El omega se estremecía ante las mordidas que el alfa dejaba por todo su cuerpo, empezando por su clavícula, su pecho y vientre, no sentía placer, sentía repudio y tristeza, un hueco en su pecho. Las lágrimas fluían con dolor sin parar, cerró sus ojos deseando que todo acabará, odiándose a sí mismo por tener húmeda su parte y palpitante, detestaba su deseo, detestaba su condición de omega.

─Amo cuando eres obediente ─susurro en su oído. Woojin

─Por favor, por favor ─suplicó de nuevo.

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Hyunjin corrió sin detenerse hasta que su cuerpo cambio, cambio a un gran lobo negro, con hermosos ojos amarillos que brillan a luz de la luna, dejo salir su yo interior, su verdadero ser animal, sin importar nada, avanzo y olfateo el olor de su omega, podía notar ese leve cambio de olor que transmitía el omega, ese olor a tristeza y con ese olor sufrió, solo pensar que su omega sufriera era algo que lo lastimaba.

Había un gran árbol a un costado de la ventana de la habitación del omega, esperando que nadie notara su presencia, su gran presencia, era un lobo imponente era un líder, era el alfa líder de una gran manada de alfas. Trepó el árbol sin esfuerzo para tocar la ventana con el hocico. Esperó paciente y luego lo volvió hacer, el omega a dentro abrió las cortinas y lo miro.

Dio dos paso y abrió las ventanas para abrazar el hocico del alfa, las lagrimas caían y el gran lobo limpio su rostro con su lengua, luego el omega se acurruco abrazando el cuello del alfa, sintiendo su gran aroma, haciendo que su corazón se sintiera seguro en el gran pelaje de ese gran lobo negro.

Cerró los ojos y se quedó así hasta que sintió como dos brazos fuertes rodeaban su cintura y aquel pelaje se convirtió en un firme vientre y pecho, pero sin soltarse, sin importa que el cuerpo del alfa estuviera completamente desnudo, se quedó ahí a su lado, sintiendo el calor del otro, el aroma de sus feromonas hacían un baile con las hormonas del omega, era el uno para el otro.

Beso los labios del omega enredando sus dedos en su cabello atraiéndolo hacia él, el sonido rebotaba pero poco parecía importarles. Las firmes manos del alfa acariciaron su cintura con suavidad, el alfa dio varios pasos para entrar en la habitación por completo. Tomó de la cintura al omega y sin dejar de besarle lo llevó hasta la cama, besando todo su cuerpo.

Existía un pequeño sentimiento tocar su cuerpo con desespero, esa noche parecía una despedida. Una manera dolorosa y triste de decir: "Adiós".

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El pequeño alfa odiaba cuando su hermano mayor tenía esos arranques que ni él mismo entendía. Camino un poco por esa gran ciudad, cuando sintió algo en su pecho, un dolor indescriptible, se dobló tocando su pecho.

Recordó lo que su madre le contaba: "En la vida de una alfa existe un omega que será su lazo, no importa si no se entrelazan con una mordida, o una marca, es como si Dios decidiera dividir su corazón en dos partes, que cuando se miraran lo sabría. Y dentro del alfa existirá ese instinto de proteger a su omega"

Sus ojos brillaron y arrugó las cejas, pudo notarlo, pudo sentir el olor de dolor de su omega, pudo escuchar aquel aullido, tan bajo, pero tan claro.

Sus manos temblaban de miedo, de odio y de sentimientos que no entendía aun. Tomó su celular y marcó a Jisung, quien le contestó entre dormido, ya eran más allá de las 3 de la mañana.

─Por favor, necesito la dirección de Seungmin ─suplicó apretando su pecho para que su alfa interior no saliera a flote y se convirtiera en un lobo

─¿Pasá algo? ─preguntó el omega preocupado

─No lo sé, siento algo, pero no es estable, no tenemos un lazo por lo que es tan débil pero a veces tan claro, por favor apúrate ─en una súplica agonizante

─Es la calle XX y el número 8 ─pronunció con prisa ─por favor, avísame si algo pasa.

El alfa solo terminó la llamada con un: "si" y luego su cuerpo cambió por completo. Un imponente lobo apareció no uno tan grande como el de Hyunjin pero era algo de qué asombrarse. En el mundo existen pocos cambiantes, los que son, son aquellos que vienen de un linaje y de una manada firme. Se les educa de manera de controlar su verdadero ser, por lo que era claro que esos alfas tenían algo en su corazón que su alfa salió sin permiso.

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Corrió hasta aquella calle, sintió el olor de la manada de los lobos blancos. Cerró sus ojos y busco aquel aroma y lo encontró, corrió sin detenerse al origen de aquel olor sin importar el peligro.

Cuando llegó a la casa lo sintió y lo escuchó claramente. Brinco la pared sin problemas, entro a la casa ante el susto de algunas personas presentes y avanzó por las escaleras, hasta llegar aquella puerta y entró para ver aquella escena shockeante.

Seungmin estaba desnudo del torso, su cuerpo tenía marcas de mordidas y algunas sangraba, el olor del alfa que estaba sobre su cuerpo estaba marcado en su piel, sus lagrimas salían sin freno, su cuerpo temblaba y aquel chico fuerte, alegre y feliz, era solo ahora un pequeño niño, sus ojos mostraban miedo y todo su ser temblaba.

Gruño con dolor.

El alfa lo miró y se alejó de Seungmin, con las manos en una señal de paz. El imponente lobo caminó hasta el omega colocándose frente a él, estaba listo para pelear por su omega.

─Supongo que es a ti a quien llamaba con tanto desespero ─pronunció el cínico alfa.

Las lágrimas de Seungmin no paraban, se incorporó y miró aquel imponente lobo frente a él. Su cuerpo se estremeció y como un niño que lo ha perdido todo, como aquel que se sostiene de lo único que tiene cerca, camino hasta Changbin y lo abrazo. Un pequeño sollozo se escuchó en aquella habitación. El alfa giró su cabeza y pasó su lengua por el rostro del triste omega y este se aferró a él.

Por un instante se olvidaron del alfa frente a ellos hasta que un gran gruñido los estremeció, fue cuando vio aquellos grandes colmillos morder el cuello del alfa, un enorme tigre de bengala había atacado al distraído lobo.

La sangre salpicó al omega que vio cómo cayó ante sus pies aquel que lo había salvado.

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¡Gracias por leer!

Makishi Konue