Capítulo Cuatro
04.
(Taehyung tenía tan solo diecisiete años cuando lo conoció; la primitiva impresión que tuvo de él fue contundente, dolorosamente intimidante para alguien tan joven e ingenuo. Una versión de él que no conocía la perversión de la vida adulta.
En un domingo en el que se armó de valor y se acercó a la puerta de los Jeon con un pastel preocupado por el bienestar de Jungkook. Lleno de terquedad, pues él no se iría sin hablar aunque sea un par de minutos con el pelinegro, sin asegurarse de que estaba completamente bien.
Habían pasado semanas. Taehyung había intentado desesperarme llegar al auto; pero los paramédicos de mierda no lo dejaron acercarse, la madre de Jungkook se negó a hablar con él o dejarlo pasar más allá de urgencias en el hospital y sus propios padres, le habían reprendido por salir corriendo como un lunático en medio de la noche. Nada salió bien para ninguno de los dos.
La familia de Jungkook lo cortó de la escena con un chasquido de dedos y Taehyung, él realmente tenía demasiada fe en la humanidad para racionalizar el tipo de personas que eran.
Así que tocó el timbre como un pequeño sonriente y esperó clemencia. Pero sus piernas temblaron cuando la puerta se abrió, y esa mirada oscura, prejuiciosa sobre él le hizo cuestionarse si hacerlo había sido buena idea.
—Buenos días, disculpe —tragó saliva—, vine a visitar a Jungkook.
El hombre le examinó de pies a cabeza y enarcó una ceja.
—¿Y tú quién eres?
—Taehyung, Kim Taehyung, señor. Soy su amigo.
—¿Eres de la escuela? —Sin darle tiempo para contestar, siguió hablando—. Ropa de segunda... No luces como uno de sus compañeros. ¿Quiénes son tus padres?
Alguien tan importante en la rama de la moda y la belleza como él no tardó en examinar a Taehyung. Viéndole con desdén ante sus pantalones de mezclilla, antigua camiseta magenta y converse altos sucios.
—¿Mis... padres?
—Kim es un apellido muy común, podrías ser hijo de algún productor que no conozco. —(O que no me agrada).
¿Qué mierda con este tipo y el interrogatorio en la puerta? Pensó Taehyung.
—Eh... ¿No? Mis padres son obreros. Yo no pertenezco a su... círculo social. —Sonrió naturalmente.
—¿Vives por aquí? ¿Cómo conoces a mi hijo?
—No. De hecho, no. Él y yo nos conocimos por casualidad; ahora somos buenos amigos. No lo he visto desde hace un par de semanas, y me he preocupado mucho por él, por eso quería saber cómo estaba, ya sabe, después de su accidente...
El hombre entrecerró los ojos entendiendo sus palabras. Esta era la razón por la que Jungkook insistía en ir a esos barrios de escoria, pensó, el motivo de su repentina desobediencia era el chico frente a él.
Le había pasado antes, y no sería tan estúpido como para dejar entrar a una persona como él en su casa. Otra vez.
—Sabes, Jungkook está descansando. Quizá puedas verlo después, que tengas buen día.
—Solo serán un par de minutos. Por favor, yo...
—No creo que sea apropiado dejarte entrar, lo siento —dijo dando un paso atrás para cerrar la puerta.
Parpadeó confundido cuando su mente se reinició por un segundo. ¿Le había dejado hablando solo, y le había cerrado la puerta en la cara?
Tocó el timbre de nuevo, insistentemente. Sin detenerse para transformar el sonido poco a poco en un ruido molesto.
Le abrieron la puerta de nuevo.
—Vete a casa, chico. Jungkook no necesita tener este tipo de amistades —dijo y nuevamente le negó la entrada.
¿En serio ese tipo le había cerrado la puerta en la cara dos veces? ¿Qué había de malo en él? ¿Es que acaso no estaba a su nivel? ¿Qué se creía ese tipo?
Sonrió de lado mientras negaba. Quizá fue su orgullo herido o sus ansias de ver el pelinegro; pero el señor todopoderoso y súper prepotente Jeon padre no se desharía de él tan fácilmente.
Así que comenzó a gritar en el jardín delantero mientras corría y daba brincos entre la grama.
—¡Oh, Julieta! Asómate la ventana. ¿¡Adivina quién está aquí!?
Los días corrían y el pelinegro que se mantenía cautivo en el interior de su casa, con un par de puntos de sutura en una de sus piernas y pequeñas cortadas en el rostro, no hacía más que ver el techo. Había perdido el control del auto al estrellarse contra un árbol y otro vehículo, unos cuantos vidrios se clavaron en su piel, y luego, tuvo un ataque de pánico que le llevó a desmayarse.
Él estaba bien ahora; pero seguía horriblemente castigado. Después de todo, tenía tan mala suerte que conocía la sala de urgencias de memoria, era un lugar recurrente desde que era un niño. Como una rutina que le transformado en un muñeco de trapo de tantas costura en su cuerpo.
Además de que había sido expulsado y el hecho de tener que inscribirse en la preparatoria pública de la ciudad para no repetir el grado no les había causado mucha gracia a sus padres. Sí, parecía que ellos intentaban hacerlo sufrir las consecuencias de su etapa "rebelde", tanto que le habían decomisado sus llaves y su celular. Por lo que estaba completamente incomunicado con el exterior.
