2011
— Kōtaro, no lo asustes.
— Akaashi Keiji, un gusto.
— ¿Practicarías remates conmigo?
— Por favor podría dejar de
fijar su mirada en mí.
— Bro, ¿Qué te ocurré?
— ¿Qué es el amor mamá?
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- Kei, no olvides tus zapatillas. -Gritó su madre desde la puerta mientras se las enseñaba.
Para todo adolescente, en la media, el primer día de clases en la preparatoria era algo aterrador, un mar de gente observandote, la presión social de conseguir amigos y mucho más.
Pero eso a Akaashi no le había podido interesar menos, ya que su primer semana se dedicó a prestar atención a los ajustados cronogramas de aprendizaje y a disfrutar su almuerzo en el rincón del aula agradecido que para su cumpleaños número quince le regalaron un iPod donde podía escuchar música a lo largo de esos cuarenta minutos, alejándolo del bullicio poco agradable que generaban sus compañeros revolucionados por la emoción de una nueva etapa.
Lo que si le comía los nervios era cuando el nuevo mundo al que ingresaba era de su interés, y esa era la principal razón por la que hoy tuvo que correr a la estación de tren ya que había olvidado la mitad de su equipo deportivo.
Hoy sería su primer día en el club de Voley masculino en la academia Fukurodani.
Se pasó toda la mañana nervioso al punto de que el tenebroso profesor de matemática tuvo que llamar su atención, no una, si no tres veces para que dejase de ver por la ventana y escuchara su aletargada explicación de la fórmula baskara, algo que el ya había aprendido el año anterior.
Pero no fue hasta el último timbre que los nervios llegaron a flor de piel, todo el tumulto de jovenes hormonales de quince años corrían extaciados a sus nuevos clubes y el iba de fondo, con el bolso deportivo en el hombro izquierdo y la hoja de inscripción arrugada en la mano derecha, pensarían que era un irresponsable al entregarla mal doblada y con rastros de sudor.
Para su suerte cuando entro a los vestidores aún no llegaba nadie, odiaba desde lo más profundo de su alma tener que desvestirse frente a otras personas, más si estás le sacaban, por mucho, puntos en masa muscular. Por eso a toda prisa se desabotonó la camisa intercambiandola por una remera azul y los pantalones de vestir por unos cortos deportivos, ya para cuando anudaba sus zapatillas la gente comenzó a ingresar, en específico dos chicos, aunque detrás de ellos se escuchaban más voces.
- ¡Debes ser de primero! - exclamó el más bajo de estos. - Yo soy Konoha Akinori, ala de segundo. Y este grandulón de aquí es Washio Tatsuki, es un centro de pocas palabras pero no temas, es dócil. - Apoyó su mano en la espalda del joven de casi metro noventa.
¿Como no tenerle miedo? En esos cinco segundos de presentación no había dejado de observar con un semblante serio a Keiji y eso ya estaba a punto de hacerle flaquear las rodillas, se sentía una hormiga y aún no había preparado su mente para presentarse.
Le tomó un pequeño lapso reacomodar sus ideas e intentar opacar los nervios a punto de explotar, exhalo todo el aire de sus pulmones y extendió su mano libre.
- Akaashi keiji, un gusto. - Cuando él azabache estrechó su mano le tembló, moriría de vergüenza. - Ya debo ir saliendo.
Fue lo último que dijo escapando entre los otros chicos que daban ingreso, no se animó a elevar la mirada por si alguno quería presentarse, no aguantaría otra situación uno a uno como la que acababa de escaparse, además le estaba siendo irritante los gritos que exclamaban los jugadores que iban ingresando.
- Haruki, más vale que te controles en este entrenamiento, - Se quejó Akinori colocándose una sudadera. - y tú también Bokuto.
- ¿Qué dices? - Exclamó el libero recién llegado, aún gritando. - Hay solo un chico nuevo y me saca cabeza y media.
- Eso no quita que ustedes no sean muy... Imponentes. - Remató Washio. - Kōtaro, no lo asustes, se gentil.
Ambos compañeros se comenzaron a quejar de como ellos no eran personas tan molestas, absorbentes ni demandantes, pero sus amigos no dieron el brazo a torcer en que por como tenían primeras vistas del chico nuevo, terminarían espantandolo a medio entrenamiento. Ninguno cedió la razón hasta que el preparador físico tuvo que hacer aparición buscandolos, ya que todo el equipo esperaba en el gimnasio.
Por mala suerte cuando llegaron el entrenador ya había comenzado a hablar, presentando al nuevo capitán y sub capitán y hablando de la importancia de la salud física, mental y toda la chorrada de cosas que Bokuto odiaba escuchar, lo único que le interesaba era saber si el chico nuevo, a quien aún no divisaba el rostro, sería su competencia en remates o por fin tendría un nuevo colocador o libero, no que odiase a a los actuales, pero le gustaba la idea de no competir por puestos, el quería ser la única estrella del Fukurodani.
