Capítulo 1; La luna.

—Me llamo Amajiki... Y quie... Hér...

—¡Amajiki! —Mirio fue el primero en acercarse, rodeado de otros dos chicos de su clase, el primer día en que Tsukiko faltó a clases. Lo notó porque siempre la veía junto al rubio—. ¡Oí lo que intentabas decir en tu presentación! ¿Es que quieres ser un héroe?

—Ah... no —Tamaki no supo qué responder.

—¡A mí también me gustan los héroes! —le dijo, mostrando su pulgar.

Tan brillante, deslumbrante, como el sol.

—Mi, mi nombre es T-Tsuki, ¡Nisshoku Tsukiko! —la niña había gritado nerviosa, captando la atención de toda la clase, incluyendo a Mirio y a cada uno de sus compañeros desde sus puestos. Tamaki se había sentido atraído hacia la peliblanca de ojos violetas que pese a verse terriblemente nerviosa, había conseguido gritar para que todos escucharan—. ¡Quie-quiero ser heroína! Es... mi sueño.

Mirio, a diferencia de él, se había acercado hacia ella enseguida, mientras él se había aislado de todos. Imposible hablar con nadie, era muy tímido y no podía hilar una sola oración bien.

—¿Tsukiko, verdad? Yo soy Mirio, Togata —le dijo con una gran sonrisa, haciendo que la niña sonriera alegre—. Debes ser muy buena para que te hayan transferido de grado, Tsuki-chan.

—¡Ha-hai! Gracias, Mirio-kun —se había sonrojado. Tan linda...

—¡Yo también quiero ser un héroe de grande! ¡Esforcémonos!

—¡S-sí! Esfor-esforcémonos —la peliblanca le había sonreído antes de concentrarse en su libro.

Tenían siete y ocho años cuando se conocieron, para ser exactos, estaban iniciando tercer grado. La peliblanca era tímida y no solía hablar mucho, pero cuando estaba con Mirio solía contagiarse de su extrovertida y alegre personalidad, como la luna se contagia del brillo del sol. Eso pensaba Tamaki, aunque él hubiera sido transferido desde otra escuela en primavera.

Eclipse de sol

—Nee, Tsu-chan, ¿dónde has estado? No te hemos visto en las clases esta semana —preguntó Nejire, finalmente, haciendo que los otros miraran con interés a la aludida, quien solo sonrió—. No puedo creer que hayas regresado y no fuéramos los primeros en enterarnos —hizo un puchero. 

—¡Es verdad, Tsukiko-san! ¿Te has estado escondiendo de nosotros? —la acusó Mirio, sonriendo.

—¡N-no es eso! —negó rápidamente—. He estado muy ocupada con Aiza-san y Zashi. Toda la semana estuvimos preparando los papeles para mi reingreso luego del accidente, no estaban muy seguros de que fuera una buena idea pero conseguí convencerlos —sonrió alegre. 

—¿Ah? Y así te saltas las clases, eres de lo peor —le recriminó Nejire, inflando las mejillas—. ¿Eso responde la pregunta? Creo que usó una nueva evasiva, ¿tú qué piensas? Amajiki-kun —preguntó al pelinegro, quien alzó levemente la mirada. Tsuki ladeó la cabeza al mirarlo. 

—C-creo qu-e di-dice la ve-verdad.

—Me tienes en un pedestal, Tama-kun —sonrió.

—Eres una pulga —se rió Nejire—, tu corazón de pulga seguro va a estallar de felicidad.

—Es cierto, Tamaki era el más preocupado de todos nosotros, Tsu-chan —concordó Mirio. 

—Mi-Mirio —el pelinegro no aguantó más y se paró frente a la pared del pasillo.

A la peliblanca le hizo gracia y se acercó, poniendo su cabeza en la pared también, mirándolo de reojo. Tamaki comenzó a temblar y trató de no devolverle la mirada, pero ella solo sonrió.

—Yo también estaba preo-preocupada por ti, Tamaki-kun —se sonrojó.

