Querido Nico,

Como podrás haber notado o no por el asunto de la agenda íntima, me gusta escribir. Aún no la encuentro, pero eso no viene al caso ahora.

El punto es que hoy no estuviste en la clase de biología, y hasta que no noté tu ausencia, no me había dado cuenta lo ansioso que estaba por verte.

La clase no es lo mismo sin ti, Nico. Al menos para mí no lo es. Constantemente revisaba tu asiento, o la puerta, esperando que llegaras. Mi retroalimentación de la clase fue penosa al punto de herir a mi orgullo bionerd. (Esa es una palabra que acabo de inventar. ¿Cool no? Se me ocurrió porque a algunos se les da bien específicamente una materia o un conjunto de ellas y otras no. Mi fuerte son biología, anatomía y sus derivados).

En fin, el profesor me hizo preguntas que no pude responder. Luego me preguntó qué me pasaba. Tuve que recurrir a las mentiras, algo que odio hacer. ¿Cómo iba a decir en frente de la clase que estaba pensando en ti? Ni siquiera yo mismo puedo explicármelo. Solo sé que no me gustaría que volvieras a faltar.

Entiendo que tuvieras algún percance y que este sea un pensamiento egoísta, pero tenía que escribirlo tal y como era. El papel es el único con el que puedo ser completamente sincero. Las palabras son las únicas que comprenden lo que siento. No estoy seguro si darte esta carta, porque es estrepitosamente cursi y un poco... rara.

Adiós, Nico imaginario y si llega a las manos del real... estaré muriéndome de vergüenza mientras lees esta carta, y muy probablemente arrepintiéndome de habértela entregado.

Pero ya qué.

Fallaste, Nico, para mí eres todo menos desapercibido.

Will.

*La carta había sido arrancada y vuelta a pegar con cinta transparente en esa última parte, y la sonrisa de Nico no tenía cómo extenderse más.