3
Desde que tengo razón de existir, siempre he tenido una suerte digna de los Récords Guinness, no por ser algo bueno, más bien por todas las veces que le pedí al universo estar de mi lado y me ha dado la espalda. Cuando desee la noche del viernes no volver a ver a Yoongi fue totalmente cierto, sin embargo, ahí está, frente a mí con la argolla negra sobre su labio, los ojos entrecerrados esperando a mi pedido y yo no puedo sacar la vista de sus nudillos vendados con gasas por una pelea que tuvo. La pelea que tuvimos el viernes por la noche, mejor dicho. Mi vista se desvía hasta sus antebrazos desnudos cubiertos con tinta negra que se pierden debajo de su polo remangado por encima de los codos. Me pregunto hasta dónde llegarán sus tatuajes.
—¿Podrías apurarte? Llevo prisa —comenta un hombre detrás de mí con desdén.
—Un mocha creme frappuccino, con extra crema, extra chocolate y extra grande —menciona el tal Dan que aún se encuentra tecleando en su móvil.
Yoongi levanta una ceja en mi dirección con diversión. Muerdo mis labios repitiendo a gritos en mi cabeza que no tengo derecho a ocultarme de él, ni a sentir vergüenza de mi pedido extravagante. Asiento incapaz de confiar en mi voz.
—Un mocha en camino, entonces —se abre paso y deja a Dan, que ha guardado el móvil en el bolsillo, frente a la caja.
Me indica el precio y le entrego el dinero que saco de mi bolsillo, todo arrugado y hecho una bolita. Eris se encuentra disfrutando de su americano cerca del ventanal que da vista a toda la calle principal frente al campus. No tiene idea de la pequeña escena que acaba de pasar. Ni cuanto me afecta que Yoongi esté haciendo el mocha que pedí. Aunque tampoco debería sentirme cohibida con lo que pasa, después de todo, Yoongi solo fue un ciudadano que me ayudó a salir de un aprieto y ahora solo conozco su rostro, es decir, he desbloqueado su rostro de los lugares que al parecer lo mantenía en la sombra misma.
—Geneva Isadora Harrison —me llama al ver lo perdida que me encuentro.
Tengo la necesidad de corregirle, decirle que llamarme por mi nombre completo no es necesario, pero no me animo a dedicarle más de un par de monosílabos. Tomo el pedido y le agradezco con una de mis mejores sonrisas. Giro sobre mi propio eje y camino directo a Eris que ya me espera fuera del café, sin embargo, antes de cruzar la puerta miro sobre mi hombro. Yoongi se encuentra preparando otro café, con sus ojos fijos en mí.
❀~~~~⚘~~~~❀
Paso lo que resta del día terminando un proyecto de historia del arte. Es una de las cosas que no me emociona como tal, no me considero una persona a la que el arte le corra por las venas, más bien soy del tipo contrario. No logro entender las pinturas de las que he escuchado hablar por horas, lo que significa cada línea y color. Mi madre lo intentó, quiso que su hija tuviera un don artístico. Fui a todas las danzas que se practicaban en mi ciudad, a pintura, incluso canto. Terminé siendo una chica con dos pies izquierdos y cero sincronización entre brazos y piernas. El dibujo más artístico y digno de admirar son mis recortes de Harry Styles durante su época de One Direction; sobre el canto, no hay mucho que pueda decir, no afino ni un poquito sería mucho decir para el sonido desgarrador que sale de mi garganta cada que quiere hacer algún tipo de sonido.
De todas formas, historia del arte es una optativa que tomé al inicio del semestre porque creí que con mi experiencia en las academias servirían de algo. Me equivoqué, aún sigo sin entender algo en lo absoluto.
Le envío mi parte del proyecto a mi grupo por correo electrónico. No pasa mucho tiempo hasta que la líder me manda un simple emoticón con un pulgar arriba y eso es mejor que una buena nota. La chica es certificada en casi todas las áreas de arte que se encuentran de este lado del país. Que ella apruebe mi parte del trabajo y no me lo devuelva con más correcciones de las que podría creer, es un gran triunfo para mí.
Miro mi bandeja de entrada a la espera de que aparezca la respuesta del Sr. Min. En todo el día no ha respondido a nada. Miro el vaso vacío de Starbucks con mi nombre escrito con un rotulador negro «Geneva Isadora Harrison». ¿Por qué Yoongi no deja de aparecer? Será que siempre estuvo ahí e ignoré su rostro porque tenía cosas más importantes que hacer en vez de fijarme en un chico increíblemente apuesto.
No voy a negarlo. Ahora que me encuentro en la habitación a solas, sin que Eris me pregunte por qué miro tanto un estúpido vaso o que alguien más escuche mis pensamientos. Yoongi es un tipo apuesto, muy guapo. Tal vez la argolla en su labio rosado, o el contraste de su pálida piel con su cabello ondulado y negro, incluso cómo resaltan las líneas de sus brazos. No he llegado a ver un dibujo claro, solo líneas gruesas y finas con sombras de por medio.
