Capítulo 8: Nuevas Caras, Mismos Problemas
Disclaimer: Highschool DxD no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor. Lo único de mi autoría son los elementos originales de esta historia que no hayan sido aportados por otros usuarios.
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Capítulo 8
Nuevas Caras, Mismos Problemas
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Aeropuerto Internacional de Zurich, Suiza
El dúo conformado por Issei y Asia tomó sus asientos en una de las múltiples filas del avión. El viaje hasta Tokyo tomaría cerca de doce horas seguidas, y tras ubicar su puesto ambos no dudaron en buscar la mejor forma de acomodarse. Estaban en un asiento promedio, después de todo, algo que a ambos les hacía gracia considerando los gastos de dinero que hiciera la [Organización] de forma rutinaria.
No fue hasta sino pasado un rato que Asia notó, no sin cierta confusión, que su compañero de "isla" en el avión era una niña, aunque quizás el término no fuera el adecuado siendo que se veía apenas menor a ellos. Ante la surreal vista (notaba, además, que sus ropas la hacían parecer una niña rica de estilo más conservador), la italiana no dudó en buscar entablar una conversación con la que sería su compañera de viaje mientras Issei iba a consultar algo con la tripulación.
"Hola, ¿estás por tu cuenta?"
La joven en cuestión apenas desvió su mirada del libro que sostenía, analizando de reojo a la adolescente antes de asentir y volver a su lectura.
"Ya veo... ¿y tus padres?"
"No disponibles."
Su tono neutro le restaba importancia al asunto, pese a que claramente no era algo que pudiera ignorarse como sí nada. ¿Qué hacia una joven como ella en un vuelo internacional sin sus padres o algún familiar responsable?
"¿Estás con alguien, entonces? ¿Algún familiar o adulto?"
"...podría decirse que sí. Varios, de hecho."
"¿En serio? ¡Genial!" Asia pensó unos segundos. "Pero ¿no deberías viajar con ellos?"
"Pero si estoy viajando con ellos."
La niña bajó su libro y giró el torso para encarar a Asia, seguramente dispuesta a elaborar su respuesta, pero viéndose interrumpida al justo en ese momento regresar Issei, su mirada tranquila, pero desbordando cierta seriedad. En su ida a la cabeza del avión había analizado a los distintos pasajeros a la pasada, y había notado algo en algunos de ellos. Sin embargo, al ver a la niña en el asiento se quedó de una pieza, sus ojos atraídos al símbolo que se veía prendido de la corbata de esta y que había visto en todos los pasajeros que le llamaran la atención.
El símbolo de la [Organización].
"¿Quién eres?"
La chica en cuestión cerró un ojo alegremente juguetonamente, desapareciendo una pequeña sonrisa colocando el libro sobre su rostro.
"Solo una miembro más de la [Organización]. Harían bien en no recordarlo."
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Kuoh oriental, Japón
Finales de junio
De nuevo, ¿por qué quiso separarse de su grupo, contactar algunos excompañeros de su anterior cábala mágica, y viajar hasta la ciudad japonesa de Kuoh? Ah claro, por el grupo de misteriosos magos que se rumoreaba habían logrado derrotar a Kokabiel apenas tres semanas atrás.
¡¿Entonces por qué estaban siendo perseguidos por otros magos apenas llegaron?!
—¡Por la derecha!
—¡Edmund, tu turno!
—¡Entendido!
El identificado como Edmund se adelantó un par de pasos y realizó el cantico para su encantamiento junto con un fluido movimiento de su varita, creando una muralla de hielo que cerró el paso a un callejón a la derecha del grupo. Contra dicho muro impactaron ataques mágicos procedentes de sus perseguidores apenas unos segundos después, trisándolo, pero sin derribarlo o romperlo. Suspirando de alivio, el trío siguió corriendo por las calles de la ciudad, buscando escapar de sus inesperados enemigos.
—Se supone que esta ciudad es territorio demoniaco, ¿no? —Preguntó Edmund, limpiándose unas gotas de sudor del rostro. El grupo se detuvo en otro callejón, buscando recuperar el aliento.
—Así es. No sé de dónde salieron tantos magos —respondió ella, la mano en el pecho en lo que controlaba su respiración.
—Yo creo que la pregunta que tendríamos que hacernos en primer lugar es, ¿por qué diablos nos atacan los magos de Hexennacht? —Preguntó el tercero, Frank, con las manos apoyadas en sus rodillas.
—Ni idea. Ni siquiera se supone que debieran estar aquí. Tampoco estamos afiliados a nuestra cábala.