Mirio suspiró. Esos dos eran tan problemáticos. Toda una vida enamorados el uno del otro y nunca habían avanzado, mentía, aunque avanzaran, al final siempre ocurría algo y volvían al punto de inicio. Era como si el destino les dijera que todavía no era el momento indicado. 

—¡NISSHOOOOOOKU, TSUUUKI! My babyy —se escuchó un grito que casi los mata del susto.

No había razón ni siquiera de presentarlo, todos sabían de quién se trataba. Nada más ni nada menos que el héroe Present Mic, también conocido como Hizashi Yamada o Zashi, como le dice ella de cariño, kosei: Voz. Sí, ruidoso. 

—¡Zashi! Mis oídos —Soltó un quejido enseguida, mientras se tocaba la oreja—. ¿Por qué fue eso?

—¡Tu papi-zawa me dijo que estás saltándote las clases! —La acusó con el dedo índice y se percató de sus compañeros—. ¡Oh, hola, chicos! —Les sonrió amablemente—. ¿Cómo están? ¿Van a clase?

—Claro, a mí me regaña y a ellos los trata con amabilidad —se quejó—. Tiene mucho sentido.

—Que sepas que si no vas a clases con ellos justo ahora te voy a castigar —anunció el rubio—. No es como si tuvieras muchas responsabilidades como para estarte saltando las clas-

—Hai, hai, ya íbamos en camino pero nos detuviste. ¡Mal padre! —lo acusó también, fingiendo estar molesta con él, cosa que hizo que los demás se rieran. Les gustaba verla de nuevo, tan alegre y tranquila—. ¡No me hagas enfadar, jovencito! ¿No tienes clases que dar?

—Ne, ne, Present Mic, ¿qué se siente tener a Tsu-chan de vuelta? ¿Hace cuánto que volvió? ¿Por qué no había vuelto a clases? ¿Se estaba escapando? —lo acaparó entonces Nejire, con su energía al máximo, haciendo que el rubio soltara un quejido.

¡Girl, you're on fireeee! —le gritó bajito, al menos esta vez no había activado su kosei. 

—¿Ah?

—Que estás en llamas —le respondió la peliblanca, restándole importancia con la mano.

—¡Ah! Pero si nada se está quemando —Nejire comenzó a mirarse de piez a cabeza, o algo así, hacía el intento, haciendo que todos rieran—. ¿O sí? No recuerdo haber estado cerca del fueg-

Tamaki solo se encontraba pegado a la pared, avergonzado, trataba de que el maestro no los viera. Por lo general, huía de él en todos los recesos  y lugares en común, al menos agradecía el hecho de que este no fuera su maestro de inglés, no lo soportaría. No que le cayera mal el tutor de su luna, solo que durante el tiempo en que estuvieron todos preocupados por ella, Hizashi Yamada lo había captado hablando con el cuerpo en coma de Tsukiko. Desde entonces, le daba vergüenza encontrarse con él, incluso si había tenido que enfrentar palabras con él de vez en cuando, no podía parar de sentirse avergonzado por ello. ¡Tan avergonzado!

—¡You! —Hizashi lo vio de todas formas, haciéndolo temblar de inmediato—. ¡Hace rato no te veo! ¿Te habías escondido de mí acaso?

Oh no, lo sabía, ahora probablemente le haría imposible la vida. Oh, qué haría, quería irse. Sí, eso era, se mudaría a China y se llamaría Tian Zhang, empezaría una nueva vida como un hombre honesto que trabaja como contador y se olvidaría de su sueño de ser héro- Parpadeó al sentir la mano de la peliblanca en su hombro. Cuando miró, ella ya no estaba ahí sino en frente de su tutor. 

¿Ah? Parpadeó de nuevo. ¿Estaría alucinando?

—¿Profesor? —una de la clase 1-B salió de ahí para ver al mayor, quien se volteó a verlo—. ¿Pasa algo? Escuchamos un gran grito y luego mucho alboroto —la pelirroja sonrió. Kendo Itsuka, kosei: Puño grande, presidenta de la clase en la que se suponía Hizashi estaba dando clases.

—¡Ah! —Present Mic miró a la peliblanca—, ¡te salvaste! Hablaremos de esto en la casa. ¡Yosh! ¡Let's go rock, 1-B! 

