Capítulo 9: Noche Intranquila

N/A: Acabo de recordar que en el momento donde transcurre el fic (junio) están en verano (que para mí es invierno). Hagan como que en el capítulo pasado Issei vestía el uniforme de verano en lugar al de invierno, ¿sí?

Disclaimer: Highschool DxD no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor. Lo único de mi autoría son los elementos originales de esta historia que no hayan sido aportados por otros usuarios.

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Capítulo 9
Noche Intranquila

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Seguridad Externa, Base Central, Suiza

—¿Que qué cosa pasó ahora en Kuoh?

Tenemos a Le Fay Pendragon-

—Entonces no escuché mal. La reputa madre que la parió...

—¿Qué dirían tus subordinados si te escuchan así?

—A diferencia tuya, Rose, no sería la primera vez que me ven insultando a alguien.

—Estoy seguro de que también han oído a la arpía maldecir en voz alta.

—Tu a callar, Jack.

Christopher Haugen se masajeó el entrecejo en lo que suspiraba, su mirada alejándose del teléfono en altavoz sobre la mesa para pasearla por la habitación. Rose Laplace ocupaba el asiento frente a él, cómicamente sentada con la espalda apoyada en uno de los reposabrazos (con la cabeza apoyada en su brazo también sujetado en el mismo lugar) y las piernas colgando del lado contrario. Apoyado contra la pared de brazos cruzados junto a la puerta estaba una tercera persona, que de haber estado Issei presente, la habría reconocido como aquel que tomó brevemente el lugar de von Roestel mientras conversaban en el piso franco. Los tres vestían el mismo uniforme, aunque con distintos detalles señalando sus respectivas unidades y cargos.

—La que se va a armar contra nosotros en la comunidad sobrenatural humana si esta inglesa tan solo abre la boca contra nosotros...

Tuve un pensamiento parecido... espera, ¿está ese puto allá también? ¿Quién más está escuchando esto?

—¿Te lo digo o lo dejo como sorpresa? —Preguntó con sorna el sujeto en cuestión, arrancando un giro de ojos de Haugen y motivándolo a intervenir.

—El que va por el nombre de Roestel, Rose y yo. ¿Necesitas que llame a alguien más?

No, pero ciertamente no me importaría que nos deshagamos del primero...

—Te noto algo... hostil, Jack.

—A ver a ver, ¿de quién crees que es la culpa? Tu fuiste el puto que me obligó a mover el trasero al culo del mundo.

—No sé de qué estás hablando. He estado en mi oficina toda la mañana.

Ya, y yo soy un santo.

—Felicidades en tu canonización, San Jack.

—Ejem. —Haugen tosió sobre su puño, llamando la atención del resto y transformando la risa de Rose en un puchero. Giró los ojos ante su actitud infantil antes de volver al tema que los reunía—. Entonces, tenemos a una noble inglesa en nuestras manos...

¿Alguna idea?

—Estoy pensando. ¿Qué estaba haciendo cuando la capturaron?

Se estaba escondiendo en un armario. —Von Roestel abrió la boca, pero no alcanzó a decir nada—: Si haces un chiste sobre el asunto iré allá y te golpearé yo mismo.

—Tch.

—¿Y sabes que planeaba?

Según nuestra... "investigación". —A ninguno de los presentes le quedó duda de que con esa palabra Jack se refería a un interrogatorio probablemente bajo amenaza—. La maga esta estaba intentando hacer un hechizo. Cual específicamente no sabemos, pero considerando el equipo de espionaje mágico que había en sus bolsillos y que se dirigió al interior del piso franco en lugar de abandonar el lugar de inmediato, no es nada a nuestro favor. Sospecho que intentó magia de espionaje o sabotaje.

—¿Algo más?

También sabía de la conferencia de mañana. Esa es secreta incluso para la mitad de los asistentes.

—Sabe demasiado. Supongo que saben que sigue ahora, ¿no~?

—No, no, no, no la vamos a matar. —Haugen devolvió una mirada aburrida a la molesta cara de Rose—. ¿Tienes idea de qué pasará si la hija del líder de la Casa de Camelot, una genio de la magia aun afiliada parcialmente a Golden Dawn, aparece muerta después de que se la vio seguir a un miembro de la [Organización]?

—No lo sé, por eso es tu trabajo.

—...

Haugen se llevó la palma a la cara, retirándola lentamente en lo que se preguntaba qué dios le había agarrado saña.

—¿Cómo es que te mantienes como la líder de IntSec si tu primera opción es matar a la gente?

—Tú deberías saberlo, ¿no~? Mandamos a más de uno a la tumba en conjunto, después de todo.

—No haré comentarios al respecto.

—Aguafiestas.

—Sea lo sea que la maga intentó hacer en el piso franco, es un hecho de que no podemos dejarla suelta. Un minuto que escape de nuestra vigilancia y el secretismo de todo se va al carajo —interrumpió Roestel, frunciendo el ceño.

Por una vez concuerdo con el imbécil —acotó Jack.

—Pues bien, ¿alguna idea?

—Hyoudou fue el que la salvó de morir por los de Hexennacht, ¿verdad? Que simplemente la tome bajo su cuidado —sugirió Roestel, levantando una ceja—. Así podremos controlar que no diga nada sin que parezca demasiado raro que vaya con personal nuestro todo el tiempo.

—No es mala idea, pero no es que Hyoudou sea precisamente el más entrenado de todos. Su especialidad es recopilar datos cuando la gente habla, no callarlos.

—Meh, si es solo mantenerla consigo para asegurarse de que no hable no debería haber problema. Hasta esa maga debería ser capaz de entender que puede y no hacer. —Von Roestel se encogió de hombros—. E incluso si logra burlar a Hyoudou, no habrá problema.

¿Y eso por qué?

—Primero, porque estas tú para hacer de niñero.

Jódete.

—Y segundo, no estarán solos.

¿Qué quieres decir?

Rose, en su asiento, sonrió confiadamente al oír las palabras del oficial presente en lo que Christopher se masajeaba el entrecejo.

—Ya verás.

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Piso franco de la [Organización], Kuoh

Pasó un buen rato hasta que Jack abandonó la sala de conferencias, su ceño serio y su paciencia reducida. No era extraño a los métodos del Primero (o von Roestel, como se hacía llamar en público), pero no por ello no podía molestarse por ellos (sobre todo cuando suponían más trabajo). Giró el cuello, emitiendo un gruñido de satisfacción al sentir crujir sus huesos, y entró nuevamente a la sala de estar del apartamento, paseando su mirada por el lugar.

Estaba la misma gente que esperaba que hubiera: en la sala de estar en sí estaban James, Issei y la maga inglesa. En la cocina estaba Asia, aparentemente sirviendo algún líquido en un vaso, y entre ambos estaba Yuuki, flanqueando algo en dirección a James. Encogiéndose de hombros (pero sintiendo la migraña que se venía), sencillamente giró sus pies y encaminó sus pasos hacia la cocina, prontamente abriendo el refrigerador y sacando una botella de cerveza europea.