—¿En qué piensas? —me sobresalta Eris desde mi cama.
Doy un grito de susto y le tiro lo primero que tengo en mano. No soy buena para los sustos, mi primer impulso es la violencia física. Eris ríe a carcajadas mientras se cubre con mi almohada, como si fuera su fuerte.
—¿Por qué me asustas? —la reprendo—. Podrías provocarme un ataque al corazón y serás tú la que le diga a mi madre que he muerto de un susto.
—No fue mi intención —dice entre risas—. Estabas demasiado concentrada pensando en alguien que no me has oído llegar.
Mis mejillas se tiñen de un rosa suave y me giro para acomodar mis libros en la estantería, ignorando por completo su comentario.
—No me ignores, cuéntame quién es ella o él —sube y baja las cejas coquetas.
—No hay nadie, ya lo sabes. Estaba pensando en el trabajo que debo hacer para la Dra. McAllen y que su profesor particular aún no responde a mi correo —le digo, porque esa parte es cierta.
—No creo que estar mordiendo tu lapicero mientras sonríes como boba con la mirada perdida sea un trabajo, mucho menos de la Dra. McAllen. A menos que estés teniendo un romance profesor alumna con ella, lo que... —hace una pausa y me mira con desagrado—, es una total falta de respeto a nuestros principios de amistad.
—No es ella, Eris, porque no hay nadie —me excuso evitando por completo la primera parte—. El mocha que me has obligado a tomar y que terminé pagando yo —hago énfasis en la última palabra—, me ha dejado tonta.
—Podrías intentar buscar a alguien que te deje tonta. No he conocido a nadie como tú —su voz juguetona y divertida pasa a una más seria, aun manteniendo su postura relajada. Siento como si mi madre estuviera a punto de darme un sermón—. Deberías salir con alguien, ¿sabes? No digo que te emparejes o te enamores, pero ten sexo, mucho sexo. Bésate con alguien, beso de a tres, de cuatro o los que quepan.
—Eris... —advierto divertida.
—Lo que digo, Geneva —se sienta en los pies de mi cama y me mira más seria que antes—. Estás en tu etapa más sexy, tienes unas tetas que me fascinan —no puedo sonreír agradecida, teniendo en cuenta que dos limones son más grandes que mis pechos—, un culo de infarto, una mente increíble y un humor extraño pero divertido. No te he visto besar, coquetear o siquiera mirar a alguien con otras intenciones que no sea pedirle material de estudio.
—Es importante tener una variedad de material de estudio, lo sabes —le recuerdo apuntando con mi lapicero mordido a mi colección personal de apuntes en carpetas de colores.
—Hablo en serio, Geneva. Puedes mantener la beca y a la vez disfrutar un poco de tu juventud, belleza y sexualidad. Solo diviértete.
Eris toma su neceser personal y sale directo al baño.
Sus palabras resuenan en mi cabeza. No quiero admitir que tiene razón, me niego a creer que mi juventud se va en apuntes de los que la mitad de ellos no tengo idea de lo que hablan, pero me ayudan a aprobar los trabajos pendientes. Sin embargo, no estoy dispuesta a dejarme llevar solamente por lo casual. Después del incidente del viernes, lo último que quiero es que, por querer disfrutar de mi soltería, juventud y sexualidad, me tope con personas parecidas a ellos.
❀~~~~⚘~~~~❀
Por lo general, las habitaciones en este lado de la residencia están habitadas por personas tranquilas que se comunican con palabras, es sumamente extraño escuchar un escándalo, el sonido de fornicación o lo que sea que no sea simple silencio. Sin embargo, hoy jueves a las cinco de la tarde, mi vecina Liv ha golpeado nuestra puerta al menos tres veces en lo que lleva la hora a preguntar si nos encontramos bien porque, a diferencia de mis calmados días, me he vuelto una completa desquiciada.
Mi garganta roza el quiebre total de tantos gritos frustrados que he dado, mis uñas casi desaparecen de mis dedos después de ser devoradas por mi boca producto de la ansiedad. Mi cabello despeinado, del que cepillo una sola vez al día, parece una mota que no ha sido lavado en años.
—¿Puedes calmarte? —dice Eris desde la puerta de la habitación con una almohada, por si decido aventarle algo—. Olivia podría avisarle al encargado del piso y estaríamos en problemas.
—En el ala oeste de la residencia fuman mariguana en el pasillo, tienen sexo con las puertas abiertas, gritan como putos animales salvajes y no les han dicho nada —escupo al borde del delirio mental—. Creo que tener una crisis existencial una vez por semestre es una cuota obligatoria para sobrevivir a la vida universitaria.