Así que el sonido del timbre y una voz en la que pensaba constantemente apareciendo en el aire fueron lo mejor que pudo pasarle en semanas.
Se acercó a la ventana abierta casi incrédulo al ver a su querido castaño Kim explorador corriendo y gritando su nombre frente a su casa.
—¿¡Qué crees que haces, Romeo!? —le gritó en respuesta queriendo estallar en risas desde lo alto de su morada después de acercarse a la ventana y entender la referencia.
—¡Vine a verte! ¡Necesitaba saber que estabas bien, pero según tu padre no soy digno de entrar a tu inmaculado hogar!
—¡Estás loco! —Jungkook nunca había conocido a alguien que le fascinara tanto. Tan espontáneo y sin temor a lo que pasaría.
—¡Es tu culpa, Jeon! ¡Ahora baja y hazte responsable!
El pelinegro no dudó ni por un segundo en cumplir con su petición. Salió corriendo de su habitación para dar zancadas en las escaleras hasta llegar abajo. Y aunque su padre le intentó detener con su dura mirada, atravesó la entrada para estar junto a Taehyung.
Arrastró ligeramente sus piernas en la grama y la escena conmovedora que se formó cuando Jungkook abrazó al castaño y el otro lo levantó ligeramente del suelo al girar lució totalmente inaceptable delante de su padre que les veía desde la ventana.
—¿Qué haces aquí, Kim? —susurró en medio de su abrazo.
—Te extrañaba.
—¿A mí? ¿Lo dices en serio? No juegues así con los sentimientos de un pobre idiota.
Taehyung levantó la cabeza, encontrándose al padre de Jungkook viéndolos a la distancia, atento a cada movimiento. Entonces abrazó al Jeon menor con fuerza, dejándole hundir su rostro en el espacio entre su cuello.
—No me juzgues, pero... creo que me he acostumbrado a ti.
—Eso es un gran avance en mi plan matrimonial contigo. ¿Sabes?
Sonrió ante su calidez. —No abuses, Jungkook.
El castaño no dudó en dedicarle una mirada determinada al hombre detrás de ellos. Consciente de la forma desafiante en la que los veía. Quizá sin saberlo en ese momento aceptó el reto, justo allí, cuando el mayor Jeon grabó bien su rostro y el nombre Kim Taehyung en su lista de enemigos.
Pero no se arrepentía, porque las siguientes semanas al lado de Jungkook al regresar juntos de la escuela y jugar a observar las nubes recostados en la grama realmente valieron cada sublime segundo.)
...
9:30 A.M.
Un edificio vanguardista.
Taehyung estaba frente a la dirección que se le había indicado completamente impresionado. Inhaló con fuerza mientras arreglaba su cabello y bufanda. Exhaló al dar un paso al frente, y sin miedo, entró a tan afamadas instalaciones.
La revista High-cut, en Corea, iba más allá de ser una revista de moda. Era la revista física con mayor distribución y demanda en el país, con visitas en sus sitios web subiendo a millones por segundo en cada publicación y cada reseña.
Era sencillo. Primer lugar en tendencias, rumores y críticas a cada prenda diseñada y exhibida en los aparadores más importantes de Seúl. Además de cubrir eventos exclusivos y ser los dueños las primicias en cada pasarela.
Ellos decidían qué y quién estaba a la moda. Creaban íconos e ídolos para adular. Una corporación con la suficiente influencia para hacer caer las ventas de cualquier diseñador con solo publicar una mala reseña.
Eran, sin lugar a duda, un monstruo mediático.
El rubio se acercó a la recepcionista, aún temeroso, y se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar.
—Buenos días, soy Kim Taehyung y...
La mujer rodó los ojos y soltó aire pesadamente.
—Ya no estamos contratando pasantes, jovencito. Se cerró el plazo.
—¿Disculpe?
—Si viniste aquí a buscar trabajo como periodista pierdes el tiempo.
—No, no. Tengo una...
Su voz estaba llena de hostilidad, como una oficinista más al ser interrumpida en su ardua tarea de garabatear sobre en el escritorio, y su pastelillo a medio comer.
—Lo siento, pero ya no hay vacantes. Vete a casa, chico.
Subiendo de tono. —Se supone que tengo una cita —revisó su reloj—, justo ahora. —Taehyung le sonrió, conteniendo sus poco amables pensamientos de gritarle a esa grosera mujer.
—Ya te dije que... Alto —se recompuso sobre su silla—, ¿Dices que tienes una cita? ¿Con quién?
—Park Bogum. —Ella se atragantó con su postre—. Él me citó aquí.
—Oh, lo siento mucho. Debí suponerlo, espera un momento por favor. —La mujer agitó la cabeza mientras parecía ordenar los papeles en su escritorio, cambiando radicalmente su tono de voz y su expresión que de pronto pareció más amable.
—Está bien, como quiera...
Manteniendo una dulce voz; levantó el teléfono marcando la primera extensión.
—Por favor, ¿Podría indicarle al señor Park que su cita de las diez está aquí? —Se quedó callada unos minutos. Se separó del teléfono para seguir hablando—. Te están esperando, sigue por el ascensor, décimo piso.