- Ya puedes presentarte, de que colegio vienes y posición. - Soltó por último, alentando a Bokuto a elevar la vista, pero no lograba verlo.
- Soy Akaashi Keiji, de la secundaria Mori, - ¿Akashi, Agashe, Adashi? Se cuestionó Bokuto al escuchar la pausada voz mientras se abría paso entre sus compañeros. - Soy colocador y es un placer conocerlos.
Luego de colocador no escuchó mucho, estaba feliz, y más aún al notar que el chico frente a él no era nada parecido al colocador actual, no que despreciará las colocaciones de su sempai pero tenía una apariencia extraña que asustaba a Bokuto como también era muy bruto e impaciente, no terminaban de congeniar.
Tal vez por su anhelo de por fin formar un dúo perfecto, o por la calma y agradable apariencia del azabache frente a él fue que Bokuto sintió a primera instancia que por fin lo había encontrado, un colocador que se ajustaría a sus mounstruosos remates.
Le deprimió bastante que durante todo el entrenamiento no le tocará ni una sola vez con él, lo que lo llevó a distraerse demasiado al quedarse observando cuando no debía como este armaba los pases, eran simples, pero con la altura y velocidad justa, sin importar quien corriera a recibirlos, debía probar una de esas colocaciones y está noche no podría dormir.
Mientras que en la mente de Akaashi nada paraba, los nervios a fallar y quedar en ridículo eran muy altos y agradecía a su rapidez para calcular que al menos durante la prácticas de remates no cometió errores, pero cuando comenzaron a entrenar saques, que de ninguna manera eran su fuerte, y una mirada no identificada no se despegaba de su espalda comenzó a fallar cada vez más, no acertó ninguno de los cinco saques.
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Por suerte nadie le reprochó sus errores, ni en los saques ni en la practica de recepción, al final de cuentas era su primer día, pero no podía no sentirse en la mira cuando estaba entre medios de jugadores que estaban en la mira a nivel nacional, el no había entrado a ciegas al equipo y sabía muy bien que más de uno asistía a los campamentos nacionales y algunos de tercero ya habían recibido invitaciones de universidades deportivas, el no era más que un simple colocador de una secundaria medio pelo.
— ¡Hey! Uhm... Akashi-kun. - escuchó a sus espaldas, haciéndolo molestar un segundo la mala mención de su nombre.
— Es Akaashi. - contestó de mala gana mientras se giraba a ver convla escobilla entre las manos, grave error, ¿Cómo iba a contestarle de mala manera a la destacada estrella Bokuto Kōtaro? Vaya a saber si de ahí en más sería rechazado por el equipo. - Lo... Lo siento.
— ¡No hay problema! - se distendió en un grito mientras se acercaba. — Soy malo para los nombres, el peor. Soy Bokuto Kōtaro, puedes decirme como tú quieras.
— Es un gusto Bokuto-san. - dió una pequeña inclinación, ganándose una carcajada del contrario.
— Nada de esas formalidades, - lo levanto con un leve empujón del hombro. — ¿Podrías por favor entrenar remates conmigo? Sólo será un rato, no más de diez, ¡Hasta puedo acompañarte a tu casa si oscurece y explicarle a tus padres porque te demoraste!
Akaashi se quedó pasmado en el lugar, era demasiada información para los pocos segundos que le tomó decir todo eso, sumado a que a las espaldas de la estrella aparecia Konoha negando con su cabeza, como decepcionado, ¿Por qué le pedía a el practicar si tenían un armador de tercer año a nivel nacional?
— No tengo problema de acompañarlo, mi madre no vuelve a casa hasta tarde. - no podía creer como mantenía a ver firme cuando por dentro sentía que desfallecía. — Esperé a que terminé de limpiar y practicaremos cuanto quiera.
— ¡Eres el mejor Agashē! - exclamó mientras lo abrazaba, tuvo que contenerse a alejarlo, no sabía que tan mal podría repercutir. — Iré a rellenar dos botellas y te esperaré en los bancos.
No tardó mas de diez minutos en terminar de barrer su mitad de cancha, en los cuales las grandes y atentas orbes color oro no pararon de seguir su silueta de lado a lado, estresando cada vez más al joven, cuando terminó el único que quedaba era Konoha, quien con un algo satírico "Buena suerte Akaashi." Se despidió hondando la mano desde las puertas del gimnasio. ¿Tan malo podría ser entrenar remates con Bokuto?