—Olvida eso, recuerda que el ataque comenzó después de que dijéramos que no estábamos en la cábala. Recuerda que son aliados desde que se afiliaron al [Consejo Mágico].
—Pero aun ni idea de qué diablos hacen en territorio demoniaco, ¿verdad?
—Todo esto es muy extraño...
La conversación fue interrumpida cuando un fuerte ruido se escuchó arriba del trío, desviando este sus miradas hacia la fuente. Allí se encontraron un círculo mágico con un poderoso hechizo de viento camino hacia ellos, uno que ya venía totalmente desatado y arrasando con todo a su paso.
—Mierda... ¡Ambos, detrás de mí!
—Pero...
—¡Ahora!
El par obedeció y se ubicó de un salto detrás del tercer miembro del trío, quién creó la mejor defensa que pudo con el encantamiento más largo que alcanzó a musitar en el limitado tiempo del que disponía. El par de magos detrás suyo creó círculos de apoyo con frases cortas, reforzando la construcción. Por un momento pareciera que podrían contener el ataque, más la defensa se destruyó cuando el viento del hechizo rival trajo consigo objetos pesados de una obra de construcción cercana. Dispersándose lo más rápido posible, la chica pudo ver como vigas de acero atravesaban a quien los estuviera protegiendo hasta hace un momento.
—¡Frank!
—Huyan... maldita... sea...
Se quedaron paralizados ante el cruel destino de su compañero, el que quedó de rodillas en medio del callejón. Tan traumatizados estaban que no notaron las figuras que rodearon el lugar, todas con el mismo uniforme oscuro con símbolos mágicos cubiertos por túnicas que también ocultaban sus rostros. Las manos de los desconocidos se elevaron, creando círculos mágicos y dispuestos a acabar con sus oponentes, cuando...
—Alto.
—¡Agh!
Un ruido llamó la atención de todo el grupo. La miradas se dirigieron a un adolescente de cabello castaño algo largo vestido en el uniforme de una de las escuelas locales, que se encontraba en la entrada del callejón con una mirada seria en el rostro. A cada uno de sus lados había un miembro del grupo atacante, ambos inconscientes tras un presunto golpe contra los muros que encajonaban el lugar.
—¡No! ¡Huye! —Le alcanzó a gritar ella, siendo acallada un gesto de uno de los magos que le rodeaban con un círculo mágico en sus manos.
—¿Qué demonios quieres, niño? Te recomiendo que te largues de aquí y olvides todo este asunto —le respondió el que parecía ser el líder de los atacantes, dando un paso al frente amenazadoramente. El estudiante no cambió su semblante, en su lugar dirigiendo su mano hacia la solapa izquierda de la chaqueta de su uniforme donde había un pin con un símbolo grabado. Símbolo que el grupo agresor pareció reconocer de inmediato.
—Tch.
—Este grupo no ha hecho nada que represente una amenaza. Si no quieres que este incidente pase a mayores se retirarán en este momento.
—... lo que sea. Vámonos.
El grupo recogió a sus miembros inconscientes y desapareció en pocos segundos. El castaño se acercó hasta el trío, examinando al identificado como Frank sin que su rostro mostrara alguna emoción más que un ligero cansancio.
Se giró hacia los dos restantes.
—Aun está vivo, aunque no por mucho. ¿Tienen alguna forma de encargarse de él?
Ambos negaron con la cabeza.
—Ya veo... tú. —Se fijó en Edmund, quien se había llevado una mano a la herida que ella recién notó tenía en el estómago—. ¿Puedes moverte?
Edmund volvió a negar con la cabeza. Suspirando, el estudiante sacó su teléfono, marcó un número y espero a que contestaran mientras se ponía de pie.
—¿Hola? Soy yo, Hyoudou. Tengo dos heridos aquí, uno de ellos grave... sí, pelea de magos. Están en un callejón a una manzana al sur de un sitio de construcción en el área residencial oriental. ¿El sitio de construcción...? Un edificio residencial, de unos 3 pisos diría yo. Sí, el que pasamos ayer. Eso es todo. Gracias. —Y colgó. El castaño se volvió nuevamente hacia ella, la única capaz de moverse que quedaba, señalándole la salida del lugar.
—Vámonos pronto. A menos que quieras ser apresada e interrogada, claro. —Se giró luego hacia Edmund, quién se había apoyado en el muro—. Tú espera aquí. Pronto vendrá ayuda.
Ambos asintieron, lanzándole ella una última mirada de lástima a sus compañeros antes de seguir a su rescatista que abandonaba la escena.