Colgó; sonriendo mientras le entregaba a Taehyung una pequeña identificación con la palabra "visitante" escrita en ella.
Él la tomó, colocándola en la cintura de su pantalón. —Gracias —dijo por compromiso, y como le fue indicado, presionó el botón del ascensor para adentrarse en él. Aliviado de alejarse de allí, nunca entendió porqué las personas parecían ser groseras con él sin siquiera conocerlo.
Pero no era eso lo que le inquietaba.
Intentaba mantenerse sereno; pero le resultaba difícil cuando no podía evitar sentirse un traidor al estar en ese lugar. Es decir, los críticos de la revista parecían tener cierto desagrado a la ropa de JeonUz, o bueno, a la familia Jeon en general.
La última colección había sido fuertemente criticada por la ejecución de la compañía más que por el diseño. Es decir, habían cuestionando las habilidades del nuevo director de la marca pero no la ropa. ¿Qué cómo lo sabía? Porque eso significó tener que consolar a Jungkook por dos horas en el jacuzzi con velas y crema batida. Pero eso era otra historia.
Sentía que el ascensor se movía demasiado lento; su teléfono sonó y él contestó apresurado con la mínima esperanza de que Jungkook llamara para justificar su ausencia en la mañana.
Pero no se trataba de él. Nunca se trataba de él.
—Taehyung, ayuda. Tienes que ayudarme o moriré. Literalmente, bueno, no literalmente pero sí, moriré. Te necesito.
—¡Hola, Jimin! ¿Cómo va tu día? El mío está genial, gracias por preguntar —dijo en tono burlón.
—Muy gracioso, ahórrate el sarcasmo, niño. Escucha, la reapertura del restaurante de mis padres es esta noche, y yo olvidé contratar a los meseros. ¿Está bien? Estoy jodido, ¡Jo-di-do! Necesito que seas mesero, como en los viejos tiempos. Solo por hoy.
—Primero, respira cuando hables, siento que un día vas a desmayarte por falta de aire. Y segundo, ya no tengo diecisiete, Jimin. No sé si pueda hacerlo bien.
—Por favor, sé que será fácil para ti... Conoces perfectamente los platillos y el lugar excepto por la tapicería nueva no ha cambiado mucho , te necesito, solías ser genial en esto. Bueno tú y...
Antes de que terminara la frase lo interrumpió.
—¿Le dijiste algo a Jungkook?
—No. —Seco, él sabía que él pelinegro no podía acercarse a ese lugar otra vez.
—Está bien, lo haré. Pero no te atrevas a mencionarle ni una palabra a tu jefe, ¿Estamos de acuerdo?
—¿A mi jefe? ¿Te refieres al neurótico de tu supuesto novio altamente tóxico?
—Sí, a él.
—Ni siquiera se ha aparecido en toda la mañana. Me pidió que limpiara su agenda por teléfono, dijo que tenía una reunión con su padre o algo así.
—Eso explica mucho. —Taehyung suspiró, ahora tenía sentido todo.
Su moral decayó al instante, y cortó la llamada sin siquiera despedirse de su amigo.
La forma en la que su mente se nublaba cuando recordaba a ese hombre era casi traumática; más allá de su repudio hacia él, se trataba del terror en la mirada de Jungkook que le hacía visualizar en su cabeza.
Entonces, las puertas metálicas del ascensor se abrieron, dejando ante él una vista que le sacó abruptamente de la bruma oscura en su subconsciente.
El tiempo se detuvo; lámparas perfectamente ordenadas, una a una colgantes en un gran estudio con hermosas fotografías y marcos estéticos en la pared. La combinación de colores precisa entre violeta y azul profundo.
Resultando tan sublime ante sus ojos, que sin dudarlo, caminó hasta las grandes carteleras de vidrio para contemplarlas más de cerca. Extendió un brazo para poder tocarlas.
—Vaya, parece que alguien está perdido. —Otra persona habló sobre su hombro causando que se sobresaltara, chocando de espaldas con el hombre detrás de él.
Volteó a verlo apenado. —Oh, lo siento mucho. La decoración es magnífica, me entretuve un poco, creo y, demonios, ¿Qué estoy diciendo? —Rio nervioso—. Estoy buscando al señor Park Bogum.
—¡Pues listo! Aquí me tienes. Park Bogum, editor en jefe. —Le sonrió—. Y por favor, no me llames señor, haces que me sienta viejo.
—Señor Park —le extendió la mano—, es decir, Bogum, es un placer. Soy...
—Kim Taehyung, lo sé, fui yo quien te llamó, ¿Recuerdas? —Taehyung se rascó el cuello abochornado—. Así que el placer... es todo mío. —Bogum sonrió sujetando su mano por un pequeño instante.
—Entonces...Bogum. Yo, en realidad vine porque me pareció una interesante oportunidad que creí descortés rechazar, así que dime, ¿Qué tienes para mí?
—Eres directo, me gusta.
—Lo soy, espero que esto lo valga. .
—Lo hace, lo juro. Veo que te gustan nuestras marquesinas. —Comenzó, instándole a caminar a su lado—. Esta es nuestra galería principal, en estas paredes se encuentran preservadas las portadas de las ediciones más vendidas de nuestra revista.
