Capítulo 1: El Mundo va a la Guerra... otra vez.

Parte 1: Las Secuelas de una Declaratoria.

"La gente va a la guerra. Matan, mueren, destruyen y sufren. Entonces... ¿Qué hay de diferente ahora?"

Ciudad de Londres, Distrito de Inglaterra Sur, Reino Federal Parlamentario de Europa.

Yo, Le Fay Pendragon, segunda hija de la noble casa de los Pendragon en Inglaterra, caminaba por la calle intranquila. Ya no era raro que fuera por allí con mi uniforme de maga, ya que la mayor parte de la humanidad sabia sobre la existencia de la magia, y por lo tanto, de los magos. Caminaba por las calles de una estructuralmente antigua Londres, donde a pesar de las guerras la mayor parte de las estructuras antiguas había sobrevivido. Recuerdo cuando mi abuelo me comentaba sobre aquellos días en los que, temerosos durante las noches, bajaban a los sótanos de las casas para resguardecerse, mientras de fondo se escuchaba una sirena de alerta de ataque aéreo amortiguándose a medida que se adentraban en las entrañas de la tierra, sacudida por las bombas. ¿Cuántos años habían pasado desde aquella época? No valía la pena contarlos.

La gente estaba eufórica. Mujeres comentando alegres sobre las ofensas de las criaturas sobrenaturales. Niños jugando a que investigaban, perseguían y atrapaban a un ángel. Madres que, orgullosas, despedían a sus hijos que iban nuevamente a la guerra, a menos de 5 años de haber terminado la última. Pero ahora era diferente, o al menos así lo sentían ellos. Esta era una guerra luchada contra un enemigo común, un enemigo de la humanidad. No de sus gobiernos. La gente sentía que contra quienes iban a pelear eran sus enemigos, y era lo justo ir a por ellos. Los soldados marchaban hacia las localizaciones de los portales con las cabezas altas, armas firmemente tomadas, botas chocando sonoramente con la calle a medida que salían de las calles donde desfilaban y se subían a los transportes que los llevarían a sus futuras bases. Muchos sabían que era una guerra difícil, de la que muchos no saldrían para contarlo. Y aun así iban, más motivados que cuando luchaban contra sus países vecinos. Porque sentían que había un enemigo en común, alguien que debía ser exterminado. Algo por lo que podrían identificarse con sus gobiernos, familias, camaradas y vecinos. Era un nuevo símbolo de unidad.

Los soldados a quienes se les había ordenado permanecer en las ciudades, resguardándolas de un posible ataque sorpresa sobrenatural debido a su facilidad con la magia de transporte, miraban con envidia a sus sonrientes y marchantes compañeros. Se despedían con abrazos, gestos, sonrisas, promesas de salir a tomar, a bailar, a buscar mujeres y despertar en medio de la calle sin recordar que pasó la noche anterior. Sabían de la poca probabilidad de cumplir esas promesas, pero de todos modos las hacían, esperando que esta guerra que nuca nadie pudo predecir no los matara y pudieran volver con sus amigos y familias.

Eso era lo que pude observar mientras caminaba por la calle. Harta de eso, me fui corriendo de allí, camino a la mansión a la que llamaba casa. Es cierto que mi familia fue de las pocas que logro mantener su posición de noble en Inglaterra después de la guerra de anexión, pero eso no me hacía sentir mejor. Era un pasado del que no era parte.

Habiendo estado involucrada con lo sobrenatural por mucho tiempo, los miembros más viejos de mi familia y nuestra biblioteca se convirtieron en una mina de oro para científicos y agencias de inteligencia. Hacía poco más de 2 años cuando tocaron la puerta, pidiendo amablemente entrar a la casa. Yo estaba debajo de la escalera principal cuando sucedió eso. Mi padre contesto que no quería ver a nadie, probablemente por algún día duro en relaciones con otros nobles. Segundos más tarde de que dijera eso, la puerta fue forzada violentamente, y miembros de la 3SP irrumpieron en la casa, y arrastraron a mi padre escaleras arriba. No sé qué pasó después, pero escuche algunos gritos venir de arriba, y luego los oficiales se largaron con sonrisas en su cara, arreglando la puerta en el camino. Mi padre entonces convoco una reunión familiar, llevando la cara más pálida que le he visto en su vida.

Esa noche, durante la cena, nos dijo:

-He decidido darle permiso al gobierno para entrar a la biblioteca familiar. Puede que algunos miembros de la 3SP os hagan algunas preguntas, pero sed amables y responded con la verdad. Eso es todo. Buenas noches-Y subió a su cuarto sin decir una palabra o probar bocado. Solo ahora, años después, he podido comprender porque estaba tan asustado.

La 3SP. Sigla de "Secret Sécurité Staatspolizei", la agencia de policía secreta y seguridad del estado, disponiendo de su propio servicio de inteligencia y mezclando en su nombre 3 de los 4 idiomas más hablados. La razón por la que el español fue dejado fuera fue porque la agencia se creó para contrarrestar el movimiento independentista español a inicios del siglo XX, y por ende, no podía tener españoles. A pesar de que aplasto cualquier intento de rebelión y se permitió finalmente la entrada a los españoles, el nombre ha permanecido igual a través del tiempo, como un recordatorio de la imposibilidad de rebelarse.

