Capítulo 11: Reunión Secreta

N/A: Por mucho que lo parezca, esta historia no está abandonada. Me he dedicado principalmente a recolectar información de distintos temas, trabajar en mis fanfics de GATE y seguir trabajando en construir el mundo en que se sitúa esta historia, que debo decir, avanza a buen ritmo.

NOTA: he hecho varios cambios en mis archivos de la historia, pero no editaré los capítulos anteriores porque son cambios muy superficiales para lo que llevo escrito. Lo único digno de mención, si es que, es que los Niveles y los rangos jerárquicos de la Organización son ahora sistemas separados (antes, Rangos Superiores era solo el nombre del Nivel 3, pero ahora significan cosas distintas). Los Niveles indican cuanta autorización tienen para ver y editar documentos en un área respectiva, con el Nivel 1 siendo el más alto (números ordinales), mientras que los rangos jerárquicos indican el tipo de trabajo que cumplen en la jerarquía (Rangos Superiores en este caso son los comandantes de campo). Aprovecho de decir que los Rangos Inferiores cambian de nombre a Rangos Intermedios, representando a los "pequeños jefes" (e.g. jefe de oficina, suboficiales, etc.) Hablando de niveles, para evitar confusiones, ahora las medallas tendrán niveles, siendo el nivel la cantidad de veces que se ha ganado (nivel 1 es una vez ganada, nivel 2 son dos veces ganada, y así).

También notar que hay un pequeño pivoteo en algunas dinámicas, nótese, representar que los seres sobrenaturales en DxD están rotísimos a más no poder. Llega a ser ridículo. En fin, los problemas en los que me meto.

Disclaimer: Highschool DxD no me pertenece, todo el crédito a su respectivo autor. Lo único de mi autoría son los elementos originales de esta historia que no hayan sido aportados por otros usuarios.

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Capítulo 11
Reunión Secreta

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Kuoh
Mediodía

Issei y Le Fay caminaron hasta la plaza central de Kuoh sumidos en el más pesado silencio. Pese al calor que había, cortesía de la estación del año, ambos no sentían más que frío correr por sus venas, sus mentes ignorando cualquier estímulo proveniente de sus oídos, sus cuerpos moviéndose en piloto automático sin reaccionar a lo recién ocurrido, ambos recordando muy en el fondo de sus mentes que, probablemente, el marqués demoniaco aún los estuviera vigilando. No fue hasta que se detuvieron en la explanada de su destino que uno de ellos, Hyoudou, reaccionó de alguna forma.

—E-eso... —comenzó, tragando saliva—. Eso dio miedo.

Le Fay no hizo gesto alguno, su mirada baja y rostro mudo. Issei tomó aire y exhaló lentamente, tomando asiento en una banca y tirando del brazo a su compañera para que lo imitara. Costó poco que la inglesa se sentara, pero sí bastante más que volviera a hablar.

—Oye, Le Fay... l-lo lamento por lo del marqués Hayes. Si hubiera sabido que iba a ser así, te hubiera dejado volver a casa...

—...

—¿Le Fay?

—... ¿podrías? —La escuchó decir débilmente, sus palabras apenas un susurro—. ¿Podrías haberme enviado a casa? ¿Con todos en contra de liberarme?

Hablaba de su verdadero hogar. Issei permaneció en silencio. Él se refería a dejar a Le Fay en su propia casa, con su madre que seguramente seguía ahí, pero quizás eso no era lo que Le Fay necesitaba ahora.

"Con una genio tras sus espaldas, es probable que muchos miembros de la cábala que ahora están muertos hubieran salvado la vida."

Las palabras del marqués cruzaron por la cabeza del castaño, arrancando un suspiro agotado de este.

—A... ¿alguna vez... has visto morir a alguien, Hyoudou?

—... ¿por qué la pregunta?

—¿Sí o no?

Le Fay seguía con la cabeza gacha. Se le ocurrió una idea. No le gustaba mucho hablar de su pasado, pero si servía para ayudarla, no le importaba hacerlo.

—Ne, Le Fay.

—... ¿sí?

—¿Alguna vez te conté cómo conocí a James?

—¿...tu jefe?

—Sí.

—No...

—Por un buen motivo. Pero quiero que sepas, no eres la única que ha dejado gente atrás. Al menos, figurativamente hablando.

La inglesa levantó levemente la cabeza, lo suficiente como para que Issei alcanzara a ver sus ojos rojos. Sin duda había contenido el llanto en el camino.

—¿Qué... por qué lo dices?

Issei tomó aire profundamente. No le gustaba pensar en aquel frío territorio junto a las montañas.

—Hace un tiempo... poco después de terminar mi entrenamiento, fui asignado por unos meses a Chechenia. Me uní a un equipo con la misión de investigar la presencia de seres sobrenaturales y humanos de grupos rivales. James Ramírez era el comandante de ese equipo. Hang era su segundo al mando.

—... —Le Fay escuchó atentamente sin decir palabra alguna, sus ojos azules observando con cautela a su acompañante. Ahora tenía la conexión de los dos hombres del piso franco con el japonés. Pero aún no entendía qué tenía que ver la historia con su pregunta.

—Era invierno. La ciudad era fría y despiadada, y mucha gente aprovechaban el caos para diversidad de motivos. Encontré magos independientes, equipos de cábalas mágicas, demonios y ángeles, cada uno con un objetivo distinto. Algunos buscaban riquezas, otros cerrar acuerdos ocultos, más de uno intentaba perder el rastro de sus perseguidores por cualquier motivo.

Issei dio una sonrisa corta, aunque no alcanzó sus ojos. Le Fay meramente asintió para indicar que lo seguía escuchando.

—Lo peor de la guerra local ya había pasado, pero aún existía resistencia al régimen ruso. Por cada calle que cruzábamos teníamos que revisar ventanas y azoteas, dormir con un ojo abierto y haciendo guardia por turnos. Parte de la ciudad seguía sin servicios básicos. Solo comprábamos comida a vendedores en que confiáramos, usando de nuestras reservas si ninguno estaba disponible. Cuando cruzábamos las grandes avenidas, era siempre con escudos mágicos y levantando corrientes de viento para camuflarnos con polvo. Cada pocos días había un tiroteo a lo lejos, que nos ponía en guardia y obligaba a pausar nuestra misión. Según algunos de los mayores, les recordaba mucho a Sarajevo, aunque menos violento.

Issei miró al cielo. El azul del firmamento veraniego contrastaba fuertemente con la capa gris que cubría Grozny la mayor parte del tiempo, que solo ocasionalmente revelaba un débil sol que aumentaba en un par de grados la temperatura. A su lado, Le Fay tomó la oportunidad para limpiar sus ojos, aprovechando que no estaba a la vista del castaño.

—Pero nos confiamos, —reveló finalmente—. Llevábamos semanas ahí sin mayores problemas, ¿sabes? Creímos que sobreestimábamos la amenaza. —Pausó la historia para soltar una corta risa, aunque apenas logro que un ahogado sonido abandonara su garganta—. Yo era el penúltimo en la fila. Doblamos una esquina camino al mercado de siempre, olvidando levantar nuestras defensas usuales. Y...

—...

—...

—... ¿y qué? —preguntó Le Fay, una vez notara que su acompañante no estaba diciendo nada. Alzó la vista, hallando a Issei con una mirada vacía de emoción apuntada al cielo.

—Y... bueno, resultó que no éramos inmortales. —Pausó durante varios segundos, sin desviar el rostro—. Thomas... uno de mi equipo, estaba al frente mío. Le dieron en pleno pecho. Salió disparado hacia atrás. Directo hacia mí.

No dijo nada durante varios segundos más. Finalmente se movió de su puesto, llevándose el rostro a las manos, los brazos ahora apoyados en sus rodillas.

—Hui. Apenas procesé que le habían disparado a Thomas me di la vuelta y hui. Corrí hasta que las piernas no me dieron más, ignorando gritos y explosiones detrás mío. Mi única prioridad era sobrevivir, mi instinto tomó el control y me guio por lugares que nunca había visto. Por suerte tenía un mapa y habíamos acordado un punto de encuentro, pero...

—¿Lograste reencontrarte con tu equipo?

—Yo- ¿ah? —Issei parpadeó un par de veces, levantando la cabeza. La pregunta de Le Fay lo había interrumpido de su trance, permitiéndole pensar claramente de nuevo—. Etto... sí, al día siguiente. Encontré refugio en un apartamento con un mago independiente que me ayudó a pasar la noche sin congelarme. Al amanecer llegué al punto de encuentro, donde me reuní con mi equipo... aunque, Thomas claramente no estaba...

—... lograron... ¿lograron repatriar su cuerpo?