—Son espectaculares...
—Verás, Taehyung, aquí no solo trabajamos con los rostros más hermosos de la industria del entretenimiento; sino también con el mejor equipo del mismo, es allí donde entras tú. Acompáñame.
Ambos se desplazaron por los pasillos del lugar. Después de la "modesta" galería se encontraban varios cuartos con cristales reemplazando paredes completas, y en su interior, luces, fondos idóneos para una sesión fotográfica y personas preparándose para iniciar una de ellas.
—¿Para qué son necesarios tantos estudios?
—Nos permite trabajar con varias personas simultáneamente. Por ejemplo, justo allí —señaló la primera habitación—, está por comenzar la sesión de fotos de G-Dragon para la portada de este mes. Y allá —ahora la segunda—, las fotografías de maquillaje en dorado para nuestro artículo de tendencias.
Taehyung dejó de escuchar después del nombre "G-Dragon". —No pretendo sonar como un loco fanático obsesivo, pero lo soy, y él es una de mis celebridades favoritas. ¿Tú crees que podría...?
Bogum dejó escapar una pequeña risa llena de ternura. La forma en la que Taehyung sonreía era digna de alabanza.
—Es alguien bastante ocupado, pero le pediré su autógrafo cuando termine. —El rubio asintió feliz—. Aunque ya sabes, si aceptaras trabajar aquí, él no sería la única celebridad que conocerías.
—Tentador... tentador; pero necesitarás más para convencerme, amigo. Por favor, no es como si yo nunca hubiese fotografiado famosos antes.
—Aún falta mucho por enseñarte. Sé que te haré cambiar de opinión. Usualmente no doy contratos permanentes a fotógrafos; pero tú lo vales, ¿Sabes?
El pelinegro, que era ligeramente más alto que Taehyung, lo tomó de los hombros mientras continuaban caminando, pasando por los cuartos oscuros de revelado y las inmensas estaciones de maquillaje.
El ambiente era magnífico; podía respirarse la pasión y la entrega en el aire. Era como sentir electricidad en el pecho cada que la luz del flash se iluminaba. Y las muchas personas trabajando para que todo luciera perfecto.
Bogum abrió la puerta del último estudio para dejarlo pasar primero y una vez adentro le invitó a centrarse en el pequeño sillón de terciopelo en el.
—Vaya, ustedes sí que son un ejército —dijo, abrumado al ver a tantas personas haciendo algo que normalmente él haría solo—. ¿Por qué me pediste que viniera? Evidentemente no me necesitan.
—Estamos en el décimo piso. —Le sonrió—. Te traje específicamente a este lugar porque es aquí en donde se encuentra nuestro arte. El resto del edificio somos yo y mis intentos de periodista redactando críticas crueles.
—Eso no responde mi pregunta.
Estaba frente al chico cuando finalmente su expresión se volvió seria, profesional.
—Hace un par de meses, JeonUz lanzó la primera de sus colecciones bajo su nueva administración. Y yo, personalmente, me encargué de cubrir la nota en exclusiva de dicho evento. Pero hubo algo que me fascinó...
—Estás exagerando —bromeó.
—No. Es decir, más allá de la pasarela, la ropa y del fanfarrón al frente de la empresa. Fue la fotografía detrás de todo eso, la marquesina central. Era una modelo hermosa, pero fue imposible para mí no concentrarme en sus labios y su vestido color sangre.
Bogum sonrió ligero ante el recuerdo de una espectacular fotografía y un chico de boina roja entre el público.
Taehyung parpadeó incrédulo. Jactancioso al recordar esa fotografía.
—El rojo en granate... fue una increíble colección.
—Pasé toda la noche buscando al autor de semejante belleza; pero nadie fue capaz de decirme quién era. Entonces regresé a casa e investigué hasta encontrarte, busqué tus trabajos anteriores, y me sorprendí al ver que eran igual de magníficos y que tú eras alguien tan joven. Así que sí, tú eres el indicado.
—¿Y qué se supone que haré aquí? Tienes otros veinte fotógrafos, yo no soy diferente a ellos, no tengo nada de especial...
—Te equivocas —le interrumpió—, seré directo contigo. ¿Está bien? Hemos comenzado a expandirnos, iniciaremos con la exclusiva de la semana de la moda en Milán. Quiero que tú vayas allá y te encargues de todo.
—Maldición... —Pasó una mano por su cabello—. Eso es magnífico, es un gran evento.
—Un evento de tal... magnitud, impulsaría tu carrera artística exponencialmente.
No pudo evitar emocionarse y hacerlo visiblemente notorio. —Una semana completa en Milán es, es... fantástico. ¡Es increíble!
Bogum carraspeó. —No, Taehyung. Dije que iniciaremos con eso, pero en realidad, quiero que líderes nuestro equipo de fotografía allá, permanentemente.
—¿¡Qué!?
—Tendrías todo el equipo, y a personas con capacidades excepcionales bajo tu mando. Es una gran oportunidad para crecer no solo como fotógrafo, sino como editor.
—¿No crees que te estás precipitando al ofrecerme algo como esto? Nunca has trabajado conmigo antes y...