Tsuki le sonrió incómoda a la chica de primer año antes de ir a pegar su frente en la pared, a un lado de Tamaki. Kendo observó en silencio a los dos personajes con la cabeza en la pared.  

—¿Están ellos bien?

—¡Sí, tranquila! —Mirio la empujó hacia su clase y luego miró a sus compañeros, con los brazos como jarra, miró a Nejire—. ¿Tú la llevas a ella y yo a él?

—Ya rugiste —sonrió la de cabellos celestes, acercándose a la más baja.

—Ne, ne, Midnight-sensei nos va a castigar si llegamos tarde —les recordó amablemente.

Ambos temblaron.

Eclipse de sol

—Ven conmigo —Mirio lo jaló del brazo en en el receso un día como cualquier otro—, voy a presentarte a alguien muy importante. ¿Sí?

Tamaki estaba tan nervioso como era usual pero tras esas palabras su mente se había congelado por completo. Los amigos de Mirio no eran muy de juntarse con él cuando Tamaki estaba cerca y si lo hacían, no hablaban mucho con él ni él con ellos, pero Mirio no le daba importancia. El hecho de que lo arrastrara casi toda la escuela para presentarla a ella había sido el recórd.

En serio, era alguien importante.

—¡Tsuki-chan! —Mirio se acercó a una chica peliblanca que estaba balanceándose en un columpio con la mirada agachada. Tamaki se escondió detrás de Mirio como siempre pero le llamó la atención la llamada. Se veía apagada y tímida.

Entonces la chica levantó la cara y vio a Mirio sonriendo, consiguiendo que ella sonriera también. Y esa fue la primera vez que Tamaki lo vio, el momento justo en que la luna reflejaba la luz que expedía el sol. Fue como una especie de epifanía, que le decía que se encontraba en el medio de dos astros.

—Mirio-kun —le saludó, mirando por encima de su hombro—. ¿Amajiki-kun? ¿Eres tú?

El peliazul se escondió más detrás del rubio.

—S-sabe m-mi n-nombre —se quejó. No le había costado mucho reconocerla como la chica que a pesar de los nervios había gritado a los cuatro vientos que quería ser una heroína, y Mirio se había hecho su amigo, al parecer muy cercano de un día para otro.

—Oh, sí, le hablé a Tsuki sobre ti —explicó con una risa—, es muy curiosa, nunca se pierde de ningún detalle. No suele venir mucho a la escuela porque tiene una condición especial desde que presentó su quirk —agregó entonces, a modo de justificación. La chica miró al chico con orejas de elfo y asintió.

—Mi nombre es Tsukiko Nisshoku, pero puedes llamarme Tsuki, como desees —sonrió.

—T-tsu... ¡T-tsuk! Esto es imposible, Mirio —se quejó, apoyando su frente en la espalda del mayor. Poco notó que la chica estaba atrás suyo mirándolo con curiosidad.

—Tsu, me gusta —le dijo, haciendo que saltara de la impresión y ella sonrió—. ¿Te asusté?

—¿¡Cuándo llegaste ahí?!

—Me teletransporté —explicó ella, haciendo que ella le mirara con sorpresa—. Yo quiero ser una heroína y Mirio me dijo que tú también quieres... ¡Esfórcemonos, Amajiki-kun!

—Ah... H-hai.

Eclipse de sol

—¡Ah! A veces Midnight-sensei puede resultar aterradora. ¿No es verdad? Esa actitud de sádica y castigadora me causa escalofríos —Nejire fingió temblar de frío, haciendo reír a Mirio.

—Es verdad, a veces como que se le va un poco la mano —le dedicó una mirada a los dos que iban detrás, mientras se ponía una mano en la nuca en señal de estar relajado. Tamaki y Tsukiko venían atrás, ambos escudándose de alguna forma, Tamaki mirando al suelo y Tsuki con sus libros en el pecho—. Hado-san, ¿no crees que están muy callados?

—¿Ah? Usualmente no hablan mucho —comentó, mirándolos también—, pero es cierto que no es igual que antes. Supongo que aunque las heridas cerraran, las cicatrices de ella siguen latiendo con fuerza. 