—... no. —Issei volvió a masajearse el rostro con las manos, su mirada clavada en el suelo—. No lo vi con mis propios ojos, pero James me contó lo que pasó. Después del disparo fueron atacados con magia... una explosión destrozó el cuerpo. —Soltó un suspiro entre sus manos, cerrando pesadamente los ojos—. Aún no sabemos quién fue. Quizás nunca lo sepamos. Había tantos grupos en Grozny que es imposible apuntar a uno en específico.

Le Fay esperó un rato más, hasta que notó que Issei no iba a seguir hablando. Se veía preocupado, turbio, agotado. Seguramente la experiencia no era grata de recordar. Le Fay suspiró suavemente, acercándose un poco más a él en la banca.

—Yo... —empezó, atrayendo la atención del castaño—. Abandoné Golden Dawn para ayudar a mi hermano con un problema que involucraba nuestra familia. Pensaba que sería algo corto, que pronto todo volvería a ser como antes. Se suponía que sería así. Pero una semana después estalló la Guerra Mágica, y fue Golden Dawn quién empezó el conflicto.

Una sonrisa triste se coló en sus facciones, Issei observando en lo que se reponía de sus propias memorias.

—Ya no podía regresar. No solo estaba con mi hermano que había escapado de casa, sino que mi cábala mágica fue quien dio el primer golpe. Sabes cual fue, ¿verdad?

Asintió. Lo recordaba claramente en las noticias, y en la Organización era aún un tema que generaba fuertes emociones.

—Los atentados de Madrid.

—Correcto. —Le Fay volvió a bajar la cabeza, ojos azules enfrentando pavimento gris—. ¿Cómo podía volver sin afectar a mi casa? ¿La hija del duque de Camelot, uniéndose a una cábala mágica que mató decenas de personas, hirió a miles y desató una guerra? ¿La misma cábala de la que acaba de huir? Mis amigos me miraban ahora con sospecha. ¿Por qué me fui tan convenientemente? ¿Acaso me dijeron lo que pasaría para que huyera y no me viera envuelta en la guerra? ¿Quizás me enteré de antemano y no quise involucrarme? Algunos incluso decían que apoyaba en secreto a otro bando y deserté para no dañarlos en el conflicto. Pero la verdadera razón siempre fue apoyar a mi hermano. Y así, sin planearlo, estaba fuera de la mayor guerra sobrenatural en el último siglo.

Ninguno dijo nada por varios segundos, cada uno sumido en sus pensamientos.

—Tenía muchos amigos en Golden Dawn, y varios más en la comunidad mágica en general —continuó Le Fay tras un tiempo—. Yo era parte de un grupo selecto al que llamaban los jóvenes genios, cien chicos y cien chicas menores a veinte años que demostramos gran potencial para la magia occidental ya fuera en combate, academia, afinidad, lo que fuera.

Issei iba a decir algo, notando la similitud con lo que dijera el marqués, pero Le Fay se le adelantó.

—Más de la mitad murió durante la guerra. Otros tantos quedaron tan traumatizados que juraron nunca volver a usar magia. —Soltó una risa seca, sus ojos lagrimosos de nuevo—. Al final, ser llamados "genios" no significa nada fuera de las paredes de nuestras aulas. —Se limpió el rostro, aguantando las lágrimas—. Lo que dijo el marqués Hayes es cierto. De las cien mujeres genios de antes de la guerra, solo quedamos siete activas. El resto murió durante la guerra, o al menos... eso quiero creer...

Le Fay se largó a llorar. Issei, tímidamente, acarició su espalda, dejándola soltar las emociones contenidas en su corazón. Revisó su reloj buscando con qué distraerse: aún tenían tiempo.

Podían permitirse descansar un tiempo más.

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Piso franco

—Saben, he visto perezosos moverse más rápido que ustedes. —Fue el comentario con el que los recibió Jack, echado sobre el sofá en la sala de estar del piso franco—. Y creo que estoy siendo ofensivo con ellos.

—Perdón por eso. Nos, eh... distrajimos en el camino.

—¿Con qué? ¿Buscabas más rubios para tu harem o algo así?

—¿Por qué insisten con eso del harem? —comentó Issei con un derrotado suspiro, agachando la cabeza.

—Porque lo pones muy fácil, —indicó James, entrando al lugar desde el pasillo exterior—. Eso dicho, todo está en regla por ahora... ¿pasó algo?

—... ¿por qué?

—Ambos se ven bastante mal.

—No me digas, —interrumpió Jack, su puño estrujando la lata de cerveza en su mano­—. Fue Gabe, ¿verdad? Les dio su tratamiento de amenaza estándar.

—¿El marqués Hayes? ¿Qué tiene él que ver con esto...?

Pese a la pregunta de James, Jack lo ignoró para observar la reacción de ambos adolescentes: ninguno contestó, en su lugar desviando la mirada. El capitán del Overwatch suspiró cansinamente, levantándose de su lugar.

—Iré a hablar con él. No nos sirve que el encargado de seguridad política ande desanimado antes de la reunión.

—¿Seguridad política...?

La pregunta de Le Fay fue contestada tajantemente por el capitán.

—Entre otras cosas. No quieres saber las cosas en las que se meten los de ExtSec.

Jack abandonó el lugar mediante un nuevo hechizo de sombras tras apagar las luces del lugar. Le Fay observó el fenómeno curiosa, nunca habiendo visto la magia del oficial, mientras que James e Issei conversaban entre ellos.

—¿Pasó algo durante nuestra ausencia?

—Nada digno de importancia. Hubo un par más de intercepciones en el perímetro, pero fuera de hacer contacto con las comitivas de exorcistas y Golden Dawn que llegaron hace un rato, todo ha sido de rutina.

—Ya veo... ¿irán directo a la Academia Kuoh para la reunión?

—¿Las comitivas recién llegadas? Probablemente. Los exorcistas no están integrados dentro del sistema defensivo, y la parte de la comitiva de Golden Dawn que llegó es meramente diplomática. La principal estará a tiempo para el evento público, pero hasta entonces solo son un enlace.

Issei asintió, tranquilo. Todo parecía ir viento en popa, salvo su interacción con el marqués.

—Ah sí. También, llegó otro grupo de la Organización desde Suiza.

—¡! ¿Quién?

James, aparentemente, no pudo evitar girar los ojos.

—Más tropas del Overwatch... bien podrían instalar una base aquí si es que van a tenerlos viniendo aquí cada tanto, ¿no? Sería más conveniente que arrendar bodegas temporales cada vez.

—Sí, tiene sentido... espera, ¿más gente del Overwatch?

La mente de Issei fue de inmediate a la primera compañía. Si bien Alice... ya no estaba entre ellos, todavía tenía cierta familiaridad con Franz y el capitán von Roestel. Pero el regimiento tenía varias unidades, y no sabía cuál había sido enviada.

—Aparentemente son refuerzos varios, pero centrados en alguna compañía. Además, traerán unidades de apoyo, también del regimiento. No pidas detalles, no tengo idea.

Issei asintió vagamente, su rostro algo incómodo. SI James lo notó, no dijo nada, en su lugar guiándolo hacia el interior del piso franco. Entraron a una oficina al final del pasillo, cerrando la puerta tras ellos. Con un par de gestos, James puso un sencillo hechizo de silencio en el lugar. Ante la pregunta muda de su acompañante, se encogió de hombros.

—Siempre vale estar precavido.

—¿Pasó algo?

—Se podría decir que sí...

James caminó hasta uno de los estantes y sacó una pequeña carpeta, de la que extrajo dos papeles que entregó al japonés. Este reconoció como el primero como el que le dejara a Hang antes de irse al hospital con Le Fay, que le habían entregado en su ronda durante la mañana con la orden de no ver. Decidió revisar ese primero, lo que hizo de una ojeada, frunciendo el ceño.

—¿Más tropas de la Octava División?

—Así parece. No están contentos con lo que hay hasta ahora, al parecer.

—¿De dónde viene esto?

—Es una comunicación interna de la división, interceptada por inteligencia del Overwatch. Cómo la obtuvieron no tengo idea. —James suspiró, sentándose tras el escritorio. Issei revisó con más detalle el comunicado: era básicamente un mensaje de una de las zonas militares de la división al mando divisional, reclamando el que le solicitaran más unidades para enviar a Kuoh, una zona civil, cuando ya se habían enviado varios equipos civiles como refuerzos. El comunicado también aludía a un próximo cambio de mando en Kuoh, aunque sin especificar de qué grupo.

Frunció el ceño. Revisó la fecha: era de ayer. No había llegado ningún refuerzo de la Organización además de Jack, que venía del Mando Central, ni se había avisado de algo al respecto. ¿Qué motivo tendría la Octava División para reforzar su presencia local a espaldas del alto mando y, además, usando militares en una zona civil, cuando tanto militares como civiles de la división defendían sus áreas autónomas con recelo? Aquella dinámica de "la Octava" era bien conocida por su particularidad, y el mando divisional hacía grandes esfuerzos para evitar que chocaran entre sí para mantener la armonía interna. ¿Qué los llevaría a arriesgar todo eso?