La 3SP es conocida y temida por múltiples personas a lo largo del país. Sus miembros pueden pertenecer a la inteligencia o a la policía secreta de seguridad, pero ambos son conocidos por la brutalidad y la efectividad que tienen. Fue la 3SP la que descubrió la fecha del tratado de paz sobrenatural cuando intentaron usarlo como excusa, lo que le valió el reconocimiento mundial posteriormente.

En ese entonces, sin embargo, solo conocía el lado bueno de la 3SP, y como la mayoría de la población, pensaba en ellos como los buenos de la historia. Cuando me preguntaron sobre lo que sabía del mundo sobrenatural, inocentemente les dije todo lo que sabía, incluida la magia. Jamás olvidare la mirada brillante en los ojos del joven que me hizo las preguntas: no era maliciosa, y él probablemente no superaba los 24 años y no había entrado en el lado oscuro de la agencia. Me dijo unas sinceras palabras de agradecimiento y me regalo un chocolate antes de irse. Lógicamente lo acepte. Los dulces eran un bien preciado y escaso en esa época, y yo no era quien para rechazar un regalo.

¿Dónde quedo esa inocencia que tenía cuando conté lo que sabía sobre el mundo sobrenatural?

Tenía amigos demonios, ángeles y caídos, youkais y nórdicos. Y los vendí. Apenas lo comprendí me empecé a negar. Negué la realidad, que lo que había hecho no era más que para la cooperación entre razas. Pero luego vinieron los experimentos con armamento, donde algunos humanos reencarnados descontentos con su vida sobrenatural se ofrecieron a probar los efectos del armamento, aunque pudieran perder la vida. Ese nivel de fanatismo y ayuda a los humanos me hizo pensar, y me convenció de que lo que había hecho era lo correcto, y que actuaba por un bien mayor.

Pero ahora que vamos a la guerra con quienes debían ser nuestros amigos, no sé qué pensar. Los humanos tienen sus motivos para querer venganza, pero la guerra no es la solución. Pero era tarde. Y ahora todo el mundo se preparaba para la guerra más costosa que habrían conocido. Yo, que conozco el mundo sobrenatural, lo predigo así.

Me levante de golpe de mi cama, e ignorando el súbito mareo que sufrí me dirigí al globo terráqueo de mi habitación. Girándolo violentamente, casi al punto de lanzarlo, lo detuve bruscamente con la mano. Me iría de viaje para poder ordenar mis ideas, y ver si de verdad es lo mejor que vayamos a una guerra.

Mi mano se detuvo sobre Japón, un país de Lejano Oriente formado por un conjunto de varias islas pequeñas y algunas más grandes. Tomando mis cosas de magia que llevaría en mi viaje de duración indefinida, prepare un hechizo de traducción y otro de transporte antes de irme.

Me iría a Japón, y nada evitaría que saliera de allí con mis ideas listas.

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"¿Y las [Sacred Gear] qué?"

Palacio de la ciudad de Viena, Distrito de Austria, Reino Federal Parlamentario de Europa.

Una reunión entre los principales líderes mundiales y varios de sus mandos militares se encontraba en la ciudad de Viena, otrora símbolo de grandeza y riqueza. El tema de discusión era simple:

¿Qué hacer con aquellos humanos con [Sacred Gear], o con aquellos practicantes de la magia?

Dado el elevado conocimiento tenido sobre el mundo sobrenatural, producto de múltiples investigaciones paralelas y complementarias a cargo de distintas instituciones o personas, se sabía que las [Sacred Gear] podía ser extraída a riesgo de matar al usuario, que tenían un estado llamado [Balance Breaker] que podía ser desbloqueado y aumentaba sus poderes, que muchas veces su poder dependía del poder propio del usuario, y otras cosas. Debido a eso se encontraba discutiendo que podían hacer para aprovechar las [Sacred Gear], sin lanzar a los usuarios a la batalla una y otra vez esperando que no murieran, como había sido el plan original.

Luego estaba el tema de los humanos practicantes de la magia. ¿De qué lado se pondrían? ¿Les ayudarían en la guerra? ¿Se harían a un lado? Nadie lo sabía, y cada cábala de magos actuaba por cuenta propia.

-Opino que deberíamos formar compañías y batallones de magos y usuarios de [Sacred Gear] para mantenerlos bajo vigilancia, y poder usarlos eficientemente en combate-Fue la opinión que prevalecía. Pero el tópico de la discusión era: ¿Cómo organizarlos? ¿Tipo de poder? ¿Nivel de poder? ¿Clasificación de [Sacred Gear]? Nadie sabía. Eso hasta que el comandante del ejército Japonés, Kuroishi Yuu, llamo la atención de la sala.

-Mi opinión es que combinemos ambos-Adelantándose a los comentarios negativos que seguramente vendrían, se apresuro a contestar-Creó que, al saber los magos más de estos temas, deberíamos encargarles a ellos que entrenen a los usuarios de [Sacred Gear], les enseñen a combatir con sus armas, y que puedan aprender a luchar eficientemente. También aprovechamos de aumentar el poder combativo y versatilidad de la unidad, y los mantenemos vigilados con oficiales de nuestros ejércitos que tengan [Sacred Gear], que les puedo asegurar que existen. Para poder mezclarlos bien, sin embargo, vamos a tener que darles rangos en la jerarquía militar, y esos rangos tendrán que ser verdaderos. En resumen, tratarlos como una unidad militar más, solo que con rangos internacionales. También propongo que solo se usa un sistema de rangos simplificado, para que no nos hagamos un lío con una unidad que solamente ahora fue creada.