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—¿Qué hacen magos de Golden Dawn aquí? —Fue lo primero que le preguntó una vez se instalaron en las bancas de un parque a cierta distancia del callejón—. Por lo que ocurrió antes deduzco que no tienen sus permisos, o quizá no son parte de la comitiva que iba a venir.
—¿Comitiva? ¿Permisos? —Le miró confundida antes de responder—. ¿Hablas del permiso demoniaco para entrar a sus territorios? ¿Y qué es eso de comitiva?
El castaño la encaró con una ceja levantada.
—¿Estás de broma? ¿Cómo diantres no saben siquiera de eso si vienen a Kuoh? Nunca pensé que Golden Dawn tuviera tan descuidados a sus magos. O sea, al menos ciertamente no dan la imagen de eso.
—No estamos con Golden Dawn —informó, interrumpiéndolo—. Somos independientes. Nos separamos de la cábala hace algún tiempo.
—Ya veo. Eso explica por qué los atacaron apenas se identificaron.
—¿Nos estabas viendo?
—De casualidad. Solo pasaba por ahí.
—Lo que me recuerda, ¿qué es ese logo que llevas contigo? —Señaló el pin que llevaba el castaño local—. Los de Hexennacht parecieron reconocerlo, pero no parece que estuvieras con ellos. Tu estilo de magia tampoco es similar al que usan ellos, y desde luego no se asemeja al de los demonios. Tampoco siento energía demoniaca en ti, así que asumiré que no eres un demonio, pero...
—... —el japonés la observó con una mirada difícil de descifrar, seguramente tratando de descifrar el significado oculto de sus palabras. Significado oculto que no existía—. Ten.
Sacó el pin de sus chaqueta y se lo arrojó descuidadamente. La chica logró atraparlo sin problemas, examinando el símbolo grabado en este. Al identificarlo, sintió su ya pobre ánimo decaer notoriamente.
El símbolo de la [Organización].
El chico caminó hasta una máquina expendedora cercana, comprando dos latas de café y regresando hasta la banca.
—Aquí tienes. No es té, pero servirá por ahora —dijo, arrojándole el bebestible. Ella lo atrapó sin problemas, aun sin dirigirle la mirada—. Respecto a tu pregunta, como dijiste, no soy un demonio ni nada, pero sí pertenezco a la [Organización].
—¿Qué hacen aquí? Kokabiel fue derrotado hace mucho. —Vaya, su tono salió más hostil de lo que esperaba. Pero no podía evitarlo: muchos de sus amigos de Golden Dawn cayeron en la guerra de la que salió victoriosa la [Organización], y si bien el chico a su lado se veía muy joven como para haber participado, sí era, al final del día, miembro de esta—. ¿Y cuál es su relación con Hexennacht?
Para su suerte, Hyoudou no pareció estar ofendido por su tono.
—A ver... cómo explicar esto... —Se rascó la parte posterior de la cabeza, paseando su mirada por la zona—. Bueno, ahora mismo Kuoh es un centro de actividad sobrenatural, como seguramente sepas, y la [Organización], asistida por el [Consejo Mágico], ha sido "contratada" como seguridad mientras los distintos grupos sobrenaturales hacen lo suyo, recolectando información y haciendo entrevistas en lo que averiguan qué sucedió exactamente con Kokabiel, la batalla que hubo ese día y esperan declaraciones de los representantes de todas las facciones involucradas.
—¿Por eso está Hexennacht aquí?
—Sí, entre otros grupos mágicos que llegarán pronto. Creo que la comitiva de Golden Dawn llegará en unos tres días. —Hyoudou abrió su lata y tomó un largo sorbo, agriando el rostro ante el amargor del café frío—. Por eso mismo la seguridad está al máximo: personal de la [Organización] patrulla los accesos a la ciudad y los principales grupos mágicos humanos están enviando comitivas de guardias con la esperanza de conseguir información y ventajas del acontecimiento, al igual que varias facciones sobrenaturales aparte de las directamente involucradas. Debido a eso es que cualquier extraño no identificado es expulsado o eliminado, salvo que tengo uno de los permisos otorgados por la [Organización] o el [Consejo Mágico]. Creo que eso sería todo.
Hubo silencio por unos segundos, cada uno sumido en sus pensamientos. Al cabo de un rato, ella volvió a hablar.
—¿Qué pasará con Edmund y Frank?
—¿Quiénes?
—Mis compañeros heridos. Dijiste que pronto llegaría ayuda, pero...