Si se lo cuestionaban quince minutos luego les contestaría un seco "No." Mientras que en su cabeza seguía embobado por la extraña y casi perfecta sensación que viajaba por su sistema nervioso, no era solo lo poco que debía pensar para saber donde colocar, nivlo gratificante que era que aunque no fuese un buen remate Bokuto lograba sacarle el 120%, era todo el conjunto.
— ¡Que buena colocación Akashe! - chocó sus cinco sonoramente, tal vez algún día le sacaría la muñeca de lugar. - ¿Puede ser uno más? Prometo que será el último.
También era eso, no había una sola jugada donde no le alagara, chocara sus manos y en las muy perfectas, abrazará, la cara de perro apenado que había puesto las últimas cinco veces que pidió una última y el glorioso e instantáneo ruido que hacía la pelota al ser rematada.
Pensó todo eso en los cinco segundos luego de colocar, en vez de concentrarse de a donde estaba yendo a parar el balón, primer error, porque cuando escuchó el "glorioso" ruido, no prestó atención que en realidad había sido contra la red, desviando el veloz balón al centro de su rostro, específicamente su nariz.
— ¡AGAASHEEEE! - No supo bien en que momento pero Bokuto estaba de rodillas a su lado. — ¡¿Estas vivo?! ¡Te he roto la nariz!
Y por seguro, no podía hablar sin sentir mil agujas en su rostro y la sangre atravesar hacía su garganta, ni siquiera pudo negarse a que Kōtaro lo levantará como princesa y lo llevará a la enfermería, por suerte no era algo mayor, la enfermera la reacomodo,le puso un parche cruzandole la cara y con un calmante en píldora lo dejó marcharse sin molestar a su madre en el trabajo.
— ¿Seguro que no quieres que te cargue hasta tu casa?
— Bokuto-san, ya es mucho que cargue mis bolsos, ya me siento bien. - y lo hacía, no podía imaginar que droga le habían proporcionado pero no sentía molestia alguna.
El viaje a su casa, que agradecido fue acortado por el tramo en tren, fue ahogado de preguntas preocupadas por parte del mayor, quien evitaba a toda costa hasta que lo más diminuta mosquita se acercase a Akaashi.
— Aquí es Bokuto-san, muchas gracias por acompañarme. - frenó frente a su hogar.
— ¿En serio? Vivo unas calles más abajo. - bramó Bokuto con una gran sonrisa. — Mañana puedo pasar por tí, y si me permites te invitó un helado o lo que desees a la salida, estoy muy apenado.
— No es necesario, ya casi ni molestias siento, estás perdonado. - aclaró, no quería aprovecharse de un mero accidente. — Y salgo todas las mañanas a las siete por el tren.
— ¡Entonces mañana a las seis cincuenta y cinco estaré aquí! Y a la vuelta volveremos cada uno con un helado, debo cuidar que mi colocador se recuperé si quiero llevarlo a las nacionales durante dos años, - dijo orgulloso, ¿Acaso ese chico nunca dejaba de divagar? — ¡Adiós Akashi, cuidate mucho y pídele perdón a tu madre! Ha hecho un trabajo magnifico y casi lo arruino. - gritó por último corriendo calle abajo.
Le tomó algunos segundos intentar analizar la frase, ¿Acaso era por que su nariz no era tan grande?, pero no le dió mucha importancia, el frío ya estaba apareciendo y no era buena idea seguir parado en la acera observando como una mata de cabellos grises y negros se alejaban.
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Se sintió culpable al día siguiente cuando su madre no le permitió ir al colegio, había insistido en llevarle a un médico a qué revisara bien su herida y le pusiera una férula para que no quedase chueca, no se negaría, no quería agregar a lo que el veía como un poco agradable rostro, una nariz desviada, pero tampoco le parecía correcto cancelarle a Bokuto la invitación.
Asi que de igual manera se levantó a las 6:30 AM, se colocó los pantalones de jean y la sudadera que pensaba usar por el día y se sentó en el cantero a la espera que el chico alegre hiciera aparición, no tardo mucho, ya que pudo divisar a las 6:50 como aparecia al fondo de su calle a pasos rápidos, meneando el cuerpo a lo que imaginaba que fuera música, ya que llevaba con sigo un par de auriculares adornando sus oídos.
— ¡Akashi! Ya es tarde, ¿Por qué no traes tu uniforme? - dijo frente a él, se sorprendió, esperaba que por lo menos a primera hora fuese más calmado.
— Mi madre quiere que repose por el día, y también me llevará a un médico de su guardía, ya sabes, por las dudas.
— ¿Acaso anoche volvió a sangrarte la nariz? O... ¡¿Te duele demasiado?! Soy el peor sempai del universo, ¡He roto a mi colocador el primer día! - tiró de los lados de su cabello hacía su rostro.