—¿Sabes algo más de esto?

—Estoy tan a oscuras como tú. El mando divisional intenta algo raro o se volvió loco.

—¿Quién más sabe?

—¿Fuera de "la Octava"? Apenas un puñado: tú, yo, Hang, Jack y los del Overwatch pertinentes, que serían los que lo interceptaron y los que te lo entregaron. —Issei recordó brevemente a los miembros de la segunda compañía del Overwatch esa mañana, que le dieron ese mismo papel con instrucciones de dejárselo a James o a su segundo al mando—. Puede que la teniente Kazehaya lo sepa luego, si Jack le informa.

Paseó nuevamente sus ojos por el papel blanco. Obviamente no era el original, lo más seguro es que interceptaran un mensaje electrónico y lo imprimieran para entregarlo sin dejar rastro alguno.

—Informaré de esto a Suiza. Ellos sabrán mejor que hacer, —indicó con cierto pesar. La situación ya era lo suficientemente volátil como para que alguien la arruinara, e incluso ahora podía sentir la exasperación de Haugen ante "los egos internos arriesgando todo", como había aprendido que a él le gustaba decir en estas situaciones—. ¿Qué hay del otro papel?

James no hizo nada más que entregárselo en silencio. Issei lo revisó igualmente rápido, pero este era muy distinto: en lugar de un comunicado oficial, era apenas un mensaje interno sin origen ni destinatario, más allá de un vaga alusión. Su mensaje era de poca extensión, apenas una línea de texto:

"Los ojos están en Kuoh."

"¿Los ojos?" Pensó Issei, tratando de hacer sentido de la frase. Miró a James, que negó con la cabeza. Revisó nuevamente el mensaje, pero no encontró nada que le diera alguna pista.

—¿De dónde salió este papel?

—Apareció aquí en la oficina hoy. No tenemos idea de quién haya sido, y las cámaras no captaron nada. ¿Será alguno de los magos haciéndonos una jugarreta?

—O tal vez un enemigo interno... —murmuró el japones, cerrando los ojos. Resistió el impulso de masajearse el puente de la nariz, y en su lugar respirando hondo para calmar sus nervios—. Le preguntaré a Haugen si sabe algo de esto.

—¿Se lo dirás a Suiza? —James levantó una ceja—. Podría ser una broma.

—Si es real, Haugen ya debe estar enterado, —interrumpió una voz, sobresaltando a ambos—. Y si no es real, al menos sabrá que alguien intenta intimidarnos aquí.

James e Issei giraron hacia la puerta para ver a Jack aparecer de una esfera oscura en el pasillo, una caja en el bolsillo frontal de su chaqueta.

—... ¿Jack? —preguntó Issei, confundido—. ¿Ya hablaste con el marqués Hayes?

—¿Esos son habanos? —preguntó a su vez James, alzando una ceja.

—Sí y sí. Fue una charla rápida, y estos se los robé a Gabe en lo que se ahogaba en bourbon.

—...

—...

—¿Lo ahogaste en whiskey?

—Se ahogo él solito, aunque podría haber ayudado el recordarle que su hija no le tiene precisamente en buena estima. Estará bien en un rato. —Jack desestimó el hecho con un gesto despectivo de su mano—. Entonces, ¿de qué hablaban?

—¿Ah? Pero acabas de comentar al respecto...

—Es un reflejo, Issei. Escuché que hablaban de decirle algo a Haugen y bueno, será un hijo de puta, pero es de esos que tarde o temprano terminan sabiéndolo todo. Ahora, ¿de qué hablaban?

—Pues... esto. Ten.

Jack recibió el trozo de papel y lo revisó de una ojeada. No tuvo reacción aparente, pero Issei estaba seguro de ver como fruncía el ceño apenas un poco.

—¿De dónde salió esto?

—Apareció aquí hoy. No sabemos quién fue.

—Hum...

—¿Sabes algo, Jack? —preguntó Issei, con algo de esperanza.

—No, nada. —Devolvió el papel con un gesto desinteresado, relajando sus muñecas—. En fin, sigamos con lo importante.

—¿Queda algo más? —Issei ya iba camino a la salida, rascándose el costado de la cabeza con un rostro agotado—. Aún tengo que pensar en qué haré con Le Fay durante la conferencia...

—No te preocupes por eso —indicó Jack—. Viene con nosotros.

—¿Ah?

Issei detuvo su andar para encarar confundido al oficial. James se encogió de hombros en lo que el paramilitar se cruzaba de brazos.

—No tenemos a nadie para cuidarla y parece tenerte algo de confianza. Tendré su varita conmigo para que se defienda si la cosa pasa a peor.

—P-pero... es una externa...

—No creo que al mando le importe mucho eso a este punto... eso, y, como dije, no tenemos quien la cuide. Piensa en ella como una escolta que te será leal porque depende de ti para sobrevivir, comparado a los de seguridad bajo tu mando. ¿Quiénes eran, Eta-12 y...?

—Eta-12, de Seguridad Externa, y How-1-2, de Seguridad Interna. —Issei suspiró, no resistiendo esta vez el impulso de masajearse los hombros. Si bien ya había trabajado antes con Eta-12, que eran agentes de seguridad, no sabía cómo tratar con el otro equipo.

—¿How-1-2? ¿Seguridad Interna? —Asintió, confirmando a Jack la respuesta—. Así que la arpía esa ya movió su mano, eh...

—... ¿arpía?

—¿Conoces a la jefa de Seguridad Interna? —Jack respondió a la breve pregunta de James con otra. Estadounidense y japonés negaron con la cabeza—. Bien, mantenlo así. Es una de las mujeres más despiadadas que conozco, y para variar con bastante poder.

Issei tragó saliva. James palideció levemente.

—¿E-es tan mala...?

—O sea, ¿hola? Hablamos de mí. —Jack se apuntó a sí mismo no sin cierta sorna, girando los ojos—. Si te lo digo yo, es verdad.

—¿Y qué hay de las otras? —Aventuró James. Jack no dijo nada, pero dejó caer su mano hasta la pistola en su cinto. Con el mensaje claro, el estadounidense simplemente asintió.

—¿Estamos en peligro? —preguntó Issei, ligeramente temeroso. Jack negó con la cabeza.

—Ustedes no. Si alguien de seguridad se fija en ustedes, será Haugen. Los enemigos de Seguridad Interna son otros, pero no parece que vayan a hacer algo por ahora. —Apuntó al comunicado de la Octava División, abandonado sobre la mesa. James se apresuró a ponerlo a resguardo—. Pueden estar tranquilos.

—Eso me calma algo, pero no tanto como me gustaría... —murmuró James, pasándose la mano por su cabello. Issei suspiró algo más tranquilo.

—Nunca pensé que un grupo armado de Seguridad Interna sería la menor de mis preocupaciones —comentó.

—Acostúmbrate. Seguridad Interna es despiadada, pero tiene sus objetivos y enemigos claros. Siempre y cuando no cruces una de sus líneas, lo más que harán es pedirte "amistosamente" que les hagas un pequeño favor de vez en cuando, y en este momento están concentrados en limpiar otras divisiones de infiltrados. Esta conferencia es territorio de Seguridad Externa, mucho más neutral.

—¿Y para qué debería usar a How-1-2? ¿Los dejo de lado?

—Veamos... ¿Cuánta gente es?

—Ehm... ¿cuatro personas?

—Un equipo, entonces... —Jack se llevó un mano al mentón, jugueteando con uno de los habanos robados a Gabe—. Si no tienes planes de secuestrar a alguien, puedes usarlos como escolta formal. La bruja inglesa sería tu escolta oculta disfrazada de acompañante, mientras que Argento sería la curandera de tu equipo. Suena como un plan para mí.

—Me gusta la idea —indicó James a su vez, asintiendo—. Nos permitiría además tenerlos controlados. Si no los tenemos a nuestra vista, quien sabe qué harán.

—Están bajo mi mando —replicó Issei, ligeramente ofendido. Ok, puede que no fuera el más experimentado, pero seguía siendo el que estaba a cargo de ellos—. No creo que se atrevan a desobedecer órdenes tan abiertamente.

—Hay dos fallas en tu argumento. —Jack se había mudado a la ventana, sacando un encendedor zippo de su chaqueta—. La primera, es que a menos que des una orden categórica muy general, no puedes prever todas las situaciones. Y seguro que encuentran un argumento para cumplir su agenda incluso técnicamente siguiendo tus órdenes. —Encendió un habano, dejando que el tabaco hiciera su efecto—. Y segundo, puede que ahora estén bajo tu mando, pero su lealtad sigue siendo el departamento. Si la arpía esa les ordena hacer algo, lo harán.

—E-eso...

