Dos

Espero les guste...

°

Esto era una pesadilla. Absolutamente, la peor clase de pesadilla.

Estaba mal. Debía estarlo.

Issei salió, dejó el museo inmediatamente, todo el tiempo debatiendo cuál sería su próximo paso. En el techo del edificio hizo una pausa. Necesitaba llevar el tapiz al Kuoh de mil años antes. Lo había jurado. Había destruido el futuro de Asia y ahora el destino de su hermano estaba en sus manos.

Pero la marca...

No podía dejar a su compañera aquí mientras iba a casa. Tampoco podía quedarse en este periodo del tiempo en donde el peligro de ser golpeado inadvertidamente por alguna carga eléctrica era muy alto, ese era su talón de Aquiles.

Porque él dependía de los impulsos eléctricos para cambiar de formas, cualquier clase de choque eléctrico podía transformarlo involuntariamente. Era por eso por lo que los de su especie evitaban el tiempo después de Benjamín Franklin, el llamado Satán de su gente.

Pero las leyes Arcadias le obligaban a proteger a su compañera.

A cualquier costo.

Centurias de guerra habían dejado a los Slayer de la rama de los Arcadios prácticamente extinguidos. Y ya que Issei persiguió y ejecutó al maligno animal Crom Cruach, ellos se dedicarían a rastrear y asesinar a su compañera, ya que ellos ya sabrían de la existencia de Ross.

Ella estaría muerta y sería toda su culpa.

Si ella muriese, el nunca podría formar otra pareja.

"Pareja, sangriento infierno" murmuró. Levantó la vista a la brillante luna llena. "Demonios, Destino. ¿Qué estabas pensando?."

Emparejar un humano con un Arcadio era cruel. Solo pasaba muy raramente, tan raramente que él nunca consideró la posibilidad. ¿Entonces por qué tenía que pasar ahora?

Déjala.

Debería. Pero si lo hacía, dejaría atrás su única posibilidad para formar una familia. Diferente al hombre humano él solo tenía una sola oportunidad en esto. Si fallaba al reclamar a Ross, se pasaría el resto de su vida, excepcionalmente larga, solo.

Completamente solo.

Ninguna otra mujer le gustaría.

Estaría condenado al celibato.

¡Oh demonios!, al maldito infierno con eso.

No había elección. Al final de tres semanas, la marca en la mano de ella desaparecería y ella olvidaría que él alguna vez existió. La marca en su mano Arcadia sería eterna. Y él llevaría luto por ella el resto de su vida. Aun si él regresaba después por ella, sería demasiado tarde. Una vez que la marca desapareciera, sus posibilidades se habrían acabado.

Era ahora o nunca.

Sin mencionar el pequeño detalle que durante las tres semanas que ella estuviera marcada por su signo, Ross seria un imán para el Demon-slayer quien lo quería a él muerto.

Por siglos, él y el animal Katagaria habían jugado mortalmente al gato y al ratón. Rutinariamente el Katagaria enviaba sondeos mentales para él, así como él lo hacía con ellos. Su sonar psíquico fácilmente registraría su marca en el cuerpo de la chica, permitiéndoles ubicarla.

Y si alguno de ellos encontraba a su compañera sola, sin un protector...

El se sobresaltó ante la imagen en su mente.

No, él tenía que protegerla. Aquello era todo lo que tenía que hacer.

Cerrando sus ojos, Issei se transformó en un dragón y regresó al hotel de Ross, en donde cambió de forma otra vez y entró a la habitación como un hombre.

Él estaba por quebrar nueve leyes diferentes.

Sonrió amargamente. Y qué era lo nuevo ¿Por qué se preocupaba? Su gente lo había desterrado hacia mucho tiempo. Estaba muerto para ellos. ¿Por qué debía cumplir con sus leyes?

Él no se preocupaba por ellos. No se preocupaba por nada. Por nadie.

Pero mientras miraba a Ross durmiendo bajo la luz de la luna, algo excepcional le pasó. Un sentimiento de posesividad creció a través de él. Ella era su compañera. Su única salvación.

Por cualquier retorcida razón, el Destino los había unido. Dejar a Ross ahí, desprotegida, estaba mal. Ella no tenía idea de la clase de enemigos que harían cualquier cosa para tenerlo a él, enemigos que no vacilarían en lastimarla porque era de él.

Issei se acostó a su lado y la atrajo hacia sus brazos. Ella murmuró en sueños, luego se acurrucó contra él.

Su corazón latió con fuerza ante su respiración sobre su cuello.

Miró hacia abajo y vio la palma derecha de ella, que tenía la misma marca que su mano izquierda, yaciendo recta sobre su mejilla. Él había esperado una eternidad por ella.

Después de todos esos siglos de vacía soledad, ¿Se atrevía a pensar en tener un hogar? ¿Una familia? ¿Entonces se atrevería?

"¿Ross?" susurró suavemente, tratando de despertarla. "Necesito preguntarte algo"

"¿Hmm?" susurró ella en sueños.

"No puedo trasladarte de tu tiempo a menos que tu estés de acuerdo. Necesito que vengas conmigo. ¿Lo harías?."

Ella parpadeó, abriendo los ojos y lo miró con cara adormecida.

"¿Adónde me llevarías?."

"Quiero llevarte a casa conmigo."