—¿Sabes que sería buena idea? —suaviza su tono de voz—. Vestirnos bonitas e ir a la cafetería del centro, esa que se encuentra al lado de la librería que pasamos la semana pasada. Sacamos fotitos aesthetic y romantizar nuestras vidas.
La miro como si me estuviera tomando el pelo. Estoy a un pelo de quedar completamente calva y mi mejor amiga quiere que romanticemos un café.
—Acaso no te has dado cuenta que estoy escribiendo una carta de suicidio echándole toda la culpa a la Dra. McAllen porque ha fingido tenderme ayuda cuando me ha dado el contacto del tutor que... ¿adivina? NO ME HA RESPONDIDO EN TRES DÍAS —manifiesto a todo pulmón lo que ha provocado este pequeño incidente en mi habitación.
Cuando asistí a primera hora de la mañana a la clase de la Dra. McAllen, no esperaba encontrarme con la fecha del próximo examen, un nuevo informe y además una ficha de ejercicios que debemos tener el día del examen. Sin mencionar, claro, el simple hecho de que el tutor que me ha asignado no me ha respondido en tres días, lo que significa que voy atrasada.
¿Qué clase de tutor no revisa su correo diariamente? Me van a quitar la beca, no asistiré más a la universidad, iré a mi ciudad a casarme con mi ex novio de preparatoria. Tendremos cinco hijos y seré una mujer frustrada por no haber logrado aprobar Economía y Finanzas II. Todo porque el material en el que consulto no es el adecuado, incluso cuando la misma profesora lo asignó.
—¿Quieres que romanticemos tu carta de suicidio? —propone con una amplia sonrisa—. Podemos echarle perfume y que se vea aesthetic.
Me río, a estas alturas debo haber arrastrado a mi mejor amiga a mi delirio. La miro agradecida. Sé que quiere subirme el ánimo, pero el hecho de saber que el Sr. Min no responde a mi correo significa que puedo no estar preparada para el examen.
—¿Qué voy a hacer? —digo rendida y me tiro boca arriba sobre la cama. No puedo rendirme, pero necesito sus tutorías, de lo contrario no tengo idea en qué estoy fallando. Creí que todo el tiempo que le dedicaba ya era demasiado y ahora resulta que no solo es escaso, sino que estas notas condicionan mi beca.
—Solo pon una fecha límite, si no responde hasta entonces vas a hablar con la Dra. McAllen —anuncia mientras abre su armario y comienza a sacar las posibles prendas candidatas para acompañarla a su tarde estética.
—¿Y decirle qué? —reprendo. Mi cara se caería de la vergüenza si llego a ella y le digo que no he podido contactar a su tutor de confianza.
—Pues sencillo, te sientas frente a ella y dices —carraspea para imitar mi tono de voz—. Dra. McAllen gracias por su ayuda de mierda y al inútil de su tutor. Paz.
—Eris... —río por lo bajo porque quiero sonar seria.
—Geneva, no hay mucho que puedas hacer ahora. Mira videos de Internet, a mí me sirven —se encoge de hombros y comienza a maquillarse.
—¿Hablas en serio? —me siento sobre los codos y la miro como si estuviera tomándome el pelo.
—Oye, ten respeto con los profesores de YouTube. Merecen más reconocimiento por hacer el trabajo que les corresponde a los titulares y encima gratis —me apunta con su delineador y cuando no le respondo a su método de estudio se gira y vuelve a maquillarse.
Suspiro pesadamente y me dejo caer en la cama. Siento como Eris se prepara para salir, el hecho de que me invitara solo es una forma de hacerme saber que me tiene presente en sus planes, sin embargo, no he pasado desapercibido como su móvil suena con el tono personalizado que le ha colocado a Jace cada que le manda mensajes. Estoy segura que él ya debe estar esperándole abajo.
—Ve a tu tarde aesthetic —le digo cuando me mira desde el marco de la puerta—, yo me quedaré a revolcarme en mi miseria mientras escucho Favorite Crime de Olivia Rodrigo, dedicándoselo al tutor que es responsable de mi futuro suicidio.
—De acuerdo —toma su bolso y planta un beso en mi mejilla—. Ten una deprimente tarde, te veo en la noche para cenar.
La puerta se cierra y me quedo viendo el techo. La idea de seguir al menos un día más sin noticias del Sr. Min me pone ansiosa.
El tono de llamada entrante de mí móvil suena desde el escritorio, me arrastro sobre el desordenado edredón hasta tomarlo con la punta de mis dedos y atiendo.
—¿Hola? —respondo sorbiendo mi nariz. De tanto gritar podría enfermarme.
—Geneva, mamá llamó preguntándome si vendrías a casa para acción de gracias —dice Giovanni con su usual tono acusador—. Te he cubierto, ¿sabes? Pero debes decirme que le mentiras. Me ha tomado desprevenido. Podría haberle dicho la verdad.