—De nuevo: la jefa de Seguridad Interna es de las peores mujeres que conozco. —Jack soltó un agotado suspiro, inhalando nuevamente el tabaco—. Poniéndolo en tu idioma, solo hay tres mujeres en la Organización que me hacen pensarme tres veces el mirarles el culo, y la arpía es una de ellas. Afortunadamente, no tiene interés en lo que haces, sí que estarás a salvo.

—Ya ve- espera, ¿qué? —La quijada de Issei cayó al suelo, recordando cierto episodio de su tiempo en Suiza—. A-acaso... ¿n-no temes que te pase algo?

—Trabaja 48 horas al día bajo jefes negreros y ve qué tanto te importa la ética profesional —se defendió flojamente.

—¿Y tú cómo sabes tanto? —preguntó James, alzando una ceja con una mirada de desaprobación en el rostro. Issei notó cierta sospecha en su rostro, pero si Jack, que estaba de espaldas, la notó, era un misterio.

—No es primera vez que trato con los de seguridad —respondió sencillamente—. Específicamente, he tratado lo suficiente con sus mandos como para saber cómo funcionan. Son el segundo peor grupo en la Organización. No pregunten por el primero.

Se encogió de hombros, cortando la parte del habano encendida y guardándolo para después.

—¿Seguro que eso es todo? —James aún parecía sospechar, pero Jack no mostró señales de notarlo o importarle.

—Eso y que, cuando empezaron las purgas internas, más de uno ofreció contar todo sobre el departamento a cambio de protección —reveló, cruzándose de brazos—. El Overwatch, por su condición de unidad exclusiva del Alto Mando, es de los grupos más seguros de la Organización. Ni siquiera los de seguridad pueden meterse sin problemas.

James asintió, aparentemente convencido. Issei lo imitó, aunque en su caso, estaba absorbiendo la información lo mejor posible: pese a ser parte de Seguridad Externa, aún era un novato en lo pertinente a funcionamiento interno e historia de la Organización. En retrospectiva, eso no era muy bueno.

—Dejando eso de lado —continuó Jack—. Y volviendo al tema original... llévate a la inglesa contigo a la reunión. No es que vayamos a revelar algo que no sepa, y tampoco tiene cómo comunicarse con quien sea que esté aliada. Puedes complementar con los lacayos de IntSec bajo tu mando, y has lo que quieras con Eta-12. Ellos te serán más leales que cualquier cosa de IntSec que tengas.

—Entendido.

—Bien, la reunión será a las 17:00 en la Academia Kuoh, y cancelarán las clases de la tarde... deberían terminar dentro de poco —revisó Jack, ojeando su reloj de muñeca—. Dado que tienes algunas horas libres, puede que quieras hacer algo de provecho con ellas.

—¿Algo como qué? ¿Pasearme por el perímetro otra vez?

—Dije algo de provecho, no gastar energía porque sí. —Jack giró los ojos, un gesto que parecía hacerse más común cada día—. Podrías ir a recoger a Argento y quizá hablar con las herederas. Gabe ya les envió un mensaje reprimiéndolas por actuar sin autorización, así que no deberían presionarte demasiado.

—Gremory-senpai y Sitri-senpai... —murmuró sus apellidos—. ¿Estará bien? Digo, no es que nos llevemos mal, pero...

—Escucha, Issei. —Jack tomó asiento en la cabecera de la mesa, reclinándose en el sillón con un gruñido satisfecho—. Tengo entendido que hasta ahora tus órdenes eran de no involucrarte mayormente con los locales, ¿verdad?

El japonés asintió, confundido.

—Ajá, eso es procedimiento estándar para Observadores. Pero si bien puede generar extrañeza de algunos en el departamento, no tienes las mismas restricciones que antes. Ahora eres de ExtSec, y un oficial de control para variar, lo que significa que trabajas mayormente a tu discreción. Y en mi opinión, si vas a estar atado a Kuoh, no sería mala idea acercarte a los sobrenaturales. —Procedió entonces a llevar ambas manos detrás de su cabeza, reclinando la silla al máximo—. Para suerte tuya, los demonios locales parecen buena gente. Solo preocúpate de que no te seduzcan o laven el cerebro y estarás bien.

—Entonces... —Issei no dijo nada por unos segundos, procesando las palabras del oficial—. ¿Dices que debo acercarme a Gremory-senpai y Sitri-senpai?

—Sería para beneficio de todos. Quién sabe, quizás hasta se hagan amigos y dejes de depender de nosotros todo el tiempo. Si quieres probar suerte, este rato antes de la conferencia es un buen momento como cualquier otro. Si las cosas no resultan, usas la excusa de preparativos y te vas. No es tan difícil.

Jack cerró los ojos y los echó de un gesto, indicando que iba a dormir un rato. Mirándose entre sí, James e Issei abandonaron la sala y se encaminaron a la entrada del apartamento.

—Si me preguntas a mí, yo digo que lo intentes. No pierdes nada.

—¿Y si lo arruino? No es que sepa lidiar mucho con bellezas como esas dos...

—Tendremos mayores problemas que dramas adolescentes más tarde. Si vas a arriesgarte, hazlo ahora.

—¿Y tú qué harás?

—Terminar el aparato de seguridad alrededor de la Academia Kuoh. —James levantó ambas manos, dejando una en su lugar y "apuntando" con la otra lugares alrededor—. Obviamente cada facción relevante traerá su propia escolta, pero el perímetro de seguridad en general será de cuatro anillos. Cinco si cuentas a los de la Octava División en el borde de Kuoh. A nosotros nos toca ser el anillo que rodea directamente la academia, pero no tenemos permitido pisar dentro salvo que escoltemos a los diplomáticos. Tendremos de todo, desde agentes disfrazados de policías comunes hasta equipos de larga distancia observando todo. —James se masajeó el entrecejo, pausando su explicación—. Es demasiado trabajo para una persona.

—¿Qué harán Jack y Yuuki?

—Jack y sus fuerzas especiales serán nuestros ojos y oídos. Ni yo sé dónde estarán. En cuanto a la teniente Kazehaya, tengo entendido que será la fuerza de respuesta rápida, si es que llega a ocurrir algo.

—Tiene sentido.

—¿Entonces?

—Yo... —Issei meditó por largos segundos—. Creo que haré lo que dicen. De todos modos, tengo pendiente encontrarme a Gremory-senpai después de lo de ayer en la noche.

—... ¿ayer en la noche?

Issei se ruborizó.

—¡Q-q-quiero decir, tuvimos un problema ayer y...! ¡Agh, pregúntale a Jack, ¿ok?!

James echo a reír largo y tendido, despidiéndolo de un gesto.

—Sí, sí, lo que sea. Nos vemos más tarde.

—... nos vemos.

Aún avergonzado, Issei recogió a Le Fay, ocupada en leer uno de los escasos libros en la estancia, y se largó del piso franco. James, por su parte, rio un rato más antes de sentarse a trabajar.

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XXXXXXXXXX

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Club de Ocultismo, Academia Kuoh
Después de almuerzo...

—Gremory-senpai. Un alivio ver que se encuentra bien.

—Hyoudou-san. El alivio es mío, temía que te hubiera pasado algo después de lo de anoche.

Issei tuvo que desviar la mirada unos breves segundos, levemente sonrojado. Las palabras y forma de hablar de Rías Gremory eran como un ataque directo en su debilidad por cierto tipo de mujeres. Buscando distraerse, saludó al resto de los presentes:

—Yuuto-san, Toujou-san, Himejima-senpai. —Saludó a cada uno con un asentimiento o mini reverencia, ganando tiempo para recomponerse y volver a dirigirse a Rías—. Es bueno ver que están bien.

El grupo devolvió el saludo gentilmente, dándole más tiempo a Issei para calcular su siguiente jugada. Había enviado a Asia y Le Fay a casa juntas, la segunda con la misión de proteger a la primera. Dada la cantidad de gente retirándose ante la cancelación de actividades académicas y de clubes durante la tarde, dudaba que alguien les intentara hacer algo. Además, había revisado que no le hubieran hecho nada a Asia durante el día. Si bien confiaba en las herederas demoniacas locales, no podía decir lo mismo del resto de criaturas sobrenaturales que actualmente residían en Kuoh.

—Gremory-senpai, creo que tenemos pendiente una charla sobre lo que ocurre en Kuoh. Tengo entendido que el... marqués Hayes habló con usted sobre lo que ocurre, pero aun así preferiría aclarar por mi parte lo que sabe.

—Así es. —Rías extendió una mano hacia uno de los sillones que rodeaban la mesa de centro, su rostro mostrando una siempre gentil sonrisa—. Por favor, toma asiento. Akeno preparará té inmediatamente.

—Gracias. —Issei caminó tranquilamente al sofá, tomando el lado más cercano a Rías. Esta, sin embargo, abandonó su escritorio y se trasladó al sofá enfrente suyo, nivelando en algo el campo de juego. Parpadeó sorprendido ante lo poco común de la acción, acostumbrado a las personas que imponían su poder de cualquier forma posible, y decidió probar suerte con un comentario inocente—: Aunque no es primera vez que los veo, ¿son todos tus muebles de estilo occidental, Gremory-senpai?

