019
Después del incidente del té, la primera semana que pasamos aquí juntos fue una de las peores de mi vida, mientras nos reubicábamos. Discutíamos constantemente por tonterías, por ejemplo por tirar la taza al fregadero y negarme a hacerle un té. Era ridículo, pero así funcionaban las cosas. Y ocurría con frecuencia. Harry siempre terminaba ganando y yo pagaba el precio por empezar la discusión.
Yo dormía en una habitación, él en la de al lado. Tratábamos de evitarnos el uno al otro tanto como fuera posible, pero siempre pasaba algo de todos modos. Élme decía cosas, yo le decía otras, terminabamos discutiendo y, o me llevaba en su hombro o de alguna otra manera me obligaba a hacer lo que quería.
Él dominaba y abusaba de su poder. Y yo, impotentemente perdía contra él todo el tiempo.
Como ahora, estaba sentada en la mesa con las piernas cruzadas y a punto de llevarme el tenedor a la boca cuando me dio por mirar a Harry. Masticaba su comida lentamente, sus ojos verdes mirando nada en particular cuando derepente se encontró con mi mirada.
Todo estaba tranquilo y parecía prolongarse durante horas, cuando en realidad llevábamos segundos aquí sentados. Lo miré y él hizo lo mismo. Había tanta tensión entre los dos que era casi visible. Sin embargo seguí comiendo, masticando lentamente mientras cogía un poco de pan que antes había visto, todo eso mientras nos mirábamos a los ojos.
"¿Por qué me miras así?" Cuestioné.
"Tú me miraste primero, Cata."
Otra cosa era que habia empezado a llamarme Cata. Tan pronto como lo dijo, tuve unas ganas inmensas de darle un porrazo. Cuanto más me lo decía, más coraje me daba y más me enfadaba. No era sólo por el hecho de que estábamos poniéndonos apodos, sino que apenas teníamos la decencia de reconocerlo. Por lo menos no hasta que nos declarasemos ganadores.
Una lástima que los dos quisiéramos ganar.
"Eres un monstruo," murmuré.
La mandíbula de Harry se apretó. "Tengo un pergamino egipcio lleno de cosas que eres," escupió con sarcasmo. "Te las podría decir todas, pero seguro que te pones a llorar."
"Idiota," dije para mi, apartando mi vista de él y mirando la comida de mi plato. Sabía que dentro de mi estaba dolida por esas cosas que me decía y cómo era conmigo. Sin embargo, estaba empezando a acostumbrarme a su forma de ser y sus maneras, y pocas veces pensaba en eso.
El silencio se prolongó. Miraba la comida con poco interés, demasiado ocupada pensando en cómo conciliar el sueño. Por lo general, se había convertido en algo tedioso porque no sabía si iba a despertarme y estar segura. Me sentía insegura y tenía miedo de cerrar los ojos cuando llegaba la hora de dormir. Mi cuerpo carecía de energía, por lo tanto, me causaba desmayos.
Se empezó a notar en nuestras sesiones de entrenamiento. Sin embargo, después de cuatro días al fin había empezado a hacer las cosas bien, y Harry me dijo que empezaríamos el combate cuerpo a cuerpo mañana.
Hurgaba en la comida con el tenedor hasta que Harry espetó, "Deja de hacer ruido con el tenedor en el plato. Es jodidamente irritante. ¿Quién te enseñó a comer? ¿Un cerdo?"
Se me aceleró el corazón con pura furia mientras parpadeé hacia él. "Oh, espera," Me burlé, "Eso no es cierto. Nunca me has enseñado cómo comer."
Harry masticaba molesto, apartando la mirada y se levantó. Pensé que iba a hacer algo violento, pero casi rompió el plato cuando lo tiró al fregadero y por supuesto, dejándolo ahí como indirecta de que era yo quien lo tenía que lavar.
+
Día nuevo. Prometía oportunidades para que las cosas mejoraran. Dormí casi toda la mañana hasta que la puerta se abrió de golpe. Sólo pude abrir un ojo para ver la figura alta y delgada, de sexo masculino que había entrado.
