024

El segundo día nos levantamos más tarde de lo habitual. Me desperté a las diez y me hice un poco de té, y sería lo suficientemente buena como para prepararle uno a Harry.

Después del incómodo incidente de ayer, me sentía como si hubiese cambiado algo entre nosotros. Pero, sinceramente, no quería saber lo que era. Por miedo a que causara más problemas.

Me miró brevemente y me dio las gracias por el té. Fui por mi lado del pasillo y me duché, mientras que él hacía lo mismo por su cuenta. 

A las 11:12 estábamos esparciendo páginas impresas de mapas y marcadores rojo, azul y verde nos rodeaban. Harry estaba sentado mirando fijamente la pantalla del ordenador, diciéndome qué mapa o qué ciudad o país marcar. 

Enumeramos los mapas. Teníamos como unos seis. Uno para cada una de las mafias que nos habían atacado. Nuestro objetivo era encontrar lo que tenían en común.

Al principio, cuando condujimos en Texas, la mafia era The Black Pool Confederacy. Venían de Estados Unidos; concretando, había informes del gobierno a los que Harry (gracias al programa de mi padre) había tenido acceso, y esta mafia tendía a asesinar con fines de lucro. Mataban por los que les pagaban. En otras palabras, eran todos asesinos a sueldo.

"Mapa cinco de la África meridional. Redondea Malawi." Me dijo Harry desde donde estaba con el ordenador. "Márcalo con rojo."

Insistí en mantenernos lo más organizados posible, y Harry estuvo de acuerdo, siempre y cuando no tuviera que hacerse cargo de la mayor parte de la organización. Conmigo sin perder la vista de las cosas, coloreaba todo lo que me decía.

El rojo era para los que habían trabajado con mi padre, azul para los que tenían más en común y verde para los que eran más irrelevantes.

"¿Cuándo nos encontramos con Malawi? Le pregunté mientras buscaba el marcador rojo.

"Los hombres a los que escuchamos hablando de ti eran de Malawi. Cuando nos escondimos detrás de la colina. Están un poco más atrás." Informó, por su tono deducía que estaba más centrado en la pantalla que en lo que decía. Cuando marqué Malawi en rojo, Harry añadió. "Marca el mapa tres de Inglaterra en azul. Busca Doncaster."

Asentí con la cabeza una vez más y busqué el azul, rodeando el mapa de Doncaster, Inglaterra.

"¿Quiénes son esos tipos?"

"La mafia que estuvo detrás nuestra en la tienda de concesiones hasta el motel. Marca el mapa dos de Rusia. Ciudad: Moscú." Dijo Harry rápidamente. "Ellos fueron los que dispararon la bala que casi mató a tu padre en Italia."

"¿Qué color?"

"Eso estoy tratando de averiguar. De momento rodea el mapa uno de Western Costera de Estados Unidos, California, en rojo. Los Ángeles."

               +

Días más tarde estaba en el sótano con Harry, disparando objetivos blancos con mis mejores habilidades. Si había algo en lo que era buena era disparando a ciertas distancias. Sin embargo no era tan buena como Harry. Probablemente nunca lo sería.

Harry sostenía el arma con gran soltura, como si siempre la usara y estuviese acostumbrado a la sensación de tenerla en las manos. Frunció el ceño en dirección al blanco, de pie en un ángulo determinado y elevando sólo un brazo para disparar. Cada vez que se giraba a cualquier lado --derecha o izquierda-- daba en el blanco.

Era fascinante de ver. Los músculos de su bíceps se flexionaban cada vez que levantaba el brazo, tenía la mandíbula definida apretada como siempre que estaba concentrado. Sus pálidos ojos verdes enfocados en el objetivo.

Y siempre me pillaba mirándole.

Iba a levantar la pistola de nuevo, sosteniéndola con tanta fuerza para evitar que se cayera. Mis dos manos colocadas en la posición que había aprendido anteriormente.

Entrecerré los ojos hacia el blanco, a punto de presionar el gatillo con el dedo índice, cuando Harry se puso detrás mía.

