Capítulo Uno
01.
El jardín de la recepción era una hermosa mezcla estética de pequeñas luces que colgaban entre los árboles y sonrisas que combinaban con el atardecer.
Todos dentro de aquella celebración sonreían mientras disfrutaba de la cena y compartían anécdotas de los protagonistas de la noche.
Sí, todos estaban alegres, excepto dos hombres en medio de ellos: El primero, quien estaba sentado al lado de su nueva esposa, y el segundo, aquel que intentaba desesperado terminar con el alcohol de la fiesta.
Los meseros sirvieron champagne a todos los invitados cuando se les dio la indicación. Era momento del brindis, ese en donde el padrino del esposo debía desear lo mejor para su vida.
—Taehyung, es tu turno —dijo el moreno a su lado.
Estaba en la mesa del fondo rodeado de sus amigos, a quienes había conocido en la universidad y que ahora intentaban hacerle hablar; el único problema era que el rubio no se sentía capaz de ponerse de pie, bueno, es que en realidad no sentía las piernas.
Estaba bastante mal. Otro de los chicos habló encarando al moreno.
—¿Qué te pasa? ¿Acaso no lo ves? Está demasiado borracho. Da tú el discurso.
—Él es el mejor amigo de Jungkook, Jimin. Él debe dar el discurso.
—Nam tiene razón —volteó a ver a otro de ellos—, nosotros no lo conocemos tanto como él o como tú.
—No me sorprende que Jin esté de tu lado. —NamJoon no tenía idea de lo que decía, y Jimin estaba a punto de abofetear a todos allí—. Vamos, ésto no es bueno para él.
El castaño que estaba callado a su lado era Jung Hoseok. Este buscaba las palabras correctas mientras veía a su amigo perder la paciencia.
No, los chicos no conocían aquello que él y Jimin habían descubierto desde hacía tanto, no sabían lo que existía detrás del estado precario de Kim Taehyung.
—Yo daré el discurso —dijo intentado ayudar al rubio y al pobre Park.
—¿Lo harás? —preguntó Jimin. Hoseok se había unido al grupo de amigos el último año de la carrera, y su relación con Jungkook nunca fue excepcional, por no decir que chocaban constantemente.
Vio con desdén a Kim mientras se lamentaba—. Sí, lo haré —declaró con firmeza; pero justo cuando intentó ponerse de pie alguien más tiró de su brazo para retenerlo en su asiento.
Taehyung se había levantado antes que él en medio de un impulso de adrenalina y estupidez etílica.
—No, yo necesito hacer esto —dijo alzando su copa de champagne y golpeándola con un tenedor como era costumbre para atraer las miradas del resto—. Señores, su atención por favor, es hora del brindis.
Lucia desaliñado; todos en el jardín podían notar lo ebrio que estaba por su voz temblorosa y su mirada ambigua. Desentonaba completamente con la pulcritud del lugar.
Jimin cerró los ojos y ocultó su rostro entre sus manos para evitar ver lo que pasaría. Taehyung había comenzado a hablar otra vez y ahora tenía a todos escuchándolo.
—Por dónde podría empezar — sarcástico—, Jungkook, has sido mi amigo desde que estábamos en la escuela. Han pasado casi ocho años desde aquella época, y hoy estoy aquí para ti, acompañándote a dar el paso más importante de tu vida. —Todo iba bien hasta que el alcohol se apoderó totalmente de él—. Sí, porque al fin cediste a las presiones de tus padres.
—Taehyung, ya basta —masculló Park en un intento de hacer que se callara, sin lograrlo.
—Creo que esta fiesta es más para celebrar lo bien que lograron manipularte. Y obligarte a seguir con su tradición de mierda. —Silencio total, nadie entendía lo que decía, estaban confundidos. Se volteó hacia la chica—. Y tú, bonita. Lo lograste, te casaste con el paquete completo, el hombre perfecto. Felicidades por presumir algo que no te pertenece.
—No más, por favor.
—Silencio, Jimin. Interrumpes mi discurso. —Kim seguía golpeando la copa con el cubierto, fue tanta su fuerza que causó que el vidrio se partiera, y todo el líquido se derramara en el piso—. Mierda…
NamJoon y Jimin se pusieron de pie para intervenir tomando a Taehyung por los hombros, sujetándolo entre los dos para hacerlo caminar lejos de la recepción. El mayor, Seokjin, les imitó marchándose los cuatro juntos.