"Levántate," demandó, quitándome las sábanas de encima. Rodé y gemí profundamente, alejándome de él. Me fui al otro lado de la cama y escondí la cara en la almohada. Le oí soltar un profundo suspiro. "Levántate ya." Gruñó, con la mandíbula apretada.
Al final, hice lo que me dijo. Me lavé los dientes, me sujeté el pelo y me vestí para el entrenamiento. Ahora que la parte feliz había terminado no tenía ganas de saber cómo me iba a enseñar a combatir cuerpo a cuerpo.
El sol salió temprano, brillando y calentando incluso a las 7 de la mañana. Medio dormida, hice lo que dijo. No quería discutir, pero conociéndolo, sabía que iba a discutir con Harry hasta la muerte. Era inútil incluso insinuar que quería que hubiera paz entre nosotros. Debido a que tal cosa era casi inexistente cuando estábamos los dos en la misma habitación.
Avancé hasta donde estaba en un ritmo casual. Harry me estaba esperando con un par de pantalones cortos de baloncesto negros y una camiseta de franela blanca con cuello en v. Era raro verlo sin uniforme, pero aunque fuese raro, no me quejaba.
"Muy bien, Cata," comenzó, frotándose las manos una vez que me detuve frente a él.
"Mi nombre es Catalina. Llámame así o ni te molestes en mencionarme." Disparé, molesta por el apodo. Harry eligió ese momento para echarme un breve vistazo antes de decidir que íbamos a estirar primero, como de costumbre. Me conocía los calentamientos comunes, haciéndolos "correctamente". Primero corríamos un poco, ya que quería que me activara para esta lección. Y cuando terminamos, Harry silenciosamente se movió para ponerse detrás de mí.
No estaba muy lejos, considerando que aunque hablase bajito podía oírle claramente.
Visiblemente me estremecí cuando puso sus manos en mis costados. El calor que irradiaba prolongaba mis escalofríos mientras que yo intentaba ignorar las reacciones que me provocaban.
"Pon las manos en alto," dijo, deslizando sus manos por mis brazos. Conforme avanzaba se me ponía la piel de gallina. Apreté la mandíbula y respiré profundamente mientras él ponía mis manos en la posición que me había enseñado hace unos días.
Sentí un escalofrío extenderse por todo mi cuerpo mientras me quitaba las manos de encima. De repente, su mano golpeó contra mi muslo de forma que era aceptable para que moviese mis pies y ponerlos bien, sin embargo, el sonrojo en mis mejillas daba indicios de que había reaccionado de manera diferente a ese gesto tan brusco.
Suspirando profundamente, traté de ser lo más cooperativa posible. Mi mente se distraía, aunque mi cuerpo obedecía a sus demandas. Apreté los puños mientras caminaba, y dio un par de pasos delante de míi.
El verde de sus ojos me observaba con atención mientras hablaba. "No vas a tumbar a un tío de un solo golpe. Ten siempre la garganta como objetivo. Siempre. Si le das un golpe ahí lo suficientemente fuerte, lo tendrás derrumbado durante unos tres segundos, es más tiempo del que necesitas para darle en otro sitio..," me explicó.
"Cúbrete con engaño. Si te tumba y aún puedes levantarte, no lo hagas de inmediato, hazle creer que te tiene ahí y luego, ¡zas! Estos son consejos básicos, algo bastante simple."
Harry cogió mi mano derecha, que me la apretó encima de la izquierda. Con su contacto, me obligué a permanecer imperturbable, sus dedos tratando de dejar la apretada forma de mi mano. Solté el puño y utilizó ese movimiento para aplanar mi mano.
"No le pegues en la garganta. Podrías perder la oportunidad de darle donde quieres y aplanar la mano y darle con el lado de ésta es más lento," instruyó con los ojos mirando mi mano en la suya.
Asentí lentamente con la cabeza, mirándole. Harry agarró mi mano y la apretó en un puño, una vez más. "Si no llegas a la garganta, no le pegues en los brazos los hombros o las piernas. Eso no le hará mucho daño. Tú eres más débil, gran desventaja, pero te sorprenderías de los muchos puntos débiles que el cuerpo tiene."
