025

No hubo más preguntas. Harry tenía que averiguar lo que quería sin mí. Me obligué a tragarme el nudo de la garganta y el enfado que tenía dentro de mí. Ese que pedía abandonar mi cuerpo, pero me abstuve de malgastar más energía.

Había desayunado un tazón de cereales, almorcé y cené. Harry trabajaba en el ordenador casi sin parar, y yo ya había revisado los archivos por mi cuenta. 

No nos habíamos hablado desde ayer por la mañana, lo que hacía las cosas más incómodas de lo que habían sido hasta ahora. Traté de no dejar que me afectara. Pero la forma en la que mi cuerpo reaccionaba cada vez que estábamos en la misma habitación casi me volvía loca.

Esa noche, decidí lavar mi ropa. Ya era hora de que hiciera algo más que preocuparme y estar molesta por cosas sobre las que no tenía control alguno.

Me di cuenta de que la había cagado una vez que ya estaba metida en la ducha, porque me había dejado mi ropa y la toalla en la habitación cerca de la cocina. Cerré los ojos y gemí frustrada.

Salí de la ducha, con la piel aún reluciente del agua y la piel de gallina afloraba en mi piel. Intenté asomar la cabeza fuera del baño, mirando al pasillo para detectar cualquier signo de Harry.

La luz de su habitación estaba encendida y la puerta cerrada. Pensé que si pasaba por allí rápido, evitaría un encuentro incómodo. De puntillas, corrí por el pasillo con las manos en mis pechos desnudos. 

Me daban ganas de reírme de mí una vez que llegué a la habitación. ¿Qué dirían si vieran a una chica desnuda corriendo por los pasillos como un jaguar?

Sin aliento, entré en la habitación. Había toallas dobladas en un estante, cogí una y comencé a secarme, luego rápidamente la envolví alrededor de mi pelo. Mi ropa seca estaba en la secadora y cogí unas bragas de color púrpura y un sujetador blanco que encontré. 

Fui todo lo rápida que pude al vestirme. Entonces, busqué una camisa pero no tuve tiempo de ponérmela cuando de repente escuché un portazo de un coche fuera de la casa.

En cuclillas, levanté las cejas y me obligué a escuchar hasta que de repente sonidos sordos irrumpieron en el silencio. Los cristales de las ventanas se rompieron. Una vez destrozadas, el sofá estaba lleno de agujeros, materiales de todo tipo por el aire mientras yo caía de rodillas, gritando con la garganta seca. La toalla se deslizó de mi cabeza al suelo.

Cerré los ojos con fuerza. Balas y balas y más balas penetraban la casa. Cristales estallando y piezas de los mismos caían en mi piel. Caminé sobre mis manos y rodillas, sintiendo ya las lágrimas de terror picándome en los ojos.

"¡CATALINA!"

Levanté la cabeza mientras me apoyaba en la isla de la cocina, en cuclillas y poniendo mis manos sobre mi cabeza. Gritaba el nombre de Harry como una cobarde, porque después de todo, sin él, ya estaría muerta.

Una sensación de confort me llenó durante unos segundos cuando a través de todo el follón, Harry apareció delante de mí. Se arrastró rápidamente hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi pequeño cuerpo poniéndome en frente de él, sentándose contra la isla para proteger mi cuerpo de las balas.

Apretó la mandíbula y sostuvo su arma firmemente en su mano derecha. "Voy a llevarte al sótana, mientras yo me ocupo de ésto. Te necesito allí para estar seguro." Gritó sobre todo el ruido.

Asentí frenéticamente con la cabeza. Sentí cómo frotaba su nariz contra mi mejilla suavemente, sintiendo el gesto algo entrañable. Pero conociendo a Harry, ese gesto había sido algo accidental. 

"¿Y qué pasa contigo?" Le pregunté, empezando a sollozar.

"No hay tiempo para preocuparse por mí. Mi prioridad eres tú." Harry se agachó, agarrando mi cintura y tirando de mi pecho hacia el suyo. Con su brazo debajo de mis rodillas y alrededor de mi espalda, nos acercamos rápidamente a la puerta del sótano. Con una mano en el pomo de la puerta y la otra en mi espalda, Harry fácilmente me dejó en el suelo e hice tal y como me dijo.

Le miré y él me miró a mí brevemente cargando su arma, y me sorprendió cuando se inclinó hacia mí y susurró: "Volveré, sólo escóndete por mi, muñeca."

La puerta se cerró detrás de mí, escondiéndome de Harry. Había agujeros en la puerta de todos modos, así que la luz de la casa entraba por ahí. Aspiré temblorosa y corrí escaleras abajo, dejando las luces completamente apagadas a excepción de una.

Me acerqué a la pared y me deslicé hacia abajo, aún escuchaba las balas surcando el aire. Tenía el corazón en la garganta, prácticamente rogando por que Harry estuviera bien. ¿Y si ya estaba muerto? ¿Y si ya venían a secuestrarme?

Aparté esos pensamientos y apoyé la cabeza contra la pared, mirando el techo. Cerré los ojos y recé, recé y recé. Una y otra vez, repitiendo la misma oración por la seguridad de Harry. Tenía la piel de gallina. Tragué saliva y comencé a rebotar la pierna con ansiedad.