—No te preocupes. Llamé a mi jefe, y debería haber enviado a alguien que los lleve a un hospital. Probablemente los echen una vez esté estable. Y si es que alguno llega a morir... —Notó que su mirada se nublaba al mencionar la posibilidad, llegando a su mente la grotesca escena en que quedó el cuerpo de Frank—. ...bueno, digamos que recuperarán su cuerpo, lo arreglarán lo posible y lo mandarán a su país o familia para que lo entierren... o arrojen a una fosa común, dependiendo de cuanto trabajo sea.
Murmuró la última parte, lo que no evitó que ella lo escuchara. No pudo evitar cierta preocupación ante eso: no solo por la ocurrencia que mencionaba, sino que también por el tono cansado con el que la decía.
—¿Qué hay de mí?
—Te quedarás conmigo por ahora para evitar que te ataquen de nuevo. Te conseguiré un pase para que puedas moverte por la ciudad, aunque no por toda. Aunque no te guste, es la opción más segura hasta que puedas irte.
—...gracias...
Hyoudou revisó su reloj de muñeca antes de chasquear la lengua y ponerse de pie. Ante su mirada confundida, el chico le apuntó a la salida del parque.
—Bueno, por ahora movámonos. No queremos llegar tarde a la cena, ¿o sí? Luego te conseguiré algún alojamiento.
Alzó una ceja, pero decidió seguirlo de todas formas. No había hecho nada más que mostrarse amable con ella (aparte de salvar su vida, claro está), y sería rudo no devolverle la cortesía. Aun así, puso dos hechizos pasivos sobre ella misma disimuladamente, en caso de que intentara hacerle algo.
—Ahora que lo pienso, no te he preguntado por tu nombre. Oka-san me matará si no te presento bien cuando lleguemos.
—¿Oka-san?
—Mi madre.
—Ah, ya veo. Bueno, no me has dicho tu nombre tampoco.
Se detuvo de súbito, su rostro denotando su sorpresa.
—Oh, cierto. Mi error. —Sonrió culposamente en lo que se rascaba la cabeza, finalmente girándose para encararla—. Digamos que se me olvidó dadas las... erm... circunstancias.
No pudo evitar sonreír algo ante la ocurrencia, ayudando en algo a levantar su decaído espíritu.
—Mi nombre es Le Fay Pendragon. Un gusto.
—Yo soy Issei Hyoudou. Un placer conocerte, Le Fay.
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Más tarde...
La cena con la familia Hyoudou fue un evento tranquilo para Le Fay, cosa que agradecía. Vio su curiosidad sobre las costumbres locales parcialmente saciada en sus interacciones con el matrimonio Hyoudou (previamente utilizó un hechizo de idiomas, a pedido de Issei) y tuvo una muy animada conversación con la residente europea del hogar, Asia Argento. Tras el postre ("por la invitada especial", había dicho la madre del castaño cuando este le preguntó porque tanto esmero con la comida), Hyoudou se excusó diciendo que él y Argento irían a seguir con su "proyecto escolar", y que de paso la irían a dejar a su residencia.
Una obvia mentira, pero ya había procesado el hecho de que los padres de su rescatista no eran familiares con el mundo sobrenatural.
Tomó un poco más que eso (aunque, notoriamente, gran parte del tiempo se había ido en que Issei se defendiera de las burlas de sus padres respecto a su "gusto por las rubias"), pero al final estaban los tres afuera de la puerta de calle, con su huésped estirando sus brazos y suspirando fuertemente en un intento de disimular el sonrojo de sus mejillas (le recordaba en algo las interacciones que tenían sus padres con su hermano antes de que escapara de casa, ocasiones en que este terminaría infatuado y avergonzado ante las risas del resto).
—¿A dónde vamos ahora?
—Iremos al piso franco de la [Organización] en Kuoh. Allí nos encontraremos con mi jefe y veremos qué hacer con tu, eh... "situación".
—¿Es el mismo al que llamaste para buscar a Edward?
—Sí, el mismo. Esperemos esté allí y no se moleste demasiado.
—Pero el señor Ramírez se veía comprensivo cuando hablamos con él, Issei-san —interrumpió Asia, al lado contrario del castaño que Le Fay—. Era bastante serio, pero nunca fue grosero o algo parecido.
—Tu no lo viste en Chechenia, Asia, pero tienes razón. Incluso tuvo la amabilidad de esperarme cuando... —ambas rubias miraron al castaño, confundidas ante la pausa en su movimiento y palabras. Al cabo de unos segundos volvió a andar—. Bueno, cosas del pasado. Le Fay, solo para confirmar, tú estás por tu cuenta, ¿no es así?
—Pues como dije, ya no estoy afiliada a Golden Dawn. Me separé poco antes de la guerra.
