Nico #14.

De: [email protected]
Para: [email protected]
Asunto: Eres excepcional, Will Solace. ¿Te lo había dicho antes?

No lo esperaba, ¿sí?

Me preparaste lasagna. Una plancha entera. La mitad de pollo y la otra de carne (detalle que dio en el blanco porque nunca había podido decidir cuál me gustaba más). Con una nota de disculpas por ser un regalo atrasado de cumpleaños. Debes estar de broma. Es decir, ¿disculpas? A mí lo que menos me debes son disculpas, y menos por algo tan absurdo como un regalo de cumpleaños. Creo que ya lo mencioné pero igual lo vuelvo a repetir. Mi regalo fuiste tú. El mejor regalo. Pero no te devolveré la lasagna. Ya me la diste, ya es tarde. Ha sido el segundo mejor regalo.

En este momento, estoy encerrado en mi habitación mientras como. No puedo parar, ni si quiera para saborear correctamente. Si el spaguetti de tu familia fue un manjar de los dioses tu lasagna es como alcanzar el mismísimo paraíso. Grazie!

Cambiando de tema, últimamente Ayalet me sonríe raro y me hace preguntas sobre ti. Cuando lo hace, Clarissa pone los ojos en blanco y Aide (es mi hermana mayor, si no me equivoco no la conoces aún) la mira con los ojos entrecerrados. Creo que al igual que yo, Ayalet está enamorada de tu comida. Fue a la única de las tres a la que le di a probar. No encuentro otra explicación.

En cuanto a papá, ya está recuperado de lo del viernes anterior. Incluso, el fin de semana nos invitó a mis hermanas y a mí a jugar un partido de basketball con el viejo aro del patio de atrás y un balón nuevo que compró de camino a casa. Nos pateó el trasero a los cuatro.

Hace un par de horas, cuando salía al trabajo por una emergencia, pasó junto a mí y me alborotó el cabello. Debía estar realmente contento, porque su máxima expresión de afecto eran inclinaciones de cabeza. Estoy seguro de que le entusiasmó verme comer tu lasagna. Normalmente, dejo mi plato de comida a medias y como sin muchas ganas que digamos. A papá le preocupa que sea escuálido. Pero creo que si todos los días me sirvieran tu spaguetti o tu lasagna no pasarían ni seis meses en los que ya me encontraría obeso.

Perséfone dejó de hablarme y cada vez que la veo desvía la mirada y me evita. Ayer el bebé se escapó de su habitación, y por alguna razón llegó gateando hasta mis piernas. Las abrazó, miró hacia arriba y sonrió sin dientes mientras decía «Ugugu». Me agaché y le acaricié la cabeza. Tenía el cabello más suave que había tocado jamás. Parecían hebras de seda. Él repitió el mismo «Ugugugu» de antes, mientras sacudía sus piernas. Entonces me di cuenta de que estaba cagado. Y no supe qué hacer porque el bebé no quería despegarse de mí y el olorcito comenzaba a marearme. Además, si Perséfone se enteraba que él estaba conmigo...
Levanté la cabeza y allí estaba ella, mirándonos. ¿De miedo, no? No supe que estaba sonriendo hasta que dejé de hacerlo. El bebé rió y gateó hacia ella. De nuevo, ella no me dijo nada, ni si quiera me miró de manera despectiva. Solo lo alzó en brazos y se retiró. Ahora el bebé gatea libremente por la casa todos los días.

Pd: Sí tengo doble nacionalidad, pero no tengo planeado irme a vivir en Italia, al menos no mientras no la conozca antes. Aunque no puedo negar que aquello me encantaría.
Pd2: Mi gato se llamaba Pequeño Bob y era un siamés muy pequeño (duh, era obvio. Nunca fui bueno con los nombres) y muy vago.
P3: Creo que podemos intentar con lo de la conducción. Después de todo, ya tengo edad para sacar la licencia y en pocos días tú también la tendrás. ¿Seguimos con lo de los planes de los viernes?
Pd4: Siento mucho lo de tu dinero. Al menos me alegra haberte entretenido un poco después de clase.
Pd5: Estoy feliz, ¿se nota, no? Normalmente el entusiasmo lo tienes tú. Pero creo que ya me tocaba tomar iniciativa.
Pd6: ¿Qué fue eso que botaste a la basura? No me digas que nada importante, porque se te notaba en la cara que no era así.
Pd7: Los e-mails, las posdatas y Nico han vuelto. 😌

15:45 pm, 12/04/2016.

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