Su idea fue ampliamente aplaudida por la gente de la sala, aunque con algunas reticencias. Una de ellas la expuso el comandante de la sección australiana del Ejército de Oceanía, Lord Thomas Richmont.

-Aunque debo aplaudir su idea, señor Kuroishi, y darle mis felicitaciones por tal ocurrencia, lamento decir que la cantidad de [Sacred Gear] descubiertas, localizadas y despertadas en el mundo humano, sumadas a la cantidad de magos descubiertos, si bien suficientes como para poder formar mínimo un batallón o dos, no son similares siempre, y asumiendo un emparejamiento de un mago y un usuario de [Sacred Gear], tendríamos que formar compañías muy dispares en capacidades. Además, por supuesto, de fomentar el estudio de la magia.

Sus palabras fueron también aplaudidas, y debido a eso la reunión se alargó durante un buen tiempo, varios días inclusive. La formación del "1° Regimiento Sobrenatural" fue un tema más bien complicado, debido a lo complicado del entrenamiento dispar y el convencimiento de magos y usuarios de [Sacred Gear] que no querían a luchar. El punto álgido fue cuando un movimiento sudamericano califico la exclusividad de magos y [Sacred Gear] en el regimiento como "Una medida de exclusión y una racista". Debido a eso, tuvieron que abrir sus puertas para humanos, complicando aún más la tarea de organizar una unidad que de por si no tenía nada estándar. Luego de una semana, por fin tenían un modelo organizativo que seguir.

-Entonces, para concluir con esta reunión-Hablo Richmont sosteniendo unos papeles en su mano, con toda la atención de la sala y los medios sobre él-A partir de este momento, el Alto Mando Conjunto de la Tierra autoriza la creación y armamento del "1° Regimiento Humano: Japón", junto con su Primer Batallón "Tokyo", el Segundo Batallón "Kyoto" y el Tercer Batallón "Okinawa". Cada batallón tendrá 4 compañías compuestas cada una por 50 usuarios de [Sacred Gear], 50 magos y 100 soldados humanos voluntarios. Así mismo, cada compañía se dividirá en 5 grupos de 40 personas, que tendrán 10 [Sacred Gear], 10 magos y 20 soldados voluntarios. Finalmente, la edad de postulación al regimiento comienza a los 14 años, así aquellos que quieran luchar contra el enemigo de la humanidad, no lo duden y vengan con nosotros. Eso es todo, gracias por su atención.

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"¿Qué hacer contra aquel que necesitas?"

Palacio de Lucifer, Lilith, Inframundo.

En la sala de los Maous en el inframundo, había ocurrido una reunión de suma importancia. Los Maou del Inframundo, los Arcángeles del Cielo, los Cadres de Grigory, los líderes Youkai, los dioses Asgardianos, Olímpicos, Hindúes, Budistas, Síntoistas y otros se encontraban dentro de la sala de reuniones que usualmente solo usaban los 4 líderes del Inframundo. También se encontraban allí los ancianos de las casas nobles del Inframundo.

-Podemos decir sin equivocarnos... que tenemos problemas-Menciono quedamente Sirzechs Lucifer, antes Sirzechs Gremory.

-Nosotros somos algunos de los más afectados, ya que dependemos mucho de los humanos para mantenernos. Sin sus creencias y oraciones, nos debilitamos-Comento el Arcángel Michael.

-Dímelo tú a mí. Múltiples demonios de clase baja han sido convocados a contratos y solo han regresado sus [Evil Pieces]. Nos están provocando. Quieren seguir mostrándonos como los agresores.-Contesto Serafall Leviatan, antes Serafall Sitri.

-¿Creen que nos invadan?

-Lo dudo. No deberían tener el poder para hacerlo.

-Aunque es cierto que los podemos atacar en cualquier lugar.

-¿Y si realizamos una guerra sicológica? Hay que convencerlos de que no es posible combatirnos, demostrarles que por algo somos superiores. No me gusta decir esas palabras, pero una guerra entre ambos terminara en una masacre para ellos. Y muchos de nosotros necesitamos a los humanos para sobrevivir.

-Así que así creen que saldrá la guerra, eh...

-¿Qué hay de los dragones? ¿Alguna posibilidad?

-A menos que los provocaran a todos y cada uno de ellos, lo dudo. Siempre han sido indiferentes. Y los humanos no han hecho nada que los provoque. Es más, varios han ido con dragones como Tannin a entrenar o a aprender. Puedo ordenarle a Tannin que actúe como demonio, pero dudo que obedezca. Si se niega y usamos la fuerza, los dragones en su territorio, que no son demonios, nos combatirían. Además de que perderíamos muchos hombres. Por otro lado, no creo que Tannin quiera unirse a la guerra para que la única región donde crece el fruto que necesita su raza sea destruida por las armas humanas.