Hoseok tomó su propia copa. —Lo que él trataba de decir era simple: Felicidades a los nuevos esposos, salud —dijo seco, como escupiendo su palabras. Todos bebieron, y habiendo terminado el momento salió para seguir al resto.
—¿Qué le pasa a tu amigo?
—Jungkook los vio alejarse . Su madre le había hablado y aún estando a su lado le ignoraba completamente.
Reaccionó después de un rato. —Él... está bajo mucha presión —dijo desviando la mirada—. Iré a ver cómo está. —Se levantó de su lugar, mas no logró moverse de allí.
—Él estará bien; además, no puedes dejarme sola. —Lee Ji-eun quien era ahora su cónyuge le tomó del brazo para evitar que se fuera.
—Sí, hijo. Aún no hemos partido el pastel, no seas mal educado.
—Volveré pronto.
Su padre le vio desafiantemente.
—No hagas una escena como él, eres un adulto.
Jungkook se quedó allí, atrapado entre aquellas dos mujeres, sintiendo como la bilis subía por su garganta, mareadose por su propia cobardía.
Los chicos se habían alejado demasiado. Todos intentaban hacer que Taehyung recuperara la compostura; pero eso era imposible. Su pecho estaba perforado, sentía que había sido atravesado por una daga.
Jimin, realmente dolido por el rubio, tomó las llaves de entre los bolsillos del traje de Taehyung y dijo—: Lo llevaré a su casa, será mejor que descanse.
Todos asintieron totalmente de acuerdo. Él no estaba bien.
—No —Hoseok lucía demasiado serio, no era natural en él—, ustedes quédense aquí. Yo tengo que volver al trabajo así que lo dejaré en su casa y luego me iré.
—¿Estás seguro?
—Sí, no es gran cosa.
Jimin le entregó las llaves de la casa y de su auto.
NamJoon y Seokjin, le llevaron hasta el vehículo y le dejaron caer en el asiento del copiloto mientras le veía decepcionados.
Después de que el castaño se despidió de todos, entró al auto y le encendió, poniéndose en marcha poco tiempo después mientras sermoneaba a su amigo.
—Te dije que no era buena idea que vinieras. Eres tan terco, un borracho terco y tonto.
Creyó que no le contestaría, pero lo hizo. —Di el discurso del siglo, ¿Qué te pasa? No estuvo tan mal.
—Un borracho terco, tonto y cínico además.
—Lo siento, sé que no debí ir; pero se veía hermoso hoy, yo necesitaba verlo, entiéndeme.
—No sé cómo es que sigo perdiendo el tiempo hablando de esto contigo.
—Deja de regañarme, solecito.
—Sabes que no lo haré, ¿Cierto? Porque eres un imbécil.
—Lo sé.
Las calles estaban despejadas, fue cuestión de minutos para que llegaran hasta la casa de Kim.
Difícilmente y moviéndose con lentitud, Hoseok ayudó a Taehyung a entrar.
Lo soltó en el sofá de la sala de estar y se sentó a su lado.
—Esa fue la boda más incómoda a la que he asistido. Y eso que fui a las dos bodas de mis padres con sus nuevas parejas después de que se separaron.
El muchacho estaba totalmente perdido, sin prestar atención a lo que el otro decía. —No creí que realmente lo hiciera, sabes. Él y yo...esta casa, no lo entiendo.
—Supongo que tuvo sus razones.
—Dinero, su imagen, el apoyo de su familia, la posibilidad de tener un hijo biológico. Hay muchas cosas en esa lista.
—Basta, deja de martirizarte. Descansa un poco ¿sí?, trata de pensar en otra cosa. —Se quitó el saco dejándolo de lado para acomodarse en el respaldo del sillón. Él también estaba cansado.
—¿No se supone que debías ir a trabajar?
—Jimin es muy crédulo a veces, es un chico bastante transparente.
—Gracias por ser tú quien viniera. Park me habría obligado a tomar una ducha fría.
—Es lo que siempre hago, ¿No? Traerte aquí.
Taehyung no sabía si su vista borrosa se debía a la bebida o a sus lágrimas perennes. —Lo que más me duele de esta noche, es saber que dentro de un par de horas, Jungkook estará a solas en el hotel con ella. Y yo seguiré aquí hundiéndome en mi miseria.
