016
La comodidad de la calidad de mi cama no era suficiente para descansar. No podía cerrar los ojos y dejar de mi cerebro dejara de pensar. A veces las personas no están destinadas a ser salvadas. Las palabras de Zayn se reproducían en mi cabeza una y otra vez. Como un tatuaje, permanentes y a veces arrepentidas.
Suspiré pesadamente y me volví de espaldas, mirando al techo. La luz de la luna iluminaba mi habitación y mis ojos se acostumbraron a la falta de luz. A veces me decía a mí misma que la vida ni siquiera valía la pena. Lo mismo todos los días. Me preguntaba por qué Dios hacía a otros más suertudos que algunos de nosotros. Me pregunté por qué era tan fácil para ellos, y tan duro y doloroso para nosotros.
El dolor era como la lluvia. Largo y pesado, a veces un peligro para tu seguridad. Pero después producía belleza. Hacía los arcoiris y nos daba vida a todos nosotros. Contribuía a nuestras vidas, nos hace quienes somos realmente. Viene a menudo, y luego se va detrás de un cielo feo, que con el tiempo revela un bonito rayo de sol y calor.
Traté de conciliar el sueño, dándome la vuelta horas y horas. Miré el reloj digital que tenía en mi mesa de noche, viendo que eran las una de la mañana. Con frustración, enterré la cara en la almohada. En diez minutos, o lo que parecían, empecé a notar los párpados pesados. Mi respiración se ralentizó, mi cuerpo pesado y perezoso. Me sentí contenida por un segundo hasta que un sonido sordo me despertó del todo.
Se me atascó el aliento en la garganta. Mis ojos se abrieron de golpe y me di prisa por salirme de la cama. Fue una bala. Sonó igual que una. Justo como en la gasolinera. Puse los pies descalzos en el suelo y corrí hacia la puerta.
Antes de abrirla, Paige ya estaba en el otro lado. Nos miramos al mismo tiempo con los ojos muy abiertos. Ella caminaba perfectamente, evidentemente, confirmándome que todo lo del tobillo fue una mentira.
Ella exhaló, "¿qué ha sido eso?"
El miedo me controlaba y silenciosamente le dije, "sonó como una bala."
Un escalofrío me recorrió la columna vertebral, dejándome la piel de gallina. De repente, se oyeron pasos y gritos desde el pasillo. Agarré el brazo de Paige y la arrastré dentro de mi habitación, cerrando la puerta rápidamente y bloqueándola. Frenéticamente nos metí a ambos en el armario, por la seguridad de las dos.
Paige se tapó la boca mientras gritaban y se oían cosas caerse al suelo, y roturas de cristales les siguieron. Hice lo mismo con ambas manos, de cuclillas en el armario. Ambas escuchamos el pomo de la puerta de mi cuarto siendo forzado, un golpe fuerte con la mano seguido de gritos para abrir la puerta. No encontraba mi voz por tanto miedo y pánico como sentía, pero Paige rápidamente abrió la puerta del armario y comenzó a arrastrarse.
Estiré la mano y agarré su pierna, tratando de detenerla. Ella sacudió la pierna tratando de librarse de mi agarre y sacudió la cabeza, siseando: "¡Es Zayn!"
Oí un golpe y de repente una voz ronca, fuerte, y enfadado gritó: "¡Zayn! ¿Alguna idea de quién disparó esa bala?"
"¡Ni idea, tío! Paige no está en su habitación y la habitación de Catalina está bloqueada."
Pronto, oí la voz de Harry y un golpe en la puerta. "¡Abre, Catalina!"
Paige tropezó y se puso de pie con esfuerzo. Con dedos torpes, respiró hondo y abrió la puerta, soltándola rápidamente. Inmediatamente, se tiró a los brazos de Zayn. Muy aturdido, reaccionó lentamente antes de intentar consolarla, envolviendo sus brazos alrededor de ella.
Harry me miró con esos penetrantes ojos verdes, la mandíbula apretada como si estuviera enfadado conmigo. Sin embargo, sabía que no lo estaba, así que gateé hasta estar fuera del armario y ponerme de pie. Me costaba respirar del susto. De alguna manera, la aparición de Harry me tranquilizó, el saber que estaba en manos de alguien tan experimentado como Harry hacía que hubiera varias posibilidades de no salir herida esta noche.