—No, estoy seguro de tu destreza. Además, faltan tres meses aún antes de que sea hora de comenzar con este proyecto. Supongo y entiendo que tienes tus propios enfoques personales y familiares, por eso necesito que comiences a considerar desde ya mi oferta.
—Esto es mucho que procesar, yo...
—No tienes que decir ahora. —Bogum sonrió. Había logrado inquietarlo—. Por el momento, ¿Qué te parece si vamos a almorzar? Es medio día y luces un poco mareado. Lamento haberte cargado de información pero, el tiempo corre.
Taehyung asintió sin decir nada. Se puso de pie para seguirlo afuera del estudio y luego en el pasillo hasta el ascensor.
Él definitivamente no se esperaba que le ofrecieran algo como eso, pero joder, sonaba increíble. Era su sueño, aunque eso también significaba tener que dejar a su hermano, a Hoseok, Jimin, a todos su amigos, y a Jungkook.
Tragó saliva temeroso, no podía ni siquiera concebir la idea de dejar a Jungkook. Quería mantener su distancia; pero cruzando la frontera para alejarse de él sólo conseguiría lastimarse a sí mismo.
No, no podía irse.
—Oye, Bogum. ¿Puedo preguntarte algo?
—Si es mi edad, no. Si es mi estado civil, soy soltero.
Negó con la cabeza. —No, se trata de un artículo sobre la compañía para la que trabajo. ¿Por qué obtuvo una reseña tan mala y una calificación tan buena? Es un poco ilógico.
—No lo sé, no fui yo quien la escribió. —(De hecho, sí, fui yo. Y fue porque los diseños eran hermosos pero cuando le pregunté a Jeon por las fotografías, se portó agresivo y prepotente, como si quisiera esconder algo. Es lo que consigue por insultar un periodista) Pensó.
—Supongo que está bien. Lo siento, tenía que preguntar. —Supo que mentía, y eso le bastó para declinar la oferta en su cabeza.
Ambos entraron al elevador. El descenso estuvo lleno de charlas triviales y halagos hacia Taehyung, quien sonreía a cada instante.
Salieron del edificio caminando tranquilamente.
—No te preocupes, cambia esa cara larga. ¿Sí? Cuéntame de ti.
—Pues... tengo veinticinco años, un título en derecho que no me sirve para nada, un hijo adolescente y un novio idiota.
—Lo del título es una pena. Lo del hijo es sorprendente y lo del novio tiene arreglo.
Taehyung no tenía problemas en hablar de su novio, habían pasado años desde que se había declarado abiertamente gay.
El rubio soltó una carcajada. —¿Eres así de ocurrente con todos tus empleados?
—De hecho no. Soy el editor en jefe, y un crítico terrible, en realidad creo que todos mis empleados me temen.
Bogum le sonrió mientras caminaban por la acera. Felicitándose a sí mismo por tener tan buen ojo para el arte, y para los hombres.
A un par de calles de distancia en un restaurante normalmente concurrido, se encontraban dos generaciones de la familia Jeon almorzando y viéndose con repudio.
Jungkook definitivamente detestaba a su padre; pero de alguna forma poco sana, seguía buscando su aprobación.
—Hablar contigo es rutinario. Así que vamos a agilizar esto. —Dio un sorbo a su jugo—. Tú me tratas como una mierda, discutimos, dices que no tengo madera para este negocio y que te avergüenzas mucho de mí. Luego yo me voy molesto y listo.
—¿Entonces te irás ahora? ¿Después de que llegaste dos horas tarde a nuestra cita? Relájate, Jungkook. En realidad la idea de estar aquí contigo no me fascina; pero por respeto a Ji-Eun, preferí hablar de esto fuera de tu casa.
Ladeó la cabeza. —¿Qué sucede?
—Oh, nada serio. Sabes, estoy retirado y ahora que tú tienes el control de nuestro patrimonio, es decir, el dinero que me encargué de producir los últimos treinta y cinco años, hay algunas cosas de las que quiero asegurarme.
—Todo estará bien. Confía en mí por una vez. Soy completamente capaz de hacer una colección exitosa. Estoy seguro de que te sorprenderá, tengo todo preparado.
—Hay un pequeño problema en todo eso.
—¿Cuál? —Jungkook se había esforzado por años para llegar a donde estaba. Que fuese el legítimo heredero a semejante empresa nunca le facilitó las cosas.
—El problema es que... —se mantuvo serio— yo no confío en ti.
—¿Qué? Papá, he estudiado cada estrategia comercial en el mercado. Soy capaz de manejar e invertir correctamente cada centavo de nuestro patrimonio. Sé de tendencias, telas, alta costura. Nuestras acciones incrementaron desde que yo estoy al frente. ¡Por favor! ¿Cómo es que no confías en mí? Nuestras ventas están por las nubes.
—¿Sigues saliendo con él, cierto?
Parpadeó incrédulo; aquella frágil alma que en el fondo no hacía más que rogar por una pizca de orgullo paternal se retorció. Porque no, esto nunca fue sobre sus capacidades; siempre fue sobre sus pecados.
—¿Qué tiene que ver eso con la empresa?
