EXTRA

Como en un cliché sacado de Disney, todo regresó a la normalidad. La magia de los buenos corazones se extiende por el pueblo y todos se ayudan entre sí como si fueran uno solo. El policía Mew fue ascendido a supervisor dado a su buen juicio y razonamiento, cambiando consigo el orden del mundo.

Porque ahora los brujos eran amigos de los humanos.

La competencia de las porristas era pronto, pero Gulf ya no estaba seguro de si requerían su presencia. Después de todo sólo se había unido para desmantelar el misterio de Engora. Song junto a todas practicaban en la cancha cuando al ver a Gulf llegar, ella sonrió en grande. —¡Continúen chicas! Estaré con ustedes en segundos. — Ella trotó como princesa hasta Gulf.

—Hola, amigo. ¿Viniste a sacudir ese trasero?

Él carcajeó un poco. —Vine por otro asunto, Song. Escucha, creo que ya no formaré parte de las porristas. Es decir, me gusta, pero sabes por qué me uní. Y no sé si aún me quieras aquí.

—Cariño, — Ella lo toma de las manos. Mirándolo como una hermana mayor. —tu siempre serás un Purple Owl. Es tu decisión. Yo y los demás sí te queremos aquí, Gulfie.

Sus palabras lo hicieron sonreír en grande. —¿Sí me quieren aquí?

—¡Mjm! PERRAS, DÍGANLE A ESTE PURPLE OWL CUÁNTO LO QUEREMOS.

—¡TE AMAMOS, PURPLE OWL! — Todos, incluyendo a Venya y Gabriela que volvieron a Cloan gritaron. Viéndolos con sonrisas. Song volteó hacia él expectante. Gulf aceptó quedarse obteniendo el grito y el abrazo más masivo de todos los animadores. 

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Más tarde ese día, el policía y él habían quedado en verse en la casa de Gulf. Las madres no estaban y Perla estaba demasiado ocupada conociendo a Robin en la terraza de Mew.

Gulf ponía en acción lo que había practicado con Jeff. Los besos eran una magia natural sin hechizo ni instrucciones, solo sucedía. Y le encantaba. La manera en que sus labios eran recogidos por los del policía le encantaba. Mew lo sentó en la cama y retrocedió para quitarse la camisa.

Gulf se quitó la suya y ambos sonrieron antes de quitarse los pantalones. Se observaron sin nada de ropa. A gusto con sus defectos. Perfectos entre ellos. Gulf acarició el vientre plano de Mew y sus rebosantes caderas. Era la escultura de un dios griego, con la excepción del tamaño viril. —¿Qué, no crees que estos son reales? — Mew tentó, sonriente. Referente a sus abdominales.

—Creo que debería inspeccionarlo a fondo.

—¿Ah, sí?

Escalofríos lo invadieron cuando Gulf depositó un beso en su abdomen. Luego más besos conforme bajaba. Hasta besar la punta de su pene. El policía se estremeció de escalofríos y dejo salir un gemido. Entre besos ambos entraron a la cama, yendo a la esquina cerca de la pared. Mew escondió una mano entre sus piernas y lo dedeó como preparación. Primero delicadamente, luego más acelerado.

—Oh Dios, Mew. — Gulf se aferró a sus hombros, viéndolo al rostro. Mirarlo fue una equivocación pues Mew sólo profundizó los dedos y aceleró el movimiento. Queriendo oír más de esos gemidos.

Le encantaba ver al moreno morderse el labio inferior. Era señal de su desesperación por hacerlo. El policía se detuvo, sacando los dedos.

—¿Estás listo, Gulf?

—Mjm. Desflorame, policía.

Ambos rieron.

—Ok. En mi defensa, sonó más sexi en mi cabeza. — El moreno se excusó. Mew dijo que aún así le pareció sexi. Con un beso, se deslizó en su interior de a poco. Sintiendo las uñas del moreno enterrarse en sus hombros. Luego en su espalda. Escuchó algo en su piel estirarse y quebrantarse. Eso lo hizo gemir alto.

—Tranquilo, estoy aquí. Aquí estoy. — Mew susurró sobre su piel, dejando un patrón de besos en su frente, nariz y mejillas. Él espero a la recuperación de su brujo favorito. Sintiendo su respiración rimar con la suya en perfecta sincronía.

—Puedes moverte, Mew.

—Dime si te duele y nos detendremos.

—Sí.

Se tomaron de manos en un fuerte agarre y Mew comenzó las embestidas. Al comienzo suave luego veloz y delicado. A Gulf le encantaba lo cuidadoso que era aún en el punto más salvaje del acto. Y es que no era sexo cualquiera, hacían el amor. Eso lo hacía ser gentil y dedicado.

—M–Mew, n–no puedo más.

—Tranquilo. Ven. Hazlo.

Ambos acabaron, abrazándose fuerte. Mew desplegó besos por su sudado rostro y lo felicitó. —Lo hiciste bien. Lo hiciste muy bien.

Gulf estaba demasiado exhausto para hablar, pero lo acarició de las mejillas. —Tú también, Mew. Fuiste demasiado gentil. 


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Cuando Mew bajó a servir agua para los dos, encontró a Perla sentada en la cocina. Él le sonrió y abrió la nevera. Depositando los vasos en la mesa. —Hola, Perla.

—Hola, Mew. Me gusta Robin. ¿Crees que puedas darnos la bendición?

—Sí, claro– — Mew respondía cuando se dio cuenta de quién había hablado. Miró extraño a Perla. Muerto de miedo. Él nunca la había escuchado hablar. La gatita sonrió.

—¿Eso es un sí?

Mew perdió la conciencia y cayó en el suelo.

—Oopsie. — La gatita sonrió apologética. Esperando un sermón de Gulf cuando este bajase.


Nota de Autorita: AHH. Espero que les haya gustado este extra tanto como a mí me gustó escribirlo. ¡Cuídense mucho mis lunitas soñadoras!

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