Akaashi consideró durante unos segundos que tal vez se arrancaría una mecha, así que algo dudoso frenó las manos contrarias con las propias, bajandolas hasta la cintura.
— Tranquilo Bokuto-san, mi madre es enfermera, por lo tanto es algo quisquillosa con estas situaciones, mañana volveré al colegio y a observar las prácticas.
Se quedó sorprendido lo rápido que entro en un estado calmo-depresivo, su cara se había copiado a la de un cachorrito recién regañado regalandole un brillo oscuro a sus ojos y su cabello quedó acomodado hacía abajo, comenzando a murmurar lamentos.
— Yo de verás lo siento Akaashi, no quería preocupar a tu madre ni traerte dolor, prometo que de ahora en más seré mil veces más cuidadoso con mis remates.
— Lo sé Bokuto-san, y te creo, ahora... Deberías ir al colegio, si no se te hará tarde.
— ¡Tienes razón! - dijo mirando el reloj en su muñeca. — Pero primero debo pasarte mi número de teléfono, no quiero que mañana te levantes sólo para avisarme que debes descansar un día más.
— He dejado mi teléfono adentro, te daré el mío, si no es mucha molestia que me dejes un mensaje para agendarte.
— ¡Claro que no! - dijo mientras pasaba su mochila al frente y comenzaba a rebuscar en la misma, hasta extender un telefono gris con garabatos negros sobre él. — Son búhos, como los del equipo.
Keiji sonrió de costado mientras tomaba el movil en la mano, para teclear rápido los dígitos y grabarlo como " Akaashi Keiji", cerrandolo y devolviéndolo a su dueño.
— Entonces nos vemos mañana Agaaashe, estaré aquí a la misma hora. ¡No olvides!,
— Hasta mañana Bokuto-san. - hondeo su mano en el aire, viendo la fornida espalda alejarse en dirección a la estación de trenes.
Ya dentro de su casa se resignó a volver a su cuarto, hoy su madre comenzaba con los turnos nocturnos y le había dicho que irían luego del mediodía a la clínica, no tenía nada mejor que hacer que recostarse y rezar porque el rostro no comenzará a molestarle, pudiendo descansar algunas horas más.
Pero no fue posible, ni por el dolor ni por las insistentes vibraciones que mandaba su celular desde el escritorio, ¿Quien podía escribirle a las 9 AM?
±81 03 7648 354: Hola Akaashi, soy Bokuto :) [07:40]
Bokuto: Perdón de nuevo [07:42]
Bokuto: Y perdon pero cambie tu nombre de contacto, Akaashi Keiji sonaba muy aburrido [08:03]
Bokuto: Aunque leerlo me hizo aprender como se dice correctamente, lo anoté en un papel. [08:45]
Bokuto: Espero que no estes dormido, es que la clase de literatura es muuuy aburrida >.< [09:05]
Bokuto: En fin ya quiero que sea mañana, Kuro me ha dicho que hay un nuevo sabor de mango en mi heladería favorita [09:06]
Akaashi: Hola Bokuto-san. [09:16]
Akaashi: Ya puedes dejar de pedir disculpas. Y no me has despertado, estoy por desayunar. [09:17]
Akaashi: Preste atención en sus clases, son tan importantes como los entrenamientos. [09:17]
Akaashi: También espero ir mañana a la heladería, seguro ayude con la hinchazón, no suena tan mal un gusto de mangos. [09:18]
— ¿A qué le sonríes tanto cariño? - se espantó al escuchar a su madre desde la puerta. — ¿Conociste algun niño?
— ¡Mamá! Sólo hablaba con un compañero del equipo.
— ¿El mismo que pasó por ti en la mañana? Podía escucharlo parlotear desde mi ventana. Me recuerda a...
— Ya ma, si era él, se llama Bokuto, ¿Podemos desayunar ya?
El tema debía ser erradicado de raiz, Keiji no podía permitir que Mizumi comenzará con sus teorías en base a las mil y un telenovelas románticas que habia visto, peor aún cuando ya se había hecho del conocimiento de las preferencias románticas de su hijo, cuando este se lo confesó un año atrás.
Su madre solo asintió, abandonando el cuarto con dirección a la cocina, día de suerte, hoy era su día de preparar el desayuno, desde que eran solo dos en la casa habían optado por un cronograma donde cada día uno tomaba tareas en específico y así sobrevivían con la naturaleza familiar de odiar realizar quehaceres domésticos o caótica falta de destreza gastronómica.
El desayuno como el almuerzo fueron normales, algunos capítulos de la telenovela turca y escuchar historias de los comicos o catastróficos sucesos de las últimas guardias que había trabajado en el hospital de la prefectura.