Ella le sonrió como un ángel, y luego suspiró.

"Seguro."

Issei tensó sus brazos a su alrededor mientras se volvía a dormir. Ella dijo sí. La alegría lo embargó. Tal vez él había cumplido con su castigo después de todo.

Tal vez, por una vez, podría tener un momento de respiro del pasado.

Sosteniéndola cerca, Issei miró por la ventana y esperó los primero rayos del amanecer para así poder impulsarlos fuera del mundo de ella hacia uno más allá de su salvaje imaginación.

Rossweisse sintió un extraño tirón en su estomago que le provocó nauseas. ¿Qué demonios?

Abrió los ojos para ver a Issei con la mirada clavada en ella. Vestía una desconcertante máscara de plumas rojas y negras que hacían que el dorado de sus ojos se destacara aun más. Le recordó la máscara del Fantasma de la Opera, ya que solo cubría la frente y el lado izquierdo de su cara en donde estaba su tatuaje.

Ella nunca había considerado sexy a las máscaras, pero en él era diferente.

Aun más atractivo que eso, vestía una armadura de cuero negro sobre una cota de malla, la armadura negra de cuero estaba cubierta de anillos de plata y botones que se acordonaban al frente. Los cordones estaban desatados, dejando una abertura seductora por donde ella podía ver su tostada piel asomando.

Ummm, hmmm.

Sonriendo, ella empezó a hablar hasta que se dio cuenta que estaba en la parte trasera de un caballo. Un gran, realmente gran caballo.

Aún más extraño, ella estaba vestida con un vestido verde oscuro de mangas anchas que flotaba alrededor de ella como la prenda de una princesa de un cuento de hadas.

"Okay" ella tomó aire, moviendo su mano por el intrincado bordado de su manga. "Esto es un sueño. Puedo hacer frente a un sueño en donde soy la bella durmiente o algo así."

"No es un sueño" dijo él quedamente.

Ross sonrió nerviosamente mientras se sentaba en su regazo y miraba alrededor. El sol estaba alto, casi como si fuera bien entrada la tarde, y ellos iban viajando por un viejo y sucio camino que corría perpendicularmente a lo que parecía ser un denso bosque prehistórico.

Algo estaba mal. Podía sentirlo en sus huesos, y por la rigidez de él y su cautelosa mirada. Él estaba escondiendo algo.

"¿Dónde estamos?."

"El dónde de esto" dijo él lentamente, evitando mirarla. "No es tan interesante como el cuándo."

"¿Perdón?."

Ella vio las emociones fluctuar en sus ojos, pero la más peculiar fue la fugaz mirada de pánico, como si estuviera nervioso de responder su pregunta.

"¿Te acuerdas anoche cuando te pregunté si podía traerte a casa conmigo y dijiste seguro?"

Rossweisse frunció su entrecejo.

"Vagamente, sí."

"Bueno, cariño, estoy en casa."

La cabeza empezó a dolerle. ¿De que estaba hablando él?.

"¿Casa? ¿Dónde?"

Él aclaró su garganta aún evitando su mirada. El hombre estaba definitivamente calculando los riesgos. ¿Pero por qué?

"Dijiste que te gustaba la investigación, verdad" le preguntó.

Su estomago se anudó aun más.

"Sí."

"Considera esto como una única aventura de investigación entonces."

"¿Qué estás tratando de decir?"

Él movió su mandíbula.

"¿No has deseado alguna vez poder viajar al Kuoh Antiguo y ver cómo eran los seres mágicos antes de que estos desaparecieran?

"Por supuesto."

"Bueno, tu deseo fue concedido." La miró y le lanzó una sonrisa no muy sincera.

Ok, el tipo no era un genio, y a menos que ella se estuviera olvidando algo muy importante de la noche pasada, ella no lo había invocado de una botella.

Ella rió nerviosamente.

"¿Qué estás diciendo?."

"Estamos en Kuoh. O mejor dicho estamos en donde algún día estará Kuoh."

Ross se quedó completamente callada. Ella sabía todo sobre el reino midgardiano medieval, y esto... esto no era posible. No, no había forma de que ella estuviera acá.

"Estas bromeando conmigo otra vez, ¿no?."

Él negó con la cabeza.

Ross frotó su frente, mientras trataba que esto tuviera sentido.

"Ok, me has dado una bebida fuerte. Genial. Cuando esté lo suficientemente sobria, puedes estar seguro que llamaré a la policía."

"Bueno, será novecientos años antes de que haya policías para llamar, alrededor de cientos de años después de que tengas un teléfono. Pero yo estoy deseando esperar si tu lo haces."

Ross cerró con fuerza sus ojos y trato de pensar a pesar del fuerte dolor de cabeza.

"Entonces ¿Me estas diciendo que no estoy soñando y que no estoy drogada?."

"Correcto en los dos casos."

"Entonces ¿Estoy en el Kuoh Antiguo?"

Él asintió.

"¿Y tú eres un matador de dragones?"

"Ah, recuerdas esa parte."

"Sí" dijo ella razonablemente, pero con cada palabra que pronunció después de eso, su voz creció a una moderada histeria. "¡Lo que no recuerdo es cómo demonios llegué aquí!" gritó, haciendo que varios pájaros salieran volando.

Issei se sobresaltó.

Ella lo miró.

