle—. Pero lo primero es lo primero. Necesitamos establecer una base, asegurar los perímetros y empezar a cultivar.
Iris ya estaba haciendo planes en su mente.
—Podemos empezar construyendo algunas estructuras básicas cerca del río. Tendremos acceso al agua y podremos expandirnos desde ahí. Además, podemos usar las semillas que encontraste para hacer que el suelo sea aún más fértil.
Emily, con su espíritu siempre optimista, sonrió y miró a Rappy, que corría alegremente por el valle.
—Creo que este será el mejor lugar para todos nosotros. ¡No puedo esperar para ver cómo crecemos aquí!
Con ese pensamiento en mente, las chicas se pusieron a trabajar. Cada una tenía su tarea, ya fuera en la construcción, la preparación de cultivos, o asegurarse de que los dinosaurios estuvieran a salvo y cómodos en su nuevo hogar.
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Los días siguientes fueron de trabajo intenso. Elizabeth lideraba con su habitual determinación, asegurándose de que todo estuviera en orden. Cada día traía nuevos desafíos, pero con la ayuda de las semillas del Ark y los recursos que habían traído, el valle comenzaba a transformarse en una verdadera base.
Iris y Lana trabajaban en la construcción de las primeras casas, utilizando los planos que habían diseñado en el campamento anterior. Emily e Iris se aseguraban de que los dinosaurios estuvieran bien alimentados y cómodos, mientras que Nina se ocupaba de las defensas, estableciendo puntos de vigilancia y trampas alrededor del valle para asegurarse de que ningún peligro pudiera acercarse sin ser detectado.
Para Elizabeth, cada día en el valle era una mezcla de emoción y responsabilidad. Sabía que habían encontrado un lugar seguro, pero también era consciente de que el Ark siempre tenía secretos por descubrir, y que incluso en un lugar tan protegido como este, nunca podrían bajar completamente la guardia.
Mientras observaba a las chicas trabajar juntas, sintió una profunda satisfacción. Habían logrado mucho desde su llegada al Ark, y ahora, finalmente, tenían un lugar al que podían llamar hogar. Pero sabía que este era solo el comienzo. El futuro aún tenía muchos misterios por desvelar.
—Estamos en el lugar correcto —pensó mientras miraba el sol bañando el valle—. Pero la verdadera aventura apenas comienza.
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