011

El vestido por fin era mío. La señora que llevaba la tienda trataba de decirme que no podía comprarlo ya que no estaba en venta, cuando claramente había un cartel que decía que sí se estaba vendiendo. Harry terminó tirando el dinero en efectivo en el mostrador enfadado, diciéndole que se podía quedar el cambio y salimos con el vestido. Por eso sólo, Harry había sido útil.

Era un vestido blanco, con la espalda descubierta viéndose mi piel bronceada. Me quedaba perfectamente. El material era suave, fresco y ajustado alrededor de mi cuerpo. Me encantaba. Me enamoré de ese vestido y lo personifiqué de forma que fuese mi amigo. Mi único amigo.

Una vez que me mudaba no podía ponerme en contacto con mis antiguos amigos, no importaba lo mucho que me quisieran. No importaba lo cercanos que fuéramos que no podía contactar con ellos en ese tiempo en el que estuviera en una localización específica. Incluso era malo por mi parte que intentase marcar algún número sin el consentimiento de mi padre. Era horrible el no tener un solo amigo. Pero era la vida que tenía.

Cuando volví me recibió mi hermana Paige. Tenía quince años, dos más joven que yo. Intenté darle una sonrisa y cuando lo hice ella rechazó la idea de parecer feliz o mostrar algún tipo de consuelo hacia mí. Decía que yo era la hija favorita. La bonita, la más querida.

No sé cuánto tiempo llevo tratando de convencerla de que eso no es cierto. Paige me odia y odia la atención que recibo, que es la misma que ella tiene, pero se niega a creerlo. Pero cuando le dije que iba a la fiesta y ella me contó que la obligaron a quedarse en casa, pude ver la envidia y el odio en sus ojos.

Me senté en mi cama, mirando a la pared que tenía en frente. Por suerte, Harry estaba en otra parte. Parecía estar trabajando en algo con mi padre y dijo que se iba a dar una siesta antes de la fiesta. Paige estaba en la otra habitación contigua a la mía. Ocasionalmente le preguntaba a uno de los hombres por un vaso de agua o algo que pudiera usar para entretenerse.

Pero no se acercaba a mí.

Suspiré pesadamente para mí, diciéndome que si no quería verme estaba bien, y que debería empezar a arreglarme ya. Empecé por el maquillaje. Perfectas alas en mis párpados y algo de sombra de ojos. Rímel en las pestañas y me di cuenta de que había terminado antes de lo que pensaba. No iba a usar base ya que no tenía.

Había una plancha en uno de los cajones del mueble, y me sorprendí al verla. Que conveniente. Al parecer, mi padre me conocía. La usé para hacer que mi pelo estuviera decente, y pensé que dejarlo caer sobre los hombros sería lo mejor. Pasaron otros treinta minutos antes de mirar el reloj. Ya eran las 19:20.

Me desnudé, quitando prendas de vestir hasta que me quedé en tan solo mi ropa interior. Decidí que usar un sujetador con el vestido no era necesario,teniendo en cuenta que no se transparentaba y el material no era fino. Además, como enseñaba la espalda no quedaría bien usar un sujetador. Al segundo en el que me di la vuelta, la puerta se abrió.

Un gritó desgarrador salió de lo más profundo de mi garganta cuando vi el par de ojos que llegué a sentir incómodos por un segundo antes de gritar: "¡Fuera!" Tenía el corazón desbocado, sabiendo que sólo me había visto desnuda de cintura para arriba.

Se sintió como ser violada con la vista. Sentí mi cara arder y apreté mis manos en mi pechos, cubriéndolos de él. No había cerrado la puerta, hasta que salió de su asombro, unos tres segundos después de que le gritara para que se fuera.

Tosí, inhalando fuertemente. A ésto le siguió un carraspeo para aclararme la garganta. Quería tirarme por la ventana que tenía a mi derecha, sabiendo que eso daría a fin a esto. Sería menos doloroso que ver a Harry otra vez después de lo sucedido. Ahora tendrá una imaginación vívida conmigo. Dios, esto es muy, muy, muy desconcertante.

Paoge llegó en cuestión de segundos, cuando ya me estaba poniendo el vestido.

"¿Por qué gritas?" Preguntó, sonando incluso molesta.

"El idiota de mi guardaespaldas no llamó," le respondí cortésmente, no siendo especialmente amable con Harry en este caso.