"No es tan malo como suena" dijo el castaño, tratando de decidir la mejor forma de explicarle. El no la culpaba por estar enojada. De hecho ella estaba tomando todo esto mejor de lo que él había esperado. "Sé que esto es difícil para ti."

"¿Difícil para mí? Ni siquiera sé por dónde empezar. Hice algo que nunca había hecho en mi vida y luego me despierto y me dices que me has llevado al pasado, y no estoy segura si estoy demente o bajo una ilusión o que. ¿Por qué estoy aquí?."

"Yo..." Issei no sabia qué contestar con seguridad.

La verdad era bastante inadmisible. «Ross, prácticamente te rapte porque eres mi compañera y no quiero estar solo por los próximos trescientos o cuatrocientos años de mi vida».

No, definitivamente no era algo que un hombre le podía decir a una mujer en su primera cita. Él tenía que cortejarla. Rápidamente. Y ganarse su deseo de querer quedarse ahí con él.

Preferentemente antes que un dragón se comiera a uno de ellos.

"Mira, porque no piensas que esto es una gran aventura. En vez de leer la historia que enseñas, puedes vivirla por un par de semanas."

"¿Qué eres tu? ¿Disney World?" preguntó ella. "Y yo no puedo quedarme aquí por un par de semanas, tengo una vida el siglo XXI. Seré despedida de mi trabajo. Perderé mi auto y mi departamento. ¿Quién recogerá mi ropa de la lavandería?"

"Si te quedas aquí conmigo, no sería un problema. No tendrías que preocuparte nunca más de esas cosas."

Ross estaba consternada. Oh, Dios, por favor haz que esto sea una extravagante pesadilla. Ella tenía que despertarse. No podía ser real.

"No" le dijo. "Tienes razón. Yo no tendría que preocuparme por nada de eso en un Kuoh Medieval. Sólo tendría que preocuparme por la falta de higiene, la falta de cañerías, invasiones de gremios enemigos, ser quemada en la hoguera cuando los magos sean prohibidos, la falta de todas las comodidades modernas, y horribles enfermedades sin antibióticos. Santo cielo, ni siquiera podría tener una aspirina."

Issei soltó una larga y paciente exhalación y le dirigió una mirada de disculpa que de alguna forma logró mitigar una buena parte de su enojo.

"Mira" dijo él suavemente. "Haré un trato contigo. Pasa unas pocas semanas aquí conmigo, y si tú realmente no puedes soportarlo, te llevaré a casa tan cerca del tiempo que partimos como me sea posible. ¿Ok?."

A Rossweisse todavía le era difícil comprender todo esto.

"¿Me juras que no estas jugando ningún extraño juego de mente conmigo? ¿Realmente estoy aquí, en Kuoh?"

"Lo juro por el alma de mi madre. Estas en la Kuoh antigua, y puedo regresarte a casa. Y no, no estoy jugando juegos de mente contigo."

Ross aceptó eso, a pesar de que no podía imaginarse porqué. Era solo una sensación que él nunca juraría por el alma de su madre a menos que él quisiera.

"¿Puedes devolverme al preciso momento en que partí?"

"Probablemente no al preciso momento, pero puedo probar."

"¿Que quieres decir con probar?."

Por un momento se le formaron los hoyuelos, luego se puso serio.

"Viajar en el tiempo no es una ciencia exacta. Solo puedes viajar en el tiempo en el periodo en que el amanecer encuentra a la noche, y sólo bajo el poder de la luna llena. El problema esta al final de la llegada. Puedes tratar de llegar a un lugar específico, pero solo tienes el noventa y cinco por ciento de probabilidades de tener éxito. Podría llevarte a ése día, pero también podría ser una o dos semanas después."

"¿Y eso es lo mejor que puedes hacer?"

"Hey, sé agradecida que soy viejo. Cuando un Arcadio empieza sus viajes en el tiempo, sólo tenemos un tres por ciento de probabilidad de éxito. Yo terminé una sola vez en Plutón."

Ella se rió a pesar de ella.

"¿De verdad?"

Él asintió.

"Ellos no estaban bromeando con que es el planeta más frio."

Rossweisse respiro profundamente mientras asimilaba todo lo que le decía. ¿Era algo de todo esto real?. No lo sabía, tampoco sabía si estaba siendo honesto sobre regresarla en el tiempo. Él aún estaba muy cauteloso.

"Ok, entonces ¿Estoy varada aquí hasta la próxima luna llena?."

"Sí."

Oh, cielo santo, no. Si ella fuera la clase de mujer que lloriquea, estaría lloriqueando en este momento. Pero ella siempre era práctica.

"Esta bien. Puedo manejar esto" lo dijo más para ella que para él. "Pretenderé que soy una chica de epoca y tu..." su voz se desvaneció mientras recordaba lo que le dijo sobre los viajes en el tiempo. "Entonces, ¿Cuantos años tienes?."

"Mi gente no cumple años de la misma forma que los humanos. Desde que podemos viajar en el tiempo, tenemos un reloj biológico más lento."

A ella no le gusto la forma en que dijo humanos y si él mostraba los colmillos ella le clavaría una estaca en el corazón. Pero ella volvería sobre el tema en un minuto. Primero quería entender el tema de las edades.

"¿Entonces tu edad es como la de los perros?.