-¿No puedes prometerle que no será tocada y ya?

-No puedo hacerlo. Nuestro sistema de seguridad sufría un duro golpe cuando los humanos lograron descubrir la fecha del tratado. Por lo tanto, cualquier cosa respecto a seguridad que le ofrezca tendrá un serio problema de credibilidad.

-De momento bombardeemos ciudades no muy importantes. Les servirá para comprobar que no pueden hacernos daño, y que nosotros los podemos borrar de un plumazo.

-¿Un ataque simultaneo a varias ciudades no importantes? Me gusta...

-Ahora el tema es cuales.

-Propongo esta.

-No, mejor esta otra.

El resto de la discusión se perdió en ver que ciudades atacarían sin dañar mucho la infraestructura humana, pero dañando fuertemente su moral. Tal fue la agitación, que nadie observo a un guardia salir de la habitación y utilizar un papel con un círculo mágico grabado. A unos pasos de la salida, el guardia se desvaneció.

Claro que con tantos seres sobrenaturales, nadie habría advertido a un humano sin ningún tipo de aura fuerte.

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Parte 2: Primeros pasos de una Guerra.

"La Guerra Sicológica... ¿Funciona contra quien no teme?"

Ciudad de Kuoh, Japón.

Yo, Hyoudo Issei, un estudiante de primer año, iba camino a la escuela, más concretamente a la Academia Kuoh. Mis amigos no habían podido entrar debido a sus notas, pero logre hacer nuevos amigos. Además, gran parte de la población aquí es increíblemente amable. Kuoh, a pesar de ser una pequeña ciudad de poco más de 10.000 personas, era conocida porque gran cantidad de su población constaba de veteranos de la Guerra de Independencia Japonesa. La guerra duro desde 1962 hasta 1974 y se dividió en tres fases: el Levantamiento, el Avance y el Congelamiento. Si bien la guerra comenzó como una operación norteamericana que también contemplaba la liberación de Corea, de todos modos la tomamos como nuestra propia guerra. Y tiene mucho sentido que lo hagamos, ya que la gran mayoría de los que combatieron fueron japoneses, apoyados y adoctrinados eso sí, por armas y militares americanos. Diría que por cada americano que combatió en la guerra hubo unos 4 japoneses luchando. Inclusive hace poco los americanos reconocieron la operación como la "Guerra de Japón", dándonos así el reconocimiento que pedíamos. Pero me desvió del tema.

-¡Ise-kun!-Escuche que me llamaban. Me di la vuelta y me encontré con un señor de avanzada edad caminando con un bastón. Su cabello gris de canas se asomaba por sobre su sombrero mientras usaba la típica vestimenta de caballero occidental. Me acerque a saludarlo. ¿Cómo no podría? ¡Era uno de mis vecinos!

-¡Oji-san! ¿Cómo te va todo? ¿Aun tratando de espiar a las estudiantes?-La pregunta era de lo más honesta posible, pues a pesar de ser mi vecino, por lo general lo encontraba ceca de la entrada de la Academia Kuoh. Y vamos, lo digo en serio. ¿Qué no sienten vergüenza de andar con esas minifaldas que tienen por uniformes?

-Jajaja, tú me conoces bien, muchacho-Me contesto con una risa afable y una cara amable-Sí, es cierto que vine a espiar como siempre, pero ese no es mi objetivo principal el día de hoy. Ten-Me entrego algo envuelto en una tela de muy alta calidad. Apenas lo soltó pude notar su peso-No lo abras hasta que llegues a casa. Y que nadie, repito, nadie lo vea. Si cumples bien, incluso te podría regalar una revista de mi colección platino-Me dijo con un guiño cómplice. Yo solo pude abrir los ojos en shock.

-¡¿En serio?!-No podía decir otra cosa. ¿De su colección platino? ¡Eso era un regalo que los simples mortales no podían recibir de un dios de lo ero como él!

-Claro. Tú solo ve con confianza. Y recuerda, que nadie lo vea-Me recordó antes de irse. Yo solo me guarde bien dentro de mi bolso lo que sea que me haya dado. Bien, ya tengo una motivación para la escuela hoy.

Seguí camino a la escuela, cuando una voz, esta vez mucho más joven y aguda, me llamó nuevamente desde atrás.

-¡Ise!

-¡Murayama!

Mi compañera de clases y una de mis amigos, Murayama Kaori. Cabello castaño, un cuerpo nada despreciable, y una personalidad dulce son los ingredientes que la componen. No puedo evitar sentirme afortunado cada vez que me doy cuenta que soy su amigo. Muchos que entraron a la academia por el hecho de que antes era solo de mujeres fueron apaleados por miembros del club de kendo dirigido por ella, lo que provoco que muchas mujeres se dirigieran a ellos con g-estos despectivos.

Empezamos a caminar camino a la escuela. En el camino nos encontrábamos a otros estudiantes o ancianos veteranos de la guerra, quienes salían a pasear temprano en la mañana con sus también ancianas parejas. Era algo molesto escuchar comentarios como "Ahí va la pareja de nuevo" o "Miren a esos dos, solo les faltan los anillos. ¡Ah, si fuera joven de nuevo...!" y blablabla. Sinceramente, estos ancianos, por mucho que los respete, un día me volverán loco.