La campanilla de la entrada del restaurante sonó. Jungkook de espaldas a la puerta no se inmutó en voltear. Tampoco en reconocer la cabellera rubia que se adentró en compañía de otro hombre en el lugar.
Pero su padre sí lo hizo.
—Hice una pregunta, Jungkook. Anoche dormiste con él, ¿¡Sí o no!?
—No. —Su garganta ardía, como si sus mentiras le rasgaran la tráquea.
—¿Acaso no tienes un hogar al cual regresar?
—Papá, por favor.
—He estado casado con tu madre por treinta años, y he regresado a dormir a su lado cada noche. Esto es algo que esperaría de tu hermana, pero que no puedo tolerar más de ti.
Gruñó molesto. —No metas a Jihyo en esto. Déjala tranquila —contestó agresivo.
—Se marchó con un bueno para nada. Una rata. ¿Es eso lo que harás tú también?
—¡Se marchó hace diez años! Maldición, ya superarlo. Es un adulto ahora. Tengo un sobrino al que ni siquiera conozco por tu culpa, ella es feliz lejos de nosotros, acéptalo.
—Ella ya no me importa. Mi problema ahora eres tú, así que dime, ¿Qué hace tu esposa sola en casa a las tres de la mañana, Jungkook? Te esperé y no te dignaste a aparecer en toda la noche.
—Un momento... ¿Qué hacías tú allí a esa hora ?
Sus cuestionamientos parecieron molestarlo.
—No intentes cambiar de tema.
—¡Bien! Fui al hospital. —Mintió parcialmente—. El brazo me ha estado molestando; hablé con Hoseok, me revisó y dijo que en un par de días estaré libre de eso. —De hecho, debían quitarle su yeso esta tarde, pero eso era algo que sabía desde hacía días.
—Deja de usar como coartada a tu harem de maricas; el doctor ese y tu... asistente no son buenas personas. No está bien que sigas mezclándote con esa gente.
—¿Hablas de Jimin? Es el mejor en su trabajo. Y Hoseok nunca se prestaría para mentir a mi nombre. —Tragó sabiendo que de hecho siempre mentían por él—. ¿Podrías dejarlos fuera de esto, por favor?
—Taehyung —dijo casi con asco—. El fotógrafo. No quiero que te acerques a él. No quiero que lo veas, o que te dirijas a él más allá del ámbito profesional. Tiene suerte de ser un buen empleado, de lo contrario ya estaría en la calle.
—Soy un adulto, papá. No puedes...
—Si no comienzas a limitarte, entenderé que no estás listo para tanta responsabilidad. Y no dudaré en dejar mi retiro para sacarte a ti y a ellos de mi maldita empresa, Jungkook. Intenté razonar contigo, creí que teníamos un acuerdo; pero comienzo a pensar que estás faltando a tu palabra. ¿Lo captas ahora?
—Soy tu hijo, ¿Realmente harías algo como eso?
—Si fueses como ellos... no dudaría ni por un segundo en dejarte en la calle sin un maldito billete.
—Yo no soy...
—No te atrevas a decirlo. No lo eres y punto. Deja ya tu maldita pubertad atrás. —Levantó ligeramente la mano para pedir la cuenta, cuando la señorita se acercó le entregó una tarjeta dorada —. Tengo que irme, saluda a Ji-Eun de mi parte.
Jungkook tenía la mirada en el plato. Sin saber cómo procesar todo eso, era como tener diecisiete años otra vez.
—Le daré las gracias. —Soltó molesto, estaba seguro que ella simplemente había llamado a su padre. Era lo que hacía siempre que peleaban.
Sí, Jungkook era patético. Vio a su padre ponerse de pie y se sintió insignificante.
—Oh, vamos. No quiero que todo esto afecte o influya en tu estilo de vida. Después de todo.... le gustan los tipos con dinero y parece que no eres tan difícil de reemplazar.
—¿Perdón?
—Mira hacia atrás, Jungkook y piensa bien en lo que haces —dijo con ironía, burlándose de la expresión del otro—. Que tengas un buen día... hijo —terminó.
Se marchó logrando sentirse más satisfecho de lo que esperaba, mas su angustia no desapareció. Los días se evaporaban en sus manos, y pronto se quedarían sin tiempo.
El pelinegro aún en la mesa; se mantuvo renuente a voltear la cabeza. Cuando finalmente lo hizo, enarcó una ceja casi con más confusión que enojo.
¿De dónde había salido ese tipo? ¿Qué hacía con Taehyung? No, no, no. Yeonjun no podía tener razón, la tendría sobre su cadáver.
Jungkook comenzó a rebuscar en los bolsillos de su chaqueta hasta encontrar su teléfono. Marcando inmediatamente el número de Taehyung para llamar su atención, ya que podía verlo a la distancia.
Sus actos metódicos fueron exactos. Le vio observar la pantalla por un par de segundos y luego voltear el aparato dejando que la llamada se perdiera.
—Hijo de... —masculló Jeon. Y volvió a llamar. Una vez, y otra vez. Las suficientes como para que incluso él fuera capaz de ver el celular de Taehyung vibrar sobre la mesa.
El hombre le dijo algo que no pudo escuchar. Taehyung negó, y el hombre insistió con una sonrisa. El rubio se rascó el cuello apenado y finalmente tomó la llamada.