—Deberíamos hacer algo, no hacen más que lastimarse en el proceso de curación —Mirio enfocó su mirada en los brazos de la peliblanca. Algo que no muchos describirían como normal, la oji-violeta siempre traía el brazo derecho lleno de vendas. ¡Nota especial: Con el tiempo comenzó a usar vendas de colores que combinaran con sus outfits! 

—No puedes culparla, a ninguno de ellos, están tratando —Nejire sonrió brevemente. Pocas cosas conseguían que ella se enfocara en un solo tema, pero la preocupación por ellos no era solo de Mirio. A Nejire también le preocupaba la caída de uno de los tres grandes. Miró a Tamaki.

—Debemos evitar a toda costa que se sigan destruyendo —la miró serio.

—¡Hay que hacer que sientan mariposas en el estómago de nuevo! —chilló con emoción.

Tamaki levantó la mirada al ver a Nejire chillar.

—¿Mariposas? —Mirio miró a Tamaki—. ¡Oh! A Tamaki le gustan mucho, ¿verdad?

—S-sí.

—¿Por qué? —la peliblanca le miró de reojo.

—Son muy lindas, tienen ala-

—Siempre he tenido una gran duda, Tama. Si las comes... ¿Tú también tendrías sus bonitas alas? —lo interrumpió Tsukiko. 

—¿Eh? —Tamaki se puso rojo, y negó con la cabeza—. N-no podría co-comerlas...

—Amaijiki-san tiene corazón de pulga —Nejire la codeó amigablemente.

—Solo decía, gomen—se rascó la mejilla en un tic nervioso—. Es solo que... No le veo importancia aunque tienes razón, sería un asco comerlas, siguen siendo insec-inse-... Eso.

—Pero me gustan y son lindas, no podría comerlas porque sería algo triste y feo —murmuró en voz baja. Aun así, solo Mirio se percató de esto pues la de cabellos celestes estaba cerca de Tsukiko. 

—¿Le tienes miedo a los insectos, Tsuki-chan? —Inquirió Nejire, curiosa.

La peliblanca hizo una mueca ante la mención. Miedo es algo pequeño.

Eclipse de sol

—Nee, Tamaki —la peliblanca se acercó con una gran sonrisa—. ¿Quieres un malvavisco?

Era una de esas tantas veces en las que se reunían en la casa de Mirio después de clases para hacer tareas y luego pasar buen tiempo entre amigos, una de esas que Tamaki normalmente negaría por la presencia de la chica pero aceptaba porque Mirio era su amigo también.

—S-sí, gr-gracias —se sonrojó.

No era que le cayera mal ni nada por el estilo, de hecho con el tiempo Tamaki la había aceptado como una amiga con la que podría ser él mismo también, pero sentía algo extraño cada vez que ella lo veía con aquella sonrisa brillante y esos tiernos ojos.

—Ey, Tamaki —él la miró—, me gusta mucho cuando te relajas cerca de mí. Me hace sentir que algún día seremos grandes amigos.

—P-pensé q-que y-ya l-lo e-ramos —fue la respuesta que dio.

Ella sonrió grande.

Eclipse de sol

—No sabía que odiabas los insectos —Tamaki la miró con los entrecerrados y las orejas rojas—. ¡L-lo siento!

—¿Qué sientes? —Nejire estaba confundida.

—U-una vez t-te obligué a aco-acompañarme al santuario de m-mariposas co-conmigo —Tamaki se sentía terrible.

Mirio se sorprendió, aunque sabía que Tamaki adoraba las mariposas no tenía idea que alguna vez hubiera invitado a alguien a su segundo lugar favorito en el mundo, menos que había sido la peliblanca. ¡Vaya! Las cosas que uno se enteraba, eh. La peliblanca se acercó al pelinegro.

—¡No te preocupes! Te acompañé porque te quiero, Tamaki-senpai —la peliblanca se lanzó a abrazarlo, y el pelinegro sintió que se desmayaría en cualquier momento. Mirio y Nejire miraron con una sonrisa a la chica, que de inmediato se apartó de un salto—. ¡C-como amig-amigos! No lo mal-malinterpreten! ¿Bien? 