-Por cierto, Issei-Me hablo Murayama. Volví mí vista hacia ella-¿Has escuchado las noticias? Parece que, al ser japonés el comandante que propuso la creación del regimiento humano-sobrenatural, el regimiento será entrenado y alojado aquí en Japón.

-Sí, algo escuche-Conteste honestamente. Con lo habladoras que son las vecinas y la gran cantidad de veteranos de guerra en buen estado de salud en la ciudad, las noticias y chismes se transmitían más rápido que un reguero de pólvora.

-También escuche que permitirán la entrada a ese regimiento desde los 14 años.

-Eso es una locura. Nadie debería ir a la guerra tan joven. Es más, ni siquiera deberíamos ir a la guerra. Estoy muy seguro que hay gente que piensa como yo, aunque no son muchos.

-No sé... yo estaba... pensando en enlistarme...

-¿Qué...?

-... ¿Ise...?

-¡¿En qué diablos estabas pensando?!-La tomo de los hombros y empecé a zarandearla de los hombros-¡¿Tienes idea de lo que es la guerra?! ¡¿Tienes alguna condenada idea de lo que es?! ¡Es cierto que yo nunca he estado en una, pero no voy a dejar que tú vayas!

-¡I-Issei, p-para!

Me di cuenta de lo que estaba haciendo y la solté.

-Lo siento... yo solo...

-Está bien. Fue mi idea la que provoco eso. Solo... no lo vuelvas a hacer. Fue muy violento.

-Lo siento.

Llegamos en un incómodo silencio a la academia, y fuimos a nuestra clase. La mañana pasó rápidamente, más rápido de lo que debería haber pasado. Me alegre por eso porque, antes de darme cuenta, ya era la hora del almuerzo. Mientras salía de la sala para ir a comprar algo, escuche los comentarios que lanzaban algunos compañeros al pasar.

-¿Has escuchado los rumores?

-Dicen que el Consejo Estudiantil estaba compuesto por sobrenaturales, y que tuvieron que evacuar al declararse la guerra.

-Sobre eso, también escuche que el Club de Investigación de lo Oculto estaba compuesto por demonios.

-Yo escuche que los encargados de la iglesia eran ángeles.

-Yo escuche que eran caídos.

-No sé lo que fueran, pero ojala los echen de aquí.

-Ya hemos estado mucho tiempo sin ellos, ¿Por qué quererlos ahora?

Salí apresuradamente del salón, camino a la cafetería. No quería escuchar más cosas de la guerra. Oji-san de vez en cuando me cuenta algunas historias suyas de cuando estaba luchando por la libertad de Japón, y que puedo decir, no era nada bonito. Los actos de crueldad del imperio oriental, las guerrillas, los castigos, las batallas, todo lo que describía era horrible. Me conto que lo peor, según él, era estar acostumbrado a verlo. Era por eso que los veteranos de guerra no suelen encajar en la sociedad.

Volví de la cafetería con una bolsa con mi comida, y me senté en mi lugar para comer en paz. Murayama y su amiga Katase se unieron a mí, y después se nos unió Aika, una pervertida de primera. Luego otro par de amigos se unió a nosotros, y así terminamos con toda la clase comiendo y bromeando.

Lástima que eso no duro.

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-Raynare, te voy a confesar una misión a ti y a tu grupo.

-Mande, Azazel-sama.

-Hay una ciudad en Japón llamada Kuoh, la cual es necesario que destruyan del modo más violento y rápido posible. Sé de sobra que no poseen el poder para hacerlo, por lo que les prestare una de las armas que he estado desarrollando. Se trata de unas pequeñas granadas, que al detonar, liberarán un compuesto altamente explosivo, acompañado de una onda de choque. No lo hemos producido debido a que buscamos mezclar la energía con aura sacra o demoniaca, pero servirá contra los humanos Vayan, y buena suerte.

Raynare observo las granadas que les hubiera dado Azazel. Eran pequeñas, incluso en su mano podía llevar dos y todavía cerrar el puño. Las dividió entre su equipo: 6 para cada uno y 7 para ella, por ser la líder. Dispersándose entre las casas y calles de la pacífica ciudad que hacía de refugio para los humanos supervivientes de las guerras, mediante un hechizo de comunicación se transmitió la orden.

"Que empieza la fiesta"

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Una explosión ocurrió a la distancia. Curiosos, todos fuimos a las ventanas para tratar de observar que había pasado.

-¿Qué fue eso?

-Ni idea.

-Se escuchó muy lejano, pero parece ser fuerte.

-Allá está saliendo el humo.

-¿No es allí donde está una de las residencias de veteranos?

-¿Qué crees que está pasando, Issei?

-La verdad... no sé qué pensar de esto...

Me quede intranquilo. ¿Bombas? ¿En Kuoh? ¿Es que acaso alguien se había vuelto loco? Incluso si fuera por un acto de guerra, Kuoh solo era un asilo de ancianos de pequeño tamaño, difícilmente un objetivo que valiera la pena. Mientras pensaba eso, pudo observar que algo se movía en el aire. Pensé que era un pájaro, pero luego de que se acercara a una velocidad alarmante, pude comprobar con horror que no era así.

