𝕀𝕏
𝕲𝖎𝖆𝖓𝖓𝖆
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Por fin es viernes para la mayoría, pero para Gianna Lombardi significa un fin de semana de deberes y ensayos intensos. Regaños y órdenes de disciplina, pocas veces se me permitía salir de compras o a un café con mis amigas cuando mi padre estaba en casa.
El sol ya desapareció y recién salgo de la última de mis clases con el sueño deambulando por mi cuerpo; ayer había dormido hasta tarde debido a que Lisette y yo vimos una maratón de películas de terror antes de que parta de nuevo a Oklahoma. Aun así, no era un motivo para faltar a clases, mucho menos cuando tengo a alguien que evalúa mis movimientos con una lupa jurídica, por eso la profesora me reprendió cuando vacilaba en mis propios pasos.
Hoy no pude contenerme y he comido una barra de cereal en el desayuno... ¡Merda! A este paso no lograré nada
—¡Amiga! —La voz escandalosa de Denisse me llama—, iremos al bar Jeff's, ven con nosotros.
Me invita con emoción, como si quisiese que compartiera un poco con ella sobre lo que le gustaba.
—Denisse... debo llegar a casa. Tengo sueño.
Me invade la vergüenza al recordar todos mis fallos frente a Stephen, seguramente cree que soy una estúpida bailarina sin talento. ¿Por qué me falla la concentración teniéndolo en el salón? Y mis piernas, más blandas que una gelatina no ayudaron mucho a sacarle palabras optimistas a la profesora Amelia.
—Anda, amiga, por favorcito. —Une sus manos en suplica—. Olivia vendrá también, no es ningún juego sucio.
—No sé...
La idea era tentadora, casi para convencerme, pero el terror hacia los errores me detenía con cadenas intangibles. Estaban dispuestas a hacerme retroceder.
—¡Es un cover de Aerosmith! Vamos, siempre que te he invitado nunca has asistido, por favor —suplica de nuevo—. Tu padre debe estar en su trabajo. Si no te gusta, nos vamos.
Significa ir sin que él lo sepa...
Y caigo en la tentación, mis ganas de escuchar un cover de esa banda por primera vez se sobrepuso ante mis conductas impecables y académicas. Hace tiempo que Denisse me enseñó una de sus bandas favoritas, y de algún modo, terminamos por compartir el hobby de cantarlas. Era como una vorágine libertina que jamás había experimentado, una que se resguardaba en un rincón emocional interior.
¿Qué dirá mi padre si se entera?, ¿me castigará el doble?...
—Está bien, iré —acepto, ocultando mi cansancio.
Nos reunimos con Olivia y algunos compañeros de su clase de periodismo.
Una temática urbana y libertina se expande por todo el establecimiento, no conocía este lugar, de hecho, no conozco cualquier lugar que no tenga tallado en la entrada la palabra «lujo». Sí, porque mi padre me prohíbe intentar acoplarme a un mundo que no me corresponde, según él.
Denisse dijo que este lugar era dirigido especialmente a las familias por la mañana; siendo un simple restaurante de desayunos. Por las noches, es cuando las bebidas alcohólicas y un DJ responsable de ponerle ritmo al ambiente desordenado tomaban el protagonismo.
—Es el mejor bar que existe —presume un compañero de mis amigas.
Encontramos asientos cerca de la barra de bebidas, donde parecía un bullicio de personas que debatían temas diversos, llantos y carcajadas extendidas; no dé en vano tienen el alcohol casi a la mano. He de admitir que no estoy acostumbrada a sentir los oídos punzantes debido al estruendoso sonido de la música, pero intento acoplarme para no parecer una «niña de papá».
—¡Oye guapo!, tres cervezas, por favor —ordena Denisse, como toda una clienta experta. La miro desconcertada, pues yo no acostumbro a beber eso, y ella lo sabía—. Tranquila, amiga, estaremos para cuidarte y evitar que tengas sexo con otro chico.
—No te pongas tensa, amiga. —La voz calmosa de Olivia fue casi imperceptible por la música—. Yo tampoco beberé mucho esta vez.
Juego con mis dedos antes de que una voz ronca se interponga entre mis nervios.
—Tres cervezas como ordenaron —repite jovial, entregándonos los vasos de cristal. Denisse y Olivia agradecieron, pero yo me quedo inmóvil al mirar al responsable de tal servicio.