Ella resopló. "Él es muy atractivo. Pero claro que te asignan el atractivo. Mientras a mi me ponen a uno que está en sus treinta y cinco y que siempre juega al Flappy Bird con su móvil." Paige negó con la cabeza, poniendo los ojos en blanco. "Me ofrecería al hombre que tienes. Es guapísimo."

La miré espantada, arreglando el borde de mi vestido, haciendo así que encajara perfectamente. "Él es... él es un idiota. No tiene sentimientos."

"¿Y qué? Está bueno." Insistió, encogiéndose de hombros. "De todos modos, papá te mataría, y a él. Moriría por acostarme con ese tío."

Mi rostro incómodo la hizo reír. "No es divertido, Paige. Sé que él es..," me di por vencida, teniendo que admitirlo. "Sí, está bueno. Pero ese no es el punto. Él está aquí para garantizar mi seguridad, no para acostarme con él."

"Pero lo harías, ¿no?" Paige sonrió con aires de suficiencia.

Entreabrí mis labios, lidiando con la vergüenza de antes y la que ahora estaba experimentando. "Y-yo.." tartamudeé, con los ojos muy abiertos. "¡No! Sería inapropiado por mi parte. Y de él. Somos como compañeros de trabajo."

"¡Lo que hace que sea diez veces más caliente!" Exclamó. "Catalina, eres tonta. Lo tienes todo y lo desperdicias tratando de complacer a papá."

Fruncí las cejas. "No, no. He hecho cosas por mi cuenta."

Puso los ojos en blanco. "No vamos a entrar en eso ahora. Lo único que te estoy diciendo es, hazlo. Está tan bueno que sería un crimen alejarse de él en vez de acostarse con él."

Le di una sonrisa amarga, el disgusto que tenía era bastante obvio a estas alturas. "Deja de hablar de él y vuelve a tu habitación, por favor," le dije con cuidado, arreglando mi vestido por última vez. Me miré en el espejo, Paige mirándome de la cabeza a los pies. Sus ojos mostraban envidia, pero sus palabras decían todo lo contrario.

"Por cierto, estás guapa." Fue todo lo que dijo antes de salir del dormitorio. Me quedé mirando la puerta justo cuando la cerró, pensando por un breve segundo. No podía asegurar si lo decía en serio o estaba demasiado contenta de que me viese horrible. 

Dieron otro golpe en la puerta, y grité: "¡Pasa!" Sin embargo mi atención estaba puesta en el espejo.

Harry entró, pareciendo tan molesto y enfadado como siempre. Debería ser yo la que estuviese enfadada. Se acercó hacia mí mientras que terminaba de arreglarme.

Sin pensar, le pregunté, "Harry, ¿estoy bien?"

Hubo una larga pausa. Conté treinta segundos aproximadamente antes de darme cuenta de que me estaba mirando. Bueno, no a la cara, sino a mi cuerpo. Sus ojos me recorrieron de arriba a abajo lentamente, tomándose su tiempo, como si no le fuese a decir que parase. Sin embargo, no se lo dije.

Cuando le pareció suficiente, respondió: "Estás perfecta." Su tono era más tranquilo, sin embargo, fue igual de seco que de costumbre. "Ahora, vámonos." Me dio una mirada de advertencia. 

Resoplé para mí, viendo como salía de la habitación. Lo que me sorprendió fue la falta de reconocimiento hacia el hecho de que me había visto medio desnuda hace una hora.

"Aquí está mi preciosa hija," mi padre dijo en el segundo en el que salí. Empezó preguntándoles a los hombres que nos rodeaban, "¿no está espectacular?" y aunque no estuviesen de acuerdo, asintieron y sonrieron, seguramente acojonados por recibir un disparo entre los ojos.

Harry asintió con la cabeza, subiéndose al coche conmigo siguiéndole. Mi padre insistió en que viajásemos en coches separados, alegando que tenía que pensar acerca de las ofertas de esta noche. Uno de los hombres hizo una broma y le preguntó si planeaba dispararle a alguien esta noche. Dejé de escuchar después de eso.

Me senté en silencio. De vez en cuando echaba un vistazo por la ventana con admiración, distraída por la belleza que este lugar tenía para ofrecer. Era muy consciente de la presencia de Harry. No sólo se había vestido de negro de nuevo, sino de que me estaba mirando fijamente.