Y entonces Harry pasó a explicarme esos puntos. Mientras él hablaba, yo estaba en mi propio mundo de paz. Su tono profundo, ronco de su voz me relajaba, pero se convertía en algo más agudo en cuestión de segundos. Traté de no dejar que me intimidara y que me hiciera perder la concentración, ya que me podría tomar ventaja.
Solté un jadeo cuando Harry giró mi cuerpo como si fuera una muñeca de trapo. Su brazo rodeó mi cuello, apretando mi espalda contra su pecho. Abrí los ojos, dándome cuenta de que me tenía atrapada por el cuello. Tosí y grité antes de notar la poca presión que estaba usando. No tenía la intención de hacerme daño en absoluto.
"¿Y si te tiene agarrada así?" Susurró en mi oído, su aliento caliente contra mi piel. Sentí escalofríos por mi columna vertebral. El latido de mi corazón se aceleró mientras que las puntas de mis dedos fríos estaban en sus antebrazos.
"¿Mhmm?" Tarareó con la mandíbula apretada. "¿Qué pasará? ¿Vas a dejarlo ganar?" Hice una mueca mientras trataba de quitarme su brazo de encima, pero fue inútil. Evidentemente, era más fuerte que yo, no tenía más remedio que quedarme con la irritación, que era persistente detrás de mí como una sombra.
"No lo sé," respondí, parpadeando rápidamente. Los labios de Harry rozaron mi oreja, haciendo que la piel de gallina subiera a la superficie de mi piel blanca.
"Usa el cerebro. Piensa. Eres inteligente, por lo que tengo dicho. ¿Qué puedes hacer para hacer esto parar?" Por la distancia que nuestros cuerpos tenían, pensé que no quería detenerlo. Sin embargo, no dije eso en voz alta. Harry siempre será capaz de atraerme. Para hacerme sentir recesiva bajo su dominio, y de alguna manera tenerme como él quisiera.
"Yo--" Tartamudeé, obligándome a pensa mientras él en silencio esperaba por la respuesta. Miré alrededor, frenéticamente buscando las palabras. "Las piernas," comencé, "puedo usar las piernas."
La pausa se prolongó unos segundos más. "Sí, ¿pero cómo?"
Me mordí el interior de mi mejilla. "No lo sé."
Prácticamente le oí rodar los ojos. "Pensaba que eras lista." Se burló severamente. "¿Qué ha pasado con la cosita débil que quería respuestas? ¿Se quedó en esa bata en la que no estás?"
Mis fosas nasales se ensancharon. Inmediatamente me cabreé por cada palabra que había dicho. Sin darle una respuesta, le clavé las uñas en el antebrazo. Harry se rió amargamente cuando apoyé uno de mis pies en la hierba espesa, y con el otro apenas le pisé el pie.
"¿Qué te pasa Cata? ¿Tienes problemas?"
Sin pensármelo mucho, bajé la mano en un puño antes de darle un golpe fuerte en la entrepierna. Seguramente estaba viendo las estrellas, y yo estaba bastante satisfecha con el gemido que había salido de su boca. Sentí su agarre aflojarse y noté cómo se le había cortado la respiración. Con mucho gusto, le empujé lejos de mi cuerpo.
Me volví para verlo de rodillas en el suelo, cogiéndose el paquete con las manos. Tenía el ceño fruncido, cerniéndose sobre la hierba, y casi parecía que iba a echar el desayuno en el césped. Traté de no sonreír, de pie delante de su cuerpo debilitado. Gruñó y cerró los ojos.
"Te dije que no me llamaras así." Murmuré, dándome la vuelta yendo hacia la casa. No sin antes mirar hacia atrás, para verle mirándome con los ojos entrecerrados. Grité cuando lo vi inclinarse hacia delante y cogerme de las caderas, tirando de mí hacia el suelo.
Caía contra el blando cojín que era el suelo, se me cortó la respiración. Usé las manos para impulsarme y ponerme de pie, pero me agarró otra vez y tomó ese momento de debilidad para cernir su cuerpo sobre el mío, sus ojos fulminándome como si fuera veneno mortal.