—La mayoría sí, aunque no es muy de mi agrado —explicó, encogiéndose muy brevemente de hombros. Issei desvió la mirada para no notar cómo se movía su pecho con el movimiento. ¿Qué acaso los demonios soltaban feromonas o algo así? Había jurado dejar atrás sus tendencias pervertidas tras aquel incidente en Suiza—. Mi gusto yace más en la mobiliaria oriental, pero este salón fue decorado por mi hermano, que, comprenderás, tiene otros gustos.

—Entiendo. Aun así, tiene buen ojo. Es un lugar muy agradable a la vista, aunque un poco apagado en iluminación.

—Ara, eso lo hace perfecto para nosotros los vampiros, ¿no es así?

—Supong- espera, ¿no eran demonios?

Fufufu, exacto.

Akeno Himejima interrumpió la conversación para dejar una taza con té humeante frente a cada uno, dándole un segundo a Issei para recuperarse. El momento de silencio que se instaló era la oportunidad perfecta para relajar sus músculos, calmar su mente y cambiar el tema.

Pero la pelirroja se le adelantó.

—Hyoudou-san, no sé qué tanto sepas de lo que ocurre en Kuoh, pero hay mucho que me gustaría preguntarte ahora mismo —inició, cruzando los brazos bajo su pecho. Issei nuevamente desvió la mirada, esta vez hallando el rostro divertido de Himejima, quién parecía estar disfrutando de su reacción otra vez. Ligeramente molesto, desvió la mirada hacia su té—. Hace unos meses te presentaste ante mí y Sona como un mago independiente. Sin embargo, ahora sé que eres cualquier cosa excepto un mago independiente, ¿no es así?

Ufufu. Mago, usuario de [Sacred Gear], miembro de una de las mayores organizaciones sobrenaturales humanas, agente encubierto... tienes muchas facetas, ¿no lo crees Hyoudou-san~? —El tono de Himejima envío un escalofrío por su columna, y no del tipo desagradable—. Podrías añadir encargado de seguridad a la lista ahora, ¿no es así?

—Akeno. —La [Reina] de Rías Gremory asintió y dio un paso atrás, cediéndole el espacio a su ama—. Pero es verdad que mi nobleza y yo estamos intrigados respecto a lo que te rodea, Hyoudou-san. ¿Crees que puedas explicarnos qué es lo que está pasando?

¿Qué sucedía en ese momento? Se preparaban para una conferencia entre tres facciones sobrenaturales en guerra desde hace milenios. No, Rías Gremory probablemente preguntaba sobre todo lo que había indicado Himejima: los roles con los que había actuado en Kuoh hasta ahora. Estaría bien, se había auto-aplicado un hechizo de protección contra manipulación mental antes de venir. No era el más poderoso ni él el mago más hábil, pero sería suficiente para ganar tiempo si es que notaba que intentaban influenciarlo.

—¿Qué quieren saber? Siempre y cuando no esté prohibido, estoy abierto a lo que quieran.

No, espera, eso sonó mal-

La risa de Himejima tampoco ayudaba.

—Qué bueno que nos entendamos.

Le pareció por un momento ver una obra de arte. ¿Una pintura? No, la sonrisa de su senpai, Rias. Demonios, esperaba estar bajo la influencia de algún hechizo. ¿Cómo iba a haber sobrevivido a Chechenia solo para ruborizarse como un escolar ante la chica que le gusta?

Espera, él era un escolar. Y no iba a negar que Rías era atractiva. Demonios, se estaba saboteando solo.

—E-entonces, ¿hay alguna cosa en específico que quieran saber? Creo que el marqués Hayes les podría decir todo lo formal, así que no sé qué utilidad tendría alguien como yo...

—No te menosprecios, Hyoudou-san. Si bien es cierto que el marqués Hayes está a cargo de nuestra seguridad, el solo puede saber hasta cierto punto. No es como si vigilara cada cosa que ocurre en la ciudad, ¿verdad?

"¿De verdad crees que no he vigilado lo que ocurre en esta ciudad desde que llegué?"

Tragó saliva. Si Rias lo notó, no dijo nada. ¿Había dado en el clavo sin saberlo, o era un comentario sobre lo absurdo que era el estamento? ¿Y si lo estaba probando?

"Para suerte tuya, los demonios locales parecen buena gente. Solo preocúpate de que no te seduzcan o laven el cerebro y estarás bien."

Las palabras de Jack resonaron en su cabeza. Tomó una bocanada de aire. Estaría bien. Siempre podía huir si la cosa pasaba a peor.

—Quizás no todo, pero... —Rías inclinó ligeramente su cabeza hacia él, una señal de que lo escuchaba atentamente—. Pero el marqués Hayes sí tiene una gran red de vigilancia sobre Kuoh. La he visto, y es gigante. Seguramente respete su privacidad, pero dudo que algo ocurra en las calles y él no se entere.

—Eh... —Para su crédito, Rias apenas reaccionó a la información—. ¿Entonces tiene semejante red? Realmente es un marqués que ganó su título por mérito.

—Diría que es la más extensa en la ciudad fuera de la red conjunta humana. Quizá esté al mismo nivel.

—¿No lo sabes?

—No puedo confirmar esa información.

Tampoco la sabía, la verdad. Jack y James se encargaban de eso, y si bien le daban datos, cosas como el tamaño y alcance de la red local eran secretos entre ellos dos. Él tenía su propia red paralela, de mucho menor alcance y centrada en la Academia Kuoh.

Sin embargo, estaba echando a andar la conversación. Eso era bueno. Además, si bien no eran cercanos, tampoco es que él y Rías fueran desconocidos. Ella le había confiado el asunto de su matrimonio forzado unos meses atrás, él bien podía devolverle el favor ahora.

—¿En serio? Qué lástima...

—Aun así, Gremory-senpai, como dije, estoy dispuesto a resolver cualquier duda que tenga y no tenga prohibido comentar.

—En ese caso, no te importará hablarme sobre lo de ayer, ¿verdad? —Rías inclinó su postura ligeramente, una señal de que le prestaba atención y le cedía la palabra—. No esperaba ser invocada detrás de una tienda por mi lindo kouhai mientras era perseguido por un asesino.

Si Issei tuviera que apostar contra la posibilidad de que se ruborizara, estaba seguro de que perdería. No era todos los días que una hermosa mujer lo trataba de su "lindo kouhai".

Espera, se estaba distrayendo.

—S-seguro, no hay problema... —Aprovechó un sorbo a la taza de té para reordenar sus ideas. ¿Cómo empezar a explicar todo el asunto?

—Para comenzar... —Se le adelantó Rías, cruzando una pierna sobre la otra—. ¿Por qué no nos cuentas sobre los combates de ayer?

Hizo memoria. Había encuentros rutinarios entre la guardia de la Organización y seres sobrenaturales que querían colarse en la ciudad, pero lo más probable es que el marqués le informara de aquello. No, si hablaba de combates, seguramente se refería a...

—Un grupo de magos atravesó el perímetro durante la tarde y fueron interceptados por una patrulla de Hexennacht. El grupo fue neutralizado al poco tiempo. —Se sintió un poco mal por el lenguaje usado. Si bien ahora sabía que a Le Fay se la consideraba una genio, en ese momento de verdad se veía cómo que fueran a morir. Fue bueno que interviniera cuando lo hizo—. Eran tres magos independientes. El asunto ya está solucionado.

—Hm. —Rías asintió, apareciendo un papel con un círculo mágico y revisándolo de una ojeada. Luego se lo entregó a Himejima, esperando pacientemente detrás de ella, que repitió la acción—. Coincide con lo que me informó el marqués.

—Perdón, Gremory-senpai, ¿pero tenía la idea de que ibas a confiar en mí?

Habló con una ligera sorna, haciendo obvio el que no tomaba ofensa en la acción. Rías respondió ensanchando ligeramente su sonrisa.

—El marqués Hayes informó que nos enviaría dos informes diarios sobre eventos de importancia en la ciudad. Tenía que corroborar con algo que ya supiéramos.

—Aunque el informe menciona el incidente de esos magos —habló a su vez Akeno, devolviéndole el papel a Rías, que lo hizo desaparecer—. Ya nos diste más información con tu pequeño resumen que en todo el informe del marqués.

Resistió el impulso de entrecerrar los ojos. Tal parecía que el marqués les informaba de lo mínimo. ¿Falta de tiempo? ¿De interés? ¿O quizás órdenes de los Satanes correspondientes?

—Ya veo. —Decidió simplemente reconocer la diferencia y volver a su té. Le permitía ganar tiempo—. Pero eso es todo, en realidad. Puedo ver por qué el marqués no les dijo más.