—No puedes dejar de pensar en él, ¿Cierto?
—No, no puedo...
Poco a poco dejó a su cuerpo rendirse y se quedó dormido con su mente que le atormentaba recordando.
“ Hacía demasiado frío para ser un día cualquiera de marzo.
A plena luz del día, el entonces castaño Kim Taehyung caminaba usando pantalones cortos y un pañuelo mientras era seguido por cinco niños. Tenía diecisiete, el semestre escolar estaba por comenzar y aún así él seguía paseando por las calles de la ciudad con su tropa de exploradores.
—Traten de ser amables y sonrían. ¿Está bien? Este es un vecindario importante, sé que vamos a vender mucho.
Después de que el líder de la tropa de su hermano renunciara, el niño le había rogado a Taehyung para que fuese su nuevo líder. Así que allí estaba él, luciendo ridículo para su edad con tal de ver feliz a su hermanito.
Caminaron por todo el vecindario, tocando de puerta en puerta mientras ofrecían galletas sin lograr vender una sola caja; los niños comenzaban a desesperarse, y él no sabía qué hacer con los pequeños que amenazaban con llorar.
Se acercó a la última casa de la avenida, se acomodó su gorra de explorador y tocó la puerta tres veces.
—¿Qué quieres? —Un chico de cabello oscuro abrió la puerta, y ahora le veía con molestia.
Se mentalizó, estaba decidido a vender aunque sea una caja. —¡Hola! Somos la tropa No. 2 y estamos vendiendo galletas con chispas de menta. ¿Cuántas vas a comprar?
—¿No eres un poco mayor para ser un niño explorador? —Le veía divertido—.¿O tienes siete años igual que tus amigos? —dijo refiriéndose a los niños.
—¿Vas a comprar o no?
—No.
Los pequeños bajaron la cabeza resignados. Y Taehyung ya estaba cansado.
—Escucha, llevo caminando toda la mañana bajo el maldito sol cantando la misma canción infantil con los niños e intentando animarlos. ¡Vamos! Una caja; tu casa es la más grande de toda la calle, comprar unas cuantas galletas no te dejará pobre.
—Oh, qué rudo —dijo burlándose de él—. Haces que me escandalice.
—Jódete. —Se dio la vuelta dispuesto a irse; tirando con fuerza del carrito que transportaba su mercancía.
—Oh, vamos. ¿Cuándo quieres por todo? —Soltó el otro de repente, tomándole del brazo para hacerle regresar.
—¿Qué?
—Tienes unas diez cajas allí, ¿Cuánto quieres por ellas?
Lo meditó. Realmente necesitaba venderlas. —5 billetes por cada una.
—Bien, entonces las tomaré todas.
—Sonrió complacido y buscando algo de efectivo en su billetera, le dio el dinero a Taehyung mientras los niños le entregaban las galletas felices.
Concluyeron su venta del día después de esa casa, y de la semana, de hecho, ya que al contar el dinero notaron que ese chico había pagado el doble por cada caja.
Al día siguiente, sin nada más pendiente dentro de su ajetreada agenda como jefe de tropa, comenzó a prepararse para volver a la escuela. Era lunes y tenía que acoplarse al nuevo semestre; estaba en segundo año, y volver a la escuela era bastante pesado para él.
Caminaba tranquilo hacia la escuela cuando otra persona se acercó a él llamando su atención.
—Buenos días, niño explorador.
Portaba el uniforme de una escuela privada, impecable y totalmente a la medida. No lucia como el tipo de persona que caminaría por ese sector de la ciudad.
—¿Qué haces aquí? —preguntó confundido—. Según recuerdo tu casa está como a diez calles.
—No lo sé, quizás solo pasaba por acá. O quizás te seguí ayer y decidí venir a saludarte, quién sabe.
—Eso es perturbador. —Caminaba a su lado, viéndole de soslayo.
—Me has obligado a venir hasta aquí para buscarte. Tuve que preguntarle a cada persona de este vecindario por ti hasta que te encontré.
—Oh, no, como lo siento —sarcástico—. ¿Esta es la parte en donde te denuncio por acoso?
—¿Por qué eres tan rudo?