-¡UN CAÍDO!

-¡Mierda, un caído! ¡Corran!

-¡No hay tiempo! ¡Bajo las mesas!

Apenas pudimos reaccionar al grito de Katase y arrojarnos bajo las mesas, antes de que una fuerte explosión sacudiera la academia. Los desafortunados que no alcanzaron a esconderse fueron aplastados por escombros, deformando sus cuerpos en un grado increíble. Muchos fueron totalmente aplastados, y pude observar el cielo azul a través de 3 pisos de altura. No aguante más y despedí mi almuerzo de mi estómago.

-¿Ise? ¿Estás bien?-Oí que me preguntaba Murayama.

-Eso... creo...

-Hay que salir de aquí, vamos.

Apoyándome en Murayama, cojeé hasta la salida. A pesar del pánico general, muchos de nosotros salimos en orden de las salas y procedimos a ir camino a los refugios subterráneos. Debido a la guerra constante, muchos de nosotros habíamos realizado simulacros en caso de bombardeo, y supongo que eso funcionaria aquí.

Espero.

Por los pasillos se asomaban distintos alumnos, muchos agitados o confundidos. Los gritos y órdenes del Consejo Estudiantil Provisional, liderado por Kiyomi Abe de segundo año, se escuchan por los pasillos, moviendo a la masa de gente camino a los refugios.

Otra explosión sacudió la academia, y un aula de primer año se desplomo, atrapando a la mitad de sus estudiantes bajo ella. Otros cayeron de pisos superiores, provocando que manchas de sangre y trozos de carne y hueso saltaran al pasillo por donde estábamos pasando. Termine de despedir el contenido de mi estómago sobre la pared del pasillo, y seguí caminando apoyado en Murayama.

Estábamos llegando a la salida de la academia. Por las ventanas se podía observar a los 4 ángeles caídos que habían protagonizado el ataque a una ciudad que no tenía como defenderse. Sus alas negras resaltaban en el cielo azul, ahora complementado con incontables columnas de humo negro y gris.

Sentí una emoción surgir en mí. Rabia, enojo, impotencia. No podía hacer nada contra ellos. Después de todo, ¿Qué podía yo, un humano normal, hacer contra aquellos seres que violaban las reglas de la naturaleza?

Observe a uno lanzar un objeto circular de pequeño tamaño hacia nosotros. Pude ver que era cuando estaba a escasos segundos de impactar, pero pude. Y lo que vi no me gusto.

-¡Al suelo!

Los que me hicieron caso se arrojaron al suelo instantáneamente. Otros dudaron un poco, cosa que fue fatal para los más próximos al sitio de la explosión. Cadáveres volaron a lo largo del patio, debido a una explosión que no podría haber provocado algo tan pequeño. Pude ver mi bolso escolar volar desde el edificio de la academia, ahora reducido en su mayoría a escombros. Cayó a unos metros de mí, junto al cadáver de una persona que no pertenecía al establecimiento. Pero sabía quién era.

-¡Oji-san!

-¿I...ssei?

Corrí lo más rápido que pude hacia él.

-¡Resiste, estarás bien!-Empecé a revisarlo, como había visto que hacían en las películas y series de televisión. Lo que vi no me gusto para nada. Tenía un gran corte en su estómago, probablemente a lo largo de todo su pecho. Estaba vivo nada más que por fuerza de voluntad, y aun así no duraría mucho si no recibió la atención de un médico pronto.

-I...ssei... mi... regalo...-Murmuró. Asentí mientras me paraba para ir a buscar mi bolso escolar. Tal vez podría usar la tela del regalo para hacer una venda. Caí debido a mi cojera, pero me pare de nuevo para llegar hasta donde la bolsa. O eso quisiera, pero Murayama se me tiro encima, arrojándome al suelo y lastimándome más todavía el tobillo.

-¡Issei! ¿¡Acaso estás loco!?

-¡Silencio! ¡Debo llegar a mi bol...-Pude ver como la bolsa volaba lejos de mi producto de potra explosión. Un ángel caído parecía haberse ensañado con la academia, debido al hecho d que se la pasaba atacando a quien veía desorientado, golpeándolos o atravesándolos con unas lanzas que supuse eran sus famosas lanzas de luz.

El caído se giró hacia nosotros, con una expresión de gozo en su rostro. Era una mujer de cabello azul y un cuerpo menudo que mostraba sin pudor, pero la vista no era para nada alentadora para mí. Ni siquiera pude excitarme algo. Voló hacia nosotros y me dio una patada, lanzándome lejos. Pude ver de reojo como tomaba a Murayama de la cabeza y le realizaba en corte en el brazo con su lanza de luz. Katase salto en su defensa, pero un seco golpe bajo la dejo tirada sin aire por allí. En cuanto a mí, decidió no divertirse conmigo y me arrojo una lanza de luz al estómago. Pude sentir mi consciencia alejándose del mundo mientras veía a Murayama gritar algo, quizá mi nombre, mientras la caído se reía locamente. Los alrededores estaban envueltos en humo y fuego, sangre regando los árboles y muros, y un cielo que se había nublado en cuestión de segundos. Todo se fue a negro.

¿Moriré así? Hubiera querido vivir mejor.

