010
¿Cómo de acojonante puede ser la presencia de alguien? Si pensé en un principio que Harry evitaba la conversación y la interacción conmigo, estaba completamente equivocada. Él, sin duda, intentó ignorarme el resto del camino. Todo lo que era necesario para viajar, lo hizo por su cuenta sin siquiera atreverse a mirarme. Sabía que estaba pensando. Pensamientos desagradables, deseos apasionados. Harry estaba tan jodido, que me ponía enferma.
Enferma porque había una posibilidad de que también quisiera eso.
No, me diría a mí misma. Ninguna oportunidad. Incluso me cuestioné mi disgusto hacia él. Si iba a ignorarme, entonces debería hacer lo mismo. No más preguntas, no más conversación. Papá se reuniría con nosotros en un coche en el aeropuerto. Ya era hora de ser profesional. Actuar como si nada fuera de lo ordinario hubiera pasado. Bueno, aparte de haber sido perseguida a muerte por hombres a sueldo con máscaras de ski.
Cuidadosamente me aseguré de que mis bolsos fueran revisados. Una vez que nos habíamos bajado del avión privado, Harry y yo fuimos escoltados al coche de mi padre. Ni siquiera se molestó en salir del coche, así que tuve el presentimiento de que no estaba muy entusiasmado de verme acompañándolo. Nada iba según lo planeado, completamente fuera de control. Una de las cosas que él despreciaba con una rara pero gran pasión.
Mis labios estaban presionados en una línea apretada, algo de aire caliente me revolvía el pelo en la cara, que fervientemente me aparté. No me atrevía a abrir la boca y expresar verbalmente cuán pesado había sido mi viaje. Nadie hacía conversación mientras que unos cuantos hombres empaquetaban nuestras cosas en el maletero del coche negro.
Me senté entre mi padre y Harry. Había un sentido anormal de negligencia en el aire. Una vez que me hubiese quitado del medio, empezarían a discutir asuntos como los jodidos humanos que ambos eran. Aparte de las cosas que sabía que mi padre había hecho, no había nada que hacer excepto aceptarlo.De alguna manera, desde que Harry no era nada importante para mí, me encontré a mi misma sintiendo asco por él.
Era una forma hipócrita de defender a mi padre el decir que mi padre y Harry son dos personas diferentes cuando su voluntad y motivos van más allá del grado misteriosamente cruel y horripilante. Son parecidos y no era ninguna mentira piadosa.
"Supongo que ambos habéis estado estresados estos días." Empezó mi padre, rompiendo el silencio como si hubiera lanzado un vaso de cristal al suelo. "Pienso que es buen tiempo para descansar y relajarse hasta que oficialmente nos encarguemos de los asuntos. Especialmente tú, Harry."
Me quedé mirando fijamente en frente de mí, negándome a que me afectara.Sin embargo, Harry, estaba menos tenso por el ambiente incómodo de lo que yo estaba.
Asintió, apoyando sus grandes manos en su regazo. "Esto sería genial, señor. Gracias."
"Catalina." Papá me nombró, demandando mi atención para que me concentrara en él.
Le miré sin pensarlo dos veces. "¿Si?"
"Espero que te hayas comportado. Y también que escucharas a Harry y le dieras menos malos ratos de los que ya ha tenido." Dijo en un tono bajo, sus ojos concentrados en el mundo de fuera en vez de mí.
Mi visión estaba enfocada en él. La manera en la que mis labios se entreabrieron y mi voz se quedó estancada en mi garganta con duda le aseguraría a cualquiera que no hice ninguna de esas cosas, que no es completamente verdad. Quise decir que Harry ya por sí solo me dio malos tatos. No soy la única culpable por ser más que un problema de lo que ya parecía ser para ambos, mi padre y Harry.
No lo hice, de todas formas. No dije ni una palabra, y mi negación a hacerlo sólo me hizo ganar una mirada poco amistosa. Silencio.
-
Eso es todo lo que hubo. Silencio. No pude ni intentar disfrutar las preciosas vistas de Gangi, de las montañas Madonie en Sicilia. La zona occidental era maravillosa y absolutamente excepcional. Esta era un área más pequeña en comparación con Palermo, que estaba, tal vez, a media hora de distancia.Recordaba que había estudiado sobre Italia, así que conocía las regiones y su historia. Cómo llegar a ellas era la parte difícil.