Con las manos atrapadas por encima de mi cabeza, empecé a gritar como un animal salvaje, poniendo las piernas en alto, sin abrir los ojos.
"¡Cállate!" Gritó, su voz más rasposa que antes, teniendo en cuenta el porrazo que se había llevado en su virilidad.
Abrí los ojos abruptamente, mies piernas descansando en el césped y él a horcajadas sobre mí. La torpeza de nuestra posición me agobiaba pero él no pareció darse cuenta. Me sentí bastante avergonzada por esta posición. Mientras mis mejillas estaban sonrojadas por la vergüenza, Harry estaba cabreadísimo.
"Tienes la suerte de que yo nunca te haría daño," dijo enfadado, su rostro por encima del mío.
"No hice nada para verte sufrir, lo hice porque te lo merecías," me defendí.
"¿Sabes qué?" Escupió. "Necesitas que te enseñen a respetar."
Me burlé. "El respeto no funciona así. Si aprendes a respetarme, me gustaría devolverte el favor. Pero como me tratas como a un saco de mierda, preferiría que no, Harry."
"No te trato como a una bolsa de mierda. Me irritas y me molestas, así que ataco." Se defendió.
"Tratas a todo el mundo como la mierda. Pero conmigo eres peor. Sin razón. Sólo he querido conocerte y tratar de hacer esto lo más ameno posible y cooperar. Sé lo que haces por mí, no estoy ciega," le espeté. "Pero eres una persona horrible. Retorcida."
Harry examinaba mi cara mientras que seguía divagando. "Y te contradices. Primero, instas el hecho de que quieres protegerme y luego me tratas como a un perro, ¿y así quieres que confíe en ti? ¿Es así como piensas que te vas a ganar la confianza de alguien?"
"Siempre estoy intentando protegerte."
"Además de los hombres que me persiguen, ¿de qué me estás protegiendo cuando me tratas como estás haciendo ahora?"
"De mí."
Miré fijamente sus ojos cuando dijo eso, viendo cómo apretaba la mandíbula y se levantaba. Me senté justo cuando Harry se puso de pie y se dirigía hacia la casa, cerrando la puerta detrás de él. Con el ceño fruncido, perezosamente me tumbé sobre mi espalda una vez más.
Miraba el cielo azul brillante. Estuve allí por lo que pareció una media hora. Cuando tuve suficiente, me levanté y lentamente fui dentro de la casa. Fui recibida por un silencio habitual. La incómoda casa que siempre estaba fría y en conflicto.
Decidí darme una ducha. Subí las escaleras y fui a mi habitación a por la ropa. La ducha se conviritió en mi propio imperio. Me quedé allí un rato largo, dejando que el agua caliente calmara el dolor que tenía hasta en los huesos y ahogara el agotamiento. Sólo quería dormir.
Cuando acabé y me sequé, me vestí. Un par de pantalones vaqueros y una camiseta roja. Sin ganas, fui a mi habitación y me tumbé en el suave colchón.
No me importó en absoluto tener el pelo húmedo o que no me hubiese echado crema. Harry me hacía pensar demasiado. Necesitaba llegar a él con mi lado bueno, aunque era imposible con la actitud que tenía. Me dejaba indefensa en muchos casos. Y estos entrenamientos iban a ser más rápidas que antes, porque no me daría por vencida. Podía disparar un arma, pero mi cuerpo no estaba hecho para la lucha.
Estaba demasiado cansada como para darme cuenta de los pasos que se detuvieron justo detrás de mí. "¿Qué estás haciendo?"
Cansada, gemí y enterré la cara más profundamente en la almohada. "Vete. Estoy durmiendo, ¿qué crees?"
"¿En mi dormitorio?" Comentó.
Me detuve a pensar un segundo, levantando la cabeza para mirar alrededor. La maleta que estaba abierta en el suelo con su ropa era prueba suficiente como para saber que este era su dormitorio. Sin fuerzas, dejé caer la cabeza en la almohada y empecé a murmurar cosas incoherentes. Estaba muy cansada como para hacer algo, de verdad.
"Oh, lo siento."
