Capitulo 2

Todavía escucho tu voz, cuando duermes a mi lado
Todavía siento tu tacto en mis sueños
Perdona mi debilidad, pero no se porque
Sin ti me es difícil sobrevivir

Porque cada vez que nos tocamos, me invade este sentimiento
Y cada vez que nos besamos, juro que puedo volar
¿No puedes sentir el veloz latido de mi corazón? Quiero que esto perdure
Te necesito a mi lado
Porque cada vez que nos tocamos, siento la estática
Y cada vez que nos besamos, alcanzo el cielo
¿No puedes sentir el lento latido de mi corazón?
No puedo dejarte ir
Te quiero en mi vida

Tus brazos son mi castillo, tu corazón es mi cielo
Secan las lagrimas que lloro
Los buenos y malos momentos, los hemos vivido todos
Haces que me levante cuando caigo

Porque cada vez que nos tocamos, me invade este sentimiento
Y cada vez que nos besamos, juro que puedo volar
¿No puedes sentir el veloz latido de mi corazón? Quiero que esto perdure
Te necesito a mi lado
Porque cada vez que nos tocamos, siento la estática
Y cada vez que nos besamos, alcanzo el cielo
¿No puedes sentir el lento latido de mi corazón?
No puedo dejarte ir
Te quiero en mi vida

Porque cada vez que nos tocamos, me invade este sentimiento
Y cada vez que nos besamos, juro que puedo volar
¿No puedes sentir el veloz latido de mi corazón? Quiero que esto perdure
Te necesito a mi lado

La casa de los Sinclair se alzaba majestuosa en la penumbra de la noche. La luz de las farolas apenas alcanzaba a iluminar la entrada mientras Bo y Vincent guiaban a sus invitados hacia el interior. La elegante mansión estaba decorada con cuadros y esculturas, un tributo al talento artístico de su difunta madre.

Bo, con su característico aire seductor, acompañó a Lizzy mientras Vincent, con una mirada apasionada, escoltó a Nina. Theo, por otro lado, se dirigía a su habitación en silencio, aún procesando toda la situación.

Bo: Bienvenidas a nuestro humilde hogar. Espero que se sientan cómodas.

Lizzy, admirando la decoración: ¡Oh, es hermoso! Debe de ser genial crecer en una casa como esta.

Bo, sonriendo: Sí, tuve suerte de disfrutar de todas estas comodidades.

Mientras tanto, Vincent llevaba a Nina por los pasillos adornados, compartiéndole anécdotas sobre su vida en Ambrose.

Vincent: Esta casa es un reflejo del arte y la belleza que nuestra madre amaba tanto. Siempre tratamos de mantener su espíritu vivo en cada rincón.

Nina, intrigada: ¿Tu madre era artista?

Vincent, asintiendo: Sí, una maestra en la creación de figuras de cera. De hecho, ella es la inspiración detrás de nuestro museo.

Nina, impresionada: ¡Vaya! Eso explica por qué es tan increíble.

Mientras Bo y Lizzy exploraban otra parte de la casa, Bo aprovechó cada oportunidad para coquetear.

Bo: Lizzy, puedo decir que eres tan encantadora como este lugar. Me alegra que estés aquí.

Lizzy, riendo: Oh, Bo, eres muy amable. Realmente aprecio tu hospitalidad.

Mientras la noche avanzaba, Bo y Vincent, cada uno con su propio estilo, continuaban encantando a las hermanas Sinclair. La casa resonaba con risas y charlas, pero detrás de las apariencias amigables, los hermanos Sinclair ocultaban sus oscuros secretos.

La mansión se volvía un escenario de juego donde Bo y Vincent, expertos manipuladores, tejían sus redes alrededor de Lizzy y Nina. Con cada palabra susurrada y cada gesto calculado, se acercaban más a sus objetivos, asegurándose de que la noche en Ambrose fuera inolvidable para todos.

La noche avanzaba, y Lizzy, guiada por un impulso que desconocía, le pidió a Bo que se quedara con ella esa noche. Sus ojos brillaban con una mezcla de timidez y determinación mientras compartía sus razones.

Lizzy: Bo, ¿te quedarías conmigo esta noche? No me gusta dormir sola. Estoy acostumbrada a tener a mis peluches o a mis mascotas cerca. Pero hoy, siento que contigo encuentro esa paz, esa calma en el corazón, como cuando miro el mar.

Bo, cautivado por su sinceridad, asintió con una sonrisa.

Bo: Por supuesto, Lizzy. Me encantaría quedarme contigo.

La sorpresa y alegría brillaron en los ojos de Lizzy mientras Bo aceptaba su pedido. Juntos, se retiraron a la habitación de Bo. La decoración elegante y la suave iluminación de la lámpara creaban un ambiente acogedor.

Lizzy: Esta casa es tan hermosa, y tu presencia la hace aún más especial.

Bo, con un brillo en los ojos: Eres tú quien hace que todo sea especial, Lizzy.

