Capítulo 4: El Peso de las Decisiones

"Una vez pensé que los humanos eran débiles, y ese pensamiento se mantuvo incluso cuando estalló la guerra. Los ignoraba, pensando que sería imposible que nos hicieran algo más que rasguños. Luego, al inicio de la guerra, me encontré con ellos cara a cara... y casi deje de pensar.

-Jefe de la Guardia Phoenix, en una charla a reclutas demoniacos previa a un enfrentamiento con los humanos."

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Salón de los Maous. 1 semana después de la aparición humana en el inframundo.

Bzzzzzzztt

La estática era lo único que veían. De repente, la imagen se aclaró.

Un holograma en la sala de los Maous mostraba una pequeña parte de un campo de batalla entre la guardia Phoenix y los humanos. El líder de la guardia aparecía en primer plano. Estaba agachado, con el holograma a la altura del suelo. Aquel holograma se transmitía también a la cabeza del clan Phenex.

-¡Corran, corran! ¡Corran maldició-

El que gritaba era un joven demonio de clase baja de la guardia, que retrocedía corriendo mientras exclamaba la acción, presa de pánico. Una bala que le deformo la cabeza lo calló para siempre.

-¡Esto es un suicidio! ¡Nos están aniquilando completamente! ¡Solicito permiso para retirarnos, por favor! ¡Necesitamos! ¡Retirarnos!

La estática invadió la transmisión otra vez, señal inequívoca de que el comandante demoniaco había cortado momentáneamente el flujo de energía necesaria para mantener el canal abierto. Cuando la imagen volvió, el comandante estaba sentado en el suelo de espaldas a la imagen, gritándole algo a alguien. Más allá se veían dos demonios, uno que retrocedía paso a paso con un agrietado círculo mágico de protección frente a él, y otro que corría lejos de la batalla. En el poco "cielo" que se vislumbraba por la transmisión se observaban numerosos trazos de balas volar.

El demonio que corría lejos se preparó para lanzar un hechizo, pero apenas el fuego se reunió en su mano derecha y se dio la vuelta una bala le impactó la cabeza y salió impulsado hacia atrás. El demonio del círculo mágico detuvo su actividad para socorrerlo, pero una explosión le hizo dar vueltas en el aire y caer muerto. El comandante se paró delante del primer demonio invocando u círculo mágico de protección, mientras otros dos demonios aparecían de más atrás y, tomando cada uno de un brazo al herido, lo arrastraban lejos de allí. El comandante se acercó nuevamente al holograma.

Todo eso había pasado en menos de 10 segundos.

-¡Quedarse aquí es imposible, nos retiramos!-Anunció-¡Retirada! ¡De vuelta al punto de encuentro!-Una explosión ocurrió cerca del holograma, mandando a volar al comandante y cortando la transmisión. La sala de los Maous permaneció en silencio largos segundos, procesando lo que acababan de ver.

Lo que acababan de ver era una guerra. Una guerra que habían vivido muchas veces como líderes del inframundo y como parte de los soldados más fuertes de su raza. Estaban acostumbrados, así como la mayoría de los demonios, a una guerra a corta o media distancia, si es que participaban magos y hechiceros. El frenesí de la lucha cuerpo a cuerpo, las espadas manchadas de sangre incrustándose en sus enemigos y rompiéndose dentro de sus cuerpos, el tener que improvisar para evitar que una lanza pérdida te atravesara, poder eliminar al enemigo de enfrente incluso aunque tu magia estuviera agotada y tus armas y puños estuvieran rotos.

Esto no era como eso. Aquello era un frenesí en el que te perdías en el mar de combatientes, donde cada uno se valía por sí mismo. Donde tu habilidad con tu espada era vital, y podías estar una gran cantidad de tiempo luchando con el mismo oponente, tratando de obtener la ligera ventaja que llevaría el combate a tu favor. Esto era, en cambio, un combate a distancia donde una fracción de segundo que te descuidaras podría acabar con tu vida. Aquel fragmento de combate entre la guardia Phenex y los humanos demostró eso. Intentaron lucharlos como hacían antes, y se llevaron una humillación sin nombre.