Issei se rió.

"Algo así. Por la edad humana, yo tendría cuatrocientos sesenta y tres años."

Ross estaba sentada mientras miraba sobre su esbelto y firme cuerpo. Aparentaba estar al principio de los treinta no en los tardíos cuatrocientos.

"No estas bromeando, ¿Verdad?."

"Ni siquiera un poco. Todo lo que te he dicho desde el momento que nos encontramos ha sido la honesta verdad."

"¡Oh, Dios!" dijo ella, respirando lenta y cuidadosamente para calmar el pánico que comenzaba a asomar. Ella sabia que era verdad, aun si le costaba creerlo. La aturdió saber que la gente podía viajar en el tiempo y que ella podía estar en los Años Oscuros.

Seguramente, no podía ser así de simple.

"Sé que debe haber más de un lado oscuro en todo esto. Y estoy muy segura que ahora es cuando me entero que eres un vampiro o algo así."

"No" respondió él rápidamente. "No soy un vampiro. No tomo sangre, y no hago nada extraño para sobrevivir. Nací de mi madre, así como tú. Siento las mismas emociones. Sangro sangre roja. Y como tú, moriré en alguna fecha desconocida en el futuro. Yo sólo fui dotado con algunos pocos poderes."

"Ya veo. Yo soy un Toyota. Tú eres un Lambourghini, y tu puedes tener sexo realmente impresionante."

Él se rió entre dientes.

"Ese es un buen resumen."

¿Resumen? ¡Demonios! Era increíble. ¿Cómo se había podido mezclar con algo así?

Pero cuando levantó la mirada hacia él, lo supo. Él era imponente. Ese aire mortífero y magnetismo animal, ¿Como pensó ella que podía resistirse a él?

Y se preguntaba si habría más hombres como él por ahí. Hombres de poder y magia. Hombres que fueran tan increíblemente sexys que con solo mirarlos te prendías en llamás.

"¿Hay más como tu?."

"Sí."

Ella sonrió malvadamente ante el pensamiento.

"¿Muchos más?"

Él frunció el ceño antes de responder.

"Solía haber muchísimos más de nosotros, pero los tiempos cambian."

Rossweisse vio la tristeza en sus ojos, el dolor que él tenía dentro. Se sintió mal por él.

Él bajó la mirada hacia ella.

"El tapiz que tú tanto amas, es la historia de nuestros comienzos."

"¿El nacimiento del hombre y el dragón?."

Él asintió.

"Alrededor de cinco mil años antes que nacieras, mi abuelo, Ddraig, se enamoró de una mujer que él pensó que era una humana. No lo era. Ella había nacido de una raza que había sido maldecida por los dioses griegos. Ella nunca le dijo quien o qué era ella realmente, y con el tiempo le dio dos hijos."

Ross recordó haber visto esa escena del nacimiento bordada en la esquina superior izquierda del tapiz.

"En su cumpleaños veintisiete" continuó. "Ella murió horriblemente de la forma en que todos los miembros de su raza se mueren. Y cuando mi abuelo vio eso, supo que sus hijos estaban destinados a la misma fatalidad. Enojado y apesadumbrado, buscó medios antinaturales para mantenerlos con vida."

Issei se tensó al hablar.

"Enloquecido por su pena y miedo, comenzó a capturar tanta gente de mi abuela como pudo y comenzó a experimentar con ellos con su poderosa magia, combinando la fuerza de ellos con los animales. Él quería crear una criatura híbrida que no estuviera maldita."

"¿Funcionó?" preguntó ella.

"Mejor de lo que esperaba. No sólo su magia les dio la fuerza y poder de los animales, les dio una duración de vida diez veces más larga que la humana."

Ella arqueó una ceja ante eso.

"Entonces ¿Me estas diciendo que eres un hombre lobo que vive setecientos u ochocientos años?"

"Sí en la edad, pero no soy un Lyko. Soy un Dragon-slayer."

"Tú lo dices como si yo tuviera una idea de lo que quieres decir."

"Ddraig usó su magia para la mitad de sus hijos. En vez de dos hijos, él hizo cuatro."

"¿Qué estas diciendo?" preguntó "¿El los cortó por la mitad?."

"Si y no. Había un producto derivado de la magia para lo que no creo que mi abuelo estuviera preparado. Cuando él combinó un humano y un animal, esperaba que su magia creara un solo ser. En cambio hizo dos de ellos. Una persona que sostiene el corazón del humano, y una criatura separada cuyo corazón es el del animal. Aquellos que tienen corazones humanos son llamados Arcadios. Nosotros somos capaces de suprimir el lado animal de nuestra naturaleza. Para controlarla. Porque tenemos corazones humanos, tenemos compasión y raciocinio más alto."

"¿Y los de corazones de animales?"

"Ellos son llamados Katagaris, quiere decir bribones o truhanes. Porque debido a sus corazones animales, a ellos les falta la compasión humana y están guiados por sus instintos básicos. Como sus hermanos humanos, ellos tienen las mismas habilidades físicas y pueden cambiar de forma, viajar en el tiempo, pero no tienen autocontrol."

Eso no le sonaba bien.

"¿Y la demás gente con la que experimentaron?. ¿Hubo dos de ellos también?."