Súbitamente, el rostro de Rías se volvió serio, aunque nunca dejó de mostrar interés en sus palabras.

—¿Y qué hay del intento de asesinato hacia ti ayer?

El ánimo de la sala se ensombreció de golpe. Himejima ya no sonreía, Toujou dejó de comer dulces, y Kiba se tensó en su puesto. La memoria del evento también lo hizo alarmarse, aunque afortunadamente no a un nivel alto.

—...claro. ¿Supongo que el marqués mencionó algo al respecto?

—Solo que miembros de la Organización fueron atacados en la calle ayer. Sabemos que fuiste tú por lo que hablamos ayer, pero...

—¿Pero?

—...no menciona nada del ataque nocturno. Raro, ¿no crees?

No era sorpresa para Issei, o al menos no una que valiera la pena sorprenderse. El marqués era consciente de que era un ataque de bandera falsa hecho para despistar a las herederas, y apostaba a que la patrulla de Hexennacht que revisó el área no encontró nada más que un basurero quemado. No había nada de valor que reportar tampoco.

—Seguramente no lo consideró de importancia. Fue apenas un pequeño encuentro que, además, ustedes vivieron. No hay necesidad de reportarlo.

Casi no notó la ceja de Rías temblar.

—Cómo se atreve a no reportar un ataque a mi kouhai...

—Etto... ¿Gremory-senpai?

La pelirroja suspiró.

—No es nada, disculpa ese descuido inapropiado.

—N-no, no hay problema. Me alegra que te preocupe mi seguridad...

¿Eran esas miradas cómplices del resto de la gente del club? Oh no...

—Presidenta, si me disculpa, voy a realizar una ronda alrededor de la escuela para ver que todo esté en orden. ¿Me acompañarías, Koneko-chan?

La pequeña peliblanca asintió, engullendo lo que le quedaba de dulces para ponerse de pie e ir junto al chico rubio, asintiendo como despedida.

—Yo iré a comunicarme con Sona, Rías. Nos vemos luego. Fufufu~

—Nos vemos luego, presidenta.

—H-hey, Akeno, Yuuto, Koneko...

—Ah... es muy tarde, se han ido.

—Mou, esos tres...

Issei rio nerviosamente, rascándose la parte posterior de la cabeza. Ver a Rías avergonzada ante el pobremente disimulado intento de su nobleza de dejarlos a los dos a solas era tan divertido como vergonzoso.

Pero tenía una ventaja. Si bien era probable que Rías les contara todo después, al menos así tenía la excusa de que fue ella quien le dijo a demasiada gente. Cuanto era "demasiada gente" dependía, por supuesto, de quién preguntara.

Espero no tener que estar en problemas por eso.

—En fin, lo lamento por eso, Hyoudou-kun.

—No hay problema, senpai. —Se reacomodó en su asiento—. Volvamos al tema.

—De acuerdo.

—Sobre el intento de asesinado... sospecho que fue para atacar a una de las personas que estaba escoltando, en realidad, pero no puedo confirmar eso porque no hemos atrapado ninguna pista sobre el asesino. Me protegió una patrulla de Grauzauberer que estaba en la zona, pero no lograron atrapar al asesino, que logró huir.

—¿Y anoche? ¿Lograste escapar a tiempo?

Sonrió. Rías de verdad se preocupaba demasiado, y eso que fue ella quien enfrentó al "asesino" que atentó contra él.

—Sí, me encontré con una patrulla de Hexennacht que me ayudó a volver a mi hogar.

—¿Y estabas bien ahí? ¿No intentó atacarte?

—Gremory-senpai, sabes tan bien como yo lo protegida que está esa casa. —Intentó no mostrarse hostil: si Rías sabía lo protegida que estaba, era porque había intentado interferir con magia. El panfleto en la ventana era prueba de eso—. Incluso si lo intentara, no serviría de mucho. Dudo sea tan estúpido.

"Además, fue el "asesino" el que nos llevó de vuelta," pensó para sí mismo. Jack jugó su parte quizás demasiado bien.

—Es un alivio saberlo. —Rías soltó una respiración larga, tomando un largo sorbo de su propio té—. Le pediré al marqués Hayes que haga una investigación al respecto.

—No creo que sea necesario, senpai. Considerando todo, lo del asesino fue una eventualidad que dudo vuelva a ocurrir. Lo más probable es que se oculte hasta poder atacar a su objetivo de nuevo, que es muy probable que no sea yo.

—Insisto. Incluso si no eres el objetivo, es un asesino suelto que no podemos dejar campar a sus anchas. Si el marqués Hayes tiene una red tan amplia de inteligencia, seguro puede hallar información de él.

Issei esperó que Hayes no vendiera a Jack. No pensaba que fuera el caso, pero se hizo la nota mental de avisarle al capitán más tarde.

—Agradezco la preocupación, senpai.

—Sin embargo, esto me deja con otra duda.

—¿Sí?

—Tenemos un asesino suelto que abiertamente ataca a miembros de tu organización, a demonios, miembros de cábalas mágicas... ¿y nadie hace nada?

—¿Hm? ¿Qué quieres decir?

—Digo, ¿no te parece raro? —Rías llevó ambas manos sobre la mesa, quizás un poco agresivamente, llevando al té saltar dentro de sus tazas—. ¿Qué clase de grupo encargado de seguridad deja ir a un asesino por las calles y ni siquiera se preocupa de investigarlo? ¡Es demasiado raro!

Lo era, la verdad. Pero ¿qué iban a hacer? El "asesino" era uno de los jefes, y ni siquiera quería matarlos en primer lugar (o al menos esa era su teoría. Jack nunca confirmó que él fuera el culpable después de todo).

—Es un asunto de prioridades —explicó, intentando sonar lo más calmado posible cuando decía lo primero que se le venía a la cabeza—. Hay cosas mucho más importantes a las que dirigir recursos. La Organización, al menos, está centrada en defender el borde de la ciudad, donde han ocurrido escaramuzas que seguramente reportó el marqués en su informe. Esta labor, dentro de la ciudad, recae en las cábalas mágicas que patrullan Kuoh, pero eso ya escapa de lo que yo sé.

Rías no dijo nada por unos momentos. Le tomó esos momentos a Issei darse cuenta de que la pelirroja heredera demoniaca estaba enfurruñada y suprimiendo un puchero, una escena que se le volvió demasiado adorable apenas la procesó.

"Siento que me dará un infarto..."

—¿Quién está a cargo de la seguridad dentro de Kuoh?

—¿Ah?

—Que quién está a cargo aquí dentro. Si no es tu Organización, debo demandar información de alguien más.

Parpadeó dos veces. Tres, en realidad. Estaba tan ensoñado con la imagen casi perfecta de su senpai que le tomó unos segundos volver a la realidad.

—A-ah, claro, claro. A ver... —Tuvo que hacer un poco de memoria. La verdad, no había prestado mucha atención a las disposiciones internas más allá de aprenderse el santo y seña—. Si bien no me sé bien el orden, hay tres anillos de seguridad en Kuoh además de la Organización: Grauzauberer, Hexennacht y Rosenkreuzer. De lo que me han dicho, sin embargo, los tres están cubriendo toda la ciudad hasta el momento de la reunión.

—¿Y cómo lo hacen para coordinarse?

—Hay un centro de mando conjunto. No sé si puedo divulgar esa información, pero el marqués Hayes podría darle la dirección y una autorización para entrar si lo necesita. Están muy paranoicos con la entrada al recinto, dada su importancia.

Rías infló su pecho orgullosamente. Cruzó luego los brazos debajo de dicho pecho, para el gusto de Issei. No, definitivamente no estaba mirando.

—Estaré bien. Después de todo, soy una de las dos encargadas de esta ciudad.

Issei estaba tan embobado en sus pechos que apenas proceso la frase, algo que le hubiera ganado una reprimenda de cualquiera de sus superiores inmediatamente. Afortunadamente, logró recomponerse para la siguiente frase:

—¿Y bien? ¿Algo más?

—¿Ah? Etto... —Revisó la hora, una maniobra para disimular dónde estaban mirando sus ojos—. No, no lo creo, senpai. Si me disculpa, ya va siendo hora de que vuelva a mi trabajo. Tengo que hacer hoy.

—Sí, no hay problema. Yo también tengo cosas que hacer en lo que resta del día.

Acabó su té de un trago, poniéndose de pie y dando una corta reverencia.

—Nos vemos pronto, senpai. Gracias por el té. Felicite a Himejima-senpai de mi parte.

—Oh, no es nada. Siéntete libre de venir cuando quieras. Puede que no seas un miembro, pero el club de ocultismo siempre tiene sus puertas abiertas para sus amigos.

—Lo tendré en cuenta. Con su permiso...