-Ha habido humanos que vencieron demonios... pero esto es inaudito...-Murmuró quedamente Serafall Leviatán, como si sus palabras fueran consideradas una herejía por ser siquiera pensadas.

-Nunca imagine que los humanos hubieran desarrollado un potencial tan... arrollador-Comento impresionado el normalmente dormido Falbium Asmodeus, quien a pesar de todo todavía llevaba su faceta adormilada.

-Han estado casi 250 años en guerra... sería de tontos pensar que no aprendieron nada en ese punto-Comentó a su vez Sirzechs Lucifer, sopesando todas sus opciones ahora descartadas.

-Por ahora debemos pensar en qué hacer. Si nos lanzamos de cabeza contra ellos... estaremos condados-Sentenció Ajuka Beelzebub, cerrando sus ojos.

-Sirzechs-sama, hemos avistado humanos en las cercanías del territorio Gremory-Informó una secretaria entrando a la sala, susurrándole al Maou al oído.

-Gracias-Creando un círculo de comunicación, Sirzechs se comunicación con su "guardia" preferido-Tienes trabajo.

-Estoy en ello-Respondió una voz profunda antes de que cortara el enlace.

XXXXXXXXXX

Barcelona, España.

Issei estaba observando junto a Le Fay y Sebastián como una larga procesión de gente marchaba por las calles en una manifestación religiosa. Lo que normalmente sería una veneración a Dios o algún santo de la iglesia, lo que ocurría en ese momento era algo más... inusual...

-¿Están... exigiendo que los ángeles les pidan perdón?-Preguntó Issei incrédulo, viendo la manifestación desde la ventana de un alto edificio. A su lado, Sebastián asintió.

-Están desesperados o acorralados. Pero nunca se atreverán a exigírselo a Dios. Lo respetan y aman demasiado para eso-Comentó, mientras que Le Fay preparaba un hechizo insonoro para la habitación. Cuando estuvo listo, se dirigió al joven comandante del SUFOG, informándole de su trabajo acabado.

-Está listo.

-Perfecto. Nuestros acompañantes están por llegar-Afuera, en la calle, alguna persona disparó una bengala. Eso encendió más los ánimos, pero el grupo al interior del edificio no les prestó atención, más concentrados en el par de personas que llegaron mediante un círculo mágico.

Uno de ellos era un adulto joven de cabello rubio corto, ojos azules claro y una contextura ejercitada, lo cual se complementaba por el uniforme militar gris con detalles de color rojo, azul y blanco. Llevaba los galones de comandante o mayor como se le denominaba en otros países junto a una cruz de hierro negra, y portaba una máscara de frialdad acompañada de un par de ojos curiosos. Su uniforme era un uniforme de parada.

La otra persona que apareció tenía cierto parecido al primero. Contextura delgada, ojos grises y cabello rubio claro. Era algo más baja que la primera, y portaba un uniforme gris que parecía ser un híbrido de uniforme escolar formal de blazer y un uniforme de parada militar. A diferencia del primero, sin embargo, su uniforme no llevaba detalles rojos, azules o blancos, sino que llevaba los detalles de las hombreras, el cuello y el pecho en plata, mientras que en el resto del uniforme eran de otra tonalidad de gris más oscura. Llevaba las charreteras del rango de Capitán. Llevaba en la cara una expresión de desinterés, la cual corrigió en una impasible al completarse la transformación.

-Coronel-Los dos recién llegados se cuadraron y se llevaron las manos a la sien. Con un gesto de Wayne, ambos volvieron a relajar los músculos del cuerpo.

-Seamos informales aquí-Señaló Sebastián antes de señalar a Issei y Le Fay-Ellos son Issei Hyoudo y Le Fay Pendragon, El Dragon Emperador Rojo y la descendiente de Morgana Le Fay respectivamente-Ambos adolescentes se alarmaron ante lo dicho por el oficial: uno por que reveló su secreto, la otra porque sabía eso. Viendo sus reacciones, Sebastián los calmó-Son gente confiable, descuiden.