Harry simplemente se fue después de eso, dejándome dormir con bastante facilidad. Estaba agradecida de que no me hubiese matado allí mismo.
+
Cuando me desperté dos horas más tarde, estaba enredada en las sábanas blancas que olían a Harry. El jabón que usaba y la colonia que utilizaba a diario.
Estaba sobre mi espalda, y cuando volví la cabeza lo vi agachado rebuscando en su maleta algo que ponerse. Estaba medio desnudo, solamente le cubría una toalla verde que le colgaba de la cintura. Sus rizos húmedos se cernían sobre sus ojos mientras miraba hacia abajo.
Abrí los ojos cuando giré la cabeza, fingiendo no darme cuenta de su presencia. Su presencia semi desnuda. Y me atreví a mirar de nuevo, al ver las gotas de agua dispersas por su piel bronceada.¿Por qué este hombre tan retorcido tenía que ser tan abrumadoramente atractivo?, me pregunté.
Sonó un teléfono no muy lejos y cerré los ojos, permitiéndome escuchar cómo se movía por la habitación. Maldije cuando me di cuenta de que el móvil estaba literalmente a seis pulgadas de mi cabeza en la cama. Me puse rígida cuando sentí la cama hundirse y podía sentir su calor irradiarse de su pecho cuando se inclinó para cogerlo.
"Buenos días, Señor Gates." Harry contestó al teléfono, alejándose a lo que pareció el otro lado de la habitación.
Mi padre estaba gritando al otro lado del teléfono, por lo que escuchaba lo que decía por la otra línea. "¡Harry, hijo mío! ¿Cómo está mi dulce hija?"
"Dormida." Harry respondió.
"¿Dormida?" Mi padre resopló. "Debería estar despierta y hacer esos entrenamientos. De todas formas, ¿cómo va?"
Harry hizo una pausa, pensando una respuesta. Nunca le mentiría a mi padre, asi que no me esperaba que le dijera que iba estupendamente. "No muy bien, señor."
Le oí reírse. "Me lo imaginé. Ella no está hecha para luchar. Por lo menos os da algo que hacer a ambos." Casi me burlé, en mi mente queriéndole decir que lo hice, de hecho le di en los huevos a Harry, pero no iba a hacer que se pusiera de mi parte. Mi padre ya forma equipo con Harry en todo. "Por cierto, necesito que trabajes con Zayn y con Liam. Ya tienen algunas pistas. Así que conforme a nuestro programa, tienes que comunicarte con ellos y hacer la investigación que no pueden completar. ¿Entendido?"
"Por supuesto, señor. Voy a hacerlo ahora."
"Espléndido. Y asegúrate de que Catalina tenga algo que hacer. Pobre chica, tiene que estar muerta del aburrimiento." Ordenó.
"¿El qué?"
"A ella le gusta leer mucho. Dale alguno de los dispositivos que lleves contigo y déjala que lea. Pero sólo leer, nada más. Si se cansa, encuentra algo más que le guste hacer. No tiene permiso para saber nada de la investigación y lo que descubras. Aléjala de esos temás lo máximo que puedas," mi padre informó.
Harry suspiró y dijo, "Sí, señor."
Colgó y todo quedó reducido a silencio. Habría empezado a vestirse lo más seguro. El sonido de una cremallera me confirmó lo que estaba pensando.
Entonces, "Ya has oído a tu padre, así que no me preguntes nada." Me maldije por debajo de mi aliento antes de abrir los ojos. Se había dado cuenta de que no estaba dormida. Me levanté del colchón y le miré. Estaba vestido con una camiseta negra y vaqueros negros, el pelo peinado hacia atrás.
"No te preocupes, no voy a molestar más." Murmuré, empezando a tirar de las sábanas. Harry me miró y dijo: "Estaré en la planta baja."
Cuando me puse de pie, asentí con la cabeza y le respondí. "Está bien, iré fuera a por un poco de aire fresco."
Justo cuando dije eso, me tropecé con unos pantalones que había en el suelo. Grité cuando Harry se puso delante de mí, agarrando mis caderas para que no me cayera.
"Y sé menos torpe, ¿quieres?"
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