"Sí. Y creamos las bases de dos sociedades: Arcadios y Katagaris. Como con la naturaleza, con lo que parecíamos, formamos grupos o patrias basadas en nuestros animales. Lobo vive con lobo, halcón con halcón, dragón con dragón. Utilizamos términos para diferenciarnos entre nosotros. Por eso dragón es un Dragon-slayer, lobo es lykos, etc."

Eso tenía sentido.

"¿Y todo el tiempo los Arcadios permanecen con los Arcadios y los Katagaris con los Katagaris?"

"La mayor parte, sí."

"Pero me doy cuenta por tu voz, que ninguno vivió feliz por siempre jamás."

"No. El Consejo estaba furioso con Ddraig porque se atrevió a frustrarlos. Para castigarlo, le ordenaron asesinar la criatura base. Él se negó. Entonces los dioses nos maldijeron."

"¿Cómo te maldijeron?"

Un tic latió en su barbilla, y ella pudo ver la profunda agonía en sus ojos.

"En primer lugar, no alcanzamos la madurez sexual hasta mediar los veinte. Porque está demorada, cuando nos golpea, nos golpea fuerte. A muchos de los nuestros los lleva a la locura, y si no encontramos la forma de controlarlo y canalizar nuestros poderes podemos convertirnos en asesinos."

"Lo tomo como que no quieres decir un buen matador de vampiros, o la clase de matador de cosas diabólicas."

"No. Estas criaturas están decididas a la destrucción absoluta. Ellos asesinan sin remordimientos y con total barbarismo."

"Que horrible" ella exhaló.

Él estuvo de acuerdo.

"Hasta la pubertad, nuestros niños son tanto animales como humanos, dependiendo de la forma básica de sus padres."

"¿Forma básica? ¿Qué es eso?."

"Los Arcadios son humanos, entonces su forma básica es humana. Los Katagaris tienen una forma base del animal con los que ellos están relacionados. Un Ursulan será un oso, un Gerakian será un halcón."

"Y un Dragonslayer será un dragón."

Él asintió.

"Un niño no tiene poder, pero con el principio de la pubertad, todos los poderes aparecen. Tratamos de contener los que los atraviesan y les enseñamos cómo manejar sus poderes. La mayoría de las veces tenemos éxito como Arcadios, pero con los Katagaris no es así. Ellos alientan a sus chicos a destruir tanto a humanos como a Arcadios. Porque hemos jurado detenerlos y a sus asesinos, nos odian y han jurado matarnos y también a nuestras familias. Resumiendo, nosotros estamos en guerra con ellos."

Rossweisse se mantuvo silenciosa mientras absorbía la última parte. Entonces esa era la eterna lucha que él mencionó ayer.

"¿Es por eso que tú estas aquí?."

Esta vez la angustia de su mirada era tan profunda que ella hizo una mueca de dolor.

"No, estoy aquí porque hice una promesa."

"¿Sobre qué?."

Él no respondió, pero sintió la rigidez de su cuerpo. Era un hombre que sufría y quería saber por que.

Entonces ella se lo imaginó.

"Los Katagaris destruyeron a tu familia, ¿No?"

"Ellos tomaron todo de mí." La agonía de su voz era tan cruda, tan salvaje.

Nunca en su vida había escuchado algo así.

Ross quería calmarlo de una forma en que ella nunca había deseado calmar a alguien más. Ella deseó poder borrar el pasado y regresarle su familia.

Buscando distraerlo, retornó al tema anterior.

"Si ustedes están en guerra, ¿Tienen ejércitos?"

Él negó con su cabeza.

"No realmente. Tenemos Centinelas, quienes son mucho más fuertes y rápidos que el resto de nuestra especie. Ellos han sido designados protectores tanto del hombre como de los de su especie."

Alzando la mano, ella tocó la máscara que cubría la mitad del tatuaje de su cara.

"¿Todos los Arcadios tienen tus marcas?."

Issei miro a lo lejos.

"No. Solo los centinelas que son miembros de algún gremio las tienen."

Ella sonrió ante el conocimiento.

"Entonces eres un centinela."

"Yo fui un Centinela."

El acento en el tiempo pasado le dijo mucho.

"¿Que sucedió?."

"Fue hace mucho tiempo, y prefiero no hablar de ello._

Ella podía respetar eso, especialmente cuando realmente le había respondido tanto. Pero su curiosidad era más de lo que podía soportar. Aun así, ella no iba a curiosear.

"Ok, ¿Pero puedo preguntarte algo más?."

"Seguro."

"Cuando dices "mucho tiempo", tengo el presentimiento que tiene un significado totalmente nuevo. Es una década o dos, o..."

"Doscientos cincuenta y cuatro años."

Su barbilla cayó.

"¿Has estado solo todo este tiempo?."

Él asintió.

Su pecho se apretó. Doscientos años solo. Ella no podía imaginarlo.

"¿Y no tuviste a nadie?."

Issei se quedo callado mientras viejos recuerdos surgían. Hizo su mejor esfuerzo por no recordar su rol como Centinela. Su familia.

Fue criado para mantener el honor cerca de su corazón y por un error fatal, perdió todo por lo que el siempre se había preocupado. Todo lo que una vez había sido.

"Yo fui... Desterrado." dijo, la palabra rasgando su garganta. Nunca, en todo ese tiempo había pronunciado en voz alta esa palabra. "A ningún Arcadio le esta permitido asociarse conmigo."

