009
Sus ojos obervaron cuidadosamente como salía del baño del McDonald's, donde habíamos parado de camino al aeropuerto. Tenía una gran necesidad de usar los aseos, y afortunadamente él se sintió generoso a la hora de dejarme ir.
También le amenacé con mearme en el coche.
Él parecía aburrido en el momento en que nuestros ojos se encontraron. La manera en la que él me trataba me hace sentir mal, aunque también estaba algo sensible, supongo. No podía pretender que no me molestaba nada.
"Vamos." murmuró.
Metí mis manos en los bolsillos de mis pantalones cortos y fuimos hacia el aparcamiento. Tenía miedo de decirle que me comprara algo del McDonald's, la comida del avión era horrible. Me temía que tendría que hacerlo, sin embargo.
El viaje hacia el aeropuerto fue tranquilo y solitario. Era como si un fantasma estuviera conduciendo el coche y yo fuese su compañía. Las venticuatro horas del día se sentían como los trecientos sesenta y cinco días del año junto a Harry.
Me pregunté que era lo que Sicilia tendría para nosotros. Mi padre estaba allí actualmente, y también mi hermana. Pude verle una vez más después de varios meses. Ella solía odiar a todo el mundo, porque no stenía la libertad que todos los adolescentes tienen.
Sentí un picor en el interior de mi sujetador, e inevitablemente, tuve que meter la mano dentro de éste por algunos segundos. Harry permaneció sentado mientras yo intentaba ponerme el sujetador bien.
Me reí un poco cuando él giró su cabeza para mirarme y me encontró con la mano dentro de mi camiseta. Él no lo encontró divertido para nada, y termiró usando sus dos manos para conducir, sus nudillos blancos por el agarre intenso.
"Harry, ¿qué es lo primero que tenemos que hacer cuando lleguemos a Sicilia?" Le pregunté, interesada de hacia dónde iba su investigación. Obviamente no tienen pistas sobre las intenciones del enemigo, y como ellos, quería saber los qués y los porqués.
Suspiró pesadamente, moviendo la cabeza de lado a lado, estirando los músculos de su cuello.
Como me esperaba, no me dio ninguna respuesta.
"Me parece que probablemente discutirás los incidentes con mi padre, ¿verdad?"
"Catalina, cállate antes de que te tape la boca."
"No sé de dónde sacarás la cinta." Contraataqué.
"No te estás ayudando mucho ahora mismo." Advirtió fríamente.
"Quiero respuestas, Harry." Persistí.
Harry gruñó frustrado, frotando su pulgar en su nariz y presionando sus rellenitos, rositas labios en una fina línea. "Hazme un favor, muñeca. Mantén esa boquita tuya cerrada o pararé el coche y te echaré en el puto maletero."
"Me giré repentinamente ante sus palabras. "¿Q-qué?" Balbuceé. De todas las cosas que Harry me había dicho, ninguna había sonado tan terrorificamente amenzante. No había duda de la motivación y el poder que tenía a estas alturas. Harry era conducido por una determinación rara de encontrar hoy en día.
Hizo una declaración, pero en sus palabras era puramente un hecho.
"Pareces sorprendida," replicó. "No me atrevería a cuestionar de lo que soy capaz, Catalina. Así que mantén la boca cerrada. O te arrepentirás."
Dios, me habló tan claro -haciéndolo sonar loco. Entorné los ojos con rabia y veía rojo por la frustración cegándome. Me hacía tener miedo el hecho de que me mirase fijamente con el bonito verde de sus irises.
No hacía movimiento alguno, excepto quedarse mirándome cuestionando mi obediencia. Odiaba la manera en la que podía manipular mis emociones. Tomaba el control de mí más fácilmente de lo que uno se sentía libre, más cercano a esclava.
Pero no me rebelaba contra eso. Elegí dejarme caer en el asiento y evitar el contacto visual con él. Giré la cara centrándome en la carretera.
Cuando llegamos al aeropuerto, Harry buscó a un hombre en pantalones y camisa negros con el pelo negro atado hacia atrás. Estaba vestido como cualquiera en la organización de mi padre.