La consulta en el mismo no fue tan agradable, el médico tocó reiteradas veces la zona lastimada y cuando le colocaron la férula dolió como si diez demonios lo arrastrarán al infierno, tal vez era exagerado por soltar unas lágrimas, pero no era alguien con alta tolerancia al dolor físico.
Tampoco le agrado tanto tener que volver solo a su casa, si madre ya se quedaría para cubrir un turno extra y por seguro no volvería hasta la mañana cuando Keiji se encontrará en el colegio, odiaba estar tanto solo en la casa que de por sí era demasiado grande para solo dos personas.
Rebuscó en el cuarto el celular, no lo había tenido encima desde el desayuno, no era alguien que pasará todo el día frente a mismo y siempre prefirió escuchar música. Quedó sorprendido al notar que tenía más de cinco mensajes de texto, ¿Habría ocurrido algo a su madre en la hora sin verse?
Bokuto: Como tu digas Akaashi ¡Ahora seré un alumno excepcional! [09:20]
Bokuto: Vez, no he vuelto a tocar el celular hasta el almuerzo [12:27]
Bokuto: aunque me aburrí mucho en clases, debo leer y libro aburridisimo [12:28]
Bokuto: Y mi madre hoy no me ha puesto carne en mi bento>.< [12:30]
Bokuto: vuelvo a clase adios akaashi [12:41]
Bokuto: El entrenamiento ha sido horrible, solo practicamos recepciones, y nadie se quedó luego a practicar remates conmigo [17:50]
Bokuto: Aunque de camino encontré a Kuroo y ha jugado conmigo en el parque [17:51]
Bokuto: Recién llegó a casa espero que el doctor te diga que todo está bien :)
kuto: y espero no molestar con mis mensajes solo que supongo que hacer reposo debe ser muy aburrido, una vez me lastime el tobillo y fue la semana más aburrida de mi vida. [18:40]
Akaashi: el médico me ha dicho que el lunes puedo volver a las prácticas y mañana ya puedo volver al colegio. Le prometo que ese mismo día podemos entrenar luego del equipo. [18:59]
Bokuto: AKAAAAASHI ERES GENIAL si si y si entrenemoooos [19:00]
Bokuto: pero mañana no hay práctica, así que iremos más temprano por el helado ^_^ [19:01]
Akaashi: Esta bien para mi Bokuto, nos vemos mañana. [19:47]
Bokuto: Buenas noches Akaashi :) 6:50 estaré ahí [20:48]
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Akaashi se cuestionó al primer segundo que piso fuera del colegio si era una buena idea haber aceptado la invitación, si no porqué más Konoha, Washio y Komi estarían mirando alerta su partida, los primeros dos estrechando la mano algo preocupados y el tercero casi a los saltos exclamando que había perdido, ¿Acaso habían apostado sobre ellos en algun sentido?
Pero intentó borrar de sus pensamientos, tal vez simplemente querían molestar a Bokuto por haberlo lastimado, los había escuchado durante el almuerzo, el cual fue casi obligado a pasar junto a ellos, que este era el más torpe y bruto del equipo, que era de esperarse la nariz rota, aunque tal vez no tan rápido.
¿Qué tan caotico podría llegar a ser tomar un simple helado en una tarde fría? Ni derretirse sobre tu ropa haciendote pasar verguenza. Pensó con toda la inocencia del mundo.
Estaba muy equivocado, porque aunque por primera vez en mucho tiempo no le había irritado caminar casi veinte cuadras y tomar un tren durante cuarenta minutos con alguien demasiado llamativo, tanto por apariencía por su imposibilidad de cerrar la boca o al menos bajar el tono de voz, todo fue un tanto caotico.
Comenzó cuando Bokuto entró dando saltos a la heladería, le había alegrado a desmanera de que no hubiese nadie, ya que no tendrían que esperar, y se llevó por delante no una sola, si no toda la mesa junto a las cuatro sillas, terminando en el suelo con todo cayendo a sus costados. Keiji casi muere de la vergüenza, pero como buen niño criado por su madre, extendió su mano ayudándolo a volver a pie, y acomodando el desorden que había hecho, temía que desatará otra catastrofe.
— Eres muy dulce Akaashi, - exclamó Bokuto comiendo casi de un tirón la primer bocha de helado, la de mango. — Has pedido fresas, mango y crema oreo, tendrás un subidon de azúcar.
La segunda fue esa, no era lo más caótico del universo, pero para Akaashi, alguien que agradecía pasar desapercibido de ser el tema de conversación, casi lo lleva a un pre infarto que le increparan sus gustos durante más de tres minutos, teniendo que explicar el porque había optado por los mismos.