"¿Por que te desterraron?."

No respondió.

En cambio, apunto enfrente de ellos.

"Mira, Ross. Creo que encontraras ahí algo mucho más interesante que yo."

Dudando seriamente eso, Rossweisse giró la cabeza y boqueó. En una colina a lo lejos había una gran sala de madera rodeada por un grupo de edificios. Aun desde esa distancia, ella podía divisar personas y animales moviéndose.

Ella parpadeó, no pudiendo creer a sus ojos.

"¡Oh mi Dios!" susurró. "¡Es una verdadera villa!"

"Completa, sin higiene y ni cañerías."

Su corazón martilleaba en tanto se acercaban a la colina a una velocidad lenta y constante.

"¿Podrías hacer mover a esta cosa un poco más rápido?" preguntó ansiosa de tener una visión más cercana.

"Yo puedo, pero ellos lo tomarían como un signo de agresión y podrían decidir dispararnos unas pocas flechas."

"Oh, entonces puedo esperar. No quisiera ser un alfiletero."

Issei se mantuvo silencioso y la observó mientras ella se estiraba para ver más del pueblo. Sonrió ante su exuberancia cuando se torció en la silla, sus caderas acomodándose dolorosamente sobre su hinchada ingle.

Después de la noche que habían compartido le sorprendía cuanto deseaba poseerla otra vez, cuán ardiente su cuerpo deseaba el de ella.

Aún no podía creer que le hubiera dicho tanto de su pasado y su familia, pero como su compañera, tenía el derecho de conocer todo sobre él.

Si ella fuera su compañera.

Él aún no podía decidirse sobre eso.

Lo más amable sería regresarla y dejarla ir. Pero el no quería. Extrañaba tener a alguien a quien cuidar y alguien que lo cuidara.

¿Cuantas noches yació despierto por la noche deseando una familia otra vez? ¿Deseando el confort de una caricia tranquilizadora, extrañando el sonido de la risa y la calidez de la amistad?

Por siglos, su soledad, había sido un infierno.

Y esta mujer sentada en su regazo era su única salvación.

Si él se atrevía...

Ross se mordió los labios cuando entraron por el valle y vio gente viva y real, trabajando en la villa. Había hombres colocando piedras, reconstruyendo una parte de la entrada. Mujeres lavando y cocinando, paseando y conversando entre ellas. ¡Y niños! Muchos niños estaban corriendo, riendo y jugando.

Mejor aun había mercaderes y música, acróbatas y juglares.

"¿Hay un festival?."

Él asintió.

"La cosecha ya esta guardada y hay una celebración de una semana para celebrarlo."

Ella se esforzó por entender lo que la multitud alrededor de ellos decía.

Era increíble, ¡Ellos hablaban midgardiano antiguo!

"¡Oh, Ise!" exclamó, rodeándolo con sus brazos y acercándolo a ella "¡Gracias por esto! ¡Gracias!."

Issei apretó sus dientes ante la sensación de sus pechos aplastándose contra él. De su respiración cosquillando su cuello.

Su erección fue aún mayor, y le tomo todos sus poderes humanos aplacar la bestia de su interior.

Era algo muy peligroso lo que hizo, pero por el bien de ambos, era una acción necesaria.

Sobre todo por que ambas partes de él deseaban lo mismo; deseaban el Reclamo donde Rossweisse se confiaría a él, la ceremonia que los ataría juntos eternamente. No era algo para tomarlo a la ligera. Ella tendría que renunciar a todo para estar con él. Todo. Y él no estaba seguro si iba a poder pedirle eso.

No sería justo para ella, y definitivamente él no se merecía semejante sacrificio.

Vio la felicidad en los ojos de Ross y le sonrió.

Pero su sonrisa se desvaneció cuando miró alrededor del pueblo y vio la cantidad de vidas inocentes que finalizarían si algo iba mal.

Saji había mostrado una rara veta de inteligencia cuando estableció el intercambio. Issei tenía prohibido por su juramento de Centinela a tomar su forma de dragón o utilizar sus poderes de alguna forma que pudiera traicionar su herencia a los humanos. Para los inocentes, él debía parecer siempre un humano.

Saji había jurado que los Katagaris vendrían como humanos para hacer el intercambio y se irían pacíficamente. Desdichadamente, Issei no tenía ninguna otra elección que confiar en ellos.

Por supuesto, Saji conocía la extensión de los poderes de Issei, y los hombres Katagaris serían absolutamente idiotas de cruzarse con él. Y aunque la bestia podía ser estúpida, Saji no era tan estúpido.

Tan pronto llegaron al establo, Issei ayudo a Ross a bajar, luego desmontó detrás ella. Tiró de su cota de malla para que nadie notara el ardiente deseo que sentía por la mujer atrás de él.

Rossweisse vio como Issei sacaba la enorme espada de su montura y la ajustaba a su cintura. Debía admitir que este hombre se veía delicioso, tan masculino y viril.

Las mangas encadenadas caían desde los hombros de la armadura de cuero, tintineando levemente con sus movimientos. Los cordones de la cota de malla estaban sueltos, mostrando un indicio de vello en su pecho, y ella recordaba muy bien las horas recorriendo con sus dedos y boca esa piel lujuriosa.