Las reacciones del par de recién llegados fueron diferentes. Mientras que el mayor claramente sentía interés por ambos, analizándolos de pies a cabeza, el segundo apenas les dedicó una mirada antes de volver a juguetear con su teléfono.

-Tan sociable como siempre, por lo que veo-Señalo Wayne con una gota en la nuca con una sonrisa incomoda. Recomponiéndose, extendió ahora su gesto a los uniformados de gris-Ellos son el mayor Schmitt de la sección germana del Ejército Imperial de Europa-Señalando al mayor de los dos-Y él es el capitán Schmidt, del cuerpo de magos independiente alemán-Señaló al menor-Son buena gente, aunque no lo parezcan... o al menos corre por el mayor.

-¿Se apellidan igual?-Preguntó confundido Issei.

-No, pero es parecido. La diferencia es que uno de sus apellidos cambia una d por una t, pero para un no germano parlante será complicado distinguir la diferencia.

-¿Para qué están aquí?-Preguntó Le Fay.

-Nos ayudaran a reunirnos con alguien-Se giró hacia el par de oficiales germanos-¿Está todo listo?

-Así es. Está esperando-Dijo el comandante. El capitán se limitó a asentir antes de guardar su teléfono y crear un círculo mágico que los transportó a todos... a la costa.

-¿En serio?-Preguntó Issei.

-Hay que llegar en barco, así que yo que tú me quejo menos y me apresuro más-Le apremió Wayne en lo que rompía la marcha hacía un bote a motor escondido. El grupo de 5 personas se adentró en el océano hasta detenerse en un punto alejado de la ciudad, aunque esta seguía a la vista.

-¿Ahora qué?-Preguntó nuevamente Issei, cada vez más impaciente.

-Espera-Indicó molesto Wayne, quien ahora se giró hacia uno de los oficiales-¿Estás seguro que es aquí?

-Claro. Mira y aprende-Sacando un papel de uno de sus bolsillos, el círculo impreso allí brilló unos segundos antes de que el espacio frente al bote se abriera y apareciera una nave algo oxidada de tamaño decente, la cual sin duda databa de mediados de siglo. Issei y Le Fay quedaron asombrados por el despliegue de magia de ocultación, mientras que Schmitt conducía el vehículo a motor más cerca de la nave. Cuando estuvieron a unos pocos metros, Wayne se giró nuevamente al oficial.

-¿Cómo llamamos su atención? Dudo que nos esté esperando con café y galletitas.

-Eso déjaselo al mago.

A esas palabras, Schmidt levantó su brazo mostrando una pistola M9. La disparó sin cuidado a la nave, dejando un agujero perfectamente circular que una bala de ese calibre no debió haber dejado en un blindaje como el del casco del vehículo aparentemente abandonado.

-... ¿Es en serio?-Preguntó Wayne con pesadez.

-... Sí, es en serio-Respondió Schmitt con la misma pesadez.

A los pocos segundos del disparo, una cabeza morena peliblanca se asomó por la borda del barco. Comprobando a los ocupantes del bote, volvió a entrar a la cubierta para luego abrir una compuerta al nivel del mar, dándoles el acceso. El grupo entró y descendió de vehículo mientras el peliblanco cerraba el acceso, finalmente parándose frente a los recién llegados. El lugar estaba iluminado, pero con un gesto el peliblanco les condujo hasta el puente de mando del que ahora se apreciaba era un antiguo destructor de construcción británica de inicios de la Segunda Guerra Mundial, seguramente de bandera sudamericana tratando de escapar de la trampa en la que se convirtió el Mediterráneo para las colonias del subcontinente. Colocándose unos lentes de sol de aviador, el alto peliblanco les indicó que hablaran.

-Mikel Amaiur-Rompió el silencio Wayne-Un gusto. Soy el coronel Wayne del SUFOG. Seguramente sabes que es-Un asentimiento fue la respuesta del peliblanco-Iré al grano. Necesito que ayudes al Dragón Emperador Rojo a alcanzar el [Balance Breaker] y que lo entrenes lo suficiente como para poder combatir en un campo de batalla. Es básicamente un pedido de trabajo para un mercenario como tú.