Lastimosamente, la cosa en mitad del lugar abrió la boca.

—Jack. Ha sido un tiem-

Mira cabronazo demoniaco, la primaria más cercana está a unas siete calles, ¿así que por qué no mejor vas a ligarte a unas menores en lugar de joderme la vida más de lo que ya me la jode la [Organización] y los imbéciles que se creen mis jefes? Después de todo, escuché que te encantan las más jóvenes. —Al notar que el sujeto en cuestión no se movía, le señaló la puerta con un gesto para espantarlo—. Vamos, que estás tardando, pedazo de subnormal.

La sala quedó de una pieza en lo que los presentes llevaban sus miradas del oficial del Overwatch al demonio de gran estatura. Este, por su parte, no manifestaba expresión alguna, su rostro impasible devolviendo desde la altura la mirada al ofensor. Finalmente, abrió la boca.

—Que poco profesional para un capitán, Jack. ¿Debería hablar con el resto de tus compañeros de trabajo sobre esto?

Jack suspiró fuertemente, destapando la cerveza con un hechizo en lo que suprimía el gruñido de frustración que surgía al darse cuenta de que no se desharía del sujeto enfrente suyo.

—Solo se rápido y dime que carajo quieres, maldito imbécil, antes que use a Yuuki aquí presente para añadir a tus cargos de pederasta.

—¡Hey! ¿A quién le dices niña? ¡¿Y qué es eso de utilizarme con un pederasta?!

—Tú a callar, enana. Los mayores están hablando.

El desconocido agrió la cara, pero salvo eso no dio reacción aparente. Viendo la conversación terminada, Jack llevó la botella a su boca y empezó a beber un largo trago camino al interior de la cocina.

—No me gustan las menores y lo sabes.

—Escucha, pedazo de anormal, ¿sabes por qué no puedes pisar la base de Suiza o debo recordártelo yo? —En esta ocasión el sujeto sí desvió la mirada, arrancando un gruñido satisfecho de Jack—. Eso pensé. Ahora desaparece de mi vista.

—Sobre eso, Jack —intervino James, llamando la atención del oficial canoso—. No creo que puedas deshacerte de él. Aunque supongo que ya lo conoces, lo presento para el resto: él es-

—Ah, cierto que ustedes no lo conocen. No te preocupes James, yo me encargo. —Jack apuntó con la punta de su botella al individuo, hablando con perfecta neutralidad pese a la molestia en su rostro—. Damas y caballeros, con ustedes el demonio pedófilo Gabe, el insufrible exnazi, ex inteligencia yankee y actual colaborador en el inframundo de la [Organización] en un departamento que no podría importarme menos desde que me arrebataron la autoría de mi último proyecto.

—...

—...

—...

La sala quedó en silencio por varios segundos, tiempo que aprovechó Jack para volver a su cerveza. Finalmente, James tomó la palabra:

—...y actual marqués del inframundo, enviado por el gobierno demoniaco para supervisar a las encargadas demoniacas de Kuoh, Rías Gremory y Sona Sitri.

—Espera, momento, ¡¿khé?! —La sala volvió a mirar a Jack, quien observaba a Gabriel como si le hubiese crecido una segunda cabeza—. ¿Gabe ahora es un marqués? ¿Qué carajos tenía en la cabeza el siscon de mierda ese?

—Jack, me temo que no te sigo la corriente...

—Nada que les importe, James.

—Y si tanto necesitas saber, Jack, fue Falbium Asmodeus el que me dio el rango, no Sirzechs Lucifer —anunció Gabriel, con una pequeña sonrisa de superioridad al por fin superar en algo al canoso.

—¿Falbium? Y yo que pensé que ese era el inteligente... cuando no está dormido, claro.

—Perdonen si me equivoco, pero... —la sala observó a Issei, quien de repente se encontraba muy incómodo al ser el centro de la atención—. ... ¿ustedes dos ya se conocían de antes?

—Desgraciadamente, sí —respondió de inmediato Jack, acabando su cerveza—. Desde hace algunos años, para ser algo más exactos.

—Y... todo eso que lo llamaste...

—En su mayoría es cierto y lo dejaremos así. Lo único que estoy autorizado a contar es lo de pederasta, y es básicamente porque el muy imbécil tiene un harem de menores de la edad de su hija pese a estar casado.

—No tengo un harem de menores-

—¿Oyes eso? A mí me suena a Suiza hace un año.

Gabriel lanzó una mirada de muerte a Jack, quien se la devolvió igualmente molesto. Permanecieron así durante varios segundos, hasta que el canoso se encogió de hombros y se retiró hacia el interior de la cocina.

—Ah, y por cierto Hyoudou —indicó antes de desaparecer—. Si tan solo se te ocurre agregar a Gabe a tu lista de rubios cercanos, ten por seguro que tomaré esta granada que llevo conmigo y te la encajaré tan profundo por el recto que todas tus comidas sabrán a pólvora. Primer y único aviso.

La sala se quedó en silencio varios segundos, la mayoría intentando hacer sentido de los últimos cinco minutos. Mientras tanto, Yuuki disimuladamente se alejada lentamente de Gabriel...

—No soy un pedófilo ni tengo un harem de menores —declaró este, atrapándola en el acto. Yuuki aceleró el ritmo, arrancando un suspiro del demonio—. Ignoren a Jack. Sencillamente me odia.

—¿Y eso por...?

—Me gustaría saberlo también.

—¿Y por qué dice que tienes un harem de menores, entonces? —James levantó una ceja, aunque se veía que no hablaba con la confianza en boga.

—Hace unas décadas si tenía un pequeño harem. —Issei abrió los ojos levemente, pero cualquier otra reacción fue omitida por un pellizco proveniente de Asia que lo hizo saltar en su puesto—. Pero lo dejé cuando me casé con mi actual esposa.

—Eso aun no explica la parte de "menores".

—Tiene que ver con un incidente en la base de ustedes en Suiza, hace un año.

—¿Y...?

Jack asomó su cabeza.

—Para resumirlo y no revelar datos confidenciales, el muy cabrón intentó acostarse con una chica menor de edad-

—¿Cómo querían que supiera que tenía 17? —Interrumpió el demonio.

—...y resulta que esa chica era la protegida de cierto grupito de gente influyente dentro de la [Organización], un par de los cuales justo estaba pasando por ahí cuando Gabe hizo su movimiento. El resto es clasificado, pero se lo podrán imaginar.

—Momento, ¿esa es la razón por la que movilizaron a todas las fuerzas de Suiza hace un año? —La incredulidad de Yuuki apenas cabía en su rostro.

—Si mal no recuerdo, sí, incluyendo un montón de papeleo que los desgraciados me tiraron a mí y me tuvo sin dormir por dos días. Ahora, si me disculpan...

Y volvió a desaparecer. El grupo se miró entre sí, confundido.

—Creo que será mejor que nos olvidemos de los últimos minutos... por nuestra salud mental, claro está.

Le Fay asintió a la propuesta de James, el resto imitándola pronto.

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—Bueno, ese episodio aparte... señor Gabriel, ¿seguimos con las presentaciones?

