"¿Sabes?, siempre he querido dar una mamada, o que alguien folle mi boca." Thomas habló como si estuviera comentando sobre el clima.

"¿Qué?" Pregunté como pude, se me había secado la boca de la impresión.

"Que si quieres follarme la boca." A Dylan se le cayó la quijada al suelo.

"¿Qué?" Volvió a preguntar, quería asegurarse de haber escuchado correctamente o si su cerebro le estaba haciendo una mala jugada, lo que últimamente pasaba muy seguido cuando estaba cerca a cierto rubio.

"Que si quieres un poco de coca." Suspiró Thomas con una mueca. Dylan asintió, mirándolo acercarse al refrigerador, aún reproduciendo el momento anterior y planteándose seriamente ir al otorrinolaringólogo.

"¿Quieres que me quite la ropa?"

"¿Qué?"

"Que si quieres beber en copa."

Negó, "Un vaso está bien." En ese instante no confiaba en sus habilidades para sostener algo tan delicado, mucho menos cuando lo vio relamerse los labios, dejándolos húmedos, parecían invitarlo a acercarse y besar, o morder, o chupar o todas las anteriores.

"Dylan", subió la mirada al dueño de esos delgados labios pecaminosos. Thomas le ofreció el vaso de coca y él lo tomó torpemente entre sus manos.

"Gracias."

El rubio sonrió y él sintió maripositas revolotear en su interior. Oh, ahora también tenía que ir al gastroenterólogo.