1. El cuervo
De todos los destinos que podía esperar, ese era el menos previsible y a la vez la peor tortura. Tenía claro que me matarían en el mismo instante en el que llegara, teniendo en cuenta que estaba entre los piratas más buscados. Por supuesto, no pensaba quedarme en esa celda hasta el día de mi ejecución, tenia otros planes. Mi objetivo había sido siempre el mismo y esos estirados ingleses no parecían darse cuenta de la forma en la que me dejaba atrapar para luego escapar de nuevo hacia mi libertad. Debía hacer honor a mi apodo, «el cuervo», me lo impusieron cuando notaron mi facilidad para escapar por las noches, así me asociaron con el pájaro negro; tan difícil de atrapar y de predecir sus movimientos.
Estaba muy orgullosa de mis logros y aún mas de haberme hecho conocida, pues sabía que mi padre se sentiría orgulloso, o al menos eso quería creer. Tener de hermano mayor a un pirata tan buscado y llamativo era algo que me hacía menos importante. Quería mi propio lugar por mis logros, no por el hermano que tenia; me merecía mi lugar entre los piratas, aunque las mujeres no estuvieran tan bien vistas en la piratería.
Sin embargo, el motivo por el que estaba sorprendida no era por el hecho de volver a estar entre las rejas de Inglaterra, sino porque acababan de traer a otra mujer a la celda de al lado. Ella se veía bastante más conmocionada pero también se mantenía seria ante los comentarios de los otros prisioneros. Por suerte yo siempre estaba lista para esos percances, siempre llevaba una pintura negra en la cara, pues cuanto mas opacada o sucia se viera menos llamaría la atención y por tanto podría pasar desapercibida ante otros piratas, quienes no se pararían a preguntarse si era una chica o no. Me irritaban las preguntas así que era buena idea evitarlas.
—Te han arruinado la boda, ¿eh?
Mi voz se escuchó por encima de la de los prisioneros desesperados quienes se callaron y por primera vez desde que había llegado centraron su atención en mí. Sabía que por la voz y por cómo ya me prestaban atención habrían descubierto que era una chica; pero mi curiosidad era más grande en ese momento por saber más sobre la chica de al lado.
La chica giró su cabeza hacia mí y me miró sorprendida.
—Tú... —Hizo una breve pausa y se incorporó levemente para observarme mejor.
—Sí —la interrumpí y chasqueé la lengua al ver cómo los hombres del lugar me escaneaban con la mirada—. Soy una mujer.
—Creí que no había mujeres en la piratería.
Bufé ante su comentario y la ignorancia que parecía tener acerca de los piratas.
—No con vestido, obviamente; nos gusta pasar desapercibidas —fulminé a los otros prisioneros y sonrieron de forma absurda—. No has contestado a mi pregunta.
Papá solía decirme que tenia un carácter difícil de manejar, decía que era como las olas: imprevisibles, fuertes y a menudo suaves. Al igual que la marea cambia, mi humor también lo hacía de forma muy espontánea.
—Sí... Nos acusan de ayudar a escapar a un pirata.
—¿Y es cierto?
—Lo es —su mirada no vaciló y eso me hizo relajar mi postura, si esa chica había tenido el valor de ayudar a escapar a un pirata de la horca se merecía parte de mi respeto; la gente solía ser demasiado cobarde como para tratar de cambiar los destinos injustos—. Y ahora mi prometido tiene que encontrar a ese pirata y conseguir algo suyo o algo así.
Inspiré y la observé con los ojos entrecerrados. El día siguiente sería mi ejecución, así que ese mismo día tendría que escapar de esas rejas. No era complicado, nada que no hubiera hecho muchas veces, incluso solía liberar en el proceso a otros piratas; ellos eran dueños de su destino, yo los liberaba pero ellos tenían que encontrar la forma de escapar, cada pirata va a lo suyo es como funciona. Sin embargo, yo nunca había tenido algo o alguien a lo que volver, si algún día mi escape no funcionaba sería algo irrelevante, pero esa chica...
Ella tenia un prometido, un futuro al alcance de su mano, algo por lo que luchar; alguien al que volver.
—No pienso quedarme en esta celda mientras Will arriesga su vida por ambos —la rubia se levantó y se acercó a los barrotes tratando de encontrar un buen plan de escape.
—Por curiosidad, princesa, ¿cuál es el nombre del pirata al que salvasteis? —Me incliné un poco en su dirección con curiosidad y la miré con calma.
—Jack Sparrow.
—Capitán Jack Sparrow —la corregí, tras unos segundos de silencio.
Ella me miró con sorpresa y sus ojos se abrieron, dejando a un lado su tarea de encontrar un escape.
—¿Conoces a Jack?
Una sonrisa divertida se extendió por mi rostro mientras la observaba.
Si Jackie estaba involucrado con ellos y la armada inglesa lo estaba buscando, solo podía significar que los problemas volvían a perseguir con fiereza al capitán de la Perla Negra.
La mirada esperanzada de la rubia y los recuerdos de Jack en mi cabeza iluminaron mis ideas hasta alumbrarme con la respuesta. Me había pasado años burlando a la suerte y vagando por el mar en diferentes tripulaciones, pero la idea de involucrarme de nuevo en las aventuras de Jack me daban un gran brote de adrenalina que hacía mucho que no sentía.
—Más de lo que te imaginas —me incorporé y me acerqué a la cerradura de mi celda—. Bien, princesita, este es el plan...
Tal vez si tenia alguien a quien volver, y una aventura nueva a la que correr. Era muy arriesgado involucrarse con Jack Sparrow, pero mi vida había dado un giro de vacío que no podía ignorar y que solamente esperaba que pudiera saciarse con una nueva misión.
Pero oh... ojalá hubiera sabido que esa sería la aventura más importante de mi vida.
¡Hola de nuevo!
Parece que haya estado muerta por mucho tiempo :(
Pero estoy intentando volver al buen ritmo de actualizaciones, ha sido un año muy complicado y espero poder volver a escribir como antes; ser escritora es más complicado de lo que parece en un principio, pero me encanta.
No os alarméis, este primer capituló ha sido más una introducción por eso es tan corto, lo próximos serán mucho más largos.
¡Os he echado de menos, espero que os guste la historia!
—Venus
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