—Ya... bueno, esperemos que James esté de buenas y no nos ponga ningún problema.
—¿Y por qué no lo estaría? ¿Por qué le diste más trabajo?
—No, digamos que... bueno sí, básicamente eso.
El grupo compartió una leve risa ante la desventura del castaño, relajando el ambiente y permitiéndole a Le Fay obviar, al menos por unos segundos, el arma oculta bajo la chaqueta del chico.
Al cabo de un rato llegaron a la zona centro de Kuoh, donde el grupo encaminó sus pasos hacia un edificio de oficinas. Llegando a una puerta específica en el sexto piso, el castaño deslizó su tarjeta y procedieron a ingresar al lugar donde...
—Te dije. Págame ahora, perra.
—Hyoudou, no sabes cuanto te odio en este momento.
Vieron a un adulto joven pasarle un fajo de billetes a un canoso de mediana edad y figura rellena.
—... ¿qué? ¿Qué hice ahora?
—Una apuesta, si quieres saber —contestó el canoso, contando los billetes—. Cuando rescatamos a los tipos con agujeros en el estómago en el callejón, el que aún estaba consciente nos mencionó que te llevaste a su compañera contigo. Sabíamos que llegarías acá con ella en algún momento y la única pregunta era si sería rubia o no.
—Maldita sea, Hyoudou —continuó el adulto joven, observando lastimosamente su ahora principalmente vacía billetera—. Si hubieras sido la mitad de bueno interrogando gente en Chechenia como lo eres acaparando rubios acá en Japón, habríamos acabado la misión en un mes.
—Momento, momento, ¿qué? ¿Apostaron si aparecería con una rubia hoy en la noche?
—Básicamente —respondieron ambos a la vez.
—... ¿por qué?
—¿Puedes culparnos? Estamos aburridos y metidos en una ciudad cualquiera japonesa que sucede es también un polvorín político sobrenatural rebasando de seres poderosos con el ego alto, y no sucede nada.
—Una mejor pregunta: Jack, ¿qué demonios haces aquí? Pensé que la oficial del Overwatch asignada era Yuuki.
—La enana estará haciendo lo suyo por ahí, pero para responder tu pregunta, el tipo que se cree mi jefe hizo que me sacaran de la puta cama cuando llevaba apenas una puta media hora de sueño en mitad de puta la noche para meterme en un puto avión militar cargado equipo tan apretado que no podía ni putamente sentarme para venir al puto culo del mundo para una puta "misión de alta importancia" y que cuando llegara me hicieran quedarme despierto sin ponerme a putamente dormir. En resumen, mi paciencia es pequeña y mi humor está recolectando algodón en Alabama.
La sala entera dirigió su mirada al costado donde el otro adulto escupió el líquido que estaba bebiendo antes de largarse a reír a carcajadas.
—...o-kay... dejando eso de lado, James, necesito un-
—El salvoconducto está en la mesa de la cocina —lo interrumpió el que Le Fay identificó como James, que tomaba otro trago de la cerveza que tenía en mano—. Las patrullas la dejarán irse en paz durante las siguientes cuatro horas.
—...entiendo. Gracias.
—No hay problema. Ahora, ¿Jack?
—Diga.
—Necesito-
—¡Con permiso! —La puerta se abrió de golpe, permitiendo pasar a una sonriente chica pelinegra en uniforme militar con una espada al cinto—. ¡Ah, Issei-san, Asia-san! Que gusto verlos.
—Igualmente, Yuuki-san.
—¿Todo bien por tu lado, Yuuki-san?
—Se podría decir que sí. ¿Y esta maga? —Le apuntó con el dedo como quien señala una mascota ajena, incluso inclinándose un poco. ¡No era tan baja, ¿ok?!— ¿Tu siguiente conquista rubia, o es parte del grupo que se peleó con los de Hexennacht?
—¿Qué crees tú? —Replicó el castaño, cansado.
—Espera, ¿entonces es verdad? Pensé que Jack me estaba tomando el pelo.
—¿De qué cosa?
—¡¿O sea que de verdad te propusiste conquistar a todas las rubias que se interpongan en tu camino?!
—¡Jack!
—¡Pffft jajajajaja!
El grupo entero estalló en carcajadas a expensas del castaño. Incluso Le Fay se unió al coro de risas, aliviada de que la gente allí, pese a pertenecer a un grupo que consideraba como peligroso, eran al final del día seres humanos comunes y corrientes. Quizás no debía juzgarlos tanto: la guerra ya había acabado, después de todo, y si los exorcistas lograron poner de lado sus diferencias con ellos para atender al bien común, ¿por qué no habría de hacerlo ella, que ni siquiera los enfrentó en primer lugar? Al cabo de un rato y con las risas ya acabadas, el grupo se dispersó por la sala en lo que cada uno se dedicaba a lo suyo, con Jack hablando con Le Fay tras unos minutos.