Le siguió la más ridícula, tal vez encantadora a ojos de Keiji, pero ridícula en fin, porque cuando caminaban por las calles de Tokio saboreando sus helados, escondidos entre abrigos, un perro comenzó a ladrarles al pasar por su costado, y Akaashi como había aprendido fijo su mirada en el mismo, sabiendo así que no le atacaría, pero Bokuto al parecer nunca había escuchado el dicho, comenzando a gritar del miedo y saltando sobre el menor, embadurnando en el cuello de su pulcra camisa el chocolate amargo que había ordenado.
— ¡Juro que te compraré una nueva! - exclamó mientras esparcía cada vez más la mancha en su intentó de salvarla con una simple servilleta. — Y le pediré a mi madre que me enseñé a fregar y también te devolveré esta, ¡Impecable!
— No hay problema Bokuto-san, puedo lavarla al volver a mi casa. - Murmuró, no tenía problema en realidad, si la mancha no salía, aún tenía una segunda y tercer camisa en el armario. — No fue a propósito.
— Es que tenía mucho miedo que el perro te ataque, ¡Preferiría que mordiera mi trasero mientras te cubría! - dijo desplomandose en el banco donde reposaban sus bolsos. — Debo proteger a mi armador de todo peligro.
— Se lo agradezco Bo... - frenó su habla al sentir una ventisca fría acompañada de humedad en su rostro. — Creo que deberíamos volver, el clima está empeorando.
Y por cuarto y peor caos, Akaashi tenía toda la razón, porque apenas una cuadra más adelante de su aviso, al parecer al Dios del clima la novia lo había abandonado y desató su tristeza sobre ellos, casi ahogandolos en la peor tormenta eléctrica de ls temporada, tuvieron que correr calle abajo con el agua por los tobillos.
— ¡Akaashi no te quedes detrás! - gritó Bokuto tomando su mano, entre la lesión de su nariz y la notable diferencia de estado físico le costaba mantenerle el pasó. — Entra, rápido.
Keiji no entendió bien lo dicho hasta que Bokuto con un picaporte en la mano lo ingreso de un tirón a una casa, ¿En que momento habían corrido tanto para llegar a su vecindario?
Observó cauteloso su alrededor y pudo comprender que era la casa del de ojos color oro, ya que las fotos familiares junto al llavero lo mostraban a él, seguramente en sus 10 años, junto a una mujer que era su viva imagen y un hombre de casi dos metros con un rostro demasiado serio, también así las muchas fotos en la pared que demostraban su crecimiento casi desde nacido.
— Iré por unas toallas, espera aquí Akaashi. - dijo mientras tiraba al suelo todos sus abrigos.
— Esta bien Bokuto-san, debo volver a mi casa.
— De eso nada, se inunda el mundo, no puedo permitir que camines 3 cuadras con este clima.
Lo dudó por unos minutos, no sentía correcto quedarse en una casa ajena, más cuando conocía a la persona hace menos de una semana, aunque podría sentirse que lo hacía hace años, porque en cada frase Bokuto relataba la mitad de su vida. Pero cuando un trueno resonó haciendo agitar las ventanas y se sintió la intensificación de la lluvia fuera, notó que realmente era peligroso caminar esas cuadras en bajada con un río entre las piernas.
— Apenas paré me iré. - murmuró mientras se quitaba los abrigos.
Pero no paró, ya para las ocho de la noche la lluvia seguía, los padres de Bokuto le habían hecho saber que no podrían volver desde la casa de su abuela ya que los caminos eran peligrosos y Keiji tuvo que informarle a su madre dónde se encontraba varado, y obviando sus comentarios rosas, acató su orden de no moverse de ahí hasta que la alerta de tormenta se removiera de los noticieros.
Se encontraba en un sofá ajeno, con ropa prestada que le quedaba a hachas y algo nervioso ya que hace diez minutos Bokuto no había dicho una palabra y tenía la vista fija en el perfil de Akaashi, quien intentaba concentrarse en la trama de la comedia barata que corría la televisión.
— Bokuto-san, por favor podría dejar de fijar su mirada en mí. - Murmuró cuando ya sentía que se desmayaría por la intensidad de los orbes oro.
— ¡Lo siento! - exclamó mirando rápidamente al frente. — Es que te ves demasiado tierno en mi ropa, pareces un niño pequeño. - comentó entre risas, y en ese momento Akaashi notó que tal vez era porque estaba con los pies sobre el sofá y abrazado a sus propias piernas culpa del frío.
Para las diez de la noche la lluvia paro, y poco s poco las calles se drenaron, así que luego de comer un ramen instantáneo y frente a la insistencia del mayor, Akaashi caminó las 3 cuadras acompañado hasta su hogar, abriendo con Bokuto aún a sus espaldas.