Adiós amigos, adiós Katase, adiós Matsuda y Motohama, viejos amigos que no volví a ver, y sobre todo, adiós Murayama...

Murayama...

¿Acaso no la estaban torturando?

A ella y a todos los que conozco y quiero.

Siendo torturados y masacrados por el capricho de seres que nos despreciaban.

Torturados. Burlados. Silenciados y oprimidos como animales.

Eso no podía ser así. Necesito poder, poder para levantarme y protegerlos. Poder para devolver a todos a su lugar. Poder para que todos sean felices. Poder para que el mundo vuelva a estar en paz. Necesito ese poder, porque así puedo hacer que las injusticias se detengan. Y sobre todo...

...necesito poder para vivir.

Vivir. Vivir. Vivir. Vivir. Vivir. Vivir, vivir, vivir. Vivir, vivir, VIVIR. VIVIR. VIVIR. VIVIR. VIVIR. ¡VIVIR!

¡VIVIR!

¡Rrrooaaagghhh!

No sé qué pasa. Estoy envuelto en un mundo de fuego. De fuego sin fin. No me quemo, pero siento que calienta. ¿Qué es esto? ¿QUÉ ES ESTO?

-Saludos, compañero-Me saludo una voz. Era potente, más potente que todo o que hay visto o escuchado en la vida. Me da la vuelta lentamente, encontrándome con un dragón que fácilmente debía superar los 100 metros de alto. Era tan imponente, que de solo verlo siento la obligación de estar de rodillas, e inclinarme ante él. Luchando contra ese sentimiento, le encare a pesar de estar todo en mi contra.

-¿Quién eres?

-Me alegra que preguntes-Respondió, de nuevo con esa voz potente que me hacía querer postrarme ante él-Soy Ddraig, el Dragón Celestial, el Dragón Emperador Rojo, el Dragón de la Dominación. Esos son mis títulos, pero ya que eres mi compañero, puedes llamarme como gustes.

-¿Qué quiere el dragón de la dominación conmigo?

-Estoy sellado en la [Sacred Gear] que reside en tu brazo izquierdo, llamada [Boosted Gear]. Tengo la habilidad de duplicar tu poder cada 10 segundos, aunque debido a que eres un humano no deberías ser capaz de aguantar mucho.

-¿O sea que eres poderosos?

-Así es, uno de los seres más poderosos jamás existentes.

-¿Y estas sellado dentro mío?

-Correcto.

-¿Cómo accedo a ese poder? Tengo que salvar a mis amigos y a mi ciudad de esos caídos.

-¿Unos cuervos? ¿Por qué atacan tu ciudad? Solo eres un humano... a menos de que algo haya pasado desde la última vez que estuve despierto...

-Los humanos le han declarado la guerra al mundo sobrenatural. Esos caídos están atacando m ciudad, que no les ha hecho nada, y no es ningún objetivo estratégico. Solo la atacan por querer.

-Hum, típico de los cuervos. Atacar por la espalda. Muy bien, anfitrión, te dejare usar mi poder. ¡Úsalo y destroza a aquellos que osaron desafiar al poder de la dominación!

-Gracias, Ddraig. Si nos volvemos a ver, me asegurare de agradecértelo apropiadamente.

-No hay problema, socio. Antes de que vuelvas a la realidad, ¿puedo preguntar por tu nombre?

-...Issei. Issei Hyoudo.

-Muy bien, Issei Hyoudo. ¡Sal y muéstrales lo que puede hacer el Dragón Emperador Rojo de la Dominación!

Sentí que una energía cálida me revitalizaba, y cerré los ojos. Cuando los volví a abrir, me encontré todavía tirado en el suelo a unos metros de la caído atacando a Murayama. Por el aspecto de las cosas, parecía que solo habían pasado unos segundos. Por un momento me pregunte si todo había sido una ilusión, un producto de mi mente deslizante entre la vida y la muerte, pero luego sentí el poder de fuego rodearme y darme fuerzas de donde no tenía. Y lo comprendí. Comprendí que no había sido una ilusión. El Dragón Emperador Rojo de la Dominación era real. Y mi fuerza, al igual que la suya, también.

Gire mi cabeza hacía Oji-san, quien estaba buscando algo en mi bolso. Lo encontró, y extrajo el pañuelo de tela. Desenvolviéndolo, pude ver que dentro había una pistola. Agarrándose el estómago debido al corte, estiro su brazo y lanzo el arma, deslizándola por el suelo hasta llegar a mí. Seguido a eso, desfalleció en el suelo.

Tomé el arma deslizante sin dudas. Ya sabía que tenía que hacer. Con su mano izquierda, revestida con un guante metálico rojo, saco la lanza de luz de su cuerpo, arrojándola a un lado. Con la derecha apunto la pistola hacia la caído a unos metros de él. No tenía ninguna duda de lo que debía hacer ahora.

La ángel noto que algo aldaba mal, por lo que giró la cabeza. Sus ojos se abrieron desmesuradamente ante la vista del estudiante con el arma que le apuntaba desde el suelo. Pude imaginarme sus pensamientos de sorpresa, sorpresa de que alguien intentaba resistirse. Reí por lo bajo. Le dedique un último comentario antes de morir.