La línea se abrió.
—Estoy ocupado. ¿Qué sucede? —Su voz sonaba apurada, como distante sin llegar a contener molestia.
—Adoro esa bufanda, es de mis favoritas. Te ves hermoso con ella.
—¿Qué demonios, Jeon? ¿Cuál bufanda?
—La que tienes justo ahora sobre la mesa. La bufanda turquesa que te regalé para año nuevo.
—Estás... —Taehyung se mordió la lengua. Jungkook tenía la mala virtud de ser inoportuno.
—Te veo en el baño.
—Ya no somos adolescentes, Jungkook. Ya te dije que estoy ocupado.
—Solo hazlo —dijo y cortó la llamada.
Taehyung se separó del teléfono y suspiró por lo bajo. Estaba seguro de que su cavernícola haría una escena si no hablaba con él.
Reconoció aquella espalda antes de verlo entrar al lugar indicado y arrugó la nariz.
—¿Está todo bien? —preguntó Bogum con delicadeza. Intrigado por su reincidente palidecer y el apellido Jeon en medio de su llamada.
—Sí, sí. Es solo que se hace tarde. Tengo una sesión en media hora, así que será mejor que me vaya.
Bogum sonrió ameno. —Parece que Jeon es un jefe problemático y celoso... ¿O me equivoco?
—Es apasionado en lo que hace, es... todo un visionario incomprendido —se excusó—, así que debo irme.
—Tienes razón. Yo también, de hecho, tengo muchísimo trabajo. —Se puso de pie, dejando un par de billetes prensados en la cristalería—. Como sea, mi oferta estará esperando por ti para el momento en que decidas aceptarla.
—Gracias, realmente lo agradezco. Es solo que... —su teléfono volvió a vibrar— necesito tiempo para pensarlo.
—Te quiero en mi equipo, Taehyung. Estaré esperando tu llamada.
—Claro, te llamaré cuando termine de organizar mi proyecto actual.
—O... cuando quieras salir a tomar algo, conmigo.
Soltó una carcajada. —¿Eso también es parte del empleo?
—No. Definitivamente no. —Bogum sonrió palmeando ligeramente su hombro cuando comenzó a alejarse de él. —. Así que piensa ambas cosas.
—Lo haré —dijo dejando escapar sus palabras con levedad. Finalizando así su conversación con él cuando este se marchó.
El aparato en su bolsillo que vibraba incesante le hizo recordar al pelinegro que lo esperaba ansioso.
Tomó su bufanda y caminó presuroso hasta el baño de hombres del restaurante.
Abrió la puerta con fuerza, y se adentró en el con ambas manos en la cintura.
—No recordaba a tu amigo. Parece simpático —atacó Jungkook sin darle tiempo a hablar.
—No es mi amigo. Deja el drama, Jeon.
—Por favor, ¿Entonces por qué sales a almorzar con un completo desconocido?
—No te interesa.
—Vaya, qué agresivo.
—¿Y tú qué hacías aquí, Jungkook?
—Mi padre y su almuerzo mensual de asco hacia mí.
—Debí imaginarlo. Te llenó de basura la cabeza como siempre.
—Eso no importa, yo tuve un día de mierda mientras tú le sonreías demasiado a ese tipo, ¿Pasaste un buen rato con él? ¿Sales con editores ahora?
Rodó los ojos. —Detesto tu actitud, todo esto es tan innecesario. ¿Entiendes? Deja de pensar estupideces.
—Yo conozco a los tipos como él. ¿De qué hablaron? ¿Acaso te contó sobre el próximo artículo de su revista y lo mucho que me odia?
—¡Maldición! Cálmate, te juro que lo último que haría en mi vida sería entregarte a la prensa.
—Joder, ¿Cómo esperas que reaccioné cuando te veo con un chico como él, Taehyung? —Agresivo, intentó acercarse al rubio por la fuerza.
—Estás fastidiándome —dijo sin buscar confrontarlo—. Tu paranoia con esa revista solo es producto de tu padre y la miseria mental que provoca siempre en ti.
—No es por la puta revista, es por ti.
—Oh... ¿Estás celoso, Jungkook? —Su tolerancia disminuía con cada respiración; algo dentro de él se tornó casi perverso cuando notó el poder que tenía en sus manos.
—¿¡Cómo podría no estarlo!?
—No lo sé...—Tocó el pecho de Jungkook—. De la misma forma en la que yo he tenido que tragarme mis celos durante años, cielo.
El pelinegro se abofeteó mentalmente; pero ya era demasiado tarde.
—Tienes razón. Yo no tengo ningún derecho, lo lamen... —Le sonrió pero sus ojos menguaron.
—No te disculpes más, Jungkook. —Parecía lúcido, tranquilo. Había descubierto una nueva arma, y la usaría a su favor—. Porque si en realidad lo lamentaras, todo esto sería diferente—. Se alejó de él, dejándolo abrumado con su voz y suave tacto.
—Te lo compensaré esta noche.
—Ya tengo planes.
—¿Qué? ¿Qué clase de planes?
—Los padres de Jimin necesitan ayuda con la reapertura de su restaurante, me pidieron apoyo por lo sentimental. Así que seré mesero por una noche, como antes.