La conversación fluyó entre risas y confidencias mientras compartían detalles de sus vidas. Bo, por primera vez, se sentía vulnerable, como si la presencia de Lizzy tocara algo en su interior que había permanecido oculto por mucho tiempo.

Lizzy: ¿Sabes por qué me llamo Mar Elizabeth? Mi familia y yo amamos la naturaleza, especialmente el mar. Pocas personas me llaman así, pero contigo siento que está bien. Me haces sentir en casa.

Bo, con ternura: Es un nombre hermoso, y me siento honrado de que me lo compartas. Tú también me haces sentir en casa, Lizzy.

El sonido de las olas rompiendo en la costa de Ambrose llegaba suavemente a través de la ventana entreabierta. La conexión entre Lizzy y Bo era como una marea suave y constante, llevándolos a ambos a un lugar donde las barreras se desvanecían.

Mientras tanto, en otra parte de la mansión, Nina y Vincent compartían sus propias historias, envueltos en la magia de la noche de Ambrose. Sin embargo, tras la fachada encantadora, los secretos de los hermanos Sinclair seguían ocultos, aguardando en las sombras de la mansión adornada por el arte y la mentira.

La habitación de Bo emanaba un aire de misterio y elegancia que solo unos pocos habían experimentado. Lizzy, con ojos llenos de admiración, exploraba cada rincón de aquel santuario personal del dueño de la gasolinera. Bo observaba su reacción con una mezcla de orgullo y ansias, sabiendo que estaba compartiendo algo íntimo con alguien muy especial.

Lizzy: Bo, esta habitación es increíble. Nunca he visto nada igual.

Bo, con una sonrisa: Me alegra que te guste. Es mi rincón favorito en esta casa.

Mientras Lizzy admiraba las obras de arte que adornaban las paredes y la lujosa cama que ocupaba el centro de la habitación, Bo se sentía intrigado por la calidez que ella irradiaba. Esa conexión que compartían parecía desafiar los secretos que mantenía guardados.

Bo: Lizzy, hay algo que debo decirte. Esta habitación, en realidad, nunca la comparto con nadie.

Lizzy, curiosa: ¿En serio? ¿Por qué me la estás mostrando?

Bo, con su mirada fija en la suya: Porque eres especial, Lizzy. Desde el momento en que te vi, supe que eras única. Y quiero que compartamos momentos especiales aquí.

La confesión de Bo resonó en la habitación, tejiendo una conexión más profunda entre ellos. Mientras tanto, en otras partes de la mansión, Nina y Vincent también compartían sus propios secretos y risas, ajenos a la oscura verdad que se escondía detrás de los hermanos Sinclair.

La noche avanzaba, y las estrellas observaban en silencio cómo los destinos de estos jóvenes se entrelazaban bajo el techo de la mansión de Ambrose, donde la mentira y el arte convergían en una danza peligrosa.

Bo y Lizzy se encontraban en la penumbra de la habitación, rodeados por la suave luz de las lámparas. Lizzy, con timidez pero con una chispa en sus ojos, acarició suavemente la mano de Bo, como si esa conexión física pudiera expresar los sentimientos que su corazón guardaba.

Lizzy: Bo, no sé cómo explicarlo, pero desde que llegamos aquí, siento algo que nunca había experimentado. Es como si mi corazón latiera más fuerte cuando estoy contigo, como si hubieras despertado algo en mí.

Bo, mirándola con intensidad: Lizzy, no estás sola en eso. Yo también siento algo que nunca antes había sentido. No puedo dejar de pensar en ti, en cada momento que compartimos. Eres única, y no sé cómo explicarlo, pero me estás encantando de una manera que nunca imaginé.

La mano de Lizzy reposaba delicadamente sobre la de Bo, sus dedos entrelazados en un gesto que trascendía las palabras. La conexión entre ellos parecía intensificarse con cada segundo que compartían en esa habitación secreta.

Bo, acercándose lentamente: Lizzy, ¿puedo ser honesto contigo?

Lizzy, con una mirada llena de expectación: Por supuesto, Bo.

Bo, revelando sus emociones: Estoy enamorándome de ti, Lizzy. No sé cómo ha sucedido, pero no puedo evitar sentirme atraído hacia ti de una manera que nunca imaginé. Eres la luz en mi oscuridad, la calma en mi tormenta.

Lizzy, con una sonrisa radiante: Bo, yo también siento lo mismo. Nunca había sentido esto por nadie. Es como si hubieras llegado y llenado un espacio en mi corazón que ni siquiera sabía que existía.

Bo, con determinación: Entonces, ¿te importaría si...

Antes de que pudiera terminar la frase,ya que Lizzy asintio con una sonrisa, Bo se inclinó suavemente hacia Lizzy, buscando sus labios en un beso que sellaría el inicio de una conexión profunda y apasionada entre ambos. El tiempo pareció detenerse en ese instante, mientras el arte y el amor se entrelazaban en la mansión de Ambrose.

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