—¿Darmond? —musito para mí, pero los oídos de mi amiga periodista me alcanzaron.
Le da un extenso trago antes de acercarse a mí con información.
—¿No lo sabías? Darmond trabaja aquí. Sinceramente era uno de los motivos por los que venía. Además de que es un bombón, sus bebidas son un manglar. —Me da un guiño.
No lo sabía porque hasta hace poco que me entero, además olvidaron mencionar eso cuando actuaron como todas unas Sherlock Holmes. No entiendo cómo aparece en todos lados ahora que sé de él.
Le echo un vistazo: en su lugar detrás de la barra, sirviendo y deleitando paladares con sus habilidades preparativas —se ve tan profesional— estoy segura de que eso lo posiciona en el principal foco de ganancias de todo el establecimiento. Los clientes impacientes pelean por sus atenciones a pesar de haber dos bármanes más a su lado.
Me embeleso en su camisa blanca remangada hasta los codos; y la vista de esos trazos en tinta me hacen tragar saliva. Creo que los aprecio más ahora que sé quién es el artista detrás de ellos. Boston es talentoso.
—Dos Bloody Caesar, disfrútenlo —le entrega un par de preparaciones a dos chicas que le guiñan un ojo al tomarlas.
—¿Tiene picante?
—Como ordenaron.
—Y ¿tiene de tu picante? —La picardía del vodka comenzaba a hacer efecto en ellas.
—Ese es exclusivo, lo siento. —Les echa una sonrisa media, pero sin fondo, como si estuviese acostumbrado a estas insinuaciones.
Sus manos hacen esculturas bebibles admirables, prepara y sirve cualquier bebida que los clientes le piden una y otra vez. Mezcla los ingredientes con un fuerte conocimiento y experiencia. Todos se deleitan con sus preparaciones. Detrás de la barra, la concentración, dedicación y eficacia de un trabajo bien hecho es admirado por el que quizá sea su jefe; lo mantenía en un margen visual desde la mesa en donde bebía con algunos otros socios.
Sí, lo estaba haciendo rico con ese talento...
—¿Quieres mi número, guapo? —Otra mujer con voz melosa, acompañada de tres más irrumpe la burbuja de imaginaciones ofuscadas que formé estos minutos—. Te hemos mirado y eres un bombón completo. ¿Tienes novia? Porque aquí estamos dispuestas si te apetece.
Pobre, debe ser frustrante mosquearse de gente de esta forma.
Su labio se curvea en una sonrisa de lado, casi obligatoria. No he reaccionado que parezco una chismosa de lo peor escuchando cualquier charla ajena, pero el pasmo momentáneo de esta novedosa experiencia me imposibilita no estar en guardia.
—Hay normas que lo prohíbe, pero permítame prepararle mi mejor bebida, ¿acepta? —Negocia con audacia. La chica se echa una mirada extasiada con sus amigas. Coge su bolso y se acomoda en el banco desocupado, admirando cada movimiento manual.
—¡Chico!, dame otro trago. —Un tipo con una barba escandalosa exige con ojos aferrados a las botellas detrás de él.
—Por supuesto. ¿Qué me dices? —Toma una botella de la estantería—. ¿Aun no consigues su llamada? —Su voz refleja preocupación, un truco para que el cliente despegue los ojos de sus manos.
—¡Que se joda! —exclama. Darmond destapa con el sacacorchos y comienza a vaciar—. No lo vale, intenté hacer de todo para que arregláramos nuestras diferencias.
—Qué caray. —Finge haber servido hasta el tope, en un desliz del cliente que le impidió darse cuenta.
Tal parece que no percibe la falta de alcohol en ella, pues expuso un jadeante suspiro, refrescando su garganta en cada sorbo.
¡Increíble!
Aquí no era el chico artista y misterioso, alumno de la licenciatura de música, solo un bartender preocupado por la calidad de su servicio al cliente. Una cara totalmente diferente.
—Espere su turno, señora de las mil rabietas. Yo voy primero porque soy su best friend. —Una pequeña discusión se lleva a cabo a mi costado por un chico de cabellos teñidos en un plateado brillante, con dos piercings en la ceja izquierda y un tatuaje en letras asiáticas detrás del lóbulo de su oreja.