— Hasta mañana Bokuto-san, le devolveré la ropa lo antes posible, no creo poder lavarla hoy. - dijo algo apenado, aún observando sobre su propio cuerpo los pantalones deportivos, una remera lisa y una sudadera del equipo de vóley.
— No hay apuro Akaashi, ya casi ni me queda esa ropa, - dijo como si no importase, comenzando a alejarse. — ¡Ha sido genial pasar tiempo juntos!
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El tiempo pasó y con ello las estaciones, el verano estaba en su máximo explendor regalando una vez más noches que permitían estar hasta tarde en el parque.
Y como el tiempo pasa también las amistades, ya que Bokuto y Akaashi comenzaron a tener costumbres, todas las mañanas 6:50 se encontraban en el cantero del menor, tomando rumbo al tren, pasaban cada almuerzo junto a sus compañeros de equipo y luego de cada entrenamiento pasaban 30 minutos extras practicando remates y jugadas especificas.
Jugaron su primer campeonato y Akaashi pudo entrar un tiempo completo, en el cual Bokuto le demostró al mundo el buen jugador que podía ser teniendo un armador que lo comprendiera a su lado, también tuvieron si primer pijamada, Bokuto se enteró que su madre trabajaba mucho de noche y no le gustaba que el menor estuviera solo, sumando una nueva costumbre, dormirían en cualquiera de las dos casas cuando esto ocurriera, como también sin importar el trabajo todos los sábados por la noche, donde si era necesario estudiaban o si no se dedicaban a ver películas del gusto del mayor, comedias y de acción, ya que las de terror o suspenso lo aterraban hasta el nervio.
Hace solo cuatro meses se conocían y no había nadie que pudiese imaginarse o recordará como era Akaashi antes de Bokuto, ya que aunque siguiera siendo reservado en sus palabras, no faltaban sus comentarios filosos y temple serio y tranquilo frente a cualquier situación, sea una jugada muy difícil, un examen final o una de las muchas depresiones de Kōtaro.
No existía momento donde Bokuto no estuviese al lado de Akaashi hablando a los gritos, saltando sobre él o siendo regañado.
Aunque tal vez hoy era la excepción, llegó el primer campamento de concentración para Akaashi y por fin luego de tiempo pudo conocer al aclamado Nekoma, el equipo del cual Bokuto no paraba de hablar, y que en su campeonato anterior no habían cruzado caminos.
Y al conocer al equipo conoció a Kuroo Tetsurō, su competencia como mejor amigo de Bokuto, y en consecuencia a Kenma, la competencia de Bokuto como mejor amigo de Kuroo. Y como obra del destino congeniaron al instante, convirtiendo todo en un entrelace de amistades instantáneo.
La tercer y última mañana ya hablaban como si se conocieran de toda la vida, habían decidido desayunar juntos ya que la noche anterior Kenma le pregunto a Akaashi sobre una técnica para las colocaciones altas y ante el sueño prometió explicarlo por la mañana.
— Soy malo explicando, si quieres por la tarde en el último entrenamiento libre te muestro, no es tan complejo.
— Todo lo que generé que Bokuto pueda pegar esos rectos mounstruosos debe ser álgebra avanzada, si no, no entiendo como es posible.
Akaashi no pudo contener la risa ante el comentario, acallandola rápidamente al notar que algunos ojos se habían posado sobre él, en específico los de Bokuto.
Pero este no lo miraba mal como Keiji y sus nervios imaginaron, si no que apenas escuchó esa tan conocida voz riéndose de esa manera, sintió que realmente no había despertado y era uno de esos sueños demasiado armoniosos para ser ciertos, se quedó literalmente cautivado en la escena.
— Bro, ¿Qué te ocurré? - increpó Kuroo a su lado.
— Pasa todo el tiempo Tetsurō, Akaashi mueve un dedo y la única neurona funcional de este chico entra en corto. - escupió Konoha a su costado, ya era costumbre ver como Bokuto se perdía ante pequeñas alegrías del nuevo armador.
— No puede ser, ¡Mi bro ama al nuevo y yo no lo he notado! - aclamó mientras tomaban asiento en uno de los mesones. — ¿Por qué no me has dicho nada?
— ¿Amar? - cuestionó Bokuto volviendo a la conversación. — Claro que amo a Akaashi, es un gran armador y amigo, además, ¿Han visto su cara? No sé porqué dudarías de eso. Cualquiera se amaría a alguien tan adorable como Akaashi, como tú a Kenma, o a Yakü.
Y en ese ínfimo instante, los dos frente a Bokuto no sabían si realmente era un chiste o realmente su amigo era tan infantil en sus conocimientos románticos, porque se había leído perfectamente que nunca captó que el amor del que hablaba Kuroo no era uno tan amigable.