Cruzó los brazos sobre su pecho y humildemente murmuró: "No estés tan tensa, te esfuerzas demasiado. Nunca tendrás un disparo limpio así." Suspiré mientras veía sus manos tocar las mías, sus dedos acariciando mis nudillos. "No la aprietes tan fuerte." Añadió en voz baja, levantando el arma más alta de lo que yo la había puesto.

Sentí sus rizos suaves, gruesos, haciendo cosquilla en mi sien. Respirando profundamente vacilé bajo su toque y me ruboricé. Le sentí presionar su dedo índice contra el gatillo, y por supuesto, la bala salió disparada delante de mí. Y tal vez, un cuarto de segundo más tarde, la bala cruzó por el centro de la diana.

Cómo no.

La sensación de su pecho apretado contra mi espalda era más prominente que el resto, con la excepción de sus manos sobre las mías. Estaba hecha un desastre jadeando. Dentro de mi pecho, mi corazón estaba agitado y mi estómago revuelto.

Odiaba la sensación que provocaba en mí. Al principio, no quería pensar demasiado en eso.

Le dije que era curiosidad lo que me atraía de él, y como era una estúpida chica de diecisiete años, era de esperar que me sintiera así por él -- un joven veinteañero muy atractivo. Lo estereotipé e intenté convencerme de que no podía sentirme atraída por él.

No debería darle más vueltas al asunto.

Pero lo hice. Miré al suelo cuando se alejó de mí. Los labios de Harry se movían pero era como si estuviera sorda. No escuchaba nada. Luché con los pensamientos referentes a sentirme atraída emocionalmente por Harry.

Dejé caer los brazos y puse la pistola en la vieja mesa donde Harry dejó la mayor parte de sus armas. Pero no estaban todas. Estaba segura de que tenía unas cuantas por la casa. 

"¿Me has escuchado, Catalina?" Harry preguntó con sus ojos fijos en los míos.

Como si estuviera hueca, miré hacia atrás pensando en mil cosas a la vez. "Uh... sí, lo siento, no estaba prestando atención."

"Te he preguntado que si tienes hambre." Murmuró secamente con los ojos puestos en sus manos, soltando las armas en la mesa una por una. Cada chasquido era como una bomba a cámara lenta en mi cabeza.

Negué con la cabeza. "En verdad no."

Asintió lentamente con la cabeza. "Está bien. Yo voy a ir arriba en la cocina. Te sugiero que no te pasees por el patio. Estaría más tranquilo si estuvieras lejos de las serpientes."

Lo observé mientras caminaba por las escaleras del sótano, hacia la luz del pasillo de arriba. Crucé los brazos sobre el pecho y pegué la espalda a la pared para dejarme caer hasta el suelo. Un fuerte suspiro cayó de mis labios. 

¿Cómo era posible que de la nada empezara a sentir cosas por un hombre tan cruel? ¿Por alguien que pasa de la calma a la furia en cuestión de segundos? No me prestaba atención, pero si la ofreciese, la cogería en un segundo, y odiaba eso.

Debía aprender a dejar de apegarme a los que no querían tener nada que ver conmigo. Despreciaba la forma en la que me miraba y la manera en la que su mirada me hacía arder. Captaba mi atención tan fácilmente, e incluso a veces la manipulaba dándose o no cuenta.

Sentía que quería eso en él. No tenía que ver con el sexo. De hecho, ni empezó así.

No era el tipo de hombre que ofrecía abrazos, o incluso que le abrazaran, y por eso, imploraba un cálido abrazo y su toque. No hablaba conmigo a nivel emocional, y por eso persistía en entender a ese hombre complicado.

Harry me trataba como la mierda, tenía que admitirlo. Aún así, me fascinaba cada célula de su cuerpo. Cada pequeña cosa sobre él hacía que las mariposas de mi estómago revolotearan y estaba avergonzada por ser tan estúpida como para sentir algo por él -- un hombre como él.