"Uno, seis, ocho, ocho, cuatro, once, nueve, cinco." Harry musitó al extraño alto y delgado en frente nuestra. El código estaba estrictamente clasificado y raramente se usaba, sólo en ocasiones como estas. Se usaba para que la gente tomara conciencia de que estaba con nosotros.
"Styles." El hombre asintió, sus ojos raramente mirándome cuando se giró y nos guió por una puerta diferente. Ni siquiera revisaron mis bolsos o la ropa que llevábamos puesta. Esta debía ser otra de las formas de mi padre de habernos colado por los gobiernos, emitido públicamente.
La puerta fue aislada mientras la cruzábamos. Llevaba a un jet privado. Mi padre sería uno de los que poseyeran tales lujos. No tenía la menor duda de sus gustos, nunca siendo menos que perfecto.
Me senté cómodamente en una silla que estaba atornillada en el suelo alfombrado bajo nuestros pies. Mis pies estaban juntos mientras me abrazaba las piernas.
Vi a Harry sentarse, sólo para segundos después levantarse e ir hacia el baño. Cerró la puerta sin esfuerzo y salió momentos después, sus calzoncillos negros por fuera mientras se subía los pantalones, abrochándoselos mientras que acalorada miré a otro lado. Enfadada por haber visto eso y porque fui lo suficientemente estúpida para verlo.
Se frotó la mandíbula estresado mientras se sentaba en una silla de cuero, sacando un ordenador de una mochila que el hombre que llevaba nuestro avión le había traído anteriormente. Harry se frotó los ojos y empezó a jugar con el anillo en su labio, concentrado en la pantalla delante de él.
"Deberías dormir, sabes." le dije después de treinta minutos.
Para mi sorpresa, levantó la vista de su centro de atención e hizo contacto visual conmigo. Fuera, el sol estaba poniéndose. Mezclas de rosa y naranja nos rodeaban.
"Tengo cosas que hacer. Duérmete."
"Eso es lo único que he hecho. Creo que estaría bien si descansaras un rato antes de que te pongas a hacer de todo."
Harry parecía reacio. No estaba muy contento, pero procedió a hacerlo porque el cansancio le estaba ganando el juego ahora.
Me miró con los ojos entrecerrados, "No toques nada."
"No." Es todo lo que dije.
Tres horas más tarde estaba mirando al techo con una manta alrededor para darme calor por el aire acondicionado aquí dentro. Harry había estado echado en el sofá con sus labios firmemente presionados y sus brazos cruzados por su pecho. Este hombre también dormía enfadado.
Dejé que mis ojos vagaran por el avión. No había mucho que mirar excepto cuando vi de reojo el ordenador que había cerrado. No era buena idea cotillear, y aun así le habría puesto una contraseña.
Suspirando pesadamente, fui al cuarto de baño para, al menos, enjuagarme la cara con agua y cambiarme de ropa. Busqué en mis bolsos, escogiendo una blusa gris y un par de pantalones de yoga negros.
En el cuarto de baño, miré mi reflejo en el espejo -- horrorizada por el el encrespamiento que el pelo había adquirido estos últimos días. Busqué entre las cosas que había traído conmigo y me aseguré de ponerme algo de crema suavizante para al menos reducir el encrespamiento.
Me lavé la cara y empecé a quitarme la ropa. Me estaba quitando la camiseta cuando oí a Harry gritar, "¡Catalina!"
La puerta se abrió de repente, grité y busqué ponerme algo encima de mi pecho para ocultar de él mi sujetador rosa.
Tenía calor y la piel se me enrojeció ligeramente. Jadeé y grité, "¡¿No podías llamar antes?!"
"Suéltalo." Advirtió enfadado. Me preguntaba qué le pasaba ahora.
Fruncí el ceño, "¿Que suelte el qué?"
Harry se acercó a mí, la puerta cerrándose detrás de él. Estos pequeños detalles me dejaron inútil en mi defensa, sus ojos clavados en los míos con una apasionada urgencia de encontrar lo que él quería. Y no sabía qué era.
Di un paso atrás, soltando un tembloroso suspiro estabilizar mi pulso.
"¡Deja de actuar de una puta vez! ¡¿Dónde está tu móvil?! ¡¿A quién has llamado?!" Rugió con rabia.