-¿Qué hacen ellos aquí?-Señaló el mercenario a ambos oficiales germanos. Claramente le molestaba la presencia de los militares europeos, no así la de Issei o Le Fay.

-Yo fui quien te contacto-Señaló el mayor del ejército imperial europeo. Mikel le dio un asentimiento de entendimiento antes de dirigir su mirada sobre el otro oficial, del cuerpo de magos. Este le dedicó una mirada fría antes de regresar a su teléfono celular, tras lo cual soltó un quedo insulto en alemán mientras empezaba a escribir furiosamente.

-No me agrada él-Señaló Mikel al capitán, quien seguía soltando insultos por lo bajo. Volviendo su mirada al coronel, el masivo hombre de tez morena y cabello blanco se plantó frente a Wayne-No tengo problema en entrenarlo, aunque tendrías que decirme si necesitas algo específico. También depende del precio.

-Sabemos que tu dinero va en su mayoría a fundaciones humanitarias de menores alrededor del mundo, niños en especial huérfanos por la guerra-Mikel levantó una ceja, pero los lentes evitaban ver una expresión definida-Pero también sabemos que te gusta el dinero. No te prometeré un cheque en blanco, pero el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica se compromete a darte un cheque con un número de ocho cifras... ¿te parece?

Issei juraría más tarde que vio destellos azules venir de los lentes de aquel sujeto alto y musculoso.

-Es un trato.

-Normalmente pediría boleta, pero esto se está haciendo por debajo-Señaló Wayne-El trato también estipula que debes entrenar a la jovencita Le Fay Pendragon en sus habilidades de magia. Es hábil, pero muy verde.

-No será problema.

-Entonces, me retiro...-Wayne se disponía a irse con el par de oficiales, cuando Mikel los detuvo con un gesto.

-Sé tu nombre y el del comandante. Pero, ¿cuál es el nombre del capitán mago?-Preguntó.

-Capitán Carlos Schmidt, del cuerpo de magos independiente de Alemania-Se presentó el mago, guardando su teléfono y ajustándose la gorra de oficial.

-¿Te parece un duelo?-Preguntó el mercenario.

-¿Contra ti? No gracias, no quiero hacer ejercicio.

-No, será con mi novia. Ella es una maga igual que tú-El gesto de desafío, visible incluso a través de los lentes de sol, no dejaba dudas de que no podrían salir de aquel navío sin enfrentarse a aquel duelo-Por cierto, los hechizos de transporte no funcionan dentro de esta barrera.

-Tsk-El capitán maldijo por lo bajo, paseando su mirada por la invisible barrera alrededor del navío-Scheisse. Está bien. Vamos al dichoso duelo.

XXXXXXXXXX

El grupo descendió entre las cubiertas hasta el espacio donde dormían los tripulantes, ahora utilizado como gimnasio. Múltiples escrituras en los alrededores daban a entender que la estructura había sido reforzada para evitar derrumbarse por los daños del entrenamiento.

-¿Contra quién me enfrentaré?-Pregunto desinteresado el oficial, colocándose un par de guantes blancos. En su cinturón se encontraban las fundas ocupadas de una espada corta y una pistola que no era aquella que utilizó previamente para llamar la atención del mercenario.

-Contra mí-Contestó una voz entrando a la sala. La única razón por la cual Issei no dijo nada pervertido o tuvo un sangrado nasal fue por un doble golpe oportuno de Le Fay y Wayne.

Descendiendo por una escalera al otro lado del espacio se encontraba una rubia de figura voluptuosa, una que sin duda rivalizaría con Rias Gremory si Issei tuviera que compararlas. Tenía una piel blanca, cabello rubio casi dorado, una forma de moverse agraciada y una mirada dulce en la cara. A pesar de eso, y en un detalle que solo alcanzó a avistar el mago alemán, sus ojos mostraron una capacidad asesina poco vista. El mago inconscientemente acercó sus manos a sus armas.

-¿Y tú eres...?-Preguntó Wayne.

-Graciela Aegis. Un placer-Se presentó con una leve reverencia mientras tomaba las puntas de su vestido y las elevaba ligeramente. A pesar del diseño simple, no paraba de dar una impresión sensual.