Abandonó la escuela con la cabeza en alto, orgulloso de lo bien que había resultado todo. Contra todo auto pronóstico, había logrado llevarse bien con su senpai, una ofrenda de paz y amistad ante los meses de medias verdades y actuar a sus espaldas. Todavía tenía que ocultar cosas, era verdad, pero esperaba que pronto no fueran más que cosas irrelevantes a su vida diaria.

Sin embargo, su ánimo despreocupado, alimentado por la imagen de Rías en su mente, no duró mucho: pronto recibió un mensaje de Asia, cuyo contenido le hizo detenerse. Giró sobre sus pies y se encaminó al centro. Aquellas cosas que tenía que ocultarle a Rías y a todos los demás habían hablado.

Hora de volver a trabajar.

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XXXXXXXXXX

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Zona oriente, Kuoh

—Las delegaciones llegarán en una media hora más, así que tenemos el tiempo justo. Regístrense con los hombres que ya están ahí, únanse a la red de comunicación, revisen el perímetro y vayan a su posición designada. Los quiero a todos listos en el cuarto anillo en 15 minutos. ¿Entendido?

¡Sí, señor!

James nunca dejó de caminar camino a la Academia Kuoh en todo el tiempo que dio instrucciones por radio. Dejó el dispositivo en su cinturón y echó una mirada atrás: el trío de Issei, Le Fay y Asia era seguido por un equipo de ocho miembros de la Organización en su uniforme negro, no disimilares a una empresa de seguridad privada. La similitud con la vez que lideró un grupo a la residencia de Albrecht, Irina y Xenovia no se perdió para Issei, especialmente porque nuevamente era el guía del grupo (pese a no ser el que mandaba).

—Issei —lo llamó, indicándole que se acercara con un gesto. El único japonés del grupo acortó la distancia de un par de zancadas, quedando a unos centímetros de su jefe, que le habló en voz baja—. Tomaré el equipo de Agentes y me uniré al cuarto anillo, el nuestro. ¿Recuerdas su ubicación?

—Tres calles alrededor de la academia, ¿no?

—Correcto. —Se detuvieron para dejar pasar a unos peatones. La pareja de adultos mayores les agradeció con un reservado asentimiento de cabeza, el que contestaron similarmente antes de continuar con su camino—. Estaré con las manos llenas con eso. Quiero que tu grupo vaya adentro, se reúna con quien sea que esté en la academia, y me reporten cualquier cosa de importancia.

—¿Cómo qué? ¿Quién ha llegado? ¿Las defensas?

—Y también quién está de guardia. No quiero ir tan lejos como para decir que tenemos traidores, pero convengamos que los de la "la Octava" no han sido precisamente amigables con nosotros.

Asintió, no sin una ligera duda. Ojeó el camino: no les faltaba mucho para llegar a la academia. Si mal no recordaba, ahora deberían estar pasando por el tercer anillo, el de Rosenkreuzer. Le pareció ver varios miembros de dicha cábala mágica en las sombras, observándolos, pero nunca pudo estar seguro de si estaba viéndolos a ellos o a transeúntes. Mejor no pensar en ello.

En cosa de minutos habían arribado a la academia. Un par de miembros de la Organización, vestidos de policías, vigilaban la entrada principal al campus. James intercambió unas palabras con ellos antes de apuntar a lo lejos.

—Issei, te encargo lo de antes. El resto, conmigo, a la zona norte.

—Hasta luego, James.

—Nos vemos.

La interacción con los guardias fue casi calcada a la que tuvieran esa mañana con los del piso franco: brazo extendido cortando el paso, identificación de Issei (y de Asia, que también era miembro de la Organización), indagación de quién era Le Fay y explicación de la custodia, y finalmente un paso al costado para permitirles entrar. Apenas cruzaron la reja los guardias volvieron a su posición, e Issei llamó a ambas rubias a acercarse a él en lo que penetraban en las entrañas de la escuela.

No les costó a Issei y Le Fay detectar la vigilancia sobre ellos: desconocidos observaban desde el exterior, ocultos en las casas alrededor del campus o en edificios a la distancia, y desde el interior, ojos invisibles estaban atentos a cualquier movimiento que hicieran. Asia, menos alarmada por esto (o quizás sencillamente no lo detectaba), mantenía un paso relajado frente al nervioso de sus dos acompañantes.

—...que raro.

—¿Qué cosa?

La respuesta de Issei salió disparada casi tan rápido como Le Fay hizo su comentario. La inglesa hizo un esfuerzo de controlar su nerviosismo, modulando mejor y bajando la velocidad de sus palabras.

—No hemos visto a nadie. Me esperaría más seguridad, incluso si es una reunión secreta.

—Los anillos de seguridad no alcanzan la academia... por eso James se quedó afuera.

—¿Y los que están adentro?

—¿Los ves?

—Los siento. Hay algo de energía mágica dentro, pero no puedo relacionarla a ninguna sobrenatural, así que debe ser humana. No puedo decir más desde aquí sin mi varita.

—Lo veremos dentro, entonces.

No iba a devolverle sus cosas hasta que fuera el momento. Quizás no fuera a hacerlo. Tampoco dependía de él.

Atravesaron la entrada más lento de lo deseado: Le Fay tuvo casi que arrastrar a ambos estudiantes del lugar, ante su parada automática a cambiarse los zapatos. Una breve disculpa más tarde, justificándose en la costumbre de hacerlo todos los días, el trío subió las escaleras hasta el tercer piso, dirigiéndose al ala norte. Allí se ubicaban la mayoría de las oficinas administrativas, y donde le habían dicho que sería la reunión.

Si había alguien de la Organización en el edificio (y que debiera estar en el edificio, que era lo más importante), estaría allí. Fue era confianza la que lo hizo entrar al área del recibidor a la sala de conferencias sin golpear la puerta o anunciarse antes.

Cosa que terminó con una veintena de rifles apuntando hacia él, congelándolo en su lugar al momento. Asia parpadeó, sorprendida e inmóvil por lo demás, y Le Fay intentó alcanzar una varita que no tenía, atrapada ante una muralla de bayonetas que ahora se habían enfocado en ella.

"Mierda-"

—Alto.

Afortunadamente, tan pronto como empezó, la situación se relajó ante la mano alzada del comandante de esos soldados.

—Tranquilos, son de los nuestros.

Ahora que por fin lo observaba bien, Issei casi se da un golpe ahí mismo por no reconocerlo (aunque fuera su culpa por entrar sin avisar).

—Capitán von Roestel.

—Hyoudou. Siempre con sorpresas, ¿verdad?

Resopló, pero no negó el estamento. Parecía más bien que las sorpresas le pasaban a él.

—¿Qué hace aquí? Pensé que no permitían tropas de la Organización dentro de la escuela.

—Correcto, si eres parte de la fuerza de seguridad. Nosotros... —Abarcó al grupo con un gesto del brazo, terminando consigo mismo— ...somos la escolta de nuestro representante.

Le Fay examinó detenidamente al grupo, ahora que no tenía presión sobre ella. Reparó entonces en un pequeño pero importante detalle: los uniformes. Todos los presentes, desde los soldados comunes hasta el oficial, llevaban un uniforme que claramente pertenecía a una oficina más que a un campo de batalla. Chaqueta gris oscuro de cinco botones y cuatro bolsillos, con pantalones igualmente del mismo color. La camisa era blanca y la corbata roja. El cuello de la chaqueta llevaba parches de colores no opacos, mientras que las hombreras tenían detalles en hilo de bronce o plata. Finalmente, la mayoría llevaba lo que parecían ser listones de medallas en la chaqueta, algo que nadie haría si fuera a ir al combate.

Revisó nuevamente las botas; llegaban hasta la rodilla, tenían suelas duras y estaban perfectamente lustradas. Definitivamente no esperaban ver combate.

—¿Quién es el representante? —Escuchó preguntar a Issei, que se había acercado al oficial. Alcanzó a dar un paso antes de ser detenido por los fusiles de los soldados, que los bajaron ante otro gesto de su superior.

—Algún pez gordo del Departamento de Diplomacia. Está adentro, en la sala.

—Entiendo...

El capitán chasqueó los dedos, atrayendo la atención de los presentes.

—Tenemos que revisarlos ahora. Protocolo, nada más. ¿Algún problema con eso?

—Ninguno. Es su trabajo. —Issei las miró a ambas, un deje de preocupación en el rostro—. Preferiría que una mujer las revisara a ellas...

—No hay problema. Sargento, traiga al equipo de francotiradoras. Deje a un par de hombres vigilando hasta que terminen.

—¡Sí, señor!

El sargento desapareció en la sala vecina con un par de soldados y reapareció pronto con dos chicas en el mismo uniforme, cambiando el pantalón por faldas de pliegues y medias negras. Fuera de eso, era el mismo uniforme. El capitán la señaló a ella y a Asia ausentemente.

—Sargento Laude, usted y su compañera revisen que las acompañantes de Hyoudou no traigan nada peligroso. Sargento Hermann, haga lo mismo con Hyoudou.