Tamaki la observó en silencio.

—¡Bien! —Ella carraspeó—. ¡Olvidé mi maleta en la sala de profesores, debo ir por ella! Ustedes adelantense a clases. ¿Sí? ¡Nos vemos a la salida!

—Pero si vamos al mismo salón —Nejire la observó irse.

—Solo me quiere como amigo —se deprimió y se aisló en la pared del pasillo.

Mirio le dio palmaditas en la espaldas y miró a Nejire con frustración. 

—Tenemos que hacer algo rápido —se rió ella—, el corazón de pulga se detendrá de nuevo si ella vuelve a decirle que lo quiere. ¿No es verdad, Tamaki? Tú también la quieres. ¿Huh?

—Como amigo...

—Ya, ya, seguro que si fueras más sincero sobre tus sentimientos, ella te correspondería —alegó la peliazul—. Ahora, creo que vi un puesto de manzanas cerca de la clase de estudios generales. Deberíamos ir. ¿Quieres comprarle una a Tsuki-chan?

—¿De amistad? —Tamaki alzó la mirada. 

—Sí, lo que sea, ¡vamos antes de que acabe el receso! —los jaló a ambos de camino. 

Eclipse de sol

Todos los héroes tienen grandes historias incluso de como sus cuerpos se movieron por sí solos mientras eran apenas estudiantes. La historia de Tsuki era su favorita entre todas, a Tamaki le había llamado la atención siempre como ella le hacía frente a todo aunque se estuviera muriendo de miedo. Fue uno de esos días en los que él iba caminando hacia el konbini cerca de su casa con la cabeza agachada cuando un ladrón salió flotando de la tienda luego de robarla.

Sus ojos se habían abierto de par en par al ver a su compañera dejar caer sus cosas y correr.

—¡Alerten a los héroes y autoridades! —la escuchó gritar mientras ella corría.

Tamaki solo la observaba en shock. El quirk del hombre mayor parecía ser más que solo flotar, y de por sí ya simulaba un problema para todos cerca. En aquel tiempo, estaban en sexto grado de la escuela elemental, y entre su grupo de tres amigos, la única que podía "controlar" su quirk lo suficiente era ella. Al menos, un poco.

—¡Alto ahí! —su grito lo hizo levantar su mirada.

En un parpadeo, Tsukiko desapareció de la vista de todos para luego aparecer tras del ladrón y empujarlo con una patada hacia el suelo. Claro que solo consiguió que algunas cosas de valor se le cayeron cuando el hombre se volteó y la apresó del cuello. Tamaki podía verla temblar de miedo, pero no podía ni moverse. ¡Ella podría morir y él no estaba haciendo nada!

Y así quería llamarse héroe algún día...

—¡Los héroes vienen en camino! —gritó el dueño del kombini, asustado.

—¡E-en ese ca-caso —Tsukiko desapareció de nuevo, haciendo que el hombre mirara a todas partes—, no n-necesitarás esto! —le dijo, reapareciendo de nuevo en el suelo frente al hombre junto a la bolsa que había llevado el ladrón—. ¡Y ya verás! —volvió a desaparecer como un rayo.

Tamaki abrió grande la boca.

—¡N-no lo hag-hagas! —de alguna forma, su voz alcanzó a salir.

La chica logró neutralizar al ladrón en el suelo, pero se desplomó también en el aire tras unos minutos, consiguiendo que él sintiera que se iba a desmayar. Sabía bien que había llegado al límite y no podría tener un lindo aterrizaje. Antes de que el Amajiki pudiera caer en la total desesperación, la figura de un imponente y delgado hombre de aspecto desaliñado agarró a la chica en el aire y aterrizó con gracia.

—¡Eh! —todos miraban con sorpresa al audaz pelinegro con cintas en su cuello—. ¡¿Quién es?!

—E-eraserh-head —la chica parpadeó al ver que estaba siendo cargada por un héroe que rara vez se dejaba ver en persona—. G-gomene. Parec-e que me ex-exced-

—Calla, hablaremos de esto en casa —le dio una mirada antes de mirar al ladrón en el suelo apenas ambos se encontraron bien, borró el kosei del mismo y lo agarró con sus cintas.