—Hey, maga inglesa —escuchó que la llamaban. Debía ser ella, ¿no? Al menos hasta donde sabía, era la única de Inglaterra presente—. ¿Cuál es tu nombre?
—Pendragon. Le Fay Pendragon.
—¡Pffft! —El grupo observó agua salir de la boca de Jack, en la entrada de la cocina. Tosió un par de veces antes de hablar—. ¿Qué? ¿Tenemos a la puta casa de Camelot aquí?
—¿La casa de qué?
—Camelot, Issei. Came-fucking-lot. Una casa noble de Inglaterra conectada al Rey Arturo y la mano derecha de la monarquía. —Se masajeó el entrecejo, suspirando. Ella se volvió el centro de la atención de la nada, algo no muy cómodo en lo absoluto pese a la costumbre—. ¿Qué demonios haces aquí?
—Estoy por mi cuenta. No estoy bajo órdenes de mi padre.
—Claro, claro, pero cuando se meten en problemas lo primero que usan es su escudo de armas, ¿no? La que se va a armar si a esta tan solo se le cae un pelo bajo nuestro cuidado... bueno, por una vez no estoy a cargo de eso. —Se sirvió otro vaso de agua ignorando su mirada molesta, uno que acabó de golpe—. Mientras tanto... Issei, Asia. ¿Ustedes siguen asignados aquí en Kuoh?
—Sí, pero ahora en la Sección 36.
—¿Seguridad Externa? ¿Ahora trabajas para Haugen?
—Ya lo hacíamos la vez anterior, pero ahora es formalmente.
—Ah, ya veo, te reclutó. ¿Qué te ofrecieron a cambio?
—... un ascenso...
—Meh, es mejor oferta que la que le hacen a la mayoría, si me preguntas.
La conversación había cambiado de foco, ahora hacia la persona de Issei Hyoudou. Era su oportunidad: observando sus alrededores, logró caminar desapercibidamente hacia el pasillo al costado de la sala, desapareciendo por su interior bajo el bullicio de las conversaciones simultáneas en la sala de estar y la cocina. Observó las puertas a su alrededor brevemente, decidiendo entrar a la última de la derecha.
Se halló a sí misma en una sala sin ventanas y obviamente habilitada como habitación, con camas y muebles genéricos adornándola junto a algunas pertenencias personales. Seguramente aquí se alojaran temporalmente algunos miembros de la [Organización] (este era su piso franco, después de todo). Tomó su bastón con ambas manos y lo ubicó frente a ella, concentrándose. Ahora, ¿cuál era el hechizo que-
Pasos sonaron desde el pasillo. Miró alrededor, urgida. ¿Dónde esconderse a tiempo? Había un armario de gran tamaño a un costado, cerca de la puerta. No había tiempo para pensarlo: lanzó un corto hechizo de silencio sobre ella y se refugió en el mueble de madera, agradeciendo a los cielos el haberlo logrado antes de que la puerta se abriera.
—Jack, el supervisor demoniaco estará aquí en breve —escuchó a James, su voz aun proviniendo de la sala. Le siguió el sonido de aire comprimido liberándose, seguro de una lata de cerveza o gaseosa—. Lo que sea que vayas a hacer, hazlo rápido.
—¿Supervisor demoniaco? ¿No estaban las herederas Gremory y Sitri a cargo de esta ciudad?
—Sí, sí, aun lo están. Luego te explico.
—Vale, como digas.
Ingresaron a la sala en orden: el canoso de... gran diámetro de estómago (no le gustaba usar la palabra gordo) lideraba el grupo, seguido de Issei Hyoudou y la espadachina que ellos llamaban Yuuki.
—Por cierto, Hyoudou, ¿a qué equipo los metieron a Argento y a ti?
—Íbamos a ser asignados al equipo Eta-19, pero por algún motivo nos dieron dos nombres distintos.
—Sí, tiene sentido. Los oficiales de control tienen su propias reglas por la mayor parte... ¿y cómo están relacionados a la task force de acá en Kuoh, en todo caso? ¿O nada más están aquí porque acá está su escuela?
—La task force X-Ray-41 tiene otra task force subordinada, Uniform-42.
—Ah, ya veo. Con que así es la cosa, eh... sí, suena como algo que haría Haugen. Pero bueno, ya me contarás más cuando me despierte la mente... lo que me recuerda, Yuuki, ¿qué demonios hacías hace un rato?