No era como si necesitaran mi ayuda. Estaba mayormente fascinada por la zona. Italia era un sitio en el que nunca había estado. Aun así, hablaba el idioma. Terminé mis clases de italiano durante mi tercer año, y estaba en la mitad del quinto curso antes de que me metieran en esta situación. Conocía la lengua gramaticalmente correcta, del dialecto principalmente hablado.
Mi padre sabía más lenguas que yo. Él era el que me impulsaba a aprender lenguas extranjeras, diciendo que aprendiéndolas construiría mi conocimiento. Y también aumentarían mis posibilidades de encontrar un trabajo. El dinero era lo único que merecía la pena para él.
"Las vistas son bonitas." Comentó después de un rato. "Muy pacíficas. Hacen que el estrés no me haga freír vivo a alguien en un horno." Bromeó.Eso no era gracioso en absoluto. Quería decírselo, pero como el chófer se rió y Harry sonrió con sorna, ni me molesté en quedar como una aguafiestas malcriada. Esto era horrible. Sólo imaginármelo me daba escalofríos. Incluso creía que harían semejante cosa. No me sorprendería mucho de todas formas.
"Señor, no olvide que el Sr. Marcori celebra una maravillosa festa." Comentó el hombre que nos llevaba. Tenía un acento italiano, fuerte y grueso en cada sílaba que pronunciaba. Podía decir que este hombre fue contratado porque conocía el área de corazón. A mi padre le gustaban observadores y fuertes, no despistados.
Un haz luminoso de comprensión estalló en su cara ante la mención de la fiesta. "Oh, ¡cierto! Gracias, Antonio." Mi padre se giró hacia nosotros, Harry -- que todavía no había dicho nada excepto mostrar gratitud hacia mi padre por sus sugerencias de descansar y relajarse -- y yo.
"El Sr. Marcori, Harry, es un viejo amigo mío, que nos va a proponer un trato.Cree que ambas de nuestras riquezas en países extranjeros pueden ser bien expandidas. Así que, nos ha invitado a su fiesta anual. Amigos, familia están invitados." Explicó. "Realmente apreciaría si Catalina también fuese a la fiesta, por supuesto, bajo tu vigilancia."
Me mordí el labio, enfadada con el mero pensamiento de ser expuesta a circunstancias con las que nunca habría pensado relacionarme. Ansiaba la libertad. Lejos de estas cadenas que mi padre aclamaba como mi bienestar,pero él simplemente hacía las peores elecciones. No podía, por el bien de mi cordura, estar cerca de Harry.
Pero las palabras nunca salieron de mi boca, mientras Harry contestaba con un "Sí, señor." No había manera alguna de que le desafiara.
Llegamos a una carretera inclinada, con casas bellamente construidas. El agua más allá del punto más alto de Madonie era muy bonita y naturalmente azul. Era una vista refrescante. Todo ese agua entre esos hombres y yo. Por unos momentos, por supuesto. Era obvio que tarde o temprano me encontrarían. Simplemente, no sabía cuándo.
Inhalé profundamente, yendo a coger mis cosas del maletero, pero el hombre que nos había traído -- Antonio -- me frenó. "Está bien, signorina. Ya me encargo yo."
Murmurando un agradecido gracias, me giré para estar cara a cara con Harry. El pálido verde de sus ojos se quedaron fijos en mi dirección, viendo el horror plasmado en mi cara y claramente viendo el jadeo que dejaron mis labios. Su implacable y natural expresión de antes había vuelto. Ya estaba otra vez con lo de ser desconocido y misterioso. Aunque sabía que esta vez sabía lo que estaba pensando. Y él, en algún punto, caería.
Le miré mientras le ordenaba ciertas cosas a algunos hombres en la puerta principal de nuestra nueva casa. Tenía sombras oscuras bajo sus ojos, sus dedos moviéndose contra el anillo de su labio. Observé mientras él desaparecía dentro de la casa, con un gesto de su mano para que le siguiera.Lo hice.
Antonio estaba intentando hacer conversación con Harry, llevándonos a mi nueva habitación. Me sentía mareada con anticipación por saber cómo sería mi nueva habitación. Había tenido mucho por lo que preocuparme, era lo único bueno que tenía por lo que emocionarme.