—De acuerdo. ¿Partimos de cero?

—Eso creo... bueno, inicio yo. James Ramírez, Vigilante a cargo de la task force X-Ray 41 de la [Organización]. Estoy a cargo de este piso franco y de todas las fuerzas de la [Organización] en Kuoh no asignadas al perímetro de seguridad. Veo que ya conoces a Jack, que es mi segundo al mando.

—Sí, digamos que lo conozco...

—El resto aquí presente son mis subordinados de diversas áreas.

—Entiendo. En mi caso, como ya dijo Jack, soy el marqués del inframundo Gabriel P. Hayes. Los Satanes Sirzechs Lucifer y Falbium Asmodeus me han enviado aquí como supervisor de las dos encargadas de la ciudad, Rías Gremory y Sona Sitri, y como tal estaré de facto a cargo de Kuoh por parte de los demonios durante mi estadía.

Yuuki levantó la mano.

—¿Puedo preguntar por qué te enviaron aquí? Digo, con toda la seguridad que hay ahora dudo mucho que le pase algo a las dos encargadas...

—Tiene que ver con la Batalla de Kuoh de hace tres semanas atrás. El hecho de que Kokabiel lograra instalar un puesto de mando con fuerzas considerables bajo las narices de ambas herederas y luego fuera derrotado principalmente por una alianza entre la iglesia y la [Organización] fue un duro golpe al orgullo demoniaco. Ambas deben haber sido ya regañadas por su falta de iniciativa, pero es un punto a considerar el que ellas carecían de fuerzas y experiencia para expulsar a los ángeles caídos incluso sin Kokabiel en la ecuación. Por ello me enviaron a mi: al poseer mis propias fuerzas bajo mi mando, el Satán Falbium consideró que podía actuar con mayor firmeza contra fuerzas externas mientras mantiene la independencia nominal de las herederas Gremory y Sitri.

—... sí, creo que entiendo algunas de esas palabras.

—En resumen, Yuuki —intervino Issei, cruzándose de brazos—. El señor Hayes fue enviado para solucionar cualquier cosa que sobrepase a las herederas, así como limitar sus movimientos contraproducentes.

—¿Y si me das un ejemplo, mejor?

—Si hubiera estado aquí, habría combatido a las fuerzas de Kokabiel cuando llegaron o se habría retirado en lugar de presentar batalla. Los caídos se aprovecharon de su mayor poder comparado a las herederas, pero con el marqués Hayes no podrían haber hecho lo mismo.

—Aaah, ya entiendo.

—Con eso fuera del camino...

—Tengo entendido que operarán desde aquí, ¿cierto? —Gabriel se dirigió a James, quien asintió—. Yo estaré en un apartamento en la zona oriental de Kuoh. Les enviaré la dirección esta noche.

—Entiendo. Esperaré sus comunicados.

—Con su permiso.

El demonio de notable altura (tenía que agachar la cabeza para pasar por el marco de la puerta) abandonó la estancia pronto, James acercándose a la puerta y golpeándola un par de veces. Un círculo mágico brilló brevemente sobre la madera, uno que Le Fay distinguió como un hechizo de silencio.

—Bueno, ahí lo tienen. Los demonios están reforzando su presencia en la ciudad. Jack, puedes salir de detrás del muro.

El aludido apareció desde la cocina comiendo unas galletas, con una ceja alzada.

—Pensé que me había escondido bien.

—No eres precisamente silencioso cuando comes.

Fuck off.

—Bueno, ¿algo más que discutir?

—De hecho, sí. —La sala miró a Jack con diversas expresiones, predominando las cejas alzadas—. Issei, Haugen quiere que tomes a Le Fay bajo tu cuidado. Que se quede contigo por unos días y cosas así.

—¿Eh?

—¿Ah?

Ambos estaban igual de sorprendidos, lo que los llevó a realizar sonidos parecidos. La otra rubia presente, Asia, frunció el ceño, aunque esto escapó a la atención del resto.

—¿Por qué?

—Tú la encontraste, tú la cuidas. Su salvoconducto está destruido, así que la única forma en que no la maten es que vaya contigo a cada momento, y todos sabemos que el mierdero que se creará si una maga noble inglesa muere en nuestras manos.

—... ¿Qué le pasó a mi salvoconducto...?

—Quién sabe...

Jack apareció una llama sobre la punta de su dedo índice, encendiendo un cigarrillo. El mensaje era claro.

—...entiendo. —Se giró hacia su salvador, opresor y ahora guardián, con sentimientos encontrados—. Un placer, Hyoudou.

—... lo mismo digo, Pendragon.

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—¿Señor Hyoudou?

—¿Sí?

—Necesito hablar con mi hermano, Arthur Pendragon. ¿Podría llamarlo?

—...claro. Dame un momento.

Hyoudou le pidió que le diera el número de su hermano, que lo marcó en un teléfono que llevaba consigo y se lo entregó. Flanqueada por él y Argento, Le fay se resignó a que no la dejarían hablar tranquila. Marcó la opción de llamada, esperando pacientemente a que la línea conectara con el teléfono de su hermano.

¿Quién es?

La voz sonaba alerta, y no era para menos. Era un número desconocido, después de todo. Sin embargo, la reconocía.

—Hermano, soy yo.

Sintió la animosidad desvanecerse en un segundo, reemplazada por preocupación casi inmediatamente.

¿Le Fay? ¿Estás bien? No he podido contactarte desde hace horas.

—Estoy bien, solo que... —Hyoudou y Argento se acercaron un paso más cada uno, atentos a lo que saliera de su boca—. Hubo un incidente aquí en Kuoh.

¿Incidente? ¿Qué pasó exactamente? ¿Dónde están tus compañeros?

—Ellos... —un sentimiento de culpabilidad la atravesó, pero lo suprimió lo mejor posible. Debía pensar claramente para trasmitir el mensaje sin problemas—. Había una guardia en la ciudad. Hexennacht.

Un gruñido peligroso se escuchó desde el otro lado de la línea, Le Fay estando segura de que su hermano no estaba agraciado con las noticias.

¿Qué hace Hexennacht ahí? ¿Hay alguien más en la zona?

—Hay muchos grupos sobrenaturales en Kuoh, más de los que pensamos. Hexennacht solo era el que estaba a cargo de la zona por la que entramos. Frank y Edmund fueron heridos en el combate y están en el hospital.

Otro gruñido.

¿Quién más está ahí?

—Muchos. —No tenía una idea honesta, y hacer divagaciones no la ayudaría en este momento—. Pero la [Organización] aún está en Kuoh, y los demonios reforzaron su presencia. El resto del [Consejo Mágico] está llegando en grandes cantidades.

Tch. ¿Has podido observar algo concreto de ellos? ¿De cualquier grupo?

—No mucho. De la [Organización] vi que-

—¡Cuidado!

Hyoudou la tomó a ella y a Argento de los hombros y las atrajo hacia sí, apareciendo una barrera frente al grupo. Una llamarada se estrelló contra esta, una cuyo calor logró sentir incluso a través de la protección que tenía. Hyoudou miró a varias direcciones, gruñendo por lo bajo y sacando su pistola.