Desconcertada, me sentí minúscula contra su fiera mirada. Su postura cruel y su carácter hicieron que me ardieran los ojos con pequeñas lágrimas que salieron de la inocencia ante su acusación.
"¿Qué llamada? ¡No hice ninguna! Ni siquiera tengo un móvil." Exclamé rápidamente.
Inhaló. "Ahórrate tu mierda. Dame tu móvil Catalina, o te juro que te arrancaré la ropa prenda por prenda para encontrarlo."
Mis labios se entreabrieron mientras trataba de encontrar las palabras para decir algo. Solo salió un jadeo de mi boca cuando el cuerpo de Harry forzaba el mío contra la pared. Me puse de pie en el borde, sintiendo su pecho contra mis brazos que me sostenía.
Grité, "¡Por favor, para!"
"No te voy a hacer daño." Harry me espetó. Sollocé mientras su mano cogía mi muñeca, sus dedos apretando alrededor de mi frágil hueso, que estaba a punto de echarme a llorar.
"No voy a preguntar de nuevo. ¿Hiciste alguna llamada?" Siseó entre dientes con la mandíbula apretada. Casi no podía aguantarle la mirada.
Miré al suelo, sintiéndome abrumada. "No, ni siquiera tengo mi móvil," temblé, la voz grave por los llantos. Sonaba como si estuviera preparada para hacer temblar el avión con sollozos.
"No llores, joder. Mírame, Catalina. Mírame." Harry vio que me negué a obedecer. Entonces, con su otra mano cogió mi barbilla, subiendo mi cara para forzarme a ver el enfado en sus ojos. Fue muy rápido e impresionante. Todo. La única sensación que era constante era el miedo y la manera en la que su respiración chocaba contra mi piel.
Tragué saliva. "No hice ninguna llamada."
"¿Por qué estás llorando, entonces?"
Le miré con ligera molestia porque no veía lo jodido que era conmigo. Levanté mi mano para limpiarme una lágrima, con enfado quitando su agarre en mi barbilla. Se me quedó mirando cuando hice eso.
"Porque estás siendo un bruto conmigo. No puedes tratarme así. Me estás haciendo daño en la muñeca," Giré la muñeca que estaba en su agarre, marcas rojas circulares en la superficie estaban saliendo. La dejó ir, sus cejas frunciéndose. "Y no puedo confiar en ti a pesar de que dijiste que tenía que hacerlo. Sé que dije que lo haría. Pero eso fue antes de que supiera lo mal que me tratas. Dijiste que no me harías daño pero es lo que acabas de hacer."
Suspiró pesadamente. "Estaba enfadado contigo. Recibí un mensaje de que alguien había hecho una llamada con tu móvil. Me jodió, ¿vale? Mi última intención era hacerte daño." Se explicó firmemente.
"Eso no te da derecho a tocarme," Persistí, frunciendo el ceño hacia él.
"Puedo tocarte cuando quiera. Donde quiera. Tu padre me dio el permiso de usar la fuerza contigo."
Sollocé de nuevo. "¡No dejaré que lo hagas!"
Harry me miró cuidadosamente. "Límpiate las lágrimas de la cara." Dijo lentamente después de mirarme unos cuantos segundos. "Y ponte una camiseta."
Hice eso cuando dio un paso atrás. "No quiero que me protejas más, le voy a decir a mi padre que quiero a otro que lo haga."
"Adivina." Murmuró, mirándome con un poco de arrepentimiento por sus actos. "Nadie querrá protegerte. Eres la hija de su jefe. Ningún hombre en esa mafia querrá el trabajo de proteger la más preciada de las posesiones de ese hombre." Sentenció.
"Te odio."
Harry no dudó ni un segundo y él estaba otra vez contra mi cuerpo, su cara a centímetros de la mía. "Ten cuidado con lo que sale de esos bonitos labios, muñeca." Me susurró, mirándome fijamente a los ojos. "Elegí arriesgar mi vida por ti. Ese es mi trabajo ahora. Por mucho que ambos lo odiemos, así es."
"No puedo--" Empecé, queriendo sollozar otra vez.
"Cállate," siseó, su dedo índice en mi clavícula izquierda cada vez más lento. Casi me encogí de hombros. "Eres jodidamente guapa. Increíblemente sexy. Un hombre no querría estar encargado de mantener las manos lejos de ti."
