Egoísta

Luzu se había retirado al baño. Sólo fue un momento, pero para cuando estaba de regreso los vió a ambos ahí, platicando cómodamente. Pudo haberse acercado. Eran su novio y su amigo.

Pero el peso en su estómago le hizo retroceder y volver al colegio. El ya había pasado toda la mañana con Reborn, era el turno de Auron.

Durante el resto de escuela la imagen de ambos no salió de su mente, y cuando se sintió en una pequeña privacidad, se permitió sonreír ante la idea.

***

Reborn lo había disfrutado, cada pequeño momento con el bajo chico. Entendía porque a Borja le gustaba tanto. Se disculparía por todas las veces que se quejo al escucharlo hablar de el.

Y en realidad Reborn estaba dispuesto a disculparse desde la fiesta. En cuanto llego pudo sentir la mirada ámbar puesta en él, y cuando Luzu los presento el también se dedicó a mirarlo con atención.

El cabello oscuro y en punta, con el curioso mechón rubio, los brillantes ojos ámbar, y esa corta barba que contrastaba con la piel morena. Todo eso y el aura de chico malo que cargaba, con el piercing en la ceja y los tatuajes. Sin duda podía ver el atractivo.

Todo fue mejor viéndolo fumar, el como intentaba ocultar sus expresiones ante el sabor a tabaco, y como se estremecía cuando tocaba su mano para tomar el cigarrillo. Le estaba gustando jugar con su expectación. No podía esperar a tener la oportunidad de tomarlo de las mejillas como a Borja y presionar sus labios juntos.

Esa tarde cuando llegó a su pequeño piso, no dudo en tomar el teléfono y mandar un par de mensajes a Borja.

"Debo disculparme"
"El chico es realmente fascinante"

La respuesta tardo unos minutos en llegar.

"Lo sé"

***
La semana entera fue cansada para Auron. Después de su sorpresivo encuentro con el chico, Reborn, siguieron más encuentros de ese tipo.

Se lo encontraba en la escuela, antes de entrar a clases, o en el comedor durante la hora del almuerzo, también porque en varias ocasiones acompañaba a Borja a donde sea que fuera.

Incluso se había descubierto a si mismo caminando al rincón de los fumadores, ahí donde habían platicado por primera vez, con la esperanza de encontrarlo. Se sintió culpable cuando se dió cuenta de sus propios deseos.

Después de su tercer encuentro, había aceptado recibir el número del chico, registrandolo en su teléfono como "el abuelo" un pequeño chiste que había salido de sus pláticas. Eso dió lugar a las salidas después de la escuela.

Descubrió muchas cosas de Reborn en todos esos momentos de convivencia y platicas nocturnas.

Platicando pudo saber que el chico era bastante fan del rock "viejo", muy a pesar de su imagen todas las bandas "alternativas" se las dejaba a Luzu, o eso había dicho. Sin embargo no le costó trabajo alguno cantar "Barbie World" en frente de él y sacarle unas buenas risas esa tarde.

Era una de esas tardes en el rincón de los fumadores cuando le dijo como conseguía los cigarrillos que fumaba. Los de menta y los más fuertes.

-Momon- había dicho mientras expulsaba el humo, está vez ambos tenían cigarrillos diferentes.

-¿Que?- dijo más concentrado en su cigarrillo que en las palabras del chico.

Auron pensó que el sentimiento de ansiedad era porque por primera vez fumaría un cigarro completo y no por la idea de no compartirlo está vez con el más alto.

-Momon es quien me da los cigarrillos, los rusos- el de visores reía mientras lo veía tratar de calar más de lo que había hecho antes.

-¿Y como los consigue?- su garganta se había cerrado y sus ojos tenían pequeñas lágrimas, pero el seguía actuando "cool"

-El viene de allá- apagó la pequeña colilla antes de tomar el cigarrillo que estaba fumando Auron -Va de visita cada cierto tiempo, o tiene alguien allá que le manda varios productos de vez en cuando-

Auron lo observó llevarse su antiguo cigarrillo a los labios, y el se relamio los propios.

Esa tarde el de ojos Ámbar se marchó con más datos de Reborn y una cajetilla azul en su mochila, un pequeño regalo del chico.

También recuerda una mañana llegando a la escuela.

Había llegado temprano ese día, y aún se encontraba en la entrada de la institución cuando lo vió. Reborn llegando en una tabla de Skateboard. Usando un casco en donde siempre van sus llamativas gafas.

Nadie le borro la sonrisa al pensar en esos pequeños detalles del chico.

En una de sus pláticas nocturnas pudo averiguar más del estilo del chico. En todos los sentidos posibles, Reborn trató de explicarle por mensaje y terminaron haciendo una video llamada. Mientras el explicaba sus formas de hablar también se cambiaba de ropa y le mostraba a Auron como se veía.

El de piercing trataba de concentrarse en sus palabras y no en su desnudo torso. Reborn salía de cámara para cambiarse los pantalones y regresaba con lo que se fuera a poner encima. El castaño le decía que el en realidad no usaba etiquetas ni nada parecido, así que no le importaba si la gente lo llamaba "Gótico, Emo, E-boy" o lo que fuera. A él le daba totalmente igual.

También le confesó que no le molestaba usar maquillaje o cosas parecidas. Sólo no era habitual que lo hiciera, pero orgullosamente presumió de saberse hacer un delineado perfecto.

Auron recuerda el estilo que más le gustó. Ver a Reborn vestido con camisa y corbata, y unos lentes de sol en lugar de sus visores fue sin duda de las cosas más atractivas que ha presenciado. La camisa blanca que se ajustaba a sus músculos, el cabello castaño revuelto y esa grave voz dándole las buenas noches.

Tuvo que darse un baño frío en plena madrugada con el pretexto de que hacía mucho calor ese día.

También descubrió que al castaño le gustaban los videojuegos, lo que fue una grata sorpresa, conversaron por horas sobre que jugaban y que debían hacerlo juntos. Y lo hicieron. Uno de sus favoritos fue el servidor de rol al que se unieron.

Se inventaron toda una historia, en el departamento de policía, entre el comisario y un interino. E hicieron cada insinuación y coqueteo que se les ocurrió.

Auron pudo haber invitado a Luzu en cualquier momento, el también jugaba videojuegos. Y estaba seguro que los tres lo hubieran pasado genial. Pero cada vez que tomaba el celular para mandarle una invitación a su novio, sucumbia al pequeño sentimiento de egoísmo que le decía que aún podía esperar más. Que unos minutos más, de mantener ese tiempo sólo entre el y Reborn, no estaría mal.

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