Y mientras fijaba sus ojos en la pequeña cicatriz de su nuca, se moría por trazarla con su lengua. Este hombre tenía un cuerpo y un aura que debería ser clonado y hacerlo un patrón estándar de equipamiento para todos los hombres. Orgulloso y peligroso, hacía que cada parte de ella se irguiera y jadeara.

¡Detente! Se dijo bruscamente. Estaban en el medio de un pueblo y...

Y ella tenía otra gente para estudiar.

Sí, claro. Como si fueran realmente más interesantes que Issei.

Él ajustó la espada, de forma que la empuñadura quedara hacia delante y la hoja siguiera el rastro de su pierna, luego levantó una bolsa de cuero de la montura. Un joven corrió a tomar la montura.

"¿Que día es hoy?" preguntó al niño en la lengua del lugar.

"Es martes, sir."

Issei le agradeció y le dio dos monedas antes de abandonar su caballo al cuidado del chico.

Se volvió hacia ella.

"¿Estás lista?."

"Absolutamente, he soñado con esto toda mi vida."

Ross contuvo su respiración mientras la guiaba a través de la bulliciosa villa.

Issei miró hacia atrás para ver a Ross mientras trataba de ver todo a la vez. Estaba tan feliz de estar ahí.

Tal vez hubiera esperanza para ellos después de todo. Tal vez haberla traído acá no hubiera sido un error.

"Dime, Ross, ¿Alguna vez has comido pan trenza original?

"¿Es rico?."

"El mejor." Tomándola de la mano, la llevó a una tienda cruzando el camino de tierra.

Rossweisse inhaló el dulce aroma de pan horneándose mientras entraban en la panadería. Los panes estaban alineados en el mostrador de madera y en canastas sobre las mesas de todo el salón. Una anciana mujer corpulenta estaba parada a un costado tratando de mover un costal a través del piso.

"Acá" dijo Issei, apresurándose a su lado. "Déjeme que yo lo hago."

Enderezándose, ella le sonrió con gratitud.

"Gracias. Lo necesito ahí, al lado de mi mesa de trabajo."

Issei levantó el pesado saco sobre su hombro.

Ross observaba, su boca echa agua cuando se le levanto la cota de malla y tuvo una fugaz visión de sus fuertes y bronceados abdominales.

Sus anchos hombros y marcados bíceps se flexionaron por el esfuerzo. Y cuando colocó el saco en el piso al lado de la mesa, ella fue premiada con una agradable vista de su trasero cubierto por los pantalones de cuero negro.

Oh, sí, ella adoraría dar un mordisco a eso.

"¿Ahora, que puedo hacer por ustedes gentiles personas?."preguntó la mujer.

"¿Qué te gustaría Ross?"

¿Esa era una pregunta tramposa o qué?

Esforzándose en mirar otra cosa más que a Issei, ella intentó encontrar un sustituto para hundir sus dientes.

"¿Que me recomiendas?" preguntó, probando su midgardiano antiguo. Ella nunca lo había usado antes en una conversación.

Para su asombro la mujer la entendió.

"Si tiene en mente algo dulce, acabo de retirar una barra de pan de miel del horno."

"Eso seria maravilloso" dijo Lucy.

La mujer los dejó solos. Issei se hizo a un costado mientras ella examinaba los diferentes tipos de pan en la tienda.

"¿Qué hay en la bolsa?" preguntó, señalando la bolsa negra que Issei había sacado del caballo.

"Es solo algo que necesito cuidar. Más tarde."

Otra vez evadiéndose.

"¿Es por eso que has regresado acá?."

Él asintió, pero había algo cauteloso en su mirada, que le advertía que el tema estaba absolutamente cerrado.

La mujer regresó con el pan y lo cortó para ellos. Cuando Ross comió la caliente y deliciosa tajada, la mujer preguntó a Issei si podía ayudarla a mover algunas cajas de la carreta que estaba afuera hasta la parte de atrás de la tienda.

Él dejó su bolsa con Ross, y la fue a ayudar.

Rossweisse los escuchaba en la otra habitación mientras comía el pan y tomaba la sidra que la mujer también les había traído. Su mirada descendió a la bolsa negra y la curiosidad la pudo. Inclinándose sobre la bolsa, la abrió para ver que contenía. Se quedó sin aire cuando vio el tapiz adentro.

Realmente lo había robado. ¿Pero por qué?

La anciana regresó, limpiando sus manos en su delantal.

"Es un buen hombre el que tiene, mi querida."

Sonrojándose por haber sido atrapada mientras espiaba, Rossweisse se enderezó. Por el momento ella no estaba tan segura.

"¿Esta todavía descargando la carreta?."

La mujer indicó con la mano hacia la parte de atrás, y la llevó a que mirara hacia la puerta. En el pasillo detrás de la tienda, ella vio a Issei jugando con dos niños que esgrimían espadas de madera y escudos contra él, pretendiendo ser guerreros peleando contra un dragón. A ella no se le escapó la ironía del juego.

Se tomó un minuto para observarlo reír y verlo bromear con ellos. La escena calentó su corazón.

El Issei que ella estaba conociendo era un hombre con muchas facetas. Caritativo, compasivo, y afectuoso de una forma que ella nunca había conocido. Pero había algo salvaje en él, algo que le decía que no era un hombre para tomarlo a la ligera.