—Sí, señor —replicaron los tres, pronto pasando manos a la obra. Le Fay se encontró en cuestión de segundos extendiendo sus brazos a los costados, con una chica que no podía ser mucho mayor que ella palpándola arriba abajo en busca de... bueno, algo.

No estaba segura de cuál sería el protocolo de seguridad que tenían, pero apostaba a que buscaban cualquier cosa que pudiera ser usada como arma. El pensamiento la hizo recordar su varita y el resto de su equipo mágico, que seguramente seguían encerrados en alguna bodega de la Organización. Seguramente las hubieran quitado del piso franco, no las sintió cerca cuando revisó. ¿Dónde estarían...?

Notó otra cosa. Si bien la mayoría de los soldados volvió a lo que estuvieran haciendo antes de que ellos entraran, el capitán se quedó sospechosamente cerca de Issei, intercambiando palabras. ¿Eran de trabajo? En lo que la sargento cambiaba de un lado a otro de su cuerpo, afinó su oído para escuchar mejor.

—¿Cómo ha estado Kuoh? —preguntó el oficial, cruzado de brazos. Issei se encogió de hombros lo poco que se lo permitía la postura en que estaba.

—No puedo quejarme. Es la consecuencia de la batalla contra Kokabiel.

—¿Alguna novedad?

—Ninguna de importancia para ti, creo.

—¿Y algo más trivial?

El silencio los poseyó unos segundos, interrumpido solo por el ruido del sargento que revisaba al japonés. Issei envió una mirada extrañada a su interlocutor antes de abrir notoriamente sus ojos, inhalar brevemente y tensarse tenuemente. Pese a que Le Fay notó todo eso, no tuvo tiempo de preguntar nada.

—Pues, etto... bueno, ya sabes como son las cosas. Di un paseo por los alrededores hace unos días, aunque tuve que volver ayer para terminar el recorrido. Kuoh es más grande de lo que aparenta, pero quería terminar esa ruta. Si lo posponía seguro que nunca lo haría.

—¿Viste algo interesante?

—Algo por aquí y allá, principalmente fauna local.

Había algo más, Le Fay estaba segura. Issei no hablaba así normalmente. Pero no entendía qué podía ser. ¿Y si era por la tensión del oficial? Había acompañado a Issei durante gran parte de las últimas 24 horas, pero era la primera vez que veía a este capitán. Parecía conocer de antemano a Issei, pero no se veían familiares. Estaban tratando de comunicar algo, pero sonaba algo forzado. ¿Y si estaban hablando en código?

Pero no tenía sentido. La situación en Kuoh era altamente volátil y dinámica, por muchos planes no habrían tenido tiempo de coordinar una clave para todas las eventualidades, especialmente por factores disruptivos como lo había sido ella. No se suponía que ella estuviera ahí en primer lugar, ¿verdad?

Sus ojos se abrieron en sorpresa. Claro, Issei había desaparecido un rato esa mañana. ¿Y si se había comunicado entonces con el oficial? Pero no parecían haber hablado antes. ¿Era un acto? No, el diálogo era raro pero el lenguaje corporal no mentía. Issei estaba tenso y había sido tomado totalmente por sorpresa antes. Entonces, ¿cómo...?

Pero, desconocido para la maga inglesa, sucedía que sí tenía razón en algo: ambos miembros de la Organización estaban hablando en código, y su conversación siguió ininterrumpida en lo que el sargento pasaba de la chaqueta al pantalón del castaño.

—Un par de cosas (varios incidentes). Los insectos (espías) en especial fueron una molestia (intentaron infiltrarse). Por suerte tenía algo de repelente (tropas) a mano de una tienda a las afueras (perímetro).

—¿Es bueno ese repelente (eran tropas de la Organización)?

—Sí, mantuvieron alejadas a las plagas (los mantuvieron lejos), aunque los animales salvajes (sobrenaturales hostiles) no se veían afectados (atacaron el perímetro).

—¿Te pasó algo (el perímetro está bien)?

—No, estaba cerca de la ciudad y logré ahuyentarlos (ataques rechazados).

—Qué bueno. Está limpio. —Eso último iba al resto de los soldados, indicándoles que el sargento Hermann había terminado de revisarlo. Von Roestel dio un paso atrás—. ¿No has ido de pesca? Escuché que en Kuoh se puede practicar aún (¿alguna noticia más?)

—Etto... un poco. Fui río bajo (fui al sector sur) hace unos días buscando un buen lugar, pues río arriba está todo ocupado, no hablemos del ajetreo del centro (mucho movimiento).

—¿Hubo suerte (algo que reportar)?

—Hay un buen sitio sin mucho ruido (base establecida en silencio), aunque por el terreno cuesta un poco llegar (oculta): el lugar no está pavimentado (subterránea).

—¿Pero es usable (la base está bien)?

—Sí, empecé unos arreglos con amigos (tropas amigas). Por suerte no había que hacer mucho y ya está usable (modificaciones mínimas, base operacional).

—Entiendo.

Las soldados terminaron de revisar a Le Fay y Asia, la primera atenta a la conversación mientras que la segunda parecía confundida respecto al rumbo que esta tomaba. Issei le envió una mirada de disculpa a la italiana mientras la inglesa, ante el avance de la conversación y mayor familiaridad en el trato entre ambos comandantes, dudaba de su teoría. ¿Y si de verdad solo hablaban de Kuoh? Issei aprovechó de tomar la batuta de la conversación.

—¿Y qué hay de ti (novedades de tu lado)? Entiendo que en tu trabajo no hay tanto tiempo libre, pero...

—No pude hacer mucho en Europa, pero sí revisé Kuoh durante la mañana (revisé lo que tenemos). Noté varios Chevrolet (cazas) por las afueras (línea de fase Charlie).

—¿No viste algún Hyundai (ninguno en línea de fase Hotel)?

—No. Tampoco vi Fiats (línea de fase Foxtrot) ni Lexus (línea de fase Lima), para mi desgracia.

—Ya veo... aunque, bueno, no puedo decir que sea fanático de los Lexus (que bueno que no hay aviones en línea de fase Lima).

—Habla por ti, Hyoudou. Son bueno autos. —Von Roestel revisó su reloj, chasqueando la lengua—. Nos estamos demorando. En la sala de la izquierda está mi puesto de mando, puedes usarlo para revisar todo en lo que se desarrolla la reunión.

—¿No estarás ahí?

—Soy el comandante de la escolta, tengo que acompañar a los jefes. La teniente Wagner estará dentro liderando a los que queden fuera, te ayudará si necesitas algo. Los invitados deberían llegar en los próximos... doce minutos.

—Entiendo... nos vemos luego, supongo. Tengo que reportarle al comandante Ramírez de nuestras fuerzas dentro.

—Hazlo, sé el tipo de trabajo que es ExtSec.

—Nos vemos luego, capitán.

—Dios mediante, sí. Nos vemos, Hyoudou.

Issei se acercó a sus dos acompañantes y las guio a la sala descrita en lo que von Roestel se dirigía a sus hombres. Formaron una doble hilera que dirigía desde la puerta del recibidor hasta la entrada a la sala de conferencias, aunque aún sin formarse rígidamente. El capitán e Issei intercambiaron un último asentimiento antes de que el japonés las empujara dentro de la sala, cerrando la puerta tras él.

—¿Qué haremos ahora, Issei? —Le Fay escuchó preguntar a Asia. Honestamente, tenía la misma pregunta.

—Ahora... —Issei ojeó el lugar. Si la oficial dentro lo reconoció, no hizo un gesto que lo evidenciara. No sin cierta duda, el japonés se acercó al mapa—. Por ahora, esperemos. Con algo de suerte, no ocurrirá nada.

La idea de esperar lo que fácilmente podría extenderse durante horas no era algo atrayente. Le Fay casi pateó el suelo ahí mismo, por muy infantil que fuera. Había sido enviada a espiar la reunión secreta entre los líderes de las facciones: estaba tan cerca, literalmente en la sala vecina... pero tan lejos, rodeada de gente que no tendría reparos en asesinarla si hacía la más ligera acción que les disgustase.

Detrás suyo, Issei y Asia se inclinaban sobre el mapa de la ciudad junto a la teniente, el primero tomando su radio y reportándose a su superior con cierta muestra de nerviosismo. Resignada, tomó una silla y tomó asiento junto a la ventana, limitándose a observar cómo las disimuladas comitivas arribaban a la academia para discutir el futuro de sus razas en una instalación cuyo dueño original seguramente jamás pensó que se usaría para algo de tal trascendencia en la historia sobrenatural.

Con eso al menos se podía entretener.

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N/A: Dios sabrá cuando empecé este capítulo (me da flojera revisar), pero al menos está terminado. Lo que sea.

En fin, eso es todo lo que se me ocurre ahora. Nos leemos, supongo,
RedSS.

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