Sí, el mismo Colton.
No alcanzo a escuchar lo que aquella señora con un bolso de Chanel le respondió, pero la voz del chico era tan eufórica que hizo voltear a Stephen desde su ubicación.
—¡Váyase a la mierda, maldito vejestorio! —exclama el chico.
Mis instintos se pusieron en alerta, creí que alguien vendría y lo sancionaría por faltar al respeto a una persona mayor. Miro hacia atrás con los ojos espantados, esperando que alguien se apareciera, hasta quise advertirle que le iría fatal.
Como si sentirme aprisionada en una celda de náuseas y nerviosismo fuera poco, otra persona se acerca a mí con intenciones evidentes que me ponen aún más tensa. Se queda mirándome de pies a cabeza con un rostro lascivo que me hela la sangre; su complexión ovalada y baja, como un hombre ajeno al cuidado de su salud física.
Me giro de espaldas, como si así desapareciera esta sensación tormentosa y novedosa que me provoca este lugar.
—Amiga, diviértete. Te prometemos que si nos envías un mensaje de texto cuando te quieras ir, nos vamos —dice Denisse, perdiéndose entre la multitud de personas que bailan en la pista.
—Pero...
Y yo me quedo sola. Con esa mirada, con la intensidad de Colton que no para de discutir, con esta sensación que me oprime los pulmones. Es como cuando uno expone frente a su grupo por primera vez.
—Pareces un gatito asustado, belleza. —La voz del tal Colton me revela a la realidad—. Si bebes de tu cerveza todo será más sencillo... Por cierto. —Noto que muerde su labio inferior, su cara se está acercando a la mía con total interés—, soy...
—¡Colton! —exclama Stephen detrás de la barra, lo descoloca de la burbuja pícara en la que se sumió—, aquí está tu trago... Trágatelo.
Bufa: —Por dios, ¿es que nunca tendrás tacto para hablar? Recuerda que soy muy sensible y yo sí lloro. —Hace un puchero infantil, tomando la copa.
—Apresúrate, ya es hora —le avisa, el otro ingiere el vino de un trago como si su hidratación dependiera de ello.
—Bueno, belleza. —Se estira al ponerse de pie—, te recomiendo que te acerques al escenario si quieres ver cuan bueno soy con el bajo. Me veo muy sexy. ¿O prefieres verlo a él? —Se encamina al ser jalado del borde de la camisa por Stephen.
«Es hora» comienza a tomar sentido, pues las luces parpadeantes avisan el evento esperado por todos los presentes, ¿será esa banda de cover de la que hablaba Denisse?
El silencio se expande por unos minutos, solo el murmullo de aquellos impacientes podía distinguirse, entonces decido ponerme de pie y seguir el consejo de ese tal Colton, no para apreciarlo a él, de hecho, algo me intrigó al saber que también Stephen estaría ahí arriba y en cierto modo, conocer su lado artístico.
En un instante las luces color neón se encendieron, dando un paso rockero al ambiente, sería ahí cuando la voz del chico artístico de los brazos remangados encapsula mi grata atención:
—Come here, baby —entona antes de que una consecuencia de batería de paso al comienzo de la canción.
La hora en donde el bullicio amenaza con derrumbar la construcción se había llegado. Las personas presentes parecían dejar atrás toda preocupación mientras la pista de la banda fusionaba acordes en una melodía fresca y enérgica.
¿Tiene una banda?
𝑌𝑜𝑢 𝑘𝑛𝑜𝑤 𝑦𝑜𝑢 𝑑𝑟𝑖𝑣𝑒 𝑚𝑒 𝑢𝑝 𝑡ℎ𝑒 𝑤𝑎𝑙𝑙...
(Sabes que me haces que me suba por las paredes).
𝑆𝑒𝑒𝑚𝑠 𝑙𝑖𝑘𝑒 𝑤𝑒'𝑟𝑒 𝑚𝑎𝑘𝑖𝑛'𝑢𝑝 𝑚𝑜𝑟𝑒 𝑡ℎ𝑎𝑛 𝑤𝑒'𝑟𝑒 𝑚𝑎𝑘𝑖𝑛'𝑙𝑜𝑣𝑒...
(Parece que estuviéramos componiendo más que hacer el amor).