—Hay un parque a unas calles de aquí, al sur. ¡Vamos!

—¡H-hai, Issei-san!

—¡Entendido!

Fay, ¡¿estás bien?!

Se había olvidado del teléfono de la sorpresa. Se lo llevó al oído en lo que echaba a correr, sus ojos escaneando sus alrededores atenta. Le hubiera gustado hacer un escaneo con un pulso de magia, pero lastimosamente ya no tenía sus cosas con ella...

—Sí, por suerte... aunque las calles no son seguras. Te llamaré después, cuando esté segura de que no me sigan.

Cuídate, ¿sí?

—Claro, hermano. Hablamos después.

El grupo aceleró el paso hasta el parque indicado por el castaño, donde encontraron a un grupo vigilando el lugar. Hyoudou no perdió el tiempo: se acercó a uno de ellos que aparentaba ser el líder y le mostró el símbolo de la [Organización] que llevaba consigo, intercambiando unas palabras en voz baja que Le Fay no pudo escuchar, pero sospechó eran una especie de contraseña. Luego volvieron a hablar a volumen normal.

—¡Hyoudou, oficial de seguridad de la [Organización]!

—¿Qué sucede?

—Emboscada a seis calles de aquí, un desconocido con magia de fuego. Tenemos un VIP con nosotros, sospecho es el motivo del ataque.

—Y un carajo, no matarán a nadie cuando yo esté de guardia. ¡Samuelson, toma medio equipo y barre toda la zona hasta diez calles al norte! ¡Reporta cualquier cosa que veas!

—¡Sí señor!

—¡El resto, quiero un perímetro alrededor del parque YA! ¡Nadie entra o sale sin mi permiso!

La luz ambiental era baja, pero aun así Le Fay logró distinguir el logo de Grauzauberer en los uniformes de los magos en la comitiva. Estos se movieron con celeridad, prontamente cerrando las calles que daban al parque y montando vigías en los tejados cercanos. Una barrera mágica rodeó el lugar luego de que el grupo designado saliera al norte, probablemente en búsqueda del atacante. Le Fay se mordió el labio, impaciente. Kuoh no era tan seguro como esperaba.

—¿Quién nos atacaría, Issei-san?

Hyoudou seguía observando en dirección al norte, por donde desapareciera el grupo de magos, pero respondió al cabo de unos segundos.

—... no lo sé. No es importante. Probablemente siga ocurriendo por unos días. —Acto seguido sacó su teléfono, uno distinto al que usó anteriormente—. Tengo que hacer unas llamadas. Asia, vigila a Le Fay.

—Entendido.

Hyoudou se alejó a paso firme, teléfono al oído, dejando a ambas rubias solas. Le Fay escaneó sus alrededores, solo para confirmar lo que sabía: la barrera seguía en su lugar, una que combinaba propiedades físicas y mágicas si analizaba correctamente, y los magos de Grauzauberer seguían en sus puestos. Argento no se veía como una amenaza seria, pero no sería sencillo burlarla y escapar antes de que diera la alarma. Y aunque lograra fugarse del parque... ¿qué haría? No tenía ningún teléfono con capacidad de hacer llamadas internacionales, su equipo mágico seguía confiscado por la [Organización] y estaría por su cuenta en una ciudad que la cazaba activamente. No sabía por qué los oficiales de la [Organización] la dejaron "libre" tras atraparla en piso franco, pero apostaba a que la política y diplomacia jugaban un factor relevante en ello. Tuvo que suprimir un gruido: una vez más, su vida era salvada gracias a su sangre.

—Le Fay, ¿lograste despedirte de tu hermano?

—Sí, Argento.

—Ya veo... lo lamento por todo esto, en serio.

—¿Por qué lo lamentas? ¡Tú no hiciste nada!

—Puede que no, pero... bueno, te ves muy decaída. No sé que hablaron contigo allá en el apartamento, pero si necesitas una mano... ¡ahí estaré!

Asia se mostraba gentil con la inglesa, algo que la extrañaba de sobremanera. ¿No estaban en bandos opuestos? Le Fay estaba amenazada por la [Organización], pero aún así, ahí estaba una de ellos ofreciéndole una mano con una amplia sonrisa en la cara. ¿Cómo podían dos cosas tan contradictorias venir de la misma entidad? ¿Era posible que la [Organización] no fuera tan unida como ella creía? ¿O quizás era que solo había experimentado el lado malo de esta, dejando de lado gente común como lo era Asia?

Titubeando, tomó la mano de la italiana y la sacudió levemente, arrancando un sonido afirmativo de esta. Era extraño. Si Le Fay hubiera estado con Golden Dawn durante la guerra, ¿habría tenido que luchar? ¿Habría enfrentado a personas como Asia? ¿O quizás habría luchado contra gente como Issei, quien se veía incómodo con sus órdenes, pero las llevaba a cabo de todas maneras? ¿Podría haber sido contra seres como Jack, que parecía dudar de que la palabra "moral" siquiera existiera? ¿Tendría sangre derramada en sus manos de cualquiera de estas personas si hubiera decidido no seguir a su hermano? ¿Siquiera seguiría viva, o compartiría destino con sus amigos que ahora miraban las flores crecer desde abajo?

Su tren de pensamientos se detuvo al regresar Issei, un gesto resignado en lo que guardaba su teléfono.

—¡Issei-san! ¿Ya terminaste con tus llamadas?

—Sí, Asia. Podremos irnos cuando terminen las patrullas-

O-k, Samuelson regresó. —El jefe del grupo de Grauzauberer apareció ante el grupo dando un par de palmadas, llamando la atención del trío—. Avistaron a un sospechoso, lo siguieron por quince calles hasta que escapó en dirección poniente. Se defendió usando magia de fuego, así que es altamente probable que haya sido su atacante misterioso.

—Nosotros debemos irnos, vamos camino hacia el este.

—Bueno, dudo que se lo encuentren si van en direcciones opuestas. Disolveremos la barrera en dos minutos, váyanse entonces. Nosotros estamos de guardia esta noche en el sector, no dudes en llamarme si ocurre algo.

—Entendido. Gracias.

—No hay de qué, es mi trabajo.

El grupo de magos se veía bastante cómodo trabajando con la [Organización], pese a ser de grupos distintos. Le Fay supuso que se debía a la alianza de ambos durante la [Guerra Mágica], cuando Grauzauberer se alió con ellos contra las demás cábalas.

Pasados los dos minutos, el grupo de tres abandonó el parque a paso tranquilo pero firme, dejando atrás al grupo de la cábala mágica alemana vigilando el área. En los edificios cercanos, mientras tanto, una figura de cabellera canosa observaba impasible al grupo alejándose, en su oído un audífono transmitiendo los sonidos del grupo.

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—¿Entonces no tengo que preocuparme por nada?