Él apartó la mirada y habló por el auricular, sosteniendo su mano en la oreja. "Liam, ¿tienes los cálculos de ondas de sonido de la bala?"
Después de una pausa, Harry se volvió rápidamente hacia Zayn. "Era un arma de largo alcance. Lo más probable es un M24. Francotirador estadounidense. Liam dice que fue de al menos cuatrocientas yardas."
"¿Dónde aterrizó?" Zayn preguntó, con Paige presionada contra su pecho negándose a dejarlo ir. Me puse de pie con los brazos cruzados sobre el pecho, casi temblando.
Harry respondió con sinceridad. "Entró por la ventana del Sr. Gates. Iba dirigido a su cabeza, pero se agachó justo en el momento en el que disparó."
Mi pecho se contrajo lentamente. Casi mataban a mi padre desde 400 yardas. Fue la suerte de haber evitado por un segundo. Un, horrible y estrecho segundo. Me tragué el doloroso nudo de la garganta y me di cuenta de que Zayn llevaba a Paige por el pasillo, y Harry se volvió para mirarme.
"Alguien intentó matarlo y hasta que no sepamos quien lo hizo necesito que empieces a recoger tus cosas por si acaso. No hay duda de que alguien ya sabe que estamos aquí." explicó, sin revelar ningún temor o emoción como de costumbre. Asentí con la cabeza en silencio, mirando el suelo antes de escucharle acercarse a mí con tan sólo un par de pasos. Giré la cabeza justo cuando él me agarró de la barbilla. El agarre era firme, pero mucho más suave de lo que era normalmente conmigo.
"Necesito una respuesta," exigió con firmeza, nuestros ojos se encontraron. Estaba inmóvil, sus ojos esperando una respuesta de los míos. Su distancia no era personal, pero su gesto me hizo sentir como si estuviera intentando consolarme. Sin embargo, se notaba que no estaba acostumbrado a eso. Y tal vez no se tratara de comodidad, sino para que pudiera entenderlo, a lo mejor.
"Está bien. Empezaré a recoger," le dije con voz ronca.
Hary me miró durante unos segundos, suspirando pesadamente. "Duérmete. Recoge más tarde. Necesitas descansar. Cerraré las ventanas." Me soltó y fue hacia mis ventanas. Primero miró hacia fuera, examinando la zona antes de proceder a cerrarlas junto con las cortinas.
Me metí de nuevo en la cama, cerrando los ojos y escuchando las pisadas suaves, casi insonoras que sabía que eran de él.
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Había mucho apuro. Numerosas órdenes de ida y vuelta, tirando cosas y rompiéndolas. El segundo en el que me desperté, los hombres vigilaban cada centímetro del patio; el césped, las puertas y el área de la valla. Era un caos. Nadie sabía lo que pasaba exactamente y le pregunté a un par de hombres que se negaron a compartir cualquier información conmigo. Probablemente, órdenes de mi padre y del propio Harry.
Paige corrió hacia mí, sin aliento. "Me van a trasladar a Inglaterra."
Mis ojos se abrieron por la nueva información, "¿Qué? ¿Quién te lo ha dicho?"
"Espié la reunión. Me voy a mudar con la abuela por un largo tiempo hasta que todo esto se termine." Me explicó, tratando de recuperar la compostura y el aliento. Paige negó con la cabeza, colocando sus manos en las caderas. "Zayn," ella inhaló, "se va a Nueva York con ese tío, Liam. Van a conseguir los nombres de todas las mafias que participan en la caza."
Fruncí el ceño. "¿Qué va a pasar conmigo, entonces?"
"Te quedarás con Harry en algún sitio. No pude oír. Papá irá a Hawai para hacer pedidos de terrenos más seguros, creo."
Esto era lo que no me gustaba. Todos eran trasladados a diferentes zonas en ciertas ocasiones cuando las cosas se ponían mal. Era enloquecedor para realizar un seguimiento de cada uno, pero eso era lo que quería mi padre. Perderlos con diferentes ubicaciones. Probablemente estaré escondida durante meses, si ser capaz de salir de una habitación hasta que todo termine. Cuándo, era mi pregunta.
Tan simple como eso, Paige subió rápido las escaleras para recoger sus cosas. Ella estaba emocionada por irse de Italia y establecerse en un lugar más permanente. Ella no es a la que están buscando, por lo tanto, era descuidada en lo que a su seguridad se refería. La envidiaba por su actitud despreocupada y su papel en esta situación. Mi vida pendía de un hilo, y ni siquiera creo que todavía estuviera estabilizada en él.