En realidad, esa no era la pregunta que me interesaba.
𝑆𝑎𝑦 𝑦𝑜𝑢'𝑟𝑒 𝑙𝑒𝑎𝑣𝑖𝑛'𝑜𝑛 𝑎 𝑠𝑒𝑣𝑒𝑛 𝑡ℎ𝑖𝑟𝑡𝑦 𝑡𝑟𝑎𝑖𝑛 𝑎𝑛𝑑 𝑡ℎ𝑎𝑡 𝑦𝑜𝑢'𝑟𝑒 ℎ𝑒𝑎𝑑𝑖𝑛'𝑜𝑢𝑡 𝑡𝑜 𝐻𝑜𝑙𝑙𝑦𝑤𝑜𝑜𝑑
(Dices que te vas en un tren a las siete y media y que te diriges a Hollywood).
La pregunta era...
𝑇ℎ𝑎𝑡 𝑘𝑖𝑛𝑑𝑎 𝑙𝑜𝑣𝑖𝑛'𝑡𝑢𝑟𝑛𝑠 𝑎 𝑚𝑎𝑛 𝑡𝑜 𝑎 𝑠𝑙𝑎𝑣𝑒...
(Amar de esa forma, convierte a un hombre en esclavo).
𝑇ℎ𝑎𝑡 𝑘𝑖𝑛𝑑𝑎 𝑙𝑜𝑣𝑖𝑛'𝑡𝑢𝑟𝑛𝑠 𝑎 𝑚𝑎𝑛 𝑟𝑖𝑔ℎ𝑡 𝑡𝑜 ℎ𝑖𝑠 𝑔𝑟𝑎𝑣𝑒...
(Amar de esa forma, manda a un hombre directo a su tumba).
¿Me está mirando?
𝐼 𝑔𝑜 𝑐𝑟𝑎𝑧𝑦, 𝑐𝑟𝑎𝑧𝑦...
(Me vuelvo loco, loco) ...
𝑌𝑜𝑢 𝑡𝑢𝑟𝑛 𝑖𝑡 𝑜𝑛, 𝑡ℎ𝑒𝑛 𝑦𝑜𝑢'𝑟𝑒 𝑔𝑜𝑛𝑒. 𝑌𝑒𝑎ℎ, 𝑦𝑜𝑢 𝑑𝑟𝑖𝑣𝑒 𝑚𝑒 𝑐𝑟𝑎𝑧𝑦... 𝑐𝑟𝑎𝑧𝑦 𝑓𝑜𝑟 𝑦𝑜𝑢 𝑏𝑎𝑏𝑦...
(Tú lo enciendes, y luego te vas, sí, tú me vuelves loco... loco por ti).
Podía sentirse el retumbar leve que las ondas sonoras dejaban a su paso, como un pincel marcando toda una era en un trozo de lienzo. Las voces entonadas y excitadas acompañaban al vocalista en un rugido vigoroso. Como un concierto dentro de este espacio con olor a whisky y tabaco.
En un segundo todo se detuvo en mi interior; el sonido de los instrumentos, los gritos de las personas, el bullicio que traían consigo... incluso las vibraciones de mi teléfono fueron anuladas por mi sistema sensorial. Estaba tan absorta en esa mirada, en esos iris que alcanzaba a distinguir a pesar de la distancia.
La canción seguía su curso, mientras yo ejecutaba una entrevista interna sobre él, sobre lo que ha sido tenerlo tan cerca y distante al mismo tiempo en nuestros pocos encuentros. Ahora parecía que me contaba una historia con su voz; con sus dedos sobre esas cuerdas de guitarra.
¿Qué era?
«Para contar una historia y dar movimientos profundos se necesita amar cuando lo haces». Las palabras de mi profesora me restriegan una verdad que me ha costado admitir desde siempre.
—Él sí ama lo que hace —murmuro para mí misma.
𝑇ℎ𝑎𝑡 𝑘𝑖𝑛𝑑𝑎 𝑙𝑜𝑣𝑖𝑛', 𝑦𝑒𝑎ℎ, 𝑛𝑜𝑤 𝑖'𝑚 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟, 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟, 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟, 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑔𝑜𝑛𝑛𝑎 𝑏𝑒 𝑡ℎ𝑒 𝑠𝑎𝑚𝑒...