"Nada" es una palabra muy fuerte, pero sí ordené a Jack que, junto a otros, colocaran varias capas de hechizos sobre tu casa que harán que cualquier magia occidental se haga nula en la práctica. También tenemos las cosas de Pendragon bajo resguardo en una ubicación secreta, y sin salvoconducto, probablemente se quede sin forma de comunicarse con el mundo exterior o hacer magia hasta que llegue la comitiva de Golden Dawn.

—Entiendo...

¿Te pasa algo por la cabeza?

—Nos atacaron hoy, hace una hora más o menos. Estábamos en plena calle.

Ah si, oí algo de eso. Un tipo con magia de fuego, ¿no?

—Exacto. ¿No tenía miedo de exponer el mundo sobrenatural?

Aprenderás que a mucha gente no le importa mantener el secreto, sino que solo no llamar la atención. A esta hora no hay mucha gente por las calles, y varios están dormidos. Si quieres atacar a alguien sin preocuparte de testigos, es un buen momento.

—¿Es por esto que Alice eligió una hora similar para su ataque sobre Mondrian...?

Ah, la famosa "redada de Alice", ¿verdad? Sí, probablemente sea por eso.

—¿Famosa?

No fue la mejor palabra. No es que sea conocida, es solo que los del Overwatch lo comentan mucho en sus experiencias en Kuoh.

—... entiendo.

¿Algo más?

—Nada que se me ocurra. Nos vemos mañana.

Hasta luego, Hyoudou.

—Hasta luego, James.

Colgó la llamada y dejó caer el teléfono a su lado. Estiró sus brazos y piernas brevemente, relajándose sobre la cama en lo que repasaba el día por su cabeza. Lo que había iniciado con un aburrido y pesado día de clases terminó con una "prisionera" a su cargo y un ataque nocturno. Cubriendo un bostezo con su mano, notó los números del reloj digital en la cabecera de su cama. Se veían al revés, gracias a la posición de su cabeza. Era también una buena representación de como el inicio de su día era respecto al final. Aguantó las ganas de dar un suspiro, en su lugar acomodándose en la cama. ¿Y si se dormía ahí mismo? Fuera del uniforme arrugado, no había algo malo al respecto...

—¡!

Un sonido en su ventana. Enfocó su vista en esta, viendo, pese a tener las luces apagadas, que el culpable era una pequeña piedra estrellándose repetidamente contra el vidrio. Se acercó lentamente, tratando de ver al exterior, solo para encontrar un panfleto pegado al vidrio. Observó la calle, no notando a nadie en esta, antes de abrir la ventana y agarrar el papel. Acto seguido, cerró la ventana y lo examinó.

No había nada destacable: rectangular en forma, tenía las palabras "Tu deseo se hará realidad" impresas en la parte superior y "Solo pon tu energía en este círculo" en la parte inferior, todo en rojo. En el centro había un círculo mágico, algo fácilmente identificable por cualquier persona que tuviera conocimiento de la fantasía u ocultismo europeos. Issei, sin embargo, distaba mucho de ser un demonólogo, pero incluso él podía reconocer el círculo de invocación de la Casa Gremory gracias a la constante exposición a estos durante su vida en Kuoh. La pregunta, en cambio, era otra:

¿Por qué había un panfleto de contrato demoniaco en su ventana?

Siempre podía ignorarlo hasta el día siguiente, pero considerando la situación actual...

—Asia. —Golpeó su puerta brevemente, lo necesario para llamar su atención si es que aún estaba despierta—. Voy a salir. Vuelvo pronto.

Repitió el proceso con sus padres y se dirigió a la entrada. Se colocó sus zapatos y colgó el pin con el logo de la [Organización] en la solapa de su chaqueta negra, aunque el parche con el logo de la [Organización] en su brazo izquierdo ya era indicador suficiente. Luego se hizo a la calle, alejándose a paso tranquilo en lo que sacaba su teléfono y marcaba un número.

Ring. Ring. Ring.

Avanzó varias calles hasta llegar a un parque cercano a su hogar. No queriendo estar expuesto, entró a la tienda de conveniencia ubicada a aun costado y fue directamente a la sección de bebestibles, buscando algo para pasar el rato.

Ring. Ring. Ri-

¿Qué carajo quieres?

La voz al otro lado llegó rasposa, seguramente un buen indicador de su ánimo.

—Estoy siendo contactado por los demonios.

¿Y necesitas mi ayuda porque...?

—Me están vigilando y ya fui atacado hoy. Necesito apoyo.

... y un carajo. ¿Dónde estás?

—Hay un parque cerca de mi casa, hacia el norte. Estoy en la tienda de conveniencia al costado.

Dame tres, no, dos minutos. Tenme un café negro listo, cuatro de azúcar.

Colgó la llamada y se dirigió a la caja, pagando por el pedido de Jack junto con un par de botellas de agua. Terminaba de revolver el café del canoso cuando este entró al lugar arrastrando sus pasos, una mueca de cansancio en el rostro que espantó al dependiente en la caja registradora. Issei le entregó el café, del que tomó un largo sorbo inmediatamente, antes de gestionar hacia afuera.

—Estaremos más tranquilos allí —indicó. Pasaban junto a la puerta cuando agarró a otro cliente del cuello de sus ropas, arrastrándolo –no, arrastrándola– hacia afuera con ellos—. Y tú te vienes también, inglesita metiche con problemas de disimulo.

Le Fay hizo un quejido agudo al verse atrapada, soltando la revista que usaba para tapar su rostro en lo que Jack llevaba a ambos adolescentes al exterior. Antes de abandonar él también la estancia, dejó unos billetes sobre el mostrador a la vez que hacía un gesto de silencio al sorprendido cajero, quien asintió al verse abrumado en altura por el extranjero en uniforme. Contento con la reacción del civil, Jack siguió con su camino, guiando a los dos jóvenes hacia la plaza. Una vez allí se sentó en una banca, café en mano, observando con una ceja levantada al par enfrente suyo.

—Bien, Hyoudou, empieza a hablar sobre eso de los demonios. Y tú, Pendragon, anda cantando ligerito qué haces aquí. Si mi paciencia ya era poca esta tarde, ahora está basta~nte reducida.

Ambos adolescentes tragaron saliva, mirándose nerviosos entre ellos. Issei dio un paso adelante y le extendió el panfleto a oficial del Overwatch.

—Alguien arrojaba piedras contra mi ventana durante la noche. Cuando fui a ver estaba todo desierto, pero estaba esto pegado a la ventana.

—... ¿en serio? —El cansancio en la voz de Jack desapareció, dando paso a una sensación de extrañeza—. ¿Pegaron un afiche en tu ventana?

—S-sí, eso hicieron... tengo la sospecha de que intentaron entrar a mi hogar, pero fallaron por... bueno, ya sabes.

Jack hizo un gruñido afirmativo, tomando el papel en cuestión, creando una llama sobre su dedo y revisándolo con ojo experto. Mientras lo hacía, apuntó hacia Le Fay.

—Aun no escucho tu excusa para molestarme.

—P-pues... —atrapada ante la mirada inquisitoria de ambos varones, Le Fay titubeó hasta que halló las palabras—. P-pues, sentí a Hyoudou saliendo de su casa m-mientras se despedía del resto. A-a mí no me dijo nada de quedarme, a-así que...