Harry acababa de salir de la habitación más alejada por el pasillo. La sala donde celebraban todas las reuniones. Me vio de pie en pantalones de pijama y una camiseta sin mangas. Lo detuve colocando mi mano sobre su pecho.
Él miró la mano, pero se negó a reconocer distancia alguna a su antojo entre nosotros. Le miré con preocupación, "¿Qué está pasando?" Le pregunté en voz baja. Necesitaba consuelo. Alguien que me dijera que todo estaba bien.
"Estamos reubicándolos a todos." Respondió rotundamente, mirando por detrás de mí. "Necesito que te prepares y empieces a recoger. Los rusos fueron los que estuvieron aquí anoche. Liam volvió a revisar el origen de las balas usadas y resulta que pertenecían a una mafia rusa."
Se me atascó la respiración en la garganta. No eran sólo unas cuantas de organizaciones, había docenas y docenas en mi busca. Harry vio el miedo en mí, sin embargo, se limitó a decir, "ahora. Rápido. En una hora tenemos que estar en un vuelo fuera de aquí."
"¿Adónde?"
"Déjame eso a mí. Ahora vete." Dijo con más firmeza.
Corrí por las escaleras hacia mi dormitorio. Abrí todos los cajones de ropa, agarré el asa de mi maleta y la puse en la cama. No podía doblar nada, no tenía tiempo. Me apresuré a vestirme. Me puse una camiseta y un par de pantalones vaqueros rasgados con unas vans.
Cuando acabé de recoger, cerré la cremallera de la maleta y fui corriendo al baño para cepillarme el pelo. Con dedos torpes, me las arreglé para quitar los nudos de mi pelo rubio, cogiendo una gomilla y haciéndome una coleta cuando escuché vidrios romperse a unos centímetros de mí.
Di un grito ahogado y dejé caer mis brazos y me quedé estática. Había una silueta de pie junto a mi ventana, quitándose el vidrio de la camisa. Tenía un pasamontañas negro, suéter negro que se plegaba sobre los codos, lo que me permitía ver sus antebrazos. Era fuerte y alto. Un pequeño rizo rubio asomaba de la parte posterior de su máscara de esquí. Sentí un escalofrío y se me paró el corazón.
Cerré la puerta del baño. La cerré tan silenciosamente como pude, bloqueándola y alejándome de ella. Respiraba rápidamente, me rodeé con los brazos y retrocedí de miedo hasta que llegué a la pared. Me quedé mirando a la puerta, con los ojos muy abiertos y totalmente paralizada.
Pasaron unos segundos hasta que trató de abrir la puerta. Al darse cuenta de que estaba cerrada, le oí reírse. El sonido profundo y amenazador hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas. Sabía que yo estaba aquí. Posiblemente me había visto por la ventana. Y estaba claro que no le importaba si lo escuchaba, porque entró lo suficientemente fuerte para que lo escuchara.
Sollocé y gemí cuando golpeó la puerta con fuerza. Gruñó con frustración después de un par de veces. Cada golpe era como una cuenta atrás hasta mi final. O al menos así lo sentía. Cada vez que golpeaba era más fuerte que la anterior, y el cerrojo no iba a dar más de sí. Los bordes de la puerta, los confines y el contorno de la pared no aguantaban. Estaba rompiendo la puerta.
Iba a entrar. No supe que hacer, salvo meterme en la ducha y cerrarla. Sollocé y puse mis manos en mi boca para dejar de hacer ruido y evitar que otro sollozo se me escapara. Traté de quedarme en silencio cuando le oí romper la puerta del todo.
Sus pasos eran ruidosos y aterradores. Golpeó algunos muebles y otras cosas se cayeron al suelo. El hombre de la máscara negra lentamente se dirigió a la ducha mientras que yo arrimaba mis rodillas a mi pecho, con los ojos llenos de lágrimas esperando a que me viera.
El latido de mi corazón era surrealista. Nunca había experimentado el miedo en una forma tan cruda. A diferencia de cualquiera, el miedo más real es el que sientes cuando sabes que vas a morir.