Respirando pesada y rápidamente, entrelacé mis manos con fuerza y apreté el puño mientras que el tiempo pasaba y seguía oyendo las balas. Me sobresalté cuando una bala en particular se disparó a poca distancia de la puerta.

Por lo que parecieron horas, cuando en realidad sólo fueron largos minutos, me senté allí y mantuve la fe que tenía en Harry. Él es bueno en esto, me dije. Ha estado haciendo esto durante años. Harry es el mejor en lo que hace y nadie más, ni siquiera mi padre.

De repente, un coche rugió y las balas disminuyeron. Dejé todos mis movimientos frenéticos y me concentré en escuchar. Un jadeo se escapó de mis labios cuando la puerta del sótano se abrió de golpe. 

Vi el contorno de sus rizos, un gruñido confirmando mis sospechas de que era Harry. Mi corazón se detuvo una vez que lo vi tropezar por las escaleras, arrodillándose con un leve gemido. Dejó caer el arma al suelo y sentó contra la pared en frente de mí en la parte inferior de las escaleras, tenía los ojos cerrados con fuerza mientras se sostenía el brazo en lo que apreciaba que era una herida sangrante.

Examiné la cantidad de líquido carmesí que cubría sus dedos y que goteaba bajo el brazo, y aparté la vista rápidamente. Me arrodillé y me arrastré hacia él con miedo que envolvía todo mi cuerpo.

"Harry." Suspiré de rodillas delante de él con la mano en el lateral de su cuello. Busqué más heridas en su cuerpo antes de darme cuenta de que la única que había estaba en su brazo. 

Palidecía cada vez más, preocupándome. Parecía que había perdido una gran cantidad de sangre y cuanto más tiempo estuviera así, sus órganos dejarían de funcionar antes y muchas más cosas que no podía recordar porque estaba en pánico.

Harry abrió los ojos, pero por su evidente estado, me di cuenta de que se estaba esforzando. Tragó saliva y me miró a los ojos. Aspiró, tensando la mandíbula, mientras suavemente decía: "Yo.. yo... podría desmayarme, Catalina."

Negué con la cabeza, lista para subirlo por las escaleras si tuviera con qué. Con preocupación obvia, las palabras salieron frenéticas y lloriqueé diciendo "No te desmayes en mí, por favor."

"No es... no es como si quisiera.." Respiraba lentamente. "Sé que puedes.. sólo... intenta sacarme la bala del brazo."

La forma en que estaba dejando caer poco a poco los párpados me asustó, y no podía dejar que se desmayara encima de mí después de toda la sangre que había perdido. Tenía que hacer algo.

Tú puedes, me dije a mí misma. Apreté los labios y traté de no llorar. "Tengo que llevarte arriba, Harry."

Sabía lo que tenía que hacer. Había estudiado y leído más que suficiente para saber de estas cosas. Podía arreglar ésto. 

Harry asintió lenta, perezosamente. "Puedo llegar... al sofá de arriba."

"¿Seguro?"

"Sí... no podemos... perder tiempo."

Harry gruñó y siseó del dolor cuando fue a ponerse de pie y accidentalmente movió el brazo. Maldito hombre que podía soportarse incluso habiendo perdido, casi, al menos, 1/6 de la sangre de su cuerpo. Envolví mis brazos alrededor de su cintura, instándole a subir los escalones. 

Un minuto más tarde cayó en el sofá. Sin aliento, vi cómo se recostó, afortunadamente aún respirando. Le comprobé el pulso y me di cuenta de que tenía la piel muy caliente. Moviéndome rápidamente, y pensando muy rápido, hice hincapié en mantener la cabeza fría. 

Me incliné hacia delante , de rodillas junto a él. Rocé sus rizos de su rostro sudoroso y rápidamente dije: "Quédate despierto tanto como puedas." Le oí tragar, y con un movimiento de cabeza comencé a reaccionar, muy centrada en sacar la bala. 

Corrí hacia las escaleras y furiosamente tiré todo lo inútil por el suelo. En los armarios, encontré unas pinzas y alcohol desinfectante. Con un suspiro, más o menos agarré las cosas de los estantes y corrí por el pasillo. En el cuarto de la lavadora, los coloqué encima de la secadora, tratando de encontrar un paño para apretar su brazo para que la sangre resistiera el flujo por el brazo, a la herida recién abierta. 

Mientras estaba en ello, me puse una camisa y una vez que busqué lo que necesitaba, corrí por la cocina. Por supuesto, no sin agarrar un rollo de toallas de papel. Dejé las cosas a mi lado mientras me arrodillaba de nuevo y comprobé el pulso de Harry de nuevo por la muñeca. Cuando vi que todavía estaba respondiendo, sin embargo más cansado que la última vez,seguí viendo como su rostro palidecía mientras intentaba que no me temblaran las manos. 

Esto era mucha presión. No quería hacerle daño,pero era inevitable. Até la tela alrededor de su brazo, esperaba que fuera, al menos, suficiente para que dejara de sangrar tanto, y tal vez empezara a coagular más rápido. "Estova a doler muchísimo." Le advertí. 