—Sí, sí, entiendo eso de que era una oportunidad de escapar. La pregunta es, ¿por qué lo sigues?

—T-tú deberías saberlo, ¿no es así? No tengo salvoconducto ni mis objetos mágicos. Si las patrullas me ven, soy mujer muerta.

—Ah sí, cierto. Ugh, ¿por qué tomé este trabajo de nuevo...? —En lo que se quejaba, Jack apagó la llama sobre su dedo y le devolvió el papel a Issei—. No tiene nada de magia o similar, es un panfleto genuino. Seguramente esperan que lo utilices esta noche.

—¿Alguna idea de para qué?

—Bueno, hubo un combate mágico hoy, un intento de asesinato nocturno, están llegando tropas y magos en cantidades notorias, hay un cuasi estado de sitio por grupos externos y llegó Gabe creyéndose importante por una instrucción que le dio el Satán Asmodeus. —Jack se encogió de hombros, acabándose el café de un trago—. Las dos herederas demoniacas locales deben estar fuera de sus cabales ante todo lo que está pasando, y la única persona metida en todo esto de la que pueden clamar algún grado de familiaridad previa eres tú. Raya para la suma, seguro buscan obtener respuesta de qué ocurre de ti, por muy limitadas que sean.

—Pero ¿por qué no llamarme a que las vea o algo así? Deberían poder hacerlo si aún son las encargadas demoniacas de la ciudad... por muy poco que eso valga ahora, al menos.

—Podrían, sí, pero no pueden convocarte directamente por la probable condición de que las estén vigilando de cerca, no pueden aparecerse en tu casa por las defensas mágicas puestas y si las ven yendo directamente a ellas o a sus siervos, lo más probable es que siga un interrogatorio de sus superiores. Gabe será de todo menos una persona agradable, pero eso no borra que, si quiera obtener respuestas, sabe cómo hacerlo. —Dio vuelta el vaso sobre su mano, observando impasible como un par de gotas caían del ahora vacío recipiente—. Su única opción es, por lo tanto, dejarte panfletos de invocación y esperar a que las llames. Algo indirecto y dependiente del azar, pero supone muchos menos problemas.

Issei se llevó la mano al mentón, pensativo. Le Fay, por su lado, se veía incómoda al quedar súbitamente fuera de la conversación, pero miradas ocasionales de Jack le hacían entender que no estaba fuera de vigilancia todavía.

—... ¿qué hacemos entonces? —Preguntó Issei tras unos segundos, alzando una ceja—. ¿Las ignoramos?

—Como quieras. A mí me da igual. —El capitán estiró los brazos, relajándose en su asiento—. Podemos ignorarlas, aunque suponga que insistan mañana en la escuela, o puedes llamarlas ahora y ver qué quieren exactamente. Sea lo que sea, decide rápido, que quiero ir a dormir.

—... —Nuevamente con la mano en el mentón, Issei paseó su mirada del panfleto a Jack, de él a Le Fay, y de la chica al panfleto de nuevo. Fue siguiendo su mirada que la inglesa notó que el castaño no miraba al canoso, sino que el arma que este tenía al cinto.

—¿Y?

—Llamémoslas ahora. Pero preparemos el entorno.

—¿Oh? ¿Y eso?

—Puede que solo quieran información, pero no sabemos si vendrán agresivas o cautelosas, o si aparecerá un siervo Gremory o las dos noblezas. Ambas herederas son muy amigas, y no sería raro que aparezcan las dos juntas para interrogarme.

—Ya veo... ¿debo preparar defensas mágicas?

—Sí, al menos mentales.

—Bien. Deja que consiga otro café y me pongo a trabajar. ¿Tienes algún lugar en mente?

—El callejón detrás de la tienda de conveniencia sirve. Si tan solo pudiéramos convencer a los empleados...

—De eso yo me encargo. Tu ve atrás por mientras. —Jack se puso de pie, estirando sus piernas brevemente—. Bueno, con eso tenemos un plan. Y en cuanto a ti, Pendragon...

La mirada de ambos se clavó en la maga, que observaba incómoda desde el costado. Tragando saliva, dio un paso adelante en lo que encaraba a sus dos captores.

—¿S-sí...?

—No te quedes ahí parada. Tú también cooperas.

—¿Y-yo?

—Sí, que solo somos tres. Ve con Hyoudou detrás de la tienda. Venga, que estás tardando.

XXXXXXXXXX

Cuando el círculo mágico carmesí alrededor Rías Gremory desapareció, esta esperaba encontrarse con una habitación promedio japonesa. En su lugar, para su sorpresa, estaba parada en un callejón trasero al costado de alguna calle sin ningún distintivo aparente, en lo que podría haber sido cualquier ciudad japonesa.

—¿Qué es este lugar?

—¿Quizás falló el circulo, buchou?

—No debería ser posible. Nos debe llevar directamente al lugar de donde emana la energía...

—Digamos que tenía que salir, ¿sí?

Rías y Akeno, su [Reina], se giraron para hallar a Issei Hyoudou más profundo dentro del callejón, ubicado junto a una puerta que conducía al interior de la estructura que los encajonaba. Estaba cruzado de brazos, con el panfleto en una mano, y sentado en unas cajas con una pierna cruzada sobre la otra.

—¡Hyoudou-san! Es un placer verte en buen estado.

—Igualmente, Gremory-senpai. Aunque creo que nos vimos hoy en la escuela.

—Sí, pero no es lo mismo.

—Supongo... buenas noches a usted también, Himejima-senpai. —Akeno asintió gentilmente con la cabeza en lo que Hyoudou se ponía de pie, aun de brazos cruzados, aunque no avanzó hacia ellas—. ¿Por qué me llamaron?

—¿Llamarte? Tú fuiste quien nos invocó.

—Sí, pero ustedes o alguien afiliado a ustedes dejó este panfleto en mi ventana y la golpeó hasta que lo descubrí. Además, nunca vienen de a dos cuando cumplen contratos. Quieren algo de mí, ¿no es así?

—Me declaro culpable, kouhai —Rías respondió con un tono divertido al verse atrapada, en lo que Akeno disimulaba una pequeña sonrisa cubriéndola con su mano.

—¿Y qué necesitan de mí? Usualmente los contratos se usan para que ustedes den algo, así que admito esto es bastante inusual... no es que haya usado contratos demoniacos antes, por supuesto.

—Oh, ¿así que esta es tu primera vez? ¿Estás seguro con revelar esa información~?

—Akeno. —La pelinegra suprimió una risilla antes de retroceder un paso, permitiendo a su [Reina] encarar a un Issei que se veía algo traspuesto ante la voz usada por Akeno—. La verdad, Hyoudou-san, esperaba que nos pudieras responder unas preguntas. No es nada de gran envergadura, y te recompensaremos bien si logras ayudarnos.

—... ¿en serio? Estaba seguro de que los contratos eran para que el demonio diera algo al contratista, y no es que yo sepa muchas cosas tampoco.

—Pero seguro sabes más que nosotras sobre qué está pasando, ¿verdad?