—¡Wow, wow, wow! ¡Girl, you're so groundeeed!

La peliblanca suspiró al ver a su otro padre gritarle en público, aunque al ver a Tamaki se le pasó. No hizo más que correr hacia el chico enseguida, ya que de usar su kosei otra vez probablemente vería sus clases en el hospital. Apenas estuvo frente a él, pudo respirar.

—¡Te encuentras bien, me alegro mucho! —lo abrazó. Por un momento, creyó que al chico le había pasado algo malo—. ¡Tamaki-kun! —lo jaló de un lado al otro al ver que no respondía—. Oh, diablos, ¿cómo le explico a Mirio que lo rompí? —pujó asustada.

—Ma-m-

—¡Sigues vivo! Dime algo, Tamaki, vive, respira —continuó meciéndolo de atrás adelante.

—T-tsu... ¡e-estás tem-temblando!

—¿Ah? ¡Sí! —gritó eufórica—. ¡Tenía mucho miedo! Nunca había presenciado un robo.

El chico la miró como si fuera un alien.

—¿P-por qu-e fuis-te ent-entonces?

—No lo sé... Mis piernas se movieron solas —se rascó la mejilla.

—Pues espero que así mismo se mueven en camino a casa —fue el seco de Shota Aizawa, padre adoptivo de la niña de once años, quien la miró por encima de su hombro—. Buen trabajo, por cierto —la chica le miró con los ojos brillantes—, pudo haber sido excelente si no te hubieras excedido.

—No le hagas caso, para tu edad lo hiciste genial —comentó Hizashi Yamada, picándole el ojo. La peliblanca sonrió—, pero sigues estando castigada —agregó, y la chica abandonó su sonrisa.

Tamaki sonrió levemente, algo que hizo que la chica le viera a los ojos. ¡Lo iba a matar!

—Tienes una linda sonrisa, Tamaki —fue lo único que ella dijo, mientras se comenzaba a alejar tras sus padres—. Si pude hacerte sonreír hoy, quiere decir que algún día podré cumplir mi sueño. ¡Nos vemos luego! —se despidió entonces, dejándolo con el corazón desbordado y las mejillas rojas.

Esa tarde, Tamaki Amajiki de doce años, volvió a casa sin nada de lo que lo habían enviado a comprar pero con una pequeña sonrisa y a su madre poco le había importado tras enterarse de lo sucedido en las noticias locales.

Y entonces él lo vio: "Niña de sexto grado salva el día en un konbini".

El primero de muchos titulares en su honor.

Eclipse de sol

Tsukiko suspiró y se sentó en la silla que tenía el escritorio de su padre. 

—¿Se te perdió algo?

—Aparte de la mochila, el corazón en algún pasillo —bufó. Apachurró su cara contra la mano. 

Aizawa la miró en silencio por un momento.

—¿Sabes que no deberías seguir aquí, verdad? No puedes esconderte todas tus clases, vas a arruinar tu promedio —le recriminó. La peliblanca levantó la mirada violeta al mayor. 

—¿Qué promedio? La mayoría de aquí ni siquiera recuerda que yo estudiaba con ellos a principio de año —se quejó—, si no hubiera tenido ese maldito accidente, mi vida sería más normal.

La puerta de la sala se abrió, dejando ver a All Might, cosa que ambos se giraron a ver.

—¡Ya estoy aquí! —Había gritado, luego los vio a ambos—. ¡Y siento interrumpir!

—No interrumpes nada —se levantó enseguida y tomó su mochila—, solo venía por mi mochila. 

—Tsuki.

—Sí, sí, hablamos luego en casa —le restó importancia y sonrió a All Might antes de irse.

Shota se pasó una mano por el cabello y se dejó caer sobre la silla donde minutos antes había estado la oji violeta, suspirando. El rubio lo miró en silencio por unos minutos.

