Capitulo 16
La noche cayó sobre Ambrosie como un manto protector, suave y envolvente. El caserón, que había sido testigo de tanto dolor y secretos, ahora respiraba un aire distinto. Los ecos de los trabajos del día se desvanecían lentamente, dejando paso a una paz tensa pero renovadora. Lizzy caminaba por el pasillo principal, sus pies apenas rozando el suelo, mientras sus pensamientos se dirigían al futuro de Ambrosie y sus seres queridos.
Bo, quien había quedado atrás tras el arduo día de trabajo, la observó desde las escaleras. Con su camisa sucia de tierra y sus manos aún cubiertas por las huellas de su esfuerzo, se sentía más vivo que nunca. Y todo gracias a Lizzy. Ella había sido la chispa que había encendido la llama del cambio, del perdón.
—Lizzy, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó Bo, su voz suave pero decidida. Lizzy se detuvo en seco y volteó, encontrando en los ojos de Bo una mezcla de gratitud y algo más profundo, algo que siempre había estado allí, pero que ahora parecía más evidente que nunca.
—Claro, Bo. ¿Qué sucede? —respondió Lizzy, sonriendo con suavidad, aunque había un destello de preocupación en sus ojos. No estaba segura de lo que él quería decirle, pero podía ver en su rostro que algo había cambiado.
Bo bajó los escalones con una lentitud calculada, como si estuviera eligiendo cuidadosamente las palabras que quería decir. Se acercó hasta quedar a solo unos centímetros de ella, mirándola fijamente a los ojos.
—Lizzy... —su voz se rompió por un instante, y eso hizo que el corazón de Lizzy latiera más rápido—. No sé cómo explicarlo... No sé cómo decirlo... pero tú has cambiado mi vida. Desde que llegué a este pueblo, todo lo que veía era oscuridad. Y ahora, después de todo lo que hemos hecho juntos, siento que hay luz. Y esa luz eres tú.
Lizzy tragó con dificultad, sintiendo cómo el aire se volvía más denso entre ellos. La intensidad de las palabras de Bo la conmovía profundamente, y algo dentro de ella, algo que había permanecido dormido hasta ahora, comenzó a despertar.
—Bo, yo... —empezó a decir, pero no pudo continuar. Sus palabras se desvanecieron ante la cercanía de él. Algo en su pecho palpitaba con fuerza, y por un momento, el mundo a su alrededor desapareció.
Bo dio un paso más cerca, sus ojos fijos en los de Lizzy, su aliento cálido en el aire nocturno. No necesitaba más palabras, porque en ese momento, todo lo que sentía por ella estaba reflejado en su mirada. Su mano temblorosa alcanzó su rostro con ternura, acariciando su mejilla.
—Lizzy... —susurró, casi como una plegaria—. Te lo debo todo. Y lo que más quiero en este mundo es que sigas en mi vida.
Lizzy cerró los ojos ante el toque suave de su mano, una sensación cálida que la envolvía. No estaba segura de qué iba a suceder entre ellos, pero no podía negar la conexión profunda que compartían. En ese instante, todo lo demás dejó de importar. Solo importaba lo que sentía en su corazón.
Con un movimiento lento y decidido, Lizzy levantó la mano y la posó sobre la de Bo, guiando sus dedos hasta su propio corazón. Lo miró con una mezcla de vulnerabilidad y esperanza.
—Bo... —su voz fue un susurro, lleno de emoción. —Yo también te debo mucho. Y... —se detuvo, buscando las palabras adecuadas—. Y quiero que estés en mi vida también. Porque siento que, juntos, podemos cambiar todo esto. No solo Ambrosie, sino a nosotros mismos.
El silencio que siguió a sus palabras fue profundo, pero lleno de promesas no dichas. Finalmente, Bo no pudo más. Sin mediar más palabras, inclinó su cabeza y, con un gesto tan suave como el viento, sus labios encontraron los de Lizzy.
Fue un beso lento, lleno de todo lo que no se podía decir con palabras. Fue una caricia silenciosa que les permitió comprender lo que sus corazones ya sabían: que estaban destinados a estar juntos.
Cuando se separaron, ambos respiraban profundamente, sus frentes apoyadas una contra la otra, el roce de sus pieles ardiente.
—Lizzy... —dijo Bo, casi con reverencia—. ¿Sabes lo que haces? Estás cambiando todo. Estás cambiando a todos nosotros. Y... —su voz vaciló por un momento—. Quiero ser parte de esa nueva vida que estamos construyendo. Juntos.
Lizzy, tocada por sus palabras, no pudo evitar sonreír, esa sonrisa que siempre traía consigo la promesa de un futuro mejor. Tomó su mano con firmeza, con la seguridad de que había tomado la decisión correcta.
—Entonces... hagámoslo —respondió, su voz cargada de resolución y ternura al mismo tiempo.
En ese momento, Nina, que había estado observando en silencio desde el pasillo, no pudo evitar sonreír también. Aunque en su rostro se reflejaba una leve preocupación, sabía que su hermana había encontrado a alguien que realmente la entendía y la apoyaba. Alguien que no solo la admiraba, sino que la quería profundamente.
Se acercó con paso firme, pero no pudo evitar dejar escapar una sonrisa traviesa al ver el intercambio de miradas entre Bo y Lizzy.
—No puedo decir que no me lo esperaba —dijo Nina con tono juguetón, sus ojos brillando de complicidad.
Bo y Lizzy se separaron lentamente, sus mejillas sonrojadas, aunque no avergonzadas. Lizzy miró a su hermana con una sonrisa cálida, mientras Bo se rascaba la nuca, algo incómodo pero encantado.
—¿Nos has estado observando? —preguntó Lizzy, divertida pero también con una chispa de curiosidad.
—Solo un poco —respondió Nina, riendo suavemente—. Pero, si quieres que te sea sincera, creo que ambos tienen mucho que aprender el uno del otro.
Lizzy asintió con suavidad, mirando a Bo con una mezcla de cariño y determinación.
—Lo sé, Nina. Y eso es exactamente lo que quiero.
Los tres se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la quietud que había invadido el caserón, un silencio que se sentía diferente al de antes. Era un silencio lleno de posibilidades, de futuros abiertos, de amor y redención.
Bo miró a Lizzy con una sonrisa genuina y le apretó la mano. No sabía qué les depararía el futuro, pero en ese momento, con ella a su lado, se sentía invencible.
—Entonces, Lizzy, ¿qué sigue ahora? —preguntó, casi como si fuera una promesa. —¿Vamos a seguir haciendo lo que sea necesario para que Ambrosie viva de nuevo?
Lizzy lo miró, su rostro iluminado por la confianza renovada.
—Sí, Bo. Vamos a hacerlo. Pero lo haremos juntos. Y sé que, con el amor y la determinación que tenemos, no hay nada que no podamos lograr.
Con una última sonrisa compartida, los tres se dirigieron hacia el salón principal, preparados para afrontar lo que fuera necesario, sabiendo que el verdadero poder para cambiar todo lo que les rodeaba residía en ellos. En su unidad. En su amor. En su esperanza.
El corazón de Ambrosie latía nuevamente, más fuerte que nunca.
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