—¿Uh?
—No te hagas la tonta, enana. ¿Qué estabas haciendo? Y no me digas que vigilando el perímetro porque sé bien que el Overwatch no participa del sistema de seguridad.
—... aaahhh, ya, ya, bueno, bueno. —Yuuki se encogió de hombros mientras suspiraba notoriamente. No tomaba ser un experto para notar que estaba exagerando, y hasta su ceño era más de agotamiento que de resignación—. Estaba ocupada con la zona sur.
—¿La zona sur...? Ah, ya veo.
—¿Cómo vas con eso? —Intervino entonces Issei, con una ceja alzada. Aun así, había algo de preocupación en su rostro. Su comentario, sin embargo, fue rebatido por Yuuki:
—Va todo bien, por suerte. Aun así, Jack, espero que hayas traído los refuerzos que me prometieron los de Suiza.
—Pero si vine solo yo... espera un momento. —Jack se llevo una mano al mentón, una expresión pensativa en su rostro—. ¿Por qué soy yo "los refuerzos" si soy solo uno, y además vine solo ya que me obligaron a salir de la cama? —Abrió entonces desmesuradamente los ojos en un momento de realización—. Hijo de pu-
—¿Jack?
—¡¿Soy "los refuerzos" porque soy gordo?! —Ambos adolescentes se miraron entre sí, haciendo lo posible para no echarse a reír ante la ocurrencia. Al no poder contener sus rostros, decidieron desviar la mirada—. Ese maldito de Roestel...
—... ¿pero no que ambos tienen el mismo rango? —Logró articular Issei tras suprimir de alguna forma sus carcajadas.
—Por eso es que siempre digo que se cree mi jefe —gruñó Jack como respuesta, siendo complementado por Yuuki que en ese momento terminaba de suprimir sus propias risas.
—¡Y porque siempre es él el de los planes!
—Sí, pero por mí eso no vale.
—¿Seguro que solo lo dices porque te hace trabajar?
—Básicamente es por eso.
—¿Cómo llegaste al Overwatch con esa actitud? —Comentó Issei por lo bajo, lo que no evitó que el canoso lo escuchara.
—Bueno, resulta que, cuando se necesita cierto conjunto de habilidades, a veces puedes ignorar ciertas particularidades de la persona.
—Tener la habilidad de estar echado en un sofá sin moverse todo el día con una cerveza siempre helada en la mano no es una habilidad, Jack —opinó Yuuki por el costado, ya a medio camino hacia la puerta.
—¡Tú a callar, enana! ¡Y no me la paso pegado al sofá! —Para desgracia de Jack, la espadachina alcanzó justo a tiempo a deslizarse por el marco de la puerta, esquivando así el pulso de energía oscura que envió el mago de sombras. Suspirando, Jack tomó asiento en una de las sillas en el lugar y se masajeó el puente de la nariz.
—Bueno... ¿ya terminamos?
—Casi, aún hay asuntos que tratar. Pero primero, ¿por qué no lidiamos con nuestra pequeña espía de sangre azul?
Jack levantó la mirada y la clavó en la rendija que formaba el espacio entre ambas puertas del armario, directamente hacia los ojos de ella. Tragó saliva. ¿No podía ser que supiera que ella estaba ahí, verdad...?
—Si no sales tú misma de ahí en cinco segundos, te arrastraré yo mismo y te entregaré en bandeja de plata a los oficiales de inteligencia. —Había un deje peligroso en el tono del oficial canoso, y hasta Issei retrocedió un paso ante el tono de la amenaza recién dicha—. Ellos tendrán un día de campo intentando sonsacarte toda la información que tengas lejos del alcance de la casa de Camelot, así que ¿por qué no mejor nos ahorramos los problemas y sales adelante como una buena niña?
Viéndose atrapada, empezó a recitar la frase para un hechizo cuando-
—Oh, ni se te ocurra usar magia ahora, jovencita. Por una vez la comunidad humana sobrenatural está en paz y no queremos tirar eso a la basura, además que la situación local es tal que podrías desatar un segundo Sarajevo con tan solo un hechizo que lances sin cuidado. —Le Fay podría estar alucinando por culpa del nerviosismo, pero juraría que vio las sombras a su alrededor moverse mientras el canoso hablaba—. Así que haznos un favor y sal con las manos en alto, o dos subordinados tuyos con heridas en el estómago serán la segunda peor cosa que te ocurrirá hoy.
El identificado como Jack apuntó una pistola hacia el armario, Issei haciendo lo propio unos segundos después. El castaño se veía mucho más inseguro que el adulto con uniforme militar, pero aun así tenía su arma apuntando hacia ella.