(Amar de esa forma, sí, ahora nunca, nunca, nunca, nunca voy a ser el mismo).
—Crazy, Aerosmith, señores —anuncia para dar por finalizada la canción.
—¡Aquí estás! —el jaloneo de Denisse me descoloca de la burbuja artística y apacible a la que me indujo esa voz.
Me lleva hasta la salida con un paso exasperado, yo me desconcierto cuando por fin tuve uso de razón.
—Gianna, tu padre llamó al mío preguntando por ti. —Olivia expresa preocupación en su voz, sus padres no eran estrictos, pero nunca le gustaba hacerlos preocupar.
Significaba que era hora de regresar, ¿en serio? Echo un vistazo ajeno hacia atrás como si alguien pudiese estar ahí, pero al ver todo vacío me centro en subir al auto de Olivia.
El lugar que utiliza Lisette para estacionarse está vacío; ha vuelto a Estados Unidos... y el corazón se me arruga, como cada vez que se iba y tenía que despedirme. Como las veces en que Antoine también tenía que partir y no sabía cuándo regresaría, o si lo haría.
Me adentro con sigilo, con la esperanza de que cierta autoridad esté ocupada en otro asunto, pero para mí desgracia...
—¿Dónde demonios estabas, Gianna? —Su voz me tensa, me arrincona y casi me asesina las palabras—. Tus clases terminaron hace un par de horas.
—C-con mis amigas, papá... —Me agacho, de nuevo. Lo haría siempre hasta que no tuviera el valor de enfrentarlo.
—Mas te vale que no estés en cosas turbias, jovencita. Esa Denisse puede llegar a ser mala influencia para ti y para Olivia —juzga. Cree que, porque Denisse es más extrovertida y su personalidad no encaja con su academia, es mala persona.
—N-no estoy en esas cosas, papá. Fuimos a tomar un café. —Era sorprendente para mí ser capaz de mentir en mi estado: diminuta y sumisa ante sus reclamos.
—¿Y él teléfono? Pudiste avisar.
—Se me apagó... hoy lo utilicé para grabar mi práctica. Me disculpo, papá. N-no volverá a suceder.
Intento irme, pero la firmeza en su tono me advierte que no dé un paso en falso.
—Tampoco tomes como opción ir de cama en cama, ¿me escuchaste? Espero que no te estés viendo con ese desvergonzado.
—N-no hago eso, papá... En serio —alzo la voz, sin llegar a alterarlo. Sería mi perdición si lo hiciera.
Me analiza con cautela, disgustado y pensativo, adjudicando cosas que no pasaron. ¿Por qué? Porque ya no confía en mi palabra y cree que al salir lo primero que haré será tener sexo con un chico. Y me culpo por saber que en algún momento lo he pensado.
—Tu profesora pidió una prórroga para atender asuntos personales —mantiene su mirada severa y fría sobre mí—, tal vez una semana, no lo sé. Por el momento bastará con las clases de la universidad.
Mi corazón da un vuelco, a mí me aseguró que le diría la verdad, ¿cambió de opinión? No importa, esto me da más tiempo para descansar.
—¿Qué avisos hay sobre la obra final? —pregunta sin dejarme gozar en mis pensamientos—. ¿Giselle?, ¿el lago de los cisnes? ¿Cuál vas a protagonizar?
«Oh, oh».
—Ah... La verdad... —analiza mis gestos, buscando algún desliz de mi parte—, estamos centrados en el recital de primavera, aún no está claro ese asunto.
Se mantiene impasible y frío.
—Lis y Mirella vendrán en marzo —expone con un orgullo palpable—. Será tu último año presentando ese clásico, y quieren verte. Espero que hagas que valga la pena su viaje. No se te ocurra fallar.
Eso solo significa: más presión, mucha más. Asume que seré la principal este año también, por eso no me pregunta por ello. El valor revolotea en mi interior, logrando detenerlo antes de que gire para marcharse a sus asuntos de trabajo judicial.
—P-papá... —Me mira—. Si el papel principal de marzo es mío, eh... ¿existe la posibilidad de que me permitas asistir a una excursión escolar?
Su temple se ciñe en una mueca de disgusto.
—¿Está en discusión tu posición? —inquiere hostil—. ¿No es un hecho que lo serás?