—¿Sabías que cada vez que suspiramos se nos va un poco de vida? —¿Era en serio? Sonrió el rubio—. Debe ser duro, oí del accidente —continuó—, no pienso hacerlo más largo, Aizawa. Si quieres hablar al respecto, escucharé y no comentaré nada innecesario sobre ello, a menos que lo pidas. A veces... hace bien desahogarnos un poco —Aizawa lo miró—. Has sido fuerte, sé que no quieres que él o ella te vean flaquear, pero... 

—Claro que es difícil —lo interrumpió—, mi hija volvió de la muerte. ¿Y qué consigo? Cada día solo puedo verla, agradecer que porque está aquí y está bien y rogar porque atrapen al hijo de perra que destruyó su sonrisa. 

Aizawa agachó la mirada frustrado.

—Hizashi siempre trata de bromear al respecto o hacer como si nada pasó...

Toshinori se acercó y le apretó el hombro en señal de apoyo.

—Y ella... sonríe y actúa como antes, como si creyera que va a engañar a alguien —su voz se quebró enseguida—, como si creyera que me va a lograr engañar a mí. ¡A mí, por amor a Dios!

Vaya, nunca había imaginado a Aizawa como un hombre religioso. Toshinori pensó entonces que quizá, casi perder a una hija llevaría a la locura a cualquier hombre y quizá, podría haber encontrado un poco de cordura pensando en que algún dios podría haberla salvado.

 ❧Eclipse de sol

—¡Más fuerte!

Tamaki la había visto entrenar, por casualidad, un día en que Mirio y él habían quedado solos para salir. El pelinegro con cintas alrededor del cuello solía entrenar con ella en sus días libres. Solo verla le parecía exhaustivamente agotador. Nunca usaba su quirk en el entrenamiento.

—¡Recuerda que no soy tu padre, soy tu oponente! —le había lanzado una patada muy rápido.

A duras penas había alcanzado a agacharse para no recibir el impacto, y Tamaki admiró la mirada decidida y la pequeña sonrisa que la chica tenía. Aunque su cuerpo estuviera temblando del cansancio y estuviera sudando insanamente, ella estaba ahí, continuando.

—¡Ya lo sé, eres un villano! —Se quejó ella en voz alta.

—¡Si ese es el caso...!

Lo vio soltar sus cintas y mirarla con una sonrisa que haría flaquear a cualquiera, pero ahí estaba ella, moviéndose a pesar de estar completamente paralizada por el miedo. Brillando, siempre brillando. Tamaki estaba absorto en el modo en que su cuerpo bailaba dándole pelea al mayor.

—¡Sigues siendo débil! —gritó el mayor.

—¡Pues algo debes estar haciendo mal para que yo no esté aprendiendo bien! —contratacó ella.

Algún día, ella se convertiría en una gran heroína que salvaría muchas personas, y sin querer, lo inspiraba también a él a alcanzarla, así como admiraba a Mirio por ser un deslumbrante sol.

—¡Los sentimientos que estás reteniendo te van a retener tanto en quirk como en habilidades físicas! —Aizawa la tumbó al suelo—. ¡No puedes retener tus sentimientos pero tampoco dejar que se apoderen de ti! 

—¡No puedo permitir que mis sentimientos sal-! 

Su luna siempre lo deslumbró.

Eclipse de sol

—¡Por fin llegas! —Mirio le sonrió a la chica que acababa de salir de la academia—. ¿Dónde estabas? Te estabas tardando tanto que pensamos en mandar a Tamaki a buscarte. ¿Y la manzana?

—Es verdad —agregó Nejire con una gran sonrisa, que desapareció tras notar el rostro pálido de la chica—. ¿Estás bien, Tsu-chan? ¿Has estado llorando?

El comentario de la peliazul hizo que Tamaki levantara la mirada del piso para mirarte. 

—¿T-te encuentras bien?

—S-sí, descuiden, solo es que... Me perdí en el camino a la clase de profesores y me regañaron por eso —se inventó enseguida, y sonrió—. ¿Vamos ya? Debemos ir al metro pronto. ¿No es así?

—Ah, claro —Mirio no se mostró muy convencido ante sus palabras—. ¡Vamos! —Sonrió.

—Per- —Nejire fue interrumpida por la mano de Mirio en su hombro. Lo miró y éste solo negó—. Bien, sí, vamos.