-Bienvenida a la guerra.

Y apreté el gatillo.

Sentí la fuerza del retroceso al disparar el arma, y la cabeza del ángel exploto en pedazos de carne, hueso y piel. Su cuerpo cayó al suelo, sin vida restante en él. Parándome, empecé a caminar a la salida de la escuela. El patio era un desastre, lleno de gente herida y puerta. Muchos me vieron pasar entre ellos, hacia la puerta. Algunos me miraron con miedo, quizá por el guante en mi mano y la pistola en la otra. Otros me miraron con respeto, como si fuese una especia de Mesías. Unos pocos decidieron seguirme. No eran más que 3 de ellos los que me siguieron a la salida, todos con una mirada de determinación en sus caras. Antes de salir, me dirigí donde estaba Murayama en el suelo, que estaba siendo ayudada por Katase.

-¿Estas bien?-Me arrodille frene a ellas, buscando alguna herida con la mirada. Al no encontrar nada suspire con alivio. No había vuelto tarde.

-Solo un poco adolorida-Me contesto Murayama en voz baja. Katase la miraba preocupada, para luego reparar en el guante que llevaba en mi mano izquierda.

-Ise, eso... ¿qué es?

-Prometo que explicare todo más adelante. Solo... descansen por ahora. Pronto todo habrá terminado.

-Bien... pero quiero algo de comer cuando esto termine.

-Y a mí me debes una shinai nueva.

-¿Tú te crees que mi dinero sale de los árboles o qué?-El grupo rió con el comentario, aliviando la tensión. Recomponiendo mi rostro, salí a paso firme y decidido de la academia, seguido de los otros 3. Uno de ellos se llamaba Saji, y llevaba otra especia de guante negro en su muñeca. Probablemente un [Sacred Gear] como el mío. Los otros dos no los conocía, quizá eran sempais.

Llegamos a un parque cercano a la escuela. De hecho, debido a la destrucción todavía podíamos ver el patio de la escuela. Allí había otro caído.

-Compañero, escúchame-No tuve que pensar para adivinar que era Ddraig quien me hablaba telepáticamente-Empieza a cargar tu energía. Te daré libre albedrío sobre los Boost, así que carga hasta que te diga lo contrario. ¿Entendido?

-Sí, Ddraig.

Hice lo que me ordeno. No sé cómo, pero sabía qué hacer y cómo hacerlo. En el aire empezaron a sonar los [Boost] de la [Boosted Gear], mi [Sacred Gaer]. Los otros 3 se habían lanzado contra la caído, la cual empezó a tratar de cortarlos con lanzas de luz. Desde la distancia pude escuchar sus gritos.

  -¡Soy la orgullosa ángel caído Raynare! ¡No puedo dejar que unas escorias humanas como ustedes me toquen!  

[Boost] [Boost] [Boost] [Boost] [Boost]

-¡Listo, compañero! ¡Ya sabes que hacer!

Era verdad. Sabía que hacer, aunque nunca lo hubiera hecho antes. Levante el guante en mi mano izquierda, e imitando el gesto de una pistola, lo apunte hacia el ángel caído Raynare.

-¡Salgan de ahí!-Grite. Mis 3 compañeros de academia saltaron lejos de allí. Raynare fijo su vista en mí, inyectando sus ojos rojos y su sed de sangre en mi persona. Pero no me amedrante. Y esperando a que se acercara a mí, simplemente relaje los hombros, me afirme en el suelo, y murmuré:

-Dragon Shoot.

Un haz de energía carmesí salió de la punta del dedo del guante. Pude ver la mirada sorprendida en el rostro de la caída, antes de que su existencia fuera totalmente borrada de la faz de la tierra. Pronto, la única señal de que alguna vez estuvo aquí no fueron más que unas plumas negras cayendo desde el aire. Colapse sobre mí mismo, siendo atrapado por mis compañeros. Escuche un Reset! Venir de mi guante, y me sentí más débil que nunca. La herida de la que me había olvidado comenzó a afectarme, pero aun así convencí a mis compañeros de que me llevaran donde el cuerpo de Oji-san. Colocando su pistola sobre su pecho, le dedique el saludo militar, antes de caer sobre mis pies. Mirando al cielo, pude ver a la distancia como los helicópteros del ejército japonés llegaban, lanzaban cuerdas, y descendían los soldados que empezaron la búsqueda de los caídos restantes, a la vez que empezaron a tratar a los heridos. Y entonces lo supe.

Supe que habíamos ganado.

"Bienvenido a la guerra, Issei." Pensé para mi miso antes de caer dormido.

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.

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Sede central de Grigory, Inframundo.

Ante Azazel se presentaba un caído que raída un reporte. Todas las ciudades habían sido destruidas, pero solo la mitad de los enviados volvió, la mayoría con heridas. Para terminar con su informe, agrego cautelosamente:

-Además, tenemos otra noticia.

-¿Hum?-Gruño Azazel, visiblemente fastidiado por las pérdidas.

-El Dragón Emperador Rojo de esta generación ha despertado.

Los ojos de Azazel brillaron, y una sonrisa surco su rostro-Entendido, puedes retirarte-Cuando el caído se hubo ido, Azazel se dijo a sí mismo-Esto será interesante.

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