-...terminemos con esto-Levantando su mano y extendiéndola, hizo aparecer inmediatamente un círculo mágico del cual salió una llamarada de fuego.

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Issei observaba el intercambio de ambos magos en el campo de batalla. Una barrera colocada por Le Fay evitaba que los hechizos de ambos los afectaran a ellos, y la barrera puesta en las paredes evitaba el daño a la infraestructura. A pesar de saber que ambos eran humanos, y de haber visto el mundo sobrenatural antes, el despliegue de magia hecho por ambos, para su persona, era... abrumador.

Si bien el oficial alemán había comenzado en una posición estática, tuvo que empezar a moverse frente a los constantes ataques de su rival, quien no le daba ningún tipo de tregua. Por su parte, la maga rubia no paraba de lanzar hechizo tras hechizo, de una forma alocada y brutal que no dejaba en duda su determinación de barrer a su oponente. La duración del duelo permitió hacerse una idea bastante buena de las capacidades de ambos usuarios de la magia, que, a pesar de practicar el mismo arte, lo hacían de distinta forma.

Graciaela Aegis se movía constantemente, usaba hechizos de corto alcance y de diversa potencia estando cerca de su enemigo para obligarlo a caer en trampas o acorralarlo. Para defenderse se movía constantemente, y si algún hechizo estaba por darle, se defendía realizando círculos defensivos en sus manos y llevándolas a la zona de impacto. Su magia era una combinación de distintos tipos de magia, analizó Le Fay, predominando la magia rúnica de los nórdicos.

Schmidt, por otra parte, era radicalmente opuesto, lo cual le daba cierto dinamismo al duelo. Era bastante estático en sus movimientos, apenas moviéndose dentro de una misma zona en el campo de batalla para evadir hechizos. Su defensa consistía generalmente en evadir los ataques con pequeños movimientos, o contraatacar con otro hechizo, llegando a utilizar círculos mágicos solamente para contrarrestar hechizos muy próximos o muy potentes. Su magia, según Le Fay, era únicamente occidental, basándose en los círculos mágicos y en ocasiones en hechizos sin manifestación previa.

Para los 5 espectadores estaba más que claro que desde hacía ya unos minutos la lucha había perdido su enfoque de duelo "amistoso" y se había transformado en un duelo prácticamente a muerte. Ambos contendientes estaban arrojándose de todo lo imaginable, provocando que el navío, a pesar de estar protegido, temblara por los titánicos choques de fuerzas.

-Creo... que mirare con nuevos ojos la magia...-Anunció Issei, aturdido por el intercambio de brutalidad de los dos humanos frente a él. Justo en ese momento Aegis lanzaba una potente estaca de hielo, la cual fue literalmente evaporada por un chorro de fuego del alemán. La llamarada fue detenida por un círculo mágica en la palma de la rubia, quien con su otra mano creo un círculo mágico al costado de la sala del cual salió un chorro de agua, el cual fue detenido por una muralla de hielo creada por Schmidt la cual congeló el líquido por su temperatura. Luego, rompió el muro agrandado por el agua y dirigió los fragmentos contra su oponente, quien de un salto esquivó la mayoría e interpuso fragmentos metálicos para detener el resto.

-Nada mal para ser un europeo-Declaró la rubia en la pausa tras parar el último ataque de su oponente.

-Gracias, supongo-Fue su simple respuesta.

-¿Puedo preguntar por qué te restringes? Llevas una pistola y una espada, y sin embargo no las usas. Creo que sería mucho más eficaz que las usaras-Preguntó curiosa la rubia, poniendo una cara pensativa.

-Creí que esto era un duelo de magia, no un combate en toda regla-Fue la simple respuesta del europeo.

-Pues hagamos que vaya a ese punto-Tras decir eso, la maga invocó un sinfín de círculos mágicos detrás de ella, haciendo que Schmidt abriera los ojos de la sorpresa.

-Scheisse...

Apenas esquivando algunos de los ataques, el oficial creó un círculo mágico de protección frente a él, el cual logro parar casi todos los ataques que le impactaron, salvo algunos que lograron traspasar su defensa y tuvo que esquivar forzosamente.