Cierro los ojos y toco mí sudorosa frente. ¿Sería demasiado patético decirle a mí único hermano que en realidad planeo ir a su casa para ese fin de semana? Aunque algo en su comentario me hace saber que lo último que desea es tenerme ahí para acción de gracias.
—De hecho, estaba pensando en ir, digamos que se me olvidó la parte de preguntarte antes de decirle a mamá —menciono y muerdo mí labio inferior ansiosa.
—¿Bromeas? —farfulla—. Creí que tu mentira era porque por primera vez te habías dignado en tener algo de acción en tu vida. Un escape romántico con alguna persona, o fiesta todo el fin de semana.
—Después de acción de gracias tengo la última semana de examen. Las fiestas son lo...
—¡Jesús, Geneva! —me interrumpe mí hermano mayor—. ¿Podrías dejar de intentar comer tus libros todo el santo día? Que tengas un poco de diversión no te hará mal.
Suspiro pesada, es el mismo discurso de mamá solo que con su voz varonil y juguetona.
—Solo dime si puedo o no ir —pido lo más seria que puedo. No quiero sonar penosa.
—No puedes, iremos a la casa de Jason éste acción de gracias. Su familia quiere pasar más tiempo con nosotros —sé que ha rodando los ojos. Giovanni y la familia materna de Jason son como los archienemigos más elegantes que he visto—. Iremos solo porque mí amado esposo me lo ha pedido, o de lo contrario estaríamos planeando un divertido viaje a la playa.
—Vale, veré qué hacer ese fin de semana.
—Podrías...
—Ni hablar, Gio —lo corto en seco—. No está en mis planes ir a casa este año, capaz tome tu consejo y me aloque un poco.
Escucho la risa emocionada de mí hermano, pero lo cierto es que la única razón por la que ellos, incluyo a mí madre, pueden estar «frustrados» de que me pase la vida estudiando es porque mantengo la beca con notas decentes. Me encantaría poder decir que ello se debe a una inteligencia natural, sin embargo, está lejos de ser la realidad. Dedico mucho tiempo a mantener esos números altos, solo por ello se dan el lujo de pedirme que me divierta. Si dividiera mí tiempo en divertirme y estudiar, sus sermones no serían sobre mí nula vida social sino sobre lo pobre de mis notas.
Pero no es algo que pueda decirles, es algo que se queda conmigo siempre.
—Dime si necesitas dinero y te mandaré —me menciona antes de dar por finalizada la llamada.
Tiro el móvil sobre el escritorio una vez más y me dejó llevar por el torbellino de pensamientos que me atacan. Mis notas son buenas, muy buenas, sin embargo, no me son suficientes. No logro tener satisfacción ante los logros, más bien es una clase de alivio al saber que aprobé algo y puedo pasar al siguiente obstáculo.
El timbre de mí laptop me avisa que me ha llegado un correo electrónico. Brinco de la cama y caigo sobre la silla con ruedas para centrar mí total atención en la bandeja de entrada.
Estimada Srta. Harrison
Adjunto las hojas de conceptos del material estudiado está semana en las clases de la Dra. También adjunto la lista de puntos importantes a tener en cuenta para tu informe y la lista de libros que puede extraer información. Estos se encuentran disponibles en la biblioteca del centro.
Saludos cordiales, Min.
Leo y releo el correo porque no puedo creer que un tutor académico del que parece tener tanta confianza una de las profesoras más estrictas de toda la universidad, tenga tan pocas palabras para comunicarme que está a punto de ayudarme. Una punzada de recelos me ataca. Tal vez sea igual de amargado y malvado que la misma profesora, porque su correo es demasiado formal, tanto que me parece grosero.
Descargo el material sin intención de responderle, porque a estas alturas lo último que podría hacer es contestar con un gracias después de tres días de una espera tortuosa.
Amarro mí cabello en una coleta desordenada, tomo dos toallas húmedas de mí escritorio y limpio los rastros de lágrimas secas y suciedad de mí rostro. Enciendo mi impresora portátil e imprimo la lista de libros a consultar. Escribo en mí libreta los puntos que debo seguir al pie de la letra para mí informe y los temas que sugiere al final. Me pregunto cuál de ellos me convendría más para redactar. Al final decido que cualquiera de ellos tiene la misma dificultad para mí, ni siquiera lo logro entender. Lo dejo a la suerte.
Me concentro totalmente en los conceptos que me envía y dejo toda mi pequeña crisis existencial detrás.
❀~~~~⚘~~~~❀
Nota de autora: ¿Que tal les parece la nueva portada? Siento que va mas con las vibras que quiero dar. Espero que se hayan divertido en este capitulo. Las leo en los comentarios.
-Con cariño, A.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top