Se me secó la garganta. "¿Q-qué?"
"¿Qué?" Preguntó burlonamente. "Me tienes completamente loco con deseo y odio. Quiero dispararte, pero mis manos quieren sostenerte mientras te hago mía por detrás. Joder, el mundo no necesita un gilipollas como yo, así que, ¿por qué no hago lo que quiero contigo?"
Estaba asombrada. "¿Por qué?" Tuve los cojones de preguntar.
Su mano me hacía sentir incómoda mientras la llevaba hacia arriba por mi cintura desnuda."Porque tengo que protegerte," respondió lentamente. "Estrictamente para un sólo propósito. Mantenerte a salvo."
Harry vio mi falta de palabras y siguió.
"Y esta es la única manera de asegurarme de que se te meta en la cabeza. Expresando mi deseo, mis ganas de tener tu suave y pequeña voz maullándome que no puedes. Diciéndome que no puedes y te diría que ya lo sé, bebé. Lo sé porque también puedo sentirlo. Pero no puedo caer en los placeres. Mi propósito es que estés a salvo. Y si hiciera tales cosas, traicionaría la confianza de tu padre. Soy un hombre de palabra." Terminó.
No dije nada. Nada podía salir de mi boca. Las puntas de los dedos de Harry agarraron el lado de mi sujetador rosa. Me sobresalté y me quité de su toque. Me hizo sentir más amenazada que nunca.
"¿Por qué eres así?" Le pregunté temblorosa.
Se encogió de hombros, tirando de mis caderas hacia las suyas. Protesté, pero me calló con un pequeño shh y negó con la cabeza. Me tenía atraída hacia él. Sexualmente. Al principio era su silencio, pero ahora era su lujuriosa admiración.
"Nunca me pondré primero. Te estoy enseñando mi nivel de autocontrol. Tomará toda una vida hasta que esta paciencia se acabe. Nunca satisfaré mis deseos contigo, y qué placer sería el verte en mi cama, rodeada de mis sábanas toda follada y guapa."
Jadeé cuando bajó la cabeza, sus labios rozando los míos. "Necesitas entender, bebé, que por mucho que me gustes, todo lo que estoy haciendo es tenerte a salvo."
Cerré mis ojos, para poder imaginarme su cuerpo desnudo cubriendo el mío, mis piernas abiertas mientras él golpea dentro de mí en su cama. Sudor cayendo de su frente, una capa del mío propio por mi pecho. Pero el hecho de cerrar los ojos solo hacía más nítida la imagen, y hacía los sentimientos imparablemente fuertes.
"C-creía que no te gustaba..." Solté, tartamudeando.
"Y no me gustas. Yo... mi cuerpo quiere el tuyo y, joder, no puedo hacer eso. No puedo tener tu dulce esencia en mis sábanas o el sabor de tu piel caliente en mis labios. Es traicionero e inapropiado por mi." Suspiró, nuestros labios casi tocándose. Sus manos abiertas contra la pared a cada lado de mi cabeza, la suya bajada para mirarme. "Oh joder, necesito estar dentro de ti. Haciéndote sentir bien. Es de locos. No dejaré que pase. No puedo por el bien de los dos."
Inhalé bruscamente. "Hazme sentir bien." Solté, inmediatamente arrepintiéndome.
Gruñó, negando con la cabeza y su reacción me hizo abrir los ojos y mirarle. "Eres demasiado curiosa para mí. Quieres conocerme, pero no te llevará a ningún lado. Mi paciencia nunca ha sido tan puesta a prueba antes de que odiara tu belleza y tu deseo de conocerme."
"Harry, no deberías haberme dicho esto." Esto no estaba bien. Era horrible, de hecho.
Harry suspiró pesadamente. "Lo sé. Tal vez había otra forma de hacerte entender. Pero dijiste que era muy bruto. Que te maltraté y que no querías que fuese tu protector. Y pensé que la única manera de hacerte entender lo que estaba tratando de hacer era ésta. De que voy contra mis egoístas ganas de tenerte bajo mi cuidado."
"No soy un buen hombre. Nunca lo fui. Nunca lo seré." Dijo.
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