"¿Cuánto tiempo has trabajado para el Sr. Gates?" Preguntó Antonio. Parecía ser de mi edad, o de la de Harry, que era veinte años. Antonio tenía los ojos marrones y era moreno. Su piel estaba bronceada del sol. Estaba fuerte, pero era más bajito que Harry.
Hablando de Harry, continuaba andando, examinando el bonito mobiliario y decoración de la casa. Subíamos las escaleras, cuando dijo, "Por siete años.Empecé cuando tenía trece."
Los ojos de Antonio se abrieron con sorpresa. "¿Trece? Esa es una edad muy temprana."
"Supongo." Harry respondió seco.Una vez que me habían enseñado mi nueva habitación, Harry se quedó junto a la puerta, apoyado contra la pared con los brazos cruzados por su pecho.Mirándome, cada movimiento que hacía. No tenía que mirarme así, no estaba en ningún peligro en particular, aparte del de la ley de la gravedad. Que me haría caer o tropezarme con mis propios pies.
Miré a mi alrededor. Había un gran y largo espejo en la pared, que estaba pintado de un color cremoso. Los muebles estaban hechos de la madre de las cortezas. Sobre las grandes ventanas había cortinas de color melocotón con lazos dorados sosteniéndolas abiertas. El edredón sobre la cama era de color marrón, contrastando con la suave y clara madera del suelo.
Mis maletas estaban tiradas en la cama. Empecé a deshacerlas, ignorando a Harry que seguía donde estaba. Me asomé a una puerta que había en la habitación que llevaba a lo que creía que era el cuarto de baño. Estaba medio abierta, y por la rendija podía ver el lavabo. Suspiré aliviada, porque ahora sí podría darme una ducha, y saqué la ropa que me iba a poner.
Antes de entrar en el cuarto de baño, fruncí el ceño y me giré para verle ahí parado como una estatua. "¿Te vas a quedar ahí?" Le pregunté.
No me contestó. Sus labios estaban fuertemente presionados como si no hubiera dicho nada.Suspiré y decidí dejarle ahí.
+
Al mediodía, mi padre, Harry y yo estábamos sentados fuera comiendo el apetecible almuerzo. No sabía exactamente lo que era, pero estaba bueno y pensaba terminármelo.
Era una pesadilla saber que dondequiera que fuese, Harry también iba. Podía sentir la tensión, no sólo cuando estábamos solos sino también cuando estábamos con otra gente. Casi me asustaba que alguien mas lo notara.Alguien tal vez había sentido la gran tensión entre Harry y yo cada segundo del día.
Hasta aquí, mi padre no había hablado sobre cómo nos llevábamos. Parecía despistado sobre lo que estaba pasando y me encantaría que se quedara así.Ahora mismo parecía satisfecho y relajado, tal y como todos preferían que fuese. Porque cuando se enfadaba, al menos diez personas en un radio de una milla moría.
"Catalina, necesito que encuentres un vestido deslumbrante para la ocasión de esta noche." Dijo mi padre, rebanando con un cuchillo algo, al igual que Harry con un tenedor, llenándose la boca de comida. Nos miraba conversar.
Asentí. "Está bien. Puedo hacer eso."
"Harry te acompañará." Fue todo lo que dijo.
Ninguno de los dos se atrevió a mostrar ni una sola señal de protesta. Ante esto, mi padre pareció complacido y continuó sonriendo, comentando sobre la comida y animándonos a comer.
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Arreglé los tirantes de mi top negro corto. Estaban flojos y enredados como spaghettis. Lo combiné con un par de vaqueros de cintura alta y un par de chanclas, que técnicamente arruinaban el conjunto, pero no me importaba para nada de momento.
Se me puso la piel de gallina en el momento en el que vi a Harry otra vez.Tenía el pelo húmedo por la reciente ducha, su camisa negra medio abrochada, revelando los tatuajes de su pecho. Estaba enrollada en sus codos como siempre. La tinta de sus brazos también fue revelada. Su piel bronceada era suave y casi podía sentirla en la punta de mis dedos.
Aparté la vista de él. Pasó por mi lado, esperando que le siguiera hacia el coche. En vez de ser un buen hombre -- cosa que dijo que nunca sería -- no abrió la puerta para mí. Me metí en el coche, casi esperando que hablase a lo largo del día de compras.