Si los sentimientos eran reales o algo más, me temía que lo tenía tanto en mi mente como mi corazón. Negué con la cabeza y cerré los ojos.

"¿Qué me estás haciendo?" Suspiré para mí misma.

              +

"¡CATALINA!"

Me levanté de la cama en tiempo récord. La voz de Harry sonaba urgente y muy alta. Aparté las sábanas e intenté espabilarme frotándome los ojos mientras corría por el pasillo y bajaba las escaleras con facilidad.

Cuando le alcancé en la planta baja, tenía el teléfono en la oreja. Mientras escuchaba la voz de alguien, se giró y me vio. Se inclinó hacia delante y me susurró muy tranquilamente en el oído, "busca el cargador de mi teléfono."

Independientemente de lo despistada que estaba de la situación, me volví sobre mis talones con el corazón en la garganta y busqué el cargador del móvil. Miré en los estantes y en el suelo. Todo en vano.

Cuando me agaché a ver si el cable estaba tirado debajo del sofá, lo vi y me acosté sobre mi estómago y tiré del cable hasta que lo tuve. Le indiqué a Harry que lo tenía, y lo conectó en el teléfono mientras que estaba escuchando a alguien por teléfono.

Toqueteó algunos botones en el ordenador y suspiró mientras lo enchufaba al teléfono.

"¿Qué pasa?" Pregunté.

Harry tecleaba rápidamente en el ordenador. "Estoy rastreando una llamada telefónica. Era una conversación entre Zayn y otro hombre. Conozco a Zayn y fue lo suficientemente inteligente como para mantener dos dispositivos. Llamó a mi número para que pudiera rastrear la llamada." Me explicó rápidamente.

"¿Cuánto tiempo llevará?"

Pulsó una tecla y se quedó mirando la pantalla fijamente, no tan frenético como estaba antes. "No mucho tiempo, eso seguro. Ya tengo la ubicación."

"¿Dónde está Zayn?" 

"En Chicago, en Illinois. Apartamento 93 en Tiverton Avenue." Harry dijo con firmeza.

Asentí lentamente con la cabeza, mirando el suelo. "Entonces.. ¿eso significa que tenemos que ir a buscarlo?"

Harry negó con la cabeza, pasándose una mano por el pelo. "No sé. No puedo ir por mi cuenta, y tampoco espero poder llevarte conmigo. Es demasiado peligroso."

Enarqué las cejas. "Creo que podría soportarlo."

Me miró medio irritado. Estaba acostumbrada a su odio hacia este tema. "No te voy a poner en peligro, ¿estamos? Pensar no es suficientemente bueno."

"¿Cuánto tardaré en convencerte?" Le pregunté.

Harry dio unos pasos hacia mí. Sus ojos fijos en los míos. Con su rostro a pulgadas del mío, me agarró la barbilla y me fulminó con la mirada. "Tengo la intención de no dejar cicatrices en tu cara bonita. Y soy consciente de que sabes que la situación es muy grave. La vida y la muerte están igualadas por ahora. Y quiero que te quedes fuera de peligro."

Suspiré y rodé los ojos. "La vida y la muerte siempre están más o menos igualadas cuando tu padre es el mayor de los criminales. Y con un rostro de asesino conocido por el mundo, mi culo ya está muy profundo en la mierda."

"Tal vez estás más metida en esta mierda de lo que deberías." Espetó Harry. "Pero mi objetivo es asegurarme de que haya menos posibilidades de que mueras. ¿Qué crees que pasará si te llevo al corazón de toda esta mierda? ¿Crees que saldrías con vida?"

Me encogí de hombros y cogí su mano, apartándola de mi barbilla aunque me encantaría que sus manos estuvieran en otro sitio. 

"Haces demasiadas preguntas." Dije en voz baja antes de girarme en mis talones.

"Catalina, no huyas de esta mierda."

"Demasiado tarde." Grité mientras subía las escaleras. "¡Me voy a seguir durmiendo!"

Mi cordura o la de Harry. No sabía cuál de las dos se perdería antes.

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