No podía dejar de gritar. El segundo en el que el hombre me descubrió en la ducha, grité tan fuerte que sentía mi garganta desgarrada y esto me dolería unos cuantos días. Ante esto, el hombre cayó, me agarró del brazo y tiró de mí con dureza. Nunca lograría salir. Simplemente no. Seguramente más de una persona habría oído mis gritos.
Mis gritos no cesaron hasta que me dio una hostia en la mejilla. Di un grito ahogado de dolor, sintiendo que se adormecía por completo. Mientras sostenía mi mejilla, me arrastraba a medida que yo seguía dando patadas y gritando pidiendo ayuda. El nombre de Harry salió de mi boca en varias ocasiones, con dolor y miedo. Lo necesitaba aquí y que me salvara.
La puerta se abrió de golpe para dejar ver a Zayn primero y un par de hombres, entre los que se incluía Harry. Tosí en medio de un sollozo e hice contacto visual con Zayn, que apretó la mandíbula y miró al hombre con furia. Levantó la pistola, junto con los otros hombres a su alrededor. Harry, sin embargo, se movió a un lado y se quedó con la mano agarrando la pistola hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
Sus ojos estaban entrecerrados, llenos de ira, concentrado para matar. El hombre que me llevaba se detuvo y se volvió para mirarlos a todos. Elegí el momento de sorpresa para clavarle mi pie en la entrepierna e infligir dolor. Se cayó al suelo por el dolor y tomé esa como la oportunidad de correr detrás de Harry.
Sentí un enorme alivio cuando me agarró del brazo y con suavidad me llevó aun más detrás de él. Los hombres detrás de Zayn corrieron hacia el hombre y lo sujetaron con sus armas y puños. Entonces Zayn miró a Harry en busca de órdenes, que él respondió. "Drógalo. Adormecerlo y utilizarlo para el interrogatorio en Nueva York. Cualquier información que le saquéis, informad al señor Gater y después a mí. ¿Está claro?"
"Sí, señor." Zayn suspiró, guardando su arma y caminando hacia el hombre. Antes de que pudiera ver cómo lo drogaban, Harry me agarró del brazo y me sacó de allí. Detrás, uno de los hombres llevaba mi maleta y volvió al vestíbulo principal cuando Harry me llevó a la cocina.
Se quedó mirando mi cara en silencio por unos diez segundos. Las cejas fruncidas, y sus ojos verdes miraban fijamente los míos.
"¿Qué?" Respiré, usando mis manos para limpiarme las lágrimas. Harry no dijo nada mientras cogió mi barbilla. Giró mi cabeza, examinó la contusión que probablemente era más visible cada minuto. Utilizó el pulgar para tocarlo. Mi reacción fue hacer una mueca de dolor y alejarme un poco. Aunque su toque era magnético y extraño, dulcemente deseable. En silencio observé, y dijo "Es mi culpa."
Poco a poco fruncí el ceño ante sus palabras. "¿Por qu--?"
"Dejé que te hicieran daño," murmuró con la mandíbula apretada. "Mi trabajo consiste en no permitir eso."
Mi confusión se suavizó cuando lo entendí. "No es tu culpa." Contesté en voz baja.
Apartó la mano de mi con rabia. Pasó esa misma mano por sus rizos gruesos, con furia y decepción, que eran evidentes en su rostro. "Oh, pero lo es. No tendría que haberte dejado por tu cuenta. ¿Cómo se supone que voy a explicarle esto a tu padre?"
"Está bien," le aseguré suavemente, sintiendo mi garganta arder con cada palabra. "Tu trabajo es mantenerme con vida. Y estoy perfectamente, Harry."
"No lo entiendes." comenzó con rabia, pero me negué a dejarle continuar.
"Lo entiendo," dije firmemente, sus ojos mirándome con asombro y los míos con preocupación. "Sin ti, habría muerto hace dos semanas. Ahora llévame a donde tengamos que ir."
Harry entrecerró los ojos murmurando, "No quiero trucos."
"No hay trucos," dije. "Nada de eso. Solo quiero irme." mi voz comenzó a flaquear, las lágrimas volviendo a mis ojos. Apenas tres segundos habían pasado cuando una lágrima cayó de cada uno de mis ojos.
Me quedé sin aliento cuando Harry sostuvo mi cara y me cogió la cabeza. Usó los pulgares para limpiar las lágrimas suavemente y me miró con su típica expresión de enfadado. Me susurró, "Y sin llorar."
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