Por mi bien, intenté olvidarme de su intensa mirada. Pero, fue un intento inútil en el segundo en el que volví la cabeza para decirle "Por favor, no me mires."

No se movió. Harry seguía mirándome, sus pálidos ojos verdes fijados en los míos. Me revolví en mi asiento, suspirando incómoda.

"¿Te pone incómoda?" Preguntó de repente. Su voz era baja y ronca.

Lo observé con cuidado. "Sí." Le respondí lentamente.

Él se limitó a asentir. Segundos más tarde, con voz áspera dijo: "No dejes la puerta medio abierta la próxima vez."

"No hablemos de eso," me sonrojé, hablando rápido y desesperadamente queriendo acabar con ese tema.

Harry empezó a sonreír, "¿Estás nerviosa porque te vi desnuda, Catalina?"

Mis ojos evitaban los suyos por la tensión nerviosa que provocaba dentro de mí. "Basta, Harry."

"Preciosa vista."

Sentía que los ojos se me abrían por el pánico. ¿Cuándo íbamos a llegar? Harry nunca quería hablar conmigo y ahora resulta que encontraba todo esto muy bueno por su beneficio.

Me miró hasta que levanté la voz y grité, "¡Deja de mirarme!"

La mano de Harry agarró mi barbilla con fuerza, acercando mi rostro al suyo. Di un grito ahogado, sintiendo su cálido aliento chocando en mi boca. Entrecerró los ojos, tenía una mirada casi abrumadora.

"Hey," dijo entre dientes, con la mandíbula apretada. "¿Qué te dije sobre gritarme?" Traté de evitar el miedo. Pero ante la falta de miedo, sentí que mi vista bajaba hacia sus labios regordetes y rosados tan besables. Muy besables. Me odiaba a mí misma por disfrutar de esto.

Entendí que cada vez que se fijaba en mi, alimentaba a un animal dentro de mí llamado curiosidad.

Mi cuerpo se movió hacia el suyo, y lo vi de fijarse en el movimiento. Ni siquiera sabía por qué lo hice. Sólo sabía que estaba contenta con su atención puesta en mí.

Él acercó mi cara aún más, sin soltarme la barbilla. Nuestras narices se rozaron.

"Contéstame." Demandó.

"Dijiste que nunca te levantara la voz." Me las arreglé para decir, sintiéndome como una niña pequeña.

Puse mis manos sobre sus hombros, sin quererlo, pero dentro de mí algo, mi impulso, me dijo que hiciera eso exactamente. 

"Catalina," advirtió, "¿qué estás haciendo?" Iba a obtener su atención de una manera o de otra.

"Bésame, por favor," suspiré, siendo incapaz de excluir los impulsos de mi corazón. No me entendía ni a mí misma ni a mis acciones.

Harry me miró con tan sólo un poco de sorpresa, ya que frunció las cejas. "Catalina," advirtió de nuevo. No lo escuché. Seguí avanzando, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, nuestras caras apenas a dos pulgadas de distancia. "No, no puedo."

Negué con la cabeza. "Por favor, tengo que besarte."

Cogió mis brazos que estaban alrededor de su cuello. "Catalina. No seas tan curiosa. Harás que te maten con tanta curiosidad."

"Harry--"

"¡Maldita sea, no te voy a besar!" Soltó. "No puedo hacer eso. Lo sabes muy bien."

Cuanto más le hiciera perder la paciencia, más hablaría conmigo.

Esto me pareció adictivo. "Bien. Buscaré a alguien que lo haga," le dije.

Inmediatamente gruñó y me empujó hacia él, nuestros labios apenas rozándose ahora. "No, mierda. No lo harás Catalina."

"¿Quién lo dice?"

"Yo lo digo." Comentó, mirándome a los ojos. "No vas a bailar con nadie más que conmigo, y no hablarás con otro hombre. En lo que a mi respecta, yo estoy a cargo de ti, así que yo digo que no."

"Bésame entonces." Solté.

Gruñó con ira antes de que sintiera sus frescos, suaves labios contra los míos.

Fue un rápido pero duro beso. Sus ojos miraban a los míos profundamente, conmocionados.

Harry dijo una última cosa antes de que el coche se detuviera. "Espero que me escuches, muñeca. No voy a repetirlo. No te irás con ningún otro hombre. Son mis reglas. Estoy a cargo de ti."


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top