Jungkook sonrió de lado. Alguna vez los Kim necesitaron ayuda para pagar las facturas, por lo que Taehyung pasaba allí un par de noche a la semana cuando podía permitírselo en su adolescencia. Y Jeon, él simplemente quería desafiar a su padre, y en ese entonces, lavar platos por un par de billetes la hora era un acto más rebelde de lo que parecía.
Ambos trabajaron durante algún tiempo en ese lugar. Jungkook recordaba fielmente a los clientes molestos y los besos suaves de Taehyung al terminar su turno.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—Porque no creí que quisieras regresar a ese lugar. Ya sabes... no está a tu altura.
Su tono de voz cambió. —Cielo, sabes que yo nunca he pensado eso. Lo que pasó la otra noche allí...
—Como sea, no importa, eras un terrible mesero. Salvé a los clientes de ser mal atendidos por un niño rico y llorón.
—¿No me echarás de menos? Solíamos ser un gran equipo —dijo intentando denotar ternura; pero no esperaba una respuesta tan despiadada.
—Hablé con Hoseok. Él me estará conmigo esta noche.
—Dime que es una broma.
—No, de hecho, fue su idea. Jimin le contó todo sobre ese lugar y él se ofreció a ayudar. A mí me encanta estar con él, así que es el plan perfecto.
Se sintió desplazado. ¿Por qué Jimin no le mencionó nada? Agitó la cabeza, ese no era el problema justo ahora.
—Taehyung. Hoseok está...
—Es tarde, Jungkook. Ambos tenemos cosas que hacer. Así que, te veré después —ladeó la cabeza—, tal vez.
Taehyung plantó un pequeño beso en su mejilla para despedirse. Jungkook bajó la mirada cuando sintió el cuerpo del rubio alejarse del suyo, viéndolo marcharse sin ser capaz de detenerlo.
Cuando el rubio atravesó la puerta su estómago se revolvió. Los deseos de regresar a ese maldito baño y besar a Jungkook como no lo había hecho en semanas le quemaron las entrañas; pero no lo hizo, respiró con fuerza y siguió caminando sin voltear a ver.
Su agenda destructora de matrimonios tenía una nueva tarea en ella: Hacer una sopa de celos con especias para el esposo.
Amaba a ese hombre como nunca creyó amar algo en su vida. Así que si quería quedarse con él tendría que hacerlo salir de su pequeña coraza paternal, y aunque siempre supo la forma de conseguirlo su blando corazón se mostró benévolo en todo momento. Porque lo único casi tan peligroso como el impulsividad de Jungkook, eran sus celos. Y juntas, eran una caja de Pandora.
Sacó su teléfono y marcó el número mientras caminaba presuroso. Después de un par de segundos de espera, la voz de Hoseok apreció en su cabeza.
—Dime por favor que no tienes que trabajar esta noche —dijo.
—Buenas tardes a ti también, Taehyung. —Soltó una pequeña risa—. ¿En qué te metiste ahora?
—Dije una mentira y te incluí a ti en ella. Bueno, en realidad lo único falso es la parte en donde tú estás involucrado.
—¿Tiene que ver con fastidiar a tu novio el tarado, cierto?
—Sí.
—Antes tenías mi atención y ahora tienes mi apoyo. Pero dime, ¿Qué se supone que hice, dije, o haré?
—Serás mesero esta noche en un restaurante del centro.
—¿Y tengo que usar un delantal?
—Probablemente sí. —Taehyung se mordió el labio al escucharlo dudar.
Suspiró con fuerza, iba a arrepentirse de esto después.
—Está bien, pero si hago algo mal y algún cliente se desquita conmigo hiriendo mis hermosos sentimientos tú tendrás que encargarte de arreglarlos, ¿Entiendes? Ah, y tendrás que compensarme por esto.
—Claro que sí. Lo haré con mucho gusto, solecito.
Hoseok no podía verlo; pero sabía que estaba sonriendo, y esa imagen le llenó por completo.
—Bien, entonces... te veo en la noche. Pasaré por ti a tu casa y luego me dices a hacia dónde ir, ¿Sí?
—Sí. Gracias por todo, eres el mejor.
—Lo sé... no tienes que recordarmelo, niño. —Se escuchó su suspiró a través de la línea—. Te dejo, adiós —dijo antes de cortar la llamada, sin siquiera darle tiempo al otro de despedirse.
Taehyung le restó importancia y se dirigió a su trabajo. No mentía al decir que tenía una sesión pendiente, así que presuroso caminó hasta el edificio de aquel magnate pelinegro y entró sin vacilar hasta su estudio.
El resto de su tarde se desvaneció en cada toma. Su cabeza se llenó de tareas pendientes y su mente encontró repentina paz al dejar de pensar en sus problemas personales.
A diferencia de Jungkook, que encerrado en su oficina comenzó con un pequeño trago de vodka consumido por la impotencia y de Hoseok, que haciendo maravillas para salir antes de su turno sonrió todo el día con una esperanza que él juró haber sepultado hacía años.
El siguiente capítulo está listo. Ustedes me dicen cuando subirlo. :c ❤️
Manténgase con vida. J.S.
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