Limpié las pinzas de punta fina y el área alrededor de la herida. Apreté los labios con fuerza, casi con una mueca de dolor ante su reacción cuando toqué la piel y el músculo rasgó y hundí las pinzasen el interior. Harry apretó los ojos y gimió en voz alta. Respiró profundamente y apretó los puños. Me dieron escalofríos y con una mueca le dije, "Lo siento mucho."

Negó con la cabeza rápidamente. "Iba a... doler de todos modos. Lo estás haciendo bien, muñeca." Rápidamente exhaló. Sentí ese sobrenombre ya familiar como estímulo. Funcionó, por lo menos. Traté de hacerlo lo más rápido posible. Cuando finalmente tiré de la propia bala, usé una toalla de papel y envolví la cosa y la coloqué en el suelo a mi lado. Gotas de sudor recorrían el cuello tatuado de Harry, desde su cara, la mandíbula definida perlada por la transpiración. 

Le limpié la cara tan suavemente como pude, tratando de reducir la cantidad de molestias. Limpié el área alrededor de la herida de nuevo para desinfectar una vez más, con miedo de que si se infectaba, tendríamos muchos más problemas. Desenvolví la tela de su brazo, con un suspiro de alivio cuando la sangre no salió a borbotones de la herida. 

Sin embargo, no sabia como lo envolvería y curaría después. "¿Habrá vendas en cualquier lugar por aquí?" Le pregunté suavemente, mirándole cara. La buena noticia era que la herida dejó de sangrar, y todo lo que tenía que hacer era cerrarla ahora. Harry hizo una pausa y dijo con voz áspera: "En mis cosas. Me imaginé que me dispararían en algún momento." Me levanté y corrí a su dormitorio. Al mirar a través de su equipaje,me topé con un marco. Lo curioso era que... estaba vacío. No había ninguna imagen en el interior. Pero no le di muchas vueltas a eso, me puse a mirar en otro lugar hasta que lo logré y encontré las vendas médicas. 

Cuando la envolví alrededor de la herida,lo tranquilicé con mis dedos tan suavemente como pude. Examiné su rostro, y sus ojos caídos. Estaba agotado. Esperaba que su energía se drenara rápidamente. Fue atrevido por mi parte acariciar su mejilla cuando él es verbalmente capaz de decirme que lo soltara.Pero, en cambio, con cansancio me miró y suspiró. Aparté mi mano,más preocupado por su salud, y sus hermosos ojos me miraban atentamente. "Necesitas descansar." Le dije en voz baja."Realmente no puedo. No ahora." Apreté los labios en una línea firme y tenía las cejas fruncidas. "Yo me encargo de todo. No voy a dejar que hagas esto por ti sólo. Ya me protegiste suficiente, pero no te da el derecho de hacerte daño mientras lo haces. Tú atrapaste una bala por mi." 

Harry apartó la mirada sin decir nada. Hizo una pausa y miró al techo por un par de segundos. "Te dije que atraparía una bala por ti, cuando sea--- cuando sea..." 

"Sé que lo hiciste", añadí en voz baja. "Es que no es seguro." "Necesitas parar con eso. Te prometí que te llamaría cada vez que te necesitara, y en este momento no necesito queme protejas. Necesitas dormir." Insistí.

Finalmente suspiró y asintió con la cabeza. Estaba más que contenta de que estuviera de acuerdo. Él no podía descuidar las necesidades de su propio cuerpo en un momento como éste. Necesitaba descansar más que nunca, y tenía que tomar esto como una ventaja para probarle a él y a mí misma que a pesar de no ser una luchadora, seré tan buena pensadora como nunca he sido. Estaba casi a punto de ponerme de pie cuando el  brazo ileso de Harry levantó su mano y agarró mi barbilla. 

Nuestros ojos se encontraron, un choque de color verde pálido con la luz, de color verde brillante en los míos. Sus cejas se fruncieron mientras me miraba más tiempo. "Gracias," dijo lentamente. A diferencia del incidente del té, esta vez lo decía en serio.

Le di una leve sonrisa y asentí. Dejó caer la mano y se apoyó en el sofá. Tomé una de las almohadas y la coloqué detrás de su cabeza, contenta cuando vi que empezaba a quedarse dormido. A mi alrededor, miré y vi en el lío.Balas, piezas de objetos y pantallas rotas y pintura caída. Suspiré pesadamente y sacudí la cabeza. No me gustaban mucho estas circunstancias. Me daba escalofríos pensar en la realidad y la posibilidad de que nos pudieran matar en cualquier momento. 

Apilé muebles contra la puerta principal, moví estantes tan silenciosamente como pude ante las ventanas rotas. Con gotas de sudor por mi cara, arrastré el sofá pesado frente a Harry y lo paré contra la ventana de la cocina. Las cortinas tenían agujeros, pero cubrían las ventanas de todos modos. 

Suspiré y me sacudí el pelo de la cara, de pie en medio del desastre, tanto literal como metafóricamente.

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