Y en tanto lo observaba jugar con los niños, algo extraño le sucedió. Ella se preguntaba cómo luciría jugando con sus propios hijos.

Con los hijos de ellos...

Vio la imagen tan claramente que la asustó.

"¿Por qué llevas una máscara?" le preguntó uno de los niños.

"Porque no soy tan lindo como tu" bromeó el castaño.

"No soy lindo" dijo el niño indignado. "Soy un chico buen mozo."

"Buen mozo eres, Gasper" dijo un hombre de mediana edad mientras movía un barril por la puerta del edificio hacia la calle.

El hombre miró a Issei.

Se quedó con la boca abierta, luego se limpió la mano en la camisa y movió el brazo de Issei hasta sacudirlo.

"Hace mucho tiempo que no veo a uno de ustedes. Es un honor darle la mano, sir."

Los chicos dejaron de jugar.

"¿Quién es él, papá?."

"Es un mata dragones, Gasper, como los que yo te cuento por la noche cuando vas a dormir." El hombre señaló la máscara y la espada. "Yo tenía tu edad cuando vinieron a este pueblo y mataron a Nidhogg."

Ella quería saber si Issei fue uno de los que vinieron ese día.

Como presintiéndola, Issei volvió su cabeza y la vio en la puerta.

"Si me disculpan" dijo al hombre y a los niños, y luego camino hacia ella.

Issei podía decir por la cara de Ross que algo la estaba preocupando.

"¿Pasa algo malo?."

"¿Eras uno de los que luchó contra Nidhogg?"

Él sacudió su cabeza, mientras el dolor lo atravesaba. Si el no hubiera estado desterrado, habría estado allí ese día. A diferencia de otros Centinelas él tenía que luchar contra los Katagaris solo.

"No."

"Oh."

"¿Hay algo más que este mal?. Todavía no se te ve contenta."

Ella encontró su mirada.

"Robaste el tapiz del museo." lo dijo en lenguaje moderno así nadie podría entenderla. "Quisiera saber por qué."

"Tuve que regresarlo aquí."

"¿Por qué?."

"Porque es el rescate de otro Centinela. Si no les doy el tapiz el viernes, lo asesinarán."

Rossweisse frunció el ceño.

"¿Por qué quieren el tapiz?$

"No tengo idea. Pero como la vida de un hombre esta en riesgo, no me preocupe por preguntar."

De pronto, ella recordó lo que él había dicho la noche pasada sobre el tapiz. "Fue echo por una mujer llamada Asia en xxx en Kuoh. Es la historia de su abuelo y su hermano y su eterna lucha entre el bien y el mal."

"¿Asia es tu hermana?."

"Era mi hermana. Ella murió hace mucho tiempo."

Por su mirada se podía decir que el dolor todavía estaba en él.

_¿Por qué estaba el tapiz en el museo?."

"Porque..." tomó aire profundamente para rechazar la agonía dentro de él, agonía tan profunda que todo su ser sufría. Él sentía el tic en su barbilla mientras se forzaba a responder la pregunta. "El tapiz estaba con ella cuando murió. Trate de devolverlo a mi familia, pero ellos no querían saber nada de mí. Yo no soportaba tenerlo conmigo, entonces lo lleve al futuro, donde sabía que alguien lo conservaría y estaba seguro que sería honrado y protegido como ella hubiera hecho."

"¿Tu planeas devolverlo una vez que todo esto se haya solucionado, no?"

Frunció el ceño ante su sagacidad.

"¿Cómo lo sabes?."

"Diría que soy psíquica, pero no lo soy. Sólo me figuro que un hombre con un corazón tan grande como el tuyo no robaría algo sin enmendarlo."

"Tu no me conoces tan bien."

"Yo pienso que sí."

Issei apretó sus dientes. No, ella no sabía. Él no era un buen hombre. Era un tonto. Si no fuera por él, Asia habría vivido. Su muerte había sido toda culpa suya. Era la culpa con la que vivía constantemente. Una que nunca cesaría, nunca iba a curarse.

Y en ese momento se dio cuenta de una cosa. Tenía que dejar ir a Ross. No había forma de que él la conservara. No había forma que él compartiera su vida con ella.

Si algo le sucediera a ella...

Sería su culpa, también. Como su compañera, ella sería el primer cebo para los Katagaris, A pesar de estar desterrado, aún era un Centinela, y su trabajo era encontrar y destruir cada Asesino que encontrara.

Solo, él podía combatirlos. Pero sin su gente para proteger a Ross mientras él cumplía con el antiguo juramento, siempre habría una posibilidad de que ella terminara como Asia.

Antes prefería pasar el resto de sus días célibe antes de que eso pasara.

¡Célibe! ¡No!

Aplastó el grito rebelde del Dragon interior. Durante las próximas tres semanas, él protegería su vida con la propia, y una vez que su marca desapareciera de ella, la llevaría a casa.

Era lo que tenía que ser hecho.

°

Espero les haya gustado, originalmente planee publicarlo antes pero me pareció más adecuado hacerlo finalizando el año.

Nos vemos en el siguiente capítulo, que no llegara pronto aviso de ante mano.

Se despide y les desea un fin e inicio de año espectacular su buen y amigable amigo Leviathan-sama.

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