Merda. ¿Ahora cómo salgo de esto?
—¿Qué has hecho mal? Gianna —reclama de primera—. Seguramente no haces bien la pirouette o no eres tan flexible como las demás. ¿Acaso aumentaste tu peso? Antes eras más ligera.
El estómago se me revuelve al escuchar palabra tras palabra. Porque siempre era mi culpa, solo mía. No se da cuenta que todo el intento de comida que me llevo a la boca está disperso en las profundidades del inodoro.
—Discúlpate, jovencita —ordena.
—L-lo siento, papá... Voy a esforzarme más.
«Aunque para ti nunca es suficiente».
—Eso debes hacer: esforzarte más. No quiero ningún fallo, todos creen que serás la principal y no se te ocurra decepcionarnos. —Gira todo su porte autoritario y mordaz, y añade mientras sigue su camino—: Olvídate de esa excursión si fallas.
Se adentra a su oficina.
<3
𝑴𝒆 𝒉𝒂𝒃í𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒓𝒂 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓𝒔𝒆 𝒄𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐, 𝒂𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒂 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒋𝒐 𝒔𝒊𝒏 𝒔𝒐𝒍𝒖𝒄𝒊ó𝒏. 𝑴𝒆 𝒉𝒂𝒃í𝒂𝒔 𝒅𝒊𝒄𝒉𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒄𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂 𝒊𝒏𝒄𝒐𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆 𝒇𝒖𝒏𝒅𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒉𝒊𝒆𝒓𝒓𝒐 𝒂𝒏𝒕𝒊𝒑á𝒕𝒊𝒄𝒐 𝒓𝒐𝒅𝒆𝒂𝒃𝒂 𝒕𝒖𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔, 𝒕𝒖 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒚 𝒕𝒖 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏... 𝑴𝒆 𝒉𝒂𝒃í𝒂𝒔 𝒅𝒊𝒄𝒉𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒄𝒂𝒑𝒂𝒛 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒍𝒗𝒂𝒓𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒏 𝒎𝒊𝒔 𝒂𝒃𝒓𝒂𝒛𝒐𝒔, 𝒄𝒐𝒏 𝒎𝒊 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂.
¿𝑺𝒂𝒃𝒆𝒔? 𝑨𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒎𝒆 𝒔𝒂𝒍𝒗𝒆𝒔, 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒎𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒂𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒄𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒓𝒃𝒐𝒔𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒆 𝒊𝒎𝒑𝒊𝒅𝒆𝒏 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒕𝒊.
𝒀 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊é𝒏 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒖𝒆𝒔 𝒂 𝒎í; 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒊𝒔𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒎𝒆 𝒍𝒐 𝒂𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒗𝒆𝒛 𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒎𝒊𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒂𝒇𝒆𝒓𝒓𝒂𝒃𝒂𝒏 𝒂 𝒕𝒖𝒔 𝒑𝒊𝒆𝒓𝒏𝒂𝒔. 𝑻ú 𝒎𝒆 𝒅𝒊𝒋𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆, 𝒔𝒊 𝒃𝒆𝒔𝒂𝒃𝒂 𝒆𝒔𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒍𝒂𝒓, 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒔𝒆𝒓í𝒂 𝒑𝒐𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆... 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓í𝒂𝒔 𝒂𝒉í.
𝑬𝒔𝒆 𝒓𝒆𝒍𝒐𝒋 𝒉𝒂 𝒔𝒊𝒅𝒐 𝒃𝒂ñ𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒃𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒂𝒏𝒉𝒆𝒍𝒐𝒔𝒐𝒔 𝒅𝒖𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐𝒔 𝒂ñ𝒐𝒔, 𝒊𝒏𝒅𝒊𝒔𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒂 𝒄𝒐𝒐𝒑𝒆𝒓𝒂𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒎𝒊𝒈𝒐 𝒚 𝒎𝒊 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒂𝒎𝒃𝒖𝒍𝒂 𝒆𝒏 𝒕𝒖𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒔𝒂𝒔.
༺ ~𝓖𝓲𝓪𝓷𝓷𝓪~ ༻
「༻ ☪ ༺」
¿Cómo van? Espero que les haya gustado este cap. 🥰
Su voto y comentario me ayudan mucho a seguir y saber cómo la llevo con esto.
¡Muchas gracias por leer!
📚🤎
¡Hasta el próximo!
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