—Estoy seguro de que el marqués Hayes podría suplirles de mejor información, y más económicamente también.

—... —Rías frunció el ceño, lo que arrancó otra risilla de Akeno. La situación no avanzaba como esperaba.

—¿Conoces al marqués Hayes?

—Nos encontramos hoy, cuando se presentó ante mi jefe.

—Ya veo...

—Si es información lo que buscan, estimo que lo mejor es que vayan a consultarle al marqués Hayes cualquier duda que tengan al respecto. Es tarde, así que deberían irse a casa antes de que algo malo ocurra.

—¿Qué cosa podría ocurrirnos? ¿No es la ciudad segura al estar llena de magos?

Issei no fue inconsciente a la molestia en la voz de Rías, pero mantuvo la calma en sus palabras.

—No diría que es algo seguro. Hoy en la tarde hubo una batalla de magos, y durante la noche un intento de asesinato. —Rías y Akeno se miraron entre ellas, consultándose con la mirada. Issei tragó saliva: era su oportunidad—. Las calles no son seguras, senpai. Honestamente, les recomiendo que se retiren a casa ahora. Podemos hablar mañana en la escuela si necesitan algo-

—¿Y qué haces tú afuera? —Interrumpió Rías, frunciendo el ceño—. Si es tan peligroso, ¿por qué estás aquí por tu cuenta?

—Superviso las posiciones de guardia como parte de mi trabajo —explicó tras una pausa para recuperarse de la interrupción.

—En ese caso, déjanos ir contigo. Tres personas son más poderosas que una.

—Tendré que rechazar la oferta: ustedes son un objetivo. Por mi cuenta soy un empleado más, pero ustedes son la heredera Gremory y su segunda al mando. Es un objetivo claro.

—¿Y qué haces detrás de una tienda a esta hora? ¿No es sospechoso?

—Vine por un café —indicó el castaño, mostrando un vaso desechable ya utilizado con el logo de la cadena de tiendas junta a la que estaban—. Y estoy en el callejón porque invocar demonios en plena calle, aunque sea de noche, es mala idea.

La conversación iba a su favor. Si solo lograba presionarlas un poco más...

—Insisto. Si dices que contigo somos un objetivo, entonces te ayudaremos a sacar a la luz a cualquier atacante.

Issei quedó de una pieza. Aquello había dado un giro que no esperaba para nada. Rías, viendo su posición mejorada, decidió seguir empujando su ventaja.

—A-aún así, debo negarme a-

—Ah, ah, ah, Hyoudou-san. Como senpai y como encargada demoniaca de la ciudad, es mi deber asegurarme de que sus ciudadanos sobrenaturales estén en buenas condiciones. Si algo te pasara ahora, no podrías asistir a la conferencia del viernes.

—P-puede que tengas razón, pero aun así... ¡Abajo!

—¿Qué?

—¡Abajo! ¡Ahora!

—¿Pero por...¡!

Ambas demonios se agacharon en su puesto, justo a tiempo para esquivar una bola de fuego que pasó por sobre sus cabezas y se estrelló contra la caja donde estuviera sentado antes Issei, quien se había arrojado a un costado y parapetado detrás de un basurero metálico de gran tamaño.

—¡¿Qué fue eso?!

—Tch. Fallé.

Rías y Akeno giraron la cabeza para observar la entrada al callejón. Allí, a contraluz de la iluminación pública de la calle, había una figura más pequeña que ellas apuntándoles con un objeto en su mano. Pese a la falta de claridad lumínica, el gorro puntiagudo, la capa y la magia de fuego recién ejecutada eran pistas muy obvias.

—¡Senpai, a un lado ahora! —Ambas superiores de la Academia Kuoh saltaron a un costado del callejón, dejando pasar una corriente de viento proveniente de Issei. Este se estrelló contra una barrera frente al atacante, pero tuvo el efecto de levantar una cortina de polvo con la que Rías y Akeno lograron reunirse con Issei.

—¿Qué está pasando?

—Hace un par de horas fui atacado por un mago de fuego cuando escoltaba a alguien —murmuró el castaño, sacando su pistola de su funda—. Probablemente sea el mismo.

—¿Tú fuiste el atacado esta noche?

—¿Cómo es que todos se enteraron de eso excepto mis padres? —Comentó con sarcasmo en lo que se asomaba y daba un par de tiros en dirección a su atacante—. Como sea, esto es peligroso. Necesito que salgan de aquí inmediatamente-

—¡Ni hablar! ¡No puedo dejarte solo contra un mago que quiere matarte!

—Es verdad, Hyoudou-san —intervino Akeno, una expresión preocupada en lo que aparecía rayos sobre los dedos de su diestra—. Por lo menos déjanos ayudarte.

—Gremory-senpai. Himejima-senpai. —Dos disparos más. Una bola de fuego pasó por sobre sus cabezas—. Los magos que están de guardia vienen en camino mientras hablamos. Puede que no sea el mejor combatiente, pero yo también puedo sobrevivir contra alguien de este calibre hasta que lleguen. Además, ustedes son más importantes que yo: no puede pasarles nada, a riesgo de que se empeoren las relaciones entre nuestras facciones.

—¡Pero aun así...!

Issei tomó del hombro a ambas y las empujó hacia abajo, cubriéndolas con su cuerpo. Una llamarada consumió la mitad superior del basurero, reduciendo su cobertura. Buscando ideas, el castaño notó la puerta detrás suyo.

Senpai, si quieren ayudarme, lancen un ataque de distracción hacia el mago ese y teletranspórtense inmediatamente lejos de aquí. Yo usaré la oportunidad para escapar por la puerta e ir a la calle principal, donde me encontraré con las patrullas. Si quieren hablar de algo, que sea mañana en la academia. ¿Entendido?

—Preferiría que te acompañásemos.

—Lastimosamente, es muy arriesgado. Solo confíen en mí, ¿sí?

Cualquier respuesta se perdió cuando una corriente de energía levantó el contenedor tras el cual se ocultaban. Viéndose expuesto, Issei empujó a un lado a las dos demonios y vació su cargador sobre su atacante, dando un oportuno salto atrás para evadir un ataque de rayos que cayó desde arriba. Chasqueó la lengua: no se lo querían dejar fácil, ¿verdad?

Bueno, aún tenía una apuesta.

—¡Senpai, ahora!

—¡Toma esto!

—Ojalá no te duela tanto~.

Akeno lanzó un gran ataque de electricidad sobre el mago atacante que había cruzado la mitad de la distancia que los separaba, que este bloqueó con su barrera. Aprovechando la oportunidad para ganar tiempo, Issei se dio a la fuga por la puerta en lo que Rías hizo acopio de su Poder de la Destrucción para lanzar un devastador ataque. El mago murmuró una maldición e interpuso su barrera, haciéndose a un lado de un ágil salto cuando esta cedió ante el poder perteneciente a la Casa Bael. Aparentemente molesto, movió su varita en un amplio arco y apareció múltiples círculos mágicos en el área, todos apuntando a la heredera y su segunda al mando.