-¿Cómo está eso?-Pregunto la maga con un deje de superioridad. Imperceptible para el resto, Mikel dio una leve sonrisa de orgullo ante el despliegue mostrado por su pareja.

-Veo que te pondrás seria. Sería una falta de respeto no hacer lo mismo...-Desenvainando su espada corta, su oponente respondió creando un florete con el metal circundante.

-Veamos que puedes hacer.

-Tú lo pediste.

El combate se volvió más brutal que hasta aquel momento. Ambos usuarios de la magia se lanzaron contra el otro, chocando sus espadas a la vez que lanzaban múltiples hechizos contra el otro. Sus estilos de defensa no se alteraron mucho, pero la añadidura de espadas fue sin duda un peligro para ambos contendientes, quienes no paraban de tratar de "herir" a su rival. Issei miraba preocupado el intercambio.

-¿No deberíamos detenerlos?-Preguntó.

-Inténtalo si quieres. Dudo que alguno de nosotros pueda-Fue la simple respuesta de Wayne, quien seguía observando el combate. Las espadas se cruzaron una vez más, esta vez peligrosamente cerca del estómago de la rubia. Ambos contendientes hicieron fuerza para tratar de doblegar a su oponente. Al no poder hacerlo, ambos dieron un salto hacia atrás para hacer espacio.

-Bastante... interesante...-Comentó entre respiraciones Graciela.

-Supongo...-Respondió Schmidt, algo mejor que su oponente. En ese momento sintió algo en su bolsillo, sacándolo y leyendo una notificación. Su mirada dio una muestra de pánico, provocando que lo guardara rápidamente y enfilara su mirada hacia Aegis una vez más.

-¿Qué pasa?

-Tengo que encargarme de un par de cosas, por lo que lo ideal es terminar esto cuanto antes. ¿Último ataque gana todo?

-Me parece bien.

El poder de ambos magos se elevó en ese momento. Incluso detrás de la barrera, Issei no tuvo problemas en notar que el espacio entre ellos estaba a punto de convertirse en algo altamente letal.

Antes del choque de ambos ataques, Graciela pudo escuchar al mago alemán murmurar algo. Luego de eso, el alemán se lanzó al ataque.

Graciela solo pudo sentir dolor antes de caer inconsciente.

XXXXXXXXXX

Para el resto allí presente, fue con si nada hubiera pasado. En un momento estaban ambos frente a frente, al siguiente Schmidt estaba caminando hacia ellos envainando su espada, Graciela llena de cortes y heridas superficiales y una que otra herida de mediana gravedad. A los pocos pasos del capitán germano, la maga rubia cayó de rodillas y colapsó sobre el suelo, sangre saliendo de sus incontables heridas. El oficial permaneció impasible en lo que el alto moreno peliblanco con ropas de marinero que respondía al nombre de Mikel Amaiur corría a ver el estado de su novia, más concentrado en conseguir que ambos oficiales prusiano y estadounidense se movieran para poder irse de allí. Chasqueando los dedos frente a ellos, el dúo reaccionó con un sobresalto antes de recomponerse.

-¿Nos vamos?-Preguntó con una expresión molesta. Aun respiraba agitadamente por el combate recién tenido, pero no mostraba ninguna consecuencia de haber casi masacrado a su oponente en menos de un segundo.

-C-claro-Respondió Wayne, todavía impresionado por el espectáculo recién ocurrido. Girándose hacia Issei y Le Fay, llamó su atención pronunciando sus nombres. El par de menores estaba impactado por el despliegue de poder del oficial mago, al punto de olvidar porque estaban allí.

-Issei, Le Fay, ambos se quedaran aquí a entrenar por algún tiempo. Una vez terminen serán enviados nuevamente a Japón para formar parte del regimiento humano-sobrenatural de allí. Hasta entonces, cuídense.

-Espera. ¿Nos vas a dejar con ellos?