Nejire miró hacia atrás, Tamaki veía en silencio a la chica caminando a su lado.

Tan apagada.

Eclipse de sol

—Y-yo... Y-yo... Uh...

Tamaki estaba tan nervioso que se quedó sin palabras y solo estiró un dedo, consiguiendo manifestar una pequeña ramita de frijol. Todos se rieron pero fueron callados por el profesor.

—Con tu poder, deberías ser capaz de hacerlo mejor, ve atrás con tus compañeros —fue lo que dijo el maestro, pasando a mirar de nuevo la lista. El peliazul asintió nervioso y comenzó a caminar hacia allá con la mirada en el suelo. Un fuerte golpe se escuchó detrás y todos rieron.

—¡¿Qué estás haciendo, Togata?! —se burlaron enseguida.

—¡Ya lo dije, no es nada fácil! —Mirio sonreía alegre—. ¡Pero la próxima vez lo haré mejor!

—Muy bien, Mirio... Siempre tan... ilustrador —el profesor miró la lista en sus manos. Estaban en educación de quirks, clase que veían en la escuela secundaria, y no es que les fuera muy bien en esa clase.

La clase consistía en mostrar su quirk y dar una idea de cómo esta contribuiría a la sociedad en el futuro. Mirio, bueno, intentó atravesar una pared pero solo pasaron sus manos y se había golpeado la cara, aunque admitía que les había hecho reír, había sido levemente duro de ver. Claro que Mirio era un sol brillante y no se dejaría desanimar en absoluto por ello.

—¡Bien hecho, Tamaki-senpai! —Lo abrazó la peliblanca, dejando un pequeño beso en su frente.

El chico casi se tira al suelo a esconder su cabeza dentro de él como si fuera una avestruz, pero Mirio se acercó y lo retuvo entre sus brazos, mientras le sonreía.

—A mi solo me abrazó —se quejó el rubio.

Tamaki lo observó confundido y Mirio alzó los hombros. No lo entendería de todas formas.

—¡Tsukiko Nisshoku, al frente! —el profesor la llamó y ella corrió hacia él—. ¡Bien! ¡Ahora!

—U-um, yo pu-puedo teletransportarme —dijo—. Y-y... Ah...

—Muéstranos, Nisshoku-san, por favor.

Ella asintió, tratando de pensar en un lugar donde pudiera transportarse y luego volver sin problemas, se le ocurrió que debía ser un lugar cerca en el mismo patio, se le había ocurrido aparecer en la espalda de uno de sus compañeros de atrás pero no podía ver exactamente el punto fijo. ¡Nota: Si Tsuki no puede visualizar su lugar, no puede transportarse o termina en un lugar completamente distinto al pensado en caso de perder la concentración! Miró a Tamaki, quien no apartaba su vista del suelo y entonces desapareció.

—¡¿Eh?! ¡¿A dónde fue?! —toda la clase enloqueció.

—¡A-auxilio! —Gritó la niña, colgando de un árbol que estaba atrás de Tamaki—. ¡A-arriba!

Su pie estaba enredado en una rama un poco alta, haciendo que todos se voltearan a ver hacia arriba por el grito. Era en serio que estaba colgando de la rama de un árbol. 

—¡Está en el árbol! —un chico comenzó a reírse, mientras la apuntaba con la mano—. ¡Es una perdedora como sus amigos! ¡No puede hacer nada bien!

Todos se reían, pero el maestro se apresuró a acercarse. Mirio y Tamaki se encontraban preocupados de que se cayera o le pasara algo peor, aunque el profesor tratara de calmarlos.

—¡Señorita Nisshoku! ¿Cree que pueda usar su quirk para bajarse de ahí? —le preguntó.

Ella solo negó entre lágrimas. Solo podía usarlo una vez al día en distancias no tan cortas.

—¡Eh! Ya sé, ¿por qué no se deja caer? ¡Yo la atrapo! —aseguró el maestro.

Aizawa tenía razón. 

La chica solo miró su pie enredado, comenzaba a dolerle y se sentía brevemente mareada.

Aún era muy débil.

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