Aunque sorprendidas ante la súbita agresividad de su atacante, ambas ya habían preparado sus círculos de teletransporte y desaparecieron del lugar antes de que los ataques impactaran, con Akeno guiñándole el ojo antes de desvanecerse totalmente. Cuando el último ataque terminó y el círculo mágico correspondiente se desvaneciera, el callejón quedó totalmente vacío salvo el atacante.

O al menos, así debería haber sido.

—¡Cielos, Le Fay! Por un momento pensé que querías matarme de verdad —exclamó Issei, saliendo por la puerta de la tienda con su pistola de vuelta en su funda.

—¿No era la idea que ellas pensaran eso? Creo que hice un buen trabajo —respondió con un deje de sarcasmo la atacante, quien se quitó el sombrero para mostrar sus cabellos rubios y rostro europeo.

—Quizás un demasiado buen trabajo. No tengo el pelo quemado, ¿verdad?

—No, no lo tienes quemado. Ahora deja de quejarte como niñita —intervino Jack, saliendo de detrás de la esquina del callejón con los brazos cruzados—. Buena actuación, ambos. Ahora, Pendragon, deshazte de ese palo antes de que alguna forma lo encantes y tengas una nueva varita en tu arsenal.

—Sí, sí, como digas. —Le Fay suspiró en lo que arrojaba a un lado el trozo de madera inerte que había pretendido era una varita durante el último rato—. Aun así, me sorprendió, capitán Kaffelier. Fue un buen plan el pretender que era el misterioso atacante de esta noche, aunque no tenga nada con qué hacer magia.

—Una heredera asustada es un dolor de cabeza menos durante estos días. Ahora vamos, tenemos que salir de aquí antes de que lleguen las patrullas y nos pregunten porqué hicimos una operación de bandera falsa. —En ese momento salió un empleado de la tienda por la puerta, observando pasmado todo el daño en el lugar. Jack le hizo un gesto de silencio con el índice sobre la boca, arrojándole luego un fajo de billetes—. Vamos, que las patrullas deben estar cerca.

—Sí —respondieron ambos, abandonando el trío el lugar a paso rápido. Decidieron dar un rodeo al área, encontrándose a cierta distancia con una patrulla de magos de Hexennacht que, ante la mención de un ataque con magia de fuego, solo pidieron instrucciones antes de darse a la caza del culpable, que presumían fuera el mismo de hace unas horas. Sin mayores inconvenientes, el grupo llegó a la casa de Issei en poco tiempo.

—Bueno, eso fue todo por la noche. Issei, reporta estas cosas a James cuando vuelvan a suceder, ¿sí? No tendré tanta paciencia si me siguen interrumpiendo el sueño.

—C-claro, Jack.

—Y tú, Pendragon, más te vale ser obediente y no causar más problemas. Tienes suerte de que te necesitáramos ahora.

—Entiendo.

—Váyanse a dormir, par de molestias.

Le Fay ingresó pronto, deseosa de echarse a dormir en la cama prestada, pero Issei ralentizó sus pasos. Deteniéndose junto a la puerta, esperó a que los pasos de Le Fay se perdieran por las escaleras antes de darse vuelta y encarar al oficial, que se encontraba con una cajetilla de cigarrillos a medio camino de su bolsillo a su boca.

—¿Qué? —Preguntó este al notar la mirada del japonés, tomando un cigarrillo con la boca.

—Eras tú antes, ¿verdad?

—Mi cerebro está ansiosamente deseando una cama en este momento. Tendrás que ser más específico que eso.

Issei suspiró, aunque supuso que Jack tenía razón.

—¿Fuiste tú quien nos atacó con magia de fuego hace unas horas?

—¿Por qué lo dices? Eso no tiene mucho sentido.

—La forma de los ataques de fuego de entonces eran las mismas que los que usaste ahora contra Gremory-senpai e Himejima-senpai. El ataque ocurrió poco después de que tú me dijeras que estaba a cargo de Le Fay, pese a que no soy alguien que sepa de estos asuntos, y el ataque llegó justo cuando Le Fay empezaba a hablar de la [Organización] con su hermano desde una dirección desde la cual era muy fácil verlo venir, casi como si quisiera que lo esquiváramos. Luego del ataque, el agresor no intentó hacer nada hasta que llegamos a una zona segura, y cuando llamé a James un par de minutos más tarde dijo que tú hace rato te habías ido. Además, el único grupo que saldría mal de la muerte de ella es la [Organización], por estar ella bajo su vigilancia.

Jack no dijo nada por un momento, pero sonrió levemente bajo la escasa luz del cigarrillo encendido en su boca.

—En resumen, las piezas encajaban bastante bien para que hayas sido tú.

—¿Estás seguro?

—¿Eh?

—¿Estás seguro de que fui yo, con tu pequeña teoría?

—...

—... ¿y?

—Estoy seguro en un 80%. Aún está la posibilidad de que haya sido otro grupo de magos o incluso los demonios, pero dados los tiempos y coincidencias, si tuviera que apostar, diría que fuiste tú.

Jack amplió su sonrisa, tomando una calada de su cigarrillo y botando el humo lentamente.

—Brillantes habilidades de observación, Hyoudou.

—¿Entonces fuiste tú?

—Supongo que ya lo sabes, ¿no? —Jack aspiró el humo nuevamente, soltándolo en segundos—. Como sea, ha sido una noche intranquila. Prepárate para un interrogatorio mañana en la escuela y vigila tus alrededores. Después de todo, sabes que ocurre mañana, ¿no es así?

Issei tragó saliva, pero asintió.

—Sí, lo sé.

—Entonces sabes que un posible asesino suelto es la menor de tus preocupaciones. De todos modos, nos vemos pronto. Vigila tus alrededores.

—Nos vemos mañana.

Sombras empezaron a moverse por la calle, envolviendo al individuo conocido como Jack lentamente en lo que este daba una última calada a su cigarrillo y lo dejaba caer al suelo.

—Heh, quizás. Buenas noches.

Se tapó de sombras, las que de un momento a otro colapsaron sobre si mismas y se desvanecieron. Del mago que estuviera enfrente suyo hasta hace un momento no quedaba rastro alguno. Tragando saliva, Issei se dio media vuelta e ingresó a su hogar, cerrando la puerta con seguro y reforzando la estructura con magia. Suspirando, subió hasta su habitación, se puso su ropa de cama y se dejó caer sobre las sábanas, el cansancio del día abrumándolo.

Pero como dijera Jack, cosas peores se avecinaban. Era mejor dormir mientras pudiera. Con esa idea en mente, sintió los brazos de Morfeo envolverlo, y perdió la consciencia en pocos segundos. Ya mañana pensaría en eso. Ahora correspondía un buen descanso.

.

.

.

Ahora toca la primera noche de La Fay en Kuoh y un reencuentro no muy amigable entre Jack y el nuevo demonio a cargo de la ciudad. Bueno, la diplomacia y política son la marca de este fanfic, así que era de esperarse.

En fin, sin más que decir, los invito a dejar sus comentarios y nos leemos,
RedSS.

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