-No puedo ausentarme mucho tiempo. Y aunque me gustaría que tuvieran el mismo entrenamiento que los demás, tienen mucho potencial, los dos. Someterlos a un entrenamiento hecho por humanos y para humanos no sería suficiente. Por eso queremos que sean entrenados por alguien que tiene buena fama internacionalmente-Respondió Wayne-Vendré a visitarlos ocasionalmente, o puede que lo haga el comandante aquí presente-Señaló al mayor alemán a su lado, quien realizó un gesto de entendimiento-El punto es, quiero que ambos desarrollen sus habilidades con lo mejor que puedan, y por eso necesitaré de alguien que cumpla bien sus trabajos. Adiós por ahora, y buena suerte.

Con esas palabras, el trío de oficiales se dirigió a la salida de la sala. Cuando estaban por atravesar la puerta, cuya barrera fue removida cuando terminó el duelo, la voz grave de Mikel los hizo detenerse.

-¿Qué tipo de magia fue esa?-Preguntó, cargando a Graciela tras haber vendado cas todas sus heridas. Sus ojos azules ya no se encontraban tras los lentes de aviador, provocando que ambas pupilas miraran fijamente al capitán.

-¿A qué te refieres?-Preguntó de vuelta Schmidt, sin darse la vuelta.

-Nunca he visto magia de ese tipo. Siempre dejan algún rastro residual o una manifestación previa al hechizo, pero durante el duelo usaste ocasionalmente magia que no dejaba ninguna de las dos cosas. Además, no conozco ningún tipo de magia que pueda tener ese efecto de desvanecer la mente de alguien de mi [Sacred Gear], o que te permita moverte tan rápido que alguien acostumbrado a ver objetos moverse a velocidades sobrehumanas no pueda detectar-Explicó calmadamente, dejando a su herida novia en una camilla sobre una mesa.

Carlos Schmidt permaneció en silencio unos segundos.

-Todos tienen algunos secretos-Contestó finalmente, girando levemente su cabeza paa mirar de reojo a su interlocutor.

-¿Qué quieres dec...

-¿O acaso no los tienes tú, conejillo de indias militar?

Mikel no respondió. Sus ojos estaban abiertos de par en par, mirando ahora con una mezcla de temor y enojo al oficial. Este, por su parte, le dedicó una mirada fría antes de volver a mirar al frente.

Schmidt salió caminando a paso tranquilo de la sala con las manos en sus bolsillos, su espada y pistola enfundadas en su cinturón. Tras él, los dos comandantes de distintos países lo siguieron con semblante solemne, perdiéndose por los oscuros pasillos.

Tras ellos quedaban el mercenario y su novia, junto a sus dos nuevos estudiantes.

XXXXXXXXXX

Territorio Gremory. En esos instantes.

Un dragón de escamas oscuras se encontraba devorando un montón de carne. Ese montón de carne era un ser humano conocido cómo Manu, un mercenario originario de Isla de Pascua, Chile. Su trágico destino se podía resumir en un error durante una misión en territorio demoniaco, donde fue atrapado por un dragón y... bueno, corrió la suerte que sufrieron aquellos que los enfrentaban.

A unos metros de la escena de carnicería, se encontraban dos humanos más. Ambos mercenarios, respiraban lo más silenciosamente que podían, su escasa presencia como humanos escondida por un hechizo realizado a toda prisa.

Quienes estaban escondidos eran Beren y Aleksandra Slirov, ambos esperando pacientemente que el dragón cerca de ellos se fuera tras devorar a su compañero de equipo. Aleksandra estaba al borde de un ataque de pánico: no paraba de temblar y su respiración se volvía irregular por momentos. Beren estaba algo más calmado, pero aun así lo único que podía hacer para mantenerse cuerdo por la presión era hacer y deshacer figuras simples con el hierro presente en la tierra, que moldeaba con su [Sacred Gear].

Tras algunos minutos, el dragón de tamaño medio decidió que sería buena comer su almuerzo en otro lugar, por lo que tomó su presa entre sus fauces y se largó con rumbo desconocido. El par de mercenarios humanos se quedaron en su escondite por un rato, calmando sus nervios, antes de lentamente levantarse y salir corriendo del lugar camino a las filas humanas. Tenían que reportar lo visto:

Había un dragón en territorio de los Gremory.

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