Arrancó el motor con las llaves, en el otro lado ahora que estábamos en Europa. Suspiré para mí misma, jugando nerviosamente con mis dedos en mi regazo. No podía entender por qué estaba nerviosa. No era importante para mí. Estaba aquí para un propósito que me dejó bastante claro. Pero sus palabras, el apasionado sabor que tuvieron desde que salieron de sus labios rosados... Me mataba saber esas cosas. Y no sabía por qué.
En el coche mientras él conducía, de vez en cuando movía la cabeza de lado alado, tensando los músculos. Le miraba de reojo, pensando que mirarle fijamente haría que se enfrentara a mí. Pero, aunque me juré que no quería hablar con él, que debería ignorarle, no podía.
Me mordí el labio mientras él aparcaba en frente de un pequeño edificio. Miré a mi alrededor, quitándome el cinturón con poco interés. Harry salió del coche, conmigo siguiéndole. Una brisa caliente sacudió mi pelo hacia mi caray lo aparté, pasando alrededor del coche y siguiendo a Harry mientras caminaba.
Había un pequeño puesto por fuera del edificio, con joyas. Estaba fascinada por las piezas y su belleza. Me quedé allí, echándoles un vistazo con admiración cuando el hombre detrás del mostrador se rió. "Ti piaccionoquesti?" (¿Te gustan?)
Le di una sonrisa amable, asintiendo. El hombre detrás del mostrador era indudablemente guapo. Ojos verdes, piel bronceada, y pelo castaño claro queestaba enmarañado pero cepillado a la perfección. Parecía amable, también.
"Si. Mi piaciono piu di le collene qui. Loro sono bellisimi." (Sí, me gustan la mayoría de los colgantes. Son bonitos).
"Come tu." coqueteó. (Como tú).
Abrí la boca para agradecerle el que fuera tan generoso con los cumplidos,pero escuché una tos detrás de mí. El hombre detrás del mostrador le echó un vistazo a Harry, mientras que Harry fruncía las cejas, sus ojos tapaban las sombras oscuras, pero no parecía muy contento.
"Catalina. Se supone que no tienes que pasearte." Protestó, agarrándome del brazo. No me resistí mucho, sabiendo que cuanto más escandalosa fuese la escena más llamaría la atención. La atención no era buena en estos momentos. Fruncí el ceño y me disculpé con el hombre.
Parecía confuso. "Voi siete dagli Stati Uniti?" (¿Sois de los Estados Unidos?)
Abría la boca una vez más, pero Harry ya me estaba llevando por la acerca con él. Mi intento de despedirme del hombro murieron junto con las esperanzas de evitar conflictos con Harry. Me preparé para la regañina en cuanto entramos en un edificio que tenía vestidos en diferentes bastidores, o mostrándose en pantallas.
Había algunos muy agradables, y otros no tanto. De alguna manera, mi atención no estaba en los vestidos. Harry me había soltado el brazo, pero dio unos cuantos pasos acercándose a mi cara, lentamente espetando, "No te alejes de mí así de nuevo. ¿Está claro?"
Mi lengua y mi boca me traicionaron. "Tú te me adelantaste. Ni siquiera me prestaste atención. No parecía que te importara."
"No tienes cinco años. Eres más que capaz de seguirme." Siseó con enfado."No juegues a esas mierdas que no me importan. Estoy harto de tus tonterías."
Le miré con un enfado que no hacía más que crecer. "Yo debería ser la que esté harta de tus gilipolleces." Siseé de vuelta, igual de enfadada.
Las fosas nasales de Harry se abrieron, "Estoy a punto de romper un objeto de por aquí cerca que no quiero pagar."Sonreí con burla ligeramente.
"Espera... ¿estás.... celoso?"
"Antes me arrancaría los ojos, si estuviera celoso." Se puso las manos en la cara, frotándoselas contra su piel como si eso le calmara.
Mi diversión no era de mucha ayuda, "Estás celoso." Dije confiadamente. "Cálmate, antes de nada." Le advertí cuidadosamente, poniendo mi mano en su hombro, y más tarde arrepintiéndome cuando clavó la mirada en mi mano. Miré y aparté la mano lejos de él.
Me miró intensamente. "Busca un vestido. Y después nos vamos."
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