—Cinco.
La cuenta atrás había empezado. Si obraba rápido, aun podía-
—Cuatro.
¡Rápido, ¿qué hechizo-
—Tres.
La puerta del armario se abrió lentamente, La Fay Pendragon saliendo con las manos alzadas y su bastón agarrado en una de estas. Se veía resignada, pero, aunque la apariencia resultaba adorable para Issei, su compañero no se veía afectado por esta.
—Hyoudou, quítale el bastón ese. Y regístrale los bolsillos de la chaqueta y falda.
—S-sí.
El bastón fue depositado con cuidado a un costado de la puerta, con una silla encima para evitar su fácil acceso. El castaño entonces revisó, no sin cierta incomodidad para ambos, los bolsillos de su chaqueta y falta, dejando todo sobre la silla que bloqueaba el acceso a su escoba. Jack, aun no quitando a la inglesa de la mira de su pistola, revisó las cosas una por una a medida que Issei las dejaba sobre la mesa.
—Un monedero con unas pocas libras inglesas, una varita mágica, papeles con círculos de teletransporte y escucha, un grimorio miniatura con varios notas y hechizos... y algunas cosas de belleza para mujeres. —Le Fay tuvo que resistir las ganas de girar los ojos ante el comentario, aun en su lugar a media distancia entre el canoso y el armario—. Sabes, joven maguita, cuando uno quiere hacerse pasar por alguien que viene a ver un evento, lo mínimo que puedes hacer para disimular es traer algo de dinero local, un mapa de la zona o, no lo sé, ¿no echar en tus bolsillos equipo mágico de espionaje? —Jack se encogió de hombros, aún apuntando su arma—. Así que, ¿por qué no mejor cooperas y nos dices qué es lo que de verdad vienes a hacer a Kuoh?
—D-de verdad vine a investigar sobre la batalla contra Kokabiel-
—Vale, vale, digamos que te creo. —Jack hizo un gesto despectivo con la mano, girando los ojos—. Entonces dime cual es tu principal objetivo en Kuoh, ¿quieres?
—Yo-
—Y si vuelves a insistir sobre lo de Kokabiel, ordenaré que pasen a tus dos amiguitos por las armas.
—¡!
Incluso Issei volteó a mirar a Jack, bajando su arma. Pero Le Fay no podía capitalizar en esa ventaja ahora, puesto que estaba igual o más impactada ante la amenaza. Lágrimas empezaron a formarse en sus ojos, la idea de que sus compañeros fueran ejecutados por ella siendo una píldora muy difícil de tragar y algo que quería evitar a toda costa. Empujando el nudo que se le formó en la garganta, tosió levemente antes de insistir frente a sus dos captores:
—P-pero nosotros de verdad qu-queríamos asistir a la c-conferencia de mañana...
Jack alzó una ceja, Issei mirándola sorprendido en lo que volvía a, torpemente, levantar su arma.
—Curioso... —indicó el mayor, una pequeña sonrisa confiada colándose en sus labios—. Nadie ha mencionado una conferencia mañana.
En ese momento, el tiempo para Le Fay se congeló.
—P-puedo e-explicarlo...
—Más te vale, Pendragon. Pero dejemos en claro una cosa. —En ese momento, la puerta se abrió. Por ella entró la espadachina llamada Yuuki, echando junto al resto de las cosas tras la silla la escoba mágica que dejara Le Fay junto a la puerta de entrada—. No soy conocido por tener mucha paciencia, y no me gustaría cavar las tumbas de los que se dieron cuenta por el camino difícil para demostrártelo.
Le Fay tragó saliva, asintiendo levemente. Yuuki le acercó una silla, sentándola en esta y amarrando sus manos tras ella. Luego desenvainó su espada, acercando la punta a su garganta e interponiéndose en el camino a sus cosas arrebatadas. Issei se colocó al lado contrario, pistola sujetada con ambas manos, y Jack quedó frente a ella al reubicar su silla para encararla, arma en mano y una pose confiada.
—Ahora... —habló Jack, ensanchando aún más su sonrisa—. ¿Por dónde empezamos, Le Fay Pendragon?
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Por cierto, empecé a poner artículos sobre personajes del fic en la wiki del fanon, aunque están en inglés (no sabía que se podían poner en español). El link es
dxdfanon{}fandom{}com/wiki/
reemplazan los corchetes por un punto y llegan. Ahí buscan los artículos con el tag/etiqueta "DxD: The Organization".
Y eso, nos leemos,
RedSS.
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