— Si no me quedaran cinco minutos para desayunar te explicaría que diferencia hay en como amo a Kenma y como lo hago con Yakü, pero muero de hambre y ya eres grande Kō, debes verlo por ti mismo.
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Por los próximos tres meses Bokuto no prestó mucha atención a esa banal charla que tuvieron el último día del campamento de concentración, pero cuando su amigo apareció casi por romper en llanto un sábado por la mañana en su puerta y le explicó el porqué, algo extraño en su pecho lo preocupó.
Kuroo había peleado con Kenma ya que no se amaban de la misma manera y ahora no se hablaban, a Kozume eso parecía no molestarle y a su mejor amigo le rompía el alma.
A él le dolería mucho si Akaashi no volvía a hablarle, ¿A él también le dolería perderle?
Eso se preguntó por largos días, pero no quería ir directamente a Keiji y cuestionarle, sentía que no era la manera y tal vez quedaría como un lunático, asi que optó por su mejor opción, su mayor confidente.
— ¡Mamá! - gritó mientras bajaba las escaleras. La mujer se volteó a verlo algo extrañada, no venía alegre, si no muy preocupado.
— ¿Qué pasa Kō?
— ¿Qué es el amor mamá? Porque Kuroo no para de decirme que hay dos tipos de amor o más, ya ni entiendo y dice que amo a Akaashi y claro que lo hago, pero siempre se ríe cuando lo digo.
Su madre soltó una carcajada, ella hace meses sabía muy bien que su pequeño, no tan pequeño, hijo amaba al azabache tranquilo que visitaba tan seguido su casa y estaba esperando este momento exacto.
Luego de una larga charla y muchas preguntas para despejar dudas Bokuto sintió que un engranaje nuevo aparecía y conectaba todos sus pensamientos, desapareció en su cuarto para recostarse con una mikasa en mano y comenzó con alegría a lanzarla casi hasta el techo.
— Entonces, estoy enamorado de Akaashi. - dijo en voz alta, mientras sus sonrisa alumbraba el cuarto entero.
A Akaashi le tomó más tiempo, exactamente hasta el cinco de diciembre de su primer año de preparatoria. Fuera de que encontrará a Bokuto muy atractivo desde el primer día de conocerse, no había notado que su cerebro lo veía con un interés más romántico.
Pero todo cambio cuando Bokuto entro por su ventana, como siempre ya que parecía odiar las puertas, con una bolsa colgando de sus dientes y cantando el feliz cumpleaños, salivando toda el acartonado paquete.
— Ya tienes 16 Akaashi. - soltó desplomandose a su lado en la cama, dejando el paquete sobre el estomago del cumpleañero. — ¿Qué se siente?
— Nada en especial Bokuto-san, - era la realidad, no había pasado ni un minuto de su cumpleaños. — solo algo de cansancio.
— ¿Interrumpí tu hora de dormir? Soy el peor humano del universo.
— No es así, aún ni me he puesto mi pijama. - dijo señalándose a si mismo.
Llevaba aún los jeans que había usado por la tarde y cubría su camiseta con la sudadera del Fukurodani que Bokuto nunca había aceptado de vuelta, se había convertido en uno de sus abrigos favoritos, aunque ya tuviese la propia, con el diseño de este año y más acorde a su talle.
— Entonces puedes abrir tu regalo Akaashi, hazlo, ya no aguanto el decirte que es.
Asintió mientras de la algo húmeda bolsa retiraba una caja negra sin inscripción alguna, dentro había un globo terráqueo miniatura que venía admirando en la librería y un vale para la misma por compra de libros con una inscripción en la parte trasera.
— No soy bueno con eso de los libros, Kuroo me recomendó que dejará que tu los eligieras.
Le regaló una sonrisa, mientras enfocaba su mirada en la escritura al reverso, no era natural del vale.
" Feliz cumpleaños Akaashi
te amo"
Fueron palabras cortas pero se sintió como una cachetada de revés sin aviso, era la primera vez que Bokuto decía amarlo sin que sea a los gritos y por un buen pase, comida o alguna nimiedad, el también lo amaba, tal vez demasiado y de la forma incorrecta para una simple amistad.
— Gracias Kōtaro, yo a tí. - dijo mirándolo a los ojos y sonriendo como nunca, para luego besar su mejilla.
En su mente era lo más cercano a una confesión que haría alguna vez y para Bokuto era el mejor día de toda su vida.
Nunca canjearía ese vale.
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Hola :) acá Lua/Gin, como prefieran, trayendoles una historia muy corta BokuAka.
No prometo que va a ser super fluff porque sería mentir, pero tampoco les voy a spoilear nada.
Se agradecen los comentarios y votos siempre(◕ᴗ◕✿)
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