—Porque no te conozco y estabas afuera de mi casa. Además, fuiste un cretino ayer.
—Es tu culpa por no haberte presentado, me obligaste a seguirte.
—Se había escapado de asistir a clases ese día con tal de ir en busca de él, no se marcharía sin cumplir con su objetivo—. Entonces, niño explorador. ¿Cuál es tu nombre?
¿Qué pasaba con este imbécil? ¿Qué se creía para acercarse a él de esa forma?
—Taehyung, Kim Taehyung. El chico que va a necesitar una orden de restricción en tu contra.
—No puedes ser así de duro si tienes un nombre así de común.
—Ajá. Y el tuyo es excepcional, ¿cierto?
—Claro que lo es, y no solo mi nombre. Todo yo lo es. —Sonrió de lado negando mientras él reía. —Yo soy el inigualable, e increíblemente apuesto, Jeon Jungkook
—Increíblemente egocéntrico también al parecer.
Jungkook esbozó una sonrisa inocente.—Estoy encantado de conocerte, Kim explorador.
La fragilidad de la existencia es incomprensible; la capacidad de crear una tangente en el universo y cambiar el curso de las cosas es casi inevitable.
Y unas galletas con chispas de menta había sido lo suficientemente fuertes como para desencadenar un millón de problemas”
Hoseok despertó; se había quedado dormido en el sillón al igual que Taehyung quien estaba recargado sobre sus piernas, completamente doblegado.
El timbre sonaba una y otra vez, llegando a parecer casi desesperado.
Se levantó para abrir la puerta; parpadeó incrédulo al reconocer a la persona frente a él.
—¿Qué haces aquí? —le dijo Jungkook al verlo. Hablaba molesto, tajante ante su presencia.
—Yo debería ser quien pregunte, ¿Qué haces tú aquí? ¿No deberías estar con tu esposa en el hotel? Vete, Jeon. Él no está en condiciones de verte.
—Ésta es mi casa, él que debería irse eres tú.
—Tienes una jodida argolla en el dedo. No puedes venir así como así, ya no perteneces aquí.
—Hoseok, yo te aprecio. Quítate de la puerta ahora, antes de que te golpee.
Se había plantado en la entrada, no tenía intenciones de dejarlo pasar a ver a su amigo; pero alguien más habló desde el interior de la casa.
—¿¡Jungkook!? —Taehyung se había levantado al escuchar su voz. Y ahora golpeaba la espalda del castaño intentando llegar a él.
Sus ojos estaban vidriosos, y las marcas rojas en ellos denotaban que había llorado hacía poco tiempo.
—Te dije que vendría.
Hoseok estaba parado en en medio de ambos. La forma en la que se veían hizo que desistiera de separarlos. Se alejó de ellos dándoles la vía libre a abrazarse; les vio con lástima y ligero resentimiento cuando tomó su chaqueta, y aún contemplando la silueta de Kim salió de allí.
Ni siquiera notaron su ausencia, y él se fue esperando no haberse equivocado al hacerlo.
Las finas manos de Taehyung, se enredaron en entre las oscuras hebras del cabello de Jungkook cuando se aferró a él para besarlo mientras lloraba e intentaba sentirlo de nuevo.
Se movían torpes por las escaleras intentando llegar a la habitación que habían compartido por tanto tiempo. Las prendas que les cubrían estorbaban de tal manera que comenzaron a caer una a una en el piso al avanzar.
Jungkook no podía evitar gruñir cuando la piel de su cuello era succionada. El cuerpo del rubio sobre él en la cama le debilitaba totalmente mientras le recorría con tanto esmero.
Tenía los ojos cerrados, tuvo que abrirlos cuando sintió como su rostro comenzaba a mojarse. Al hacerlo, se encontró con Taehyung llorando estático.
Este se dejó caer sobre su pecho, y Jungkook no hizo más que envolverle en sus brazos, sujetándolo así, tal y como era necesario.
Hacía demasiado frío para ser una noche de marzo; pero aún así el calor que se extendía dentro de la habitación logró empañar los vidrios.
No había forma de concebir lo que sucedía entre ellos; Jungkook había pasado su noche de bodas con la persona equivocada; pero no podría haberse sentido más correcto.
La tangente de su realidad se había vuelto a manifestar.
